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sábado, 16 de febrero de 2013
MERCADO GLOBAL Y NEOLIBERALISMO
No nos remiten a criterios de desarrollo sino de crecimiento económico.
La globalización es una palabra de origen anglosajona que indica el proceso de unificación cultural, política y económica en acto en el ámbito planetario. En campo económico, indica la existencia de un mercado mundial de los capitales que deja las decisiones estratégicas a las empresas, desvinculadas de una base territorial y justificada por una estrategia productiva, en función de los costes de producción relativos en los distintos países (masificación del capital) para vender un producto en el mayor numero posible de países.
En campo cultural significa la difusión de una mentalidad ultra individualista, no radicada en el ámbito territorial y que rompe la estructura usual de las sociedades del siglo XX.
Muchas de las grandes multinacionales tienen empresas en países subdesarrollados que en virtud de las facilidades que los gobiernos de estos países ofrecen y principalmente debido al bajo coste de la mano de obra y cuando llegan crían empleo y un crecimiento económico de estos países. Cuando encontrón mejores oportunidades, no piensan dos veces y dejan un país de una forma tan rápida como han entrado, provocando la exclusión del mundo laboral de millones de personas que se van a encontrar fuera de la sociedad, de sus beneficios.
Es un sistema que no admite la intervención del estado para amortiguar estas consecuencias, ya que el estado mismo prácticamente ha desaparecido ante la fuerza arrolladora del neo-liberalismo, el endiosamiento del Mercado y la imposición de pautas culturales homogéneas en todo el mundo.
Además hay un riesgo concreto de que el endiosamiento del consumo de productos impuestos mundialmente, la“cocalización” o “macdonalización”, el desmoronamiento de las fronteras y el influjo homogeneizador nos lleven a la pérdida de una identidad nacional y de valores culturales y sociales propios. Además este proceso por el cual las economías nacionales se integran de modo progresivo en el marco de la economía internacional, hace que su evolución dependa cada vez más de los mercados internacionales y menos de las políticas económicas gubernamentales. Así que la política va perdiendo poder beneficiando los especuladores financieros y algunos empresarios que pueden deslocalizar su propia empresa.
Nuestro mundo es lo mas parecido a un mercado, por una parte se nos explica que hay que competir en el mercado, y por otra, en todo momento se nos dice lo que necesitamos para ser felices: un ordenador, un móvil, unas vacaciones etc.
El poder del mercado se basa en que a través de el directamente o indirectamente se controla los individuos: el uso de su tiempo nuestra actividad como individuos queda regulada por una combinación de precios ordenes y persuasiones.
Organizaciones y individuos compiten por el poder, los empresarios para ampliar el mercado, los venerables tratan de extender sus poderes y los jerarcas su jerarquía. Paradójicamente la finalidad del mercado es el mercado mismo. Se compra para vender y se vende para comprar. Los bienes ya no se cambian por su valor de uso sino por el valor de cambio.
Para ser considerado ciudadano se hace necesario trabajar, es decir entrar el mercado (laboral) y aceptar sus reglas. Si al mercado hacen faltas unas determinadas figuras profesionales, las Universidades amplían sus ofertas formativas en esta dirección y la mayoría de los futuros estudiantes universitarios elegirán supuestamente una carrera con un perfil que se ajuste a lo pide el mercado laboral. Si el mercado requiere flexibilidad, salarios bajos o un 4% de paro (fisiológico) hay que aceptarlo, simplemente porque’ lo pide el mercado.
El crecimiento de la desigualdad de los últimos años en EE UU, y en casi todas las sociedades europeas, se suma la creciente sensación de inseguridad social. Hoy se sienten perdedores de la última fase de la globalización, de la crisis y de las nuevas tecnologías no solo las comúnmente llamadas clases trabajadoras, sino también las clases medias en EE UU y Europa.
Un gobierno global debería tener como objetivo establecer y garantizar un ordenamiento internacional de paz. Es evidente la necesidad de pensar y tratar de aplicar un proyecto de ciudadanía internacional. Paralelamente, una responsabilidad global, debería proponer y sostener un mínimo de moral común entre los pueblos y entre les culturas que comparten un mismo territorio. Esta finalidad exige el hecho de pensar y llevar a la practica un proyecto de ética intercultural, dado que la globalización ha manifestado las limitaciones de los planteamientos éticos y civiles de contenidos monoculturales.
En fin, una sociedad de derechos compartidos requiere cultura de valores ético-civiles también comunes.
Un concepto de desarrollo común, que garantizara la supervivencia, la coexistencia pacífica y la prosperidad de la población mundial, es imprescindible avanzar en estas dos vías como formes de regulación mínima, pero compartida por individuos y sociedades. Es importante entonces tener presente que se trata de caminos interdependientes.
El desafío está planteado, los cambios son profundos e imparables. El sistema no reconoce fronteras y trata de imponerse y afianzarse en todo el mundo. Está en juego el futuro mismo de nuestra sociedad.
LEER+http://www.eurasia-rivista.org/mercado-global-y-neoliberalismo/18032/
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