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sábado, 28 de junio de 2014

EL CASO ALAIN SORAL



La tradición recobrada de los intelectuales comprometidos

Solo en Francia puede haber un Alain Soral (o al menos, solo en Francia lo hay).

El país galo cuenta entre sus seculares tradiciones con la figura del "intelectual comprometido" (engagé). En el siglo XVIII se llamaron "philosophes" y trabajaron con variable intensidad en la propagación de los ideales iluministas, en el siglo XIX formaron las legiones de la prensa, desde la legitimista hasta la socialista, pasando por la liberal; a principios del siglo XX daba la matraca Rémy de Gourmont y, por el lado católico, aunque muy individualista, Léon Bloy; estaban los militantes de Acción Francesa y se abrían paso los comunistas. Más adelante asistimos a la puesta de moda de Jean Paul Sartre y Albert Camus. Es en esta larga tradición en la que cabe ubicar a nuestro contemporáneo: Alain Soral, casi un desconocido en España y del que queremos ofrecer aquí una breve semblanza; siquiera para llamar la atención del público hispanohablante sobre la actividad que Soral desarrolla en Francia.

Soral nació en 1958 y procede de las filas comunistas. Es ensayista y conferenciante y, durante su juventud, frecuentó los ambientes contra-culturales, algunos aseveraran que fue punk. Con el tiempo, la evolución de su pensamiento lo ha llevado a una crítica demoledora de todo lo que pasa por "políticamente correcto". Ahí está Soral, combatiendo toda suerte de lobbys: desde el feminista hasta el homosexual, sin arrugarse frente a la LICRA (Ligue Internationale Contre le Racisme et l'Antisémitisme; que -por cierto- abrirá pronto su sede en Barcelona: ver aquí). Alain Soral se ha convertido en la bestia negra del pensamiento dominante en Francia y, en particular, es la pesadilla del Primer Ministro de Francia, el socialista barcelonés Manuel Valls. Y esto debido a la solidaridad que Soral ha manifestado para con el humorista Dieudonné. En el año 2013 fundó EGALITÉ ET RÉCONCILIATION (ver aquí) que es, a día de hoy, uno de los blogs políticos más seguidos internacionalmente en la red.

Sus posiciones políticas podrían sintetizarse en una convergencia entre las reivindicaciones sociales de lo que (permítasenos llamar) izquierda y los valores tradicionalmente sostenidos por eso que convengamos en llamar "derecha" (como son soberanía nacional y familia natural). Soral se ha convertido, debido a su polemismo, en una figura de referencia en Francia: un líder de opinión que no cesa de lanzar publicaciones y llamamientos para concienciar a sus compatriotas de todo aquello que considera perjudicial para el bien común.

En España es harto difícil que aparezca un Alain Soral. No contamos con más tradición de intelectuales comprometidos que los antaño curas de púlpito y aquella minoría de socialistas, comunistas y anarquistas que leían y escribían. Pero nuestro clero desmanteló los artísticos púlpitos, para venderlos a los marchantes de arte, tras las prisas de modernización que siguieron al Concilio Vaticano II y nuestra izquierda, forzoso es admitirlo, no ha salido de su federalismo internacionalista; sin que parezca que con ella vaya ninguna noción de España. Sin embargo, no nos preocupemos, ahí tenemos los corrinchos de opinadores periodistas (algunos de los cuales no pierden la butaca de la tertulia, pese a su pavorosa ignorancia histórica y filosófica), siempre prestos a pasearse en la pantalla de nuestros televisores, prontos a verter los lugares comunes y los topicazos de una de las dos alas a las que, respectivamente, sirven. Nuestros tele-tertulianos son las voces de sus amos: el placebo del ciudadano bonachón que cree encontrar en las soflamas que les oyen el eco de sus sordos pensamientos. Estos opinantes, estamos hartos de verlo, se muestran incapaces de poner el grito en el cielo para denunciar todas las cochinadas que se nos hacen a diario. Todo lo más sirven para remachar la línea del PP o del PSOE, depende de para cual de los dos estén empleados. Y frente a fenómenos electorales como Pablo Iglesias y PODEMOS, ya los hemos visto, no van más allá del insulto: tal vez por una cosa tan sencilla como que Pablo Iglesias puede hablarles de Antonio Gramsci y ellos, en su estulticia, hasta pensarán que se trata de un director de cine del realismo italiano. En fin...

Por nuestro bien, va siendo hora de que en España levante la cabeza algún Alain Soral.

Fuente                                Manuel Fernández Espinosa
raigambre

   Leer+ sobre Alain Soral en la Página Transversal

viernes, 27 de junio de 2014

LECCIONES PARA RECORDAR



La respuesta inicial del capital será, como siempre, socializar las pérdidas y garantizar la apropiación privada de los beneficios. Como observa Chomsky, para tranquilizar al capital habrá Estado, mucho Estado; de los asalariados ya se hará cargo el mercado

Las crisis son las grandes maestras de la historia

Ponen de manifiesto la esencia de un régimen económico-social al derribar el espeso velo de fetichismos y racionalizaciones que ocultan la naturaleza inherentemente explotadora y predatoria del capitalismo. Con ellas se torna visible la gigantesca estafa del sistema: Richard Fuld, antaño todopoderoso CEO de Lehman Brothers, declara en el Congreso de Estados Unidos haber percibido 350 millones de dólares en los últimos ocho años por concepto de sueldos, comisiones y otras gabelas mientras el banco se fundía dejando tras de sí un tendal de víctimas. A su vez el actual secretario del Tesoro, Henry Paulson –un buitre con treinta años de actividad en Wall Street– tiene buenas razones para actuar flemáticamente: en sus siete años al frente de Goldman Sachs ganó 117 millones de dólares. Si hay crisis será para otros, no para él: para los asalariados de Estados Unidos, que durante la era de Bush vieron disminuir sus ingresos en unos 2000 dólares, y para los pueblos del mundo subdesarrollado, por la vía de la caída del valor de sus exportaciones y la desvalorización de su fuerza de trabajo.

Crisis, pero ¿qué clase de crisis? 

No se trata, como algunos se ilusionan, del derrumbe del capitalismo; desgraciadamente éste no caerá si no irrumpe un sujeto social y político que lo haga caer. Y en el corazón del sistema, por ahora, ese sujeto está ausente. Pero lo que sí se ha derrumbado es el neoliberalismo, el paradigma que definió la articulación entre mercado, Estado y sociedad en los últimos treinta años y que tantos estragos causara en nuestro país. Si hay algo que celebrar es que ese modelo, en donde el capital gozó de ventajas, prerrogativas y privilegios sin precedentes, murió en medio de un colosal big bang financiero. Ahora se abre una nueva etapa y sus características dependerán de la forma en que se desenvuelvan las contradicciones sociales que brotarán en los espacios nacionales y en el ámbito internacional. También del grado de conciencia y de la capacidad organizativa de los oprimidos por el sistema y de las políticas que adopten los gobiernos.

Esta crisis constituye un gran desafío para la izquierda; la respuesta inicial del capital será, como siempre, socializar las pérdidas y garantizar la apropiación privada de los beneficios. Como observa Chomsky, para tranquilizar al capital habrá Estado, mucho Estado; de los asalariados ya se hará cargo el mercado. 

Habrá que luchar con todas las fuerzas para evitar que tal cosa ocurra y que la salida de la crisis –por izquierda, porque no hay otra– nos instale en un terreno desde el cual avanzar en la construcción de una alternativa socialista, la única capaz de resolver los ingentes problemas sociales, económicos y políticos, ecológicos que genera el capitalismo. Como decía Danton en el torbellino de la Revolución Francesa, en épocas como ésta se requiere de audacia, más audacia, siempre audacia. ¿La tendrá nuestro Gobierno? ¿La tendrán los gobiernos del deslavado “centroizquierda”? La ambigüedad y el “realismo posibilista” que los han guiado son la ruta segura para la profundización de la crisis y una nueva frustración.

Aparte de exhibir la degradación moral del sistema, la crisis deja otras enseñanzas

Primero: demostró que la tan mentada “independencia de los bancos centrales” era una falacia que ocultaba la total subordinación de esas instituciones a las necesidades del capital financiero. No bien estalló la crisis, los bancos centrales de los capitalismos centrales arrojaron por la borda toda esa charlatanería para consumo de la periferia y, obedeciendo las órdenes de los gobiernos, acudieron de inmediato en auxilio del capital. Es imperativo, por lo tanto, subordinar el Banco Central a las prioridades establecidas por el Estado democrático. 

Segundo: que el papel del Estado sigue siendo central y que la prédica de quienes siguen proponiendo el slogan procesista de “achicar el Estado para agrandar la nación” es el taparrabos detrás del cual se esconde el ilimitado despotismo del capital. En nuestro país reconstruir el Estado, destruido hasta lo indecible por décadas de políticas neoliberales, es prioridad número uno. Esta tarea todavía no comenzó, y para ello la Casa Rosada debe encarar, hoy mismo, una reforma integral de nuestro escandalosamente regresivo régimen tributario y del asfixiante centralismo que impide el desarrollo de las dormidas energías nacionales. 

Tercero: en un mundo donde el proteccionismo se acentuará al compás de la crisis, es imprescindible contar con una estrategia de desarrollo orientada hacia el fortalecimiento del mercado interno y que coloque al país a salvo de las violentas oscilaciones que registran los mercados internacionales. Para esto se requiere una activa política de distribución de ingresos y riquezas. El Gobierno argentino todavía está en deuda en este tema: ha hablado mucho y actuado poco. 

Cuarto: abandonar la ortodoxia propuesta incansablemente por los “gurúes” económicos, charlatanes y embaucadores a sueldo del capital. Gran responsabilidad tiene en esta materia el Banco Central de Suecia que, salvo excepciones, concedió los premios Nobel de Economía –otorgando respetabilidad intelectual y moral– a algunos apóstoles del neoliberalismo como Friedman o Von Hayek –o a mediocres alquimistas que inventaban fórmulas para crear nuevos instrumentos de especulación para beneficio de los tahúres del casino global–. 

Ellos son los autores intelectuales de este desastre.

Fuente                                    Atilio A. Boron
pagina12

"El capitalismo, tan desdeñoso, tan refractario a una posible socialización de sus ganancias, en cuanto vienen las cosas mal es el primero en solicitar una socialización de las pérdidas". José Antonio (Círculo Mercantil de Madrid, 9 de abril de 1935).

jueves, 26 de junio de 2014

SOBRE LA IZQUIERDA



La izquierda: crisis e identidad
La palabra izquierda nos sugiere, de entrada, dos cosas distintas: una actitud y una ideología o familia de ideologías. Como actitud es inconformismo, no aceptar lo dado al menos sin pasarlo por un tamiz crítico; pensar que los principios están por encima de los intereses, que las cosas y las situaciones pueden cambiarse, y que la voluntad heroica del ser humano es lo que realmente ha construido la historia. Como ideología o conjunto de ideologías remite a una serie de ítems: igualitarismo, una antropología que supone que la plena realización de lo humano pasa por la liberación anárquica de toda pulsión, que TODA idea de limite, jerarquía, disciplina o sacrificio es MALA per se, y una concepción lineal y progresista de la historia, que tiende a un final de plena realización de la humano.
En alguna ocasión me he referido a estas dos visiones de la izquierda comosituacionista la primera y esencialista la segunda (1). Lo cierto es que durante mucho tiempo la actitud y las ideologías de izquierdas fueron juntas, pero de un tiempo a esta parte podemos observar una escisión entre las mismas. Lo cierto es que el conjunto de ítems ideológicos que siempre habían caracterizado a la izquierda se han ido diluyendo en intensidad y han pasado a formar parte de una ideología común del conjunto de las sociedades occidentales. Hoy día casi todo el mundo es “progresista”, “tolerante”, “antiautoritario” y “buenista”, y el que no lo es corre serio peligro de exclusión social.
El pensamiento “políticamente correcto”, es decir, el conjunto de erio peligrocosas que HAY que pensar, decir y creer si no queremos ser calificados de “fascistas”, “homófobos” o “machistas” está edificado sobre los ítems ideológicos tradicionales de la izquierda. Esto lo convierte en pensamiento conformista. Lo curioso es que el sistema económico en que vivimos, el capitalismo, caracterizado por la ideología de la acumulación del capital, el dominio de la economía financiera sobre la real, el poder político de los bancos y el estímulo de la competencia frente a la cooperación, no se siente en absoluto incómodo con estos ítems ideológicos, al contrario. Así vemos como la publicidad excita al consumo en nombre de los “derechos individuales”, la “libertad de elección” , “no renunciar a nada”, “atreverse a quererlo todo” y demás frases que parecen inspiradas en las consignas del mayo del 68. Las empresas se venden a sí misma como “revolucionarias”, “novedosas”, “defensoras de los derechos individuales”, “enemigas de la antiguo y lo caduco”.
Cuando un conjunto de ítems ideológicos se ha convertido en el principal sostén doctrinal de un Sistema político y económico difícilmente puede actuar de motor de cambio del mismo. Por eso se ha producido esa escisión entre las “ideas” de la izquierda y la actitud inconformista y revolucionaria. Por eso la izquierda, en cualquiera de sus versiones, parece incapaz de liderar una autentica revuelta contra el Sistema, y como mucho aspira a ser una especie de “mala conciencia” del mismo, de señalar lo que “todavía” no se ha conseguido, y en algunos casos, también, a convertirse en auténtica “guardia de la porra” del mismo. Todo el que sale de los cauces establecidos de la “políticamente correcto” es, automáticamente acusado de “fascista”, y ahí está la izquierda antifascista dispuesta a hacerlo entrar en razón (aunque para ello tenga que utilizar métodos fascistas).
¿Qué ha llevado a esta situación? ¿Qué ha producido esta escisión entre el inconformismo y las ideas “de izquierda”? ¿Qué ha provocado esta crisis y esta pérdida de identidad de la izquierda? Estas son las preguntas que nos planteamos en este dossier central del nº 21 de Nihil Obstat. La mayoría de los colaboradores son personas que han militado en el izquierda, o que están en lo que podríamos llamar una “izquierda no conformista”, la cual, “curiosamente”, muestra diversos elementos de convergencia con el pensamiento nacional-revolucionario.
En esta introducción intentaremos trazar las líneas de estudio de la cuestión.
La globalización
El componente económico de la globalización se puede resumir como la conjunción de tres elementos: libre circulación de capitales, libre circulación de productos y “libre” circulación de personas (2). Pero la globalización no es solamente una cuestión económica: detrás de ella hay un proyecto político e ideológico. La reducción del ser humano a la dimensión de consumidor, cuyas “necesidades” sean dictadas por la publicidad y el marketing. La desaparición de cualquier identidad o enraizamiento cultural, religioso o incluso lingüístico. La renuncia a cualquier soberanía política nacional, ni a otra participación de la que se hace a través del mercado. Todo ello acompañado del “pensamiento débil”, de la confusión de ocio y cultura, de la pérdida de cualquier referente crítico. Este es el proyecto político de la globalización.
Pero aquí no pretendemos estudiar la globalización, sino su relación con la crisis de la izquierda. La globalización se desarrolla después de la caída de la URSS, fenómeno que infringe una herida mortal al marxismo, como teoría con pretensiones científicas de la realidad social. Imaginar que sociedades socialistas consolidadas, como la URSS y sus satélites fueran derrotadas, no en el terreno militar como la fueron los fascismos, sino en el terreno económico y político, por las grandes potencias capitalistas, era algo absolutamente impensable para el imaginario marxista. No es solamente un error de predicción, sino que es una experiencia crucial que falsea toda una filosofía de la historia.
No quiero unirme aquí al corro facilón del anti marxismo (y eso lo dice alguien que nunca ha sido marxista, ni en los años 70 que lo era todo el mundo). Muchos conceptos teóricos de origen marxista (plusvalía, explotación, alienación) siguen teniendo validez para el análisis de la realidad social y política. Pero hay un hecho fundamental: si las ideologías no son más que superestructuras generadas por las condiciones de producción ¿Cómo es posible que economías socialistas generaran ideologías burguesas? ¿Cómo es posible que estas ideologías burguesas aparezcan en sociedades donde, en teoría, no había burguesía? ¿Cómo es posible que sociedades educadas en los valores socialistas abrazaran en liberalismo y se entregaran a las “delicias” del consumismo capitalista?
Es cierto que ya antes de la caída de la URSS los partidos socialistas europeos habían abjurado del marxismo, y que muchos partidos comunistas habían apostado por el “eurocomunismo”, pero es el derrumbe de la URSS y la conversión al capitalismo liberal de las antiguas sociedades socialistas lo que quiebra al marxismo y lo inutiliza como teoría de la revolución.
¿Qué le queda a la izquierda? Una ética del “debe ser”, que no es más que la tradición judeocristiana secularizada; una visión progresista de la historia; una religión de los “derechos humanos”, junto con una sacralización del culto negativo del Holocausto como Mal absoluto, y, sobretodo, la mística del “antifascismo”. En lo filosófico la izquierda ha dejado de ser materialista, e incluso ha abandonado la filosofía a favor de una especie de teología secularizada.
El problema es que la mayoría de estos ítems ideológicos son perfectamente asumibles por la derecha neoliberal. Los neoliberales también creen en los “derechos humanos”, especialmente en los derechos inalienables del individuo-consumidor. Los neoliberales también son antifascistas, no en vano fueron Inglaterra y Norteamérica, junto con la URSS, las grandes vencedoras del fascismo. Los neoliberales también participan en la religión mistérica del Holocausto, gran coartada ideológica de su gran amigo, el Estado de Israel.
¿Qué le queda pues a la izquierda esencialista? Bien poca cosa. La “gestión progresista del mercado”, la búsqueda desespera de “fascistas” que justifique su “antifascismo” (¿Qué sería de antifascismo si no hubieran fascistas?), el antirracismo y la defensa de los inmigrantes (cuando la inmigración no es más que una cara de la globalización, cuya finalidad es reventar el mercado del trabajo y producir un nuevo “ejercito de reserva del capital”) y poca cosa más. Para disimular esta falta de proyecto vemos que la izquierda institucional se empeña en enfatizar sus caracteres “culturales”: defensa del aborto, del matrimonio homosexual, combate contra la violencia “de género”, etc., para poder distinguirse de la derecha neoliberal, de la cual ya no la distinguen sus recetas económicas.
El antifascismo
El antifascismo es una de las “señas de identidad” de esta izquierda declinante. Es de por sí una seña equívoca, pues la derecha liberal también es antifascista. Pero aquí podemos hacer distingos: el antifascismo de la derecha es “antitotalitarismo”, entendiendo por “totalitarismo” cualquier voluntad política de superar al mercado. En este sentido es muy esclarecedora la posición del Tea Party (extrema derecha ultraliberal americana) acusando al presidente Obama de ser “fascista” y “comunista” por su proyecto de reforma sanitaria. Al declararse “antitotalitaria” la derecha liberal se declara antifascista y anticomunista a la vez.
El antifascismo de la izquierda no es exactamente igual. La construcción del discurso antifascista de la izquierda pasa por tres etapas: La sacralización del mito del Holocausto, la reducción de todo fascismo a nazismo y la reducción de todas las corrientes autoritarias a fascismo. Veamos cada una de ellas:
  1. El mito del Holocausto
Al hablar del mito del Holocausto no estamos diciendo que sea falso el asesinato de millones de judíos en los campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Lo que convierte este hecho histórico en mito es cuando se le intenta convertir en un hecho único, irrepetible e incomprensible. Los grandes teóricos del mito del Holocausto fueron los filósofos de la escuela de Frankfurt, (Habermas, Adorno) quienes desarrollaron los dos grandes soportes teóricos de este mito: su carácter único, irrepetible e incomprensible (lo que convierte un holocausto en El Holocausto); el origen de la mentalidad autoritario-reaccionaria, que hizo posible el Holocausto, que según los frankfurtianos hay que buscarla en la familia tradicional. El razonamiento es diáfano: ¿es usted partidario de la familia tradicional? ¿es usted contrario al “matrimonio” gay? ¡Cuidado¡ ¡es usted un nazi peligroso, un genocida en potencia¡. Curiosamente el mito del Holocausto también sirve de justificación ideológico-política al Estado de Israel, estado teocrático, supremacista, racista y genocida. Esto debería hacer reflexionar a algunos.
  1. Reducción de los fascismos al nazismo
El término “fascismo” es un término genérico para referirse a un conjunto de movimientos políticos que surgen en Europa y en Hispanoamérica después de la Primera Guerra Mundial. La crisis del capitalismo, de la democracia liberal y de la modernidad en su conjunto están entre la causas del nacimiento de estos movimiento, que se caracterizaban por su nacionalismo, su antiparlamentarismo y su vitalismo. El fascismo asumió parámetros diferentes en distintos países: Partido Nacional Fascista en Italia, Partido Popular Francés en Francia, Guardia de Hierro en Rumania, Nacional- Justicialismo o Peronismo en Argentina, Falange Española en España, Urrismo en Perú, Falange Socialista en Bolivia, Nacismo en Chile y Nacional-Socialismo en Alemania. Hay que señalar que el nacionalsocialismo, versión alemana del fascismo, tiene caracteres atípicos si lo comparamos con sus homólogos europeos y americanos, especialmente por su racismo de impronta biológica. Hay que señalar también que en Alemania existieron otras versiones del fascismo, minoritarias, más homologables, como el nacional-bolchevismo de Nieckisch. Pero estas sutilezas no interesan a los antifascistas. Para ellos todo se reduce al siguiente silogismo: Los nazis perpetraron el Holocausto, luego son el Mal absoluto. Todo fascista es un nazi, LUEGO todo fascista representa el Mal absoluto.
3. Reducción de todo autoritarismo a fascismo
El reduccionismo se extiende a cualquier figura política de ribetes autoritarios. Regímenes como el de Franco en España, el de Oliveira Salazar en Portugal, el de Dolfuss (que fue asesinado por los nazis) en Austria, el del rey Carol II en Rumania (responsable del asesinato de Zelea Codreanu, jefe de los fascistas rumanos), o incluso el de Pinochet (apoyado por los americanos y servil a las directrices del FMI) de Chile son calificados de fascistas. Con ello se cierra el círculo, pues al fascismo se le niega cualquier novedad y se le asimila a la reacción pura y dura. Los movimientos poupulistas y xenófobos que se extienden por Europa también son asimilados al fascismo, a pesar que algunos de ellos son pro sionistas y defienden un liberalismo extremo.
Después de todo este proceso mental, la palabra y el término “fascista” han perdido todo significado político e ideológico y se ha convertido en mucho más que un insulto: son una descalificación ritual que sitúa al que la recibe prácticamente fuera de la humanidad. La manera como los antifascistas se refieren a los “fascistas” nos recuerda como los nazis de referían a los judíos, o los inquisidores a los herejes, seres abyectos y dañinos, sin ningún derecho. Cualquier grupúsculo insignificante que se proclame antifascista se siente investido por una autoridad moral que le permite decidir quién puede o no puede estar en las instituciones, quien puede a o no puede presentarse a las elecciones, quien puede o no puede manifestarse.
Cuando la izquierda se sitúa en estos parámetros tomo una actitud de intolerancia, inquisitorial y parapolicial absolutamente contraria a la propia de la izquierda situacionista a la que antes nos referíamos. No es compatible luchar para derribar al Sistema con ser un “ultra” en defensa del mismo.
La “memoria histórica”
En España el antifascismo genérico de la izquierda en descomposición se ha canalizado de una manera peculiar, a través de la ideología de la “memoria histórica” impulsada por Zapatero, el anterior presidente del gobierno. Hay que decir, de entrada, que el término en sí mismo ya encierra un oxímoron absolutamente contradictorio, pues precisamente la historia empieza allí donde termina la memoria.
Hay tantas memorias como seres humanos, pero es imposible establecer un debate entre “memorias” pues estas se mueven en el terreno subjetivo de la emotividad. Los relatos históricos, aunque no son unívocos, si pueden establecer debate, pues se mueven en el terreno de la objetividad, al menos como ideal-tipo.
De hecho un acontecimiento pasa a ser del todo histórico cuando desaparece de las memorias individuales, por simple desaparición biológica de sus protagonistas. Entonces es cuando los historiadores entran en acción, construyendo sus relatos, diversos, pero a partir de interpretaciones y análisis de documentos.
Si el concepto de “memoria histórica” es, ya de por si aberrante, el intento de fijarla por ley entre en el terreno de la paranoia totalitaria. Primero se construye un falso relato histórico basado en las “memorias” selectivas de determinadas personas, a las cuales se las ha colocado previamente, a partir de una opción ideológica, en el lado de los “buenos”. Ni que decir tiene que los “malos” carecen de humanidad, y por tanto su “memoria” no vale para nada. Después este falso relato se eleva a la categoría de ley, con lo cual se decreta la “ilegalidad” de cualquier otro relato histórico alternativo. La negación, justificación o simple discusión de determinados “hechos” entre en el terreno de lo delictivo, pudiendo darse la paradoja de que alguien sea acusado de negar un determinado “hecho” histórico, pero a la vez se le acuse de “justificarlo”. Todo ello recuerda mucho al “doblepensar” que describe Orwell en 1984.
En España la “memoria histórica” (quizás sería más adecuado llamarle “memoria histérica”) es impulsada como arma política por una “izquierda” desbordada, que ha perdido completamente la capacidad para pensar y repensar la realidad, que no puede o no quiere enfrentarse a problemas como la globalización, la inmigración masiva, la perdida de poder de los estados o el capitalismo anónimo de los mercados, y quiere “volver” a aquel mundo feliz en que los malos de la película eran los militares, los obispos o los capitalistas con chistera.
En España la “memoria histórica” (o histérica) consiste en un doble proceso de simplificación y falsificación de los últimos 100 años de historia. Late en su fondo aquella pugna estéril del siglo XIX y la interpretación de la realidad en términos de “buenos” y “malos”. Se fundamenta en una serie de mitos y dogmas a priori cuya simple discusión coloca en los aledaños del “crimen mental”. Veamos algunos de ellos:
  1. La guerra civil fue debida a un levantamiento de militares “fascistas” contra la legalidad republicana. Los demócratas estaban con la Republica.
Esta afirmación es altamente discutible. Es España, en aquellos momentos, existía un minúsculo partido homologable a los fascismos europeos, que era Falange Española de las JONS, que no tenía siquiera representación parlamentaria. El gran partido de la derecha, la CEDA, era conservador y católico pero sin nada que ver con el fascismo. Los monárquicos alfonsinos y los carlistas tampoco se les puede considerar fascistas, aunque imitaran del fascismo algunos aspectos exteriores. Los falangistas se unieron a la sublevación militar, pero con grandes reservas de algunos de sus dirigentes(3).
Los militares protagonistas de la sublevación oscilaban entre el conservadurismo y el liberalismo clásico. Algunos ni siquiera eran monárquicos: Queipo de Llano había participado en el intento de sublevación republicana en Cuatro Caminos. Mola quiso sublevarse con la bandera tricolor de la República, pero sus aliados civiles carlistas (estaba en Navarra) le impusieron como condición para unirse al golpe que este se hiciera bajo la bandera bicolor monárquica.
Lo de la “legalidad republica” es altamente discutible. Pocos días antes del levantamiento militar agentes del gobierno (guardias de asalto y guardias civiles) secuestraron de su domicilio y asesinaron a José Calvo Sotelo, diputado de Renovación Española y uno de los jefes de la oposición parlamentaria. Parece ser que el mismo comando intentó asesinar a Gil-Robles, pero no lo encontró en su domicilio. Este hecho no es precisamente una muestra de “legalidad republicana”.
Uno de los partidos integrantes de la coalición gobernante, el Frente Popular, era el Partido Socialista Obrero Español, que en Octubre de 1934, había protagonizado junto con los nacionalistas catalanes, un levantamiento armado contra la República. Para sofocar la sublevación en Asturias, donde tuvo más resonancia, el gobierno tuvo que recurrir al ejército. El motivo (o pretexto) de la sublevación era que tres ministros de la CEDA habían entrado en el gobierno. Teniendo en cuenta que la CEDA era, en aquellos momentos, el partido mayoritario en las Cortes Españolas no parece que el PSOE tuviera muy asumidos los principios de la democracia parlamentaria.
  1. El régimen de Franco era “fascista” pues fue apoyado por potencias fascistas como Italia y Alemania.
Durante la guerra civil y en la inmediata posguerra Hitler y Mussolini apoyaron a Franco, pero eso no convierte al régimen automáticamente en fascista. En Rumania Hitler apoyé al general Antonescu, en contra de los auténticos fascistas autóctonos, que eran los militantes de la Guardia de Hierro.
Por otra parte las democracias no apoyaron a la República, pero si que lo hizo Stalin, cuyo régimen no tenía nada de democrático. Además, antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial, Franco, apoyándose en los sectores aliadófilos (parte de la Iglesia, del Ejercito y los monárquicos) inició un hábil cambio de bando, vendiendo su “anticomunismo” a los aliados. Llegó a promulgarse un decreto en que se prohibía el saludo brazo en alto.
  1. El régimen de Franco era “fascista” porque era represor y “genocida”.
Durante la guerra civil, en la retaguardia de ambos bandos se practicó la represión y el asesinato de los adversarios políticos. En el bando republicano se practicó también la purga estalinista, es decir, la represión contra los propios, como aconteció con el POUM. En ningún caso tiene sentido hablar de genocidio, que consiste en el exterminio sistemático de un pueblo o una etnia.
En los años que siguieron a la guerra el régimen siguió practicando la represión contra sus oponentes. Simplemente tuvo más tiempo, pero de haber ganado la guerra el otro bando la situación habría sido parecida o peor. Que un régimen practique la represión, especialmente en el contexto de una guerra civil, no lo convierte en fascista.
En realidad el régimen de Franco se basaba en una coalición contrarrevolucionaria, en la cual los fascistas eran minoritarios y ocuparon siempre una posición marginal.
  1. Después de la muerte de Franco, las “movilizaciones populares” forzaron la transición a la democracia.
La transición hacia la democracia formal de corte liberal se estaba fraguando mucho antes de la muerte de Franco: empezó en la década de los sesenta, cuando los tecnócratas del Opus Dei empezaron la liberalización económica, preludio de la “liberalización” política. En la transición la burguesía se sucedió a si misma con el beneplácito de la izquierda. La embajada americana jugo un papel fundamental en todo este proceso.
Con mentiras y falsificaciones como estas se construye la “memoria histérica”. No debe extrañarnos que la represión se cebe en editores y libreros que defiendan relatos alternativos.
La izquierda neoliberal
Todo el discurso “antifascista” de la izquierda y su proyecto de recuperación de la “memoria histórica” intenta ocultar un hecho de por sí ya muy evidente: la conversión de grandes formaciones tradicionales de la izquierda (especialmente los socialistas) al neoliberalismo, conversión que no es contradictoria, pues tal como ya hemos dicho, la derecha neoliberal también es “antifascista”. Tal como han señalado Laval y Dardot (4) el éxito duradero del neoliberalismo se explica no solamente por la adhesión de las grandes formaciones políticas de derechas, sino por la porosidad de la izquierda moderna a los grandes temas neoliberales.
El blairismo inglés, el acercamiento ideológico de los liberales norteamericanos a los republicanos, o el proyecto de Felipe González en España son muestras de esta transformación. Lo más notorio de esta institucionalización del neoliberalismo consistió en la aceptación, por parte de la izquierda moderna, de la visión neoliberal del mercado del trabajo “flexible”, y, en el plano doctrinal, en un abandono de toda referencia a Keynes, y, por tanto, a la renuncia a la elaboración de un nuevo keynesianismo adaptado al cambio de escala que supone la construcción del espacio económico europeo y la globalización. En el caso de España hay que señalar que las numerosas reformas laborales llevadas a cabo por los gobiernos de Felipe González y de Zapatero han ido siempre orientadas a la flexibilización del mercado del trabajo y a la precarización del empleo. Felipe González institucionalizó el trabajo temporal y las ETT. La “rigidez” del mercado de trabajo y la seguridad del trabajador en su puesto laboral fueron presentadas como “reaccionarias”, incluso “franquistas” (en esto tenían razón: el trabajador tenía más seguridad en su puesto de trabajo con Franco que con los “socialistas”).
La apuesta por la enseñanza privada sostenida con fondos públicos (concertada) frente a la pública ha sido otra de las características de esta izquierda neoliberal, en clara convergencia con la derecha. Ahí están la LODE, la LOGSE y la LOE que, aparte de haber convertido al sistema educativo en una fábrica de analfabetos funcionales aborregados, han consolidado una doble red de centros educativos, en la que los centros públicos se han visto degradados a la condición de contenedor social.
El mejor ejemplo de esta identificación o convergencia nos lo proporciona elManifiesto, firmado por T. Blair (el amigo de Busch y de Aznar) y G. Schröder en 1999, con motivo de las elecciones europeas, y titulado La tercera vía y el nuevo centro. Se afirma allí, sin ningún sonrojo, que su objetivo es consolidar un marco sólido para una economía de mercado competitiva, y que la libre competencia entre los agentes de producción y el libre intercambio son esenciales para estimular productividad y crecimiento. Al Estado y a los poderes públicos le corresponde únicamente crear las reglas de juego y vigilar que se cumplan, y esto, según los autores, se opones al laisser-faire neoliberal de la derecha.
Una interpretación errónea de lo que es el neoliberalismo permite construir una falsa alternativa al mismo. En realidad este Manifiesto refleja perfectamente la “racionalidad neoliberal”: rechaza las soluciones de la izquierda “arcaica”, apuesta por reforzar la “responsabilidad individual” y, sobretodo, por la flexibilización del mercado de trabajo y la bajada de impuestos.
En el libro La tercera vía, Anthony Giddens y Tony Blair profundizan en la teorización de este viraje. Afirman que la misión del New Labour es aportar respuestas de “centro izquierda” en el marco impuesto por el neoliberalismo, considerado marco irreversible. La palabra clave es la adaptación de los individuos a la nueva realidad, en vez de la protección contra los azares de un capitalismo mundial y financiero. La “nueva izquierda” es, según los autores, la que acepta el marco de la mundialización liberal y alaba todas las oportunidades que éste ofrece para el crecimiento y la competitividad de las economías. Sin comentarios.
Más a la izquierda
A la izquierda de los partidos socialistas aparecen una serie de formaciones que reivindican políticas de izquierda más decididas y desacomplejadas. Pero un análisis somero de los planteamientos y la agenda política de esta “izquierda de la izquierda” revelan que está infectada de los mismos males que la izquierda socialista.
Centremos nuestro análisis en el caso español. Aquí la rama parlamentaria de esta “izquierda de la izquierda” estaría representada por Izquierda Unida. Esta formación no plantea una alternativa global de izquierdas al PSOE, ni denuncia la deriva neoliberal del mismo (como hacia cuando estaba dirigida por Julio Anguita). Su estrategia es una alianza o coalición con el PSOE para “tirar de él hacia la izquierda”. Con esto está afirmando que sus diferencias con los “socialistas” no son esenciales ni cualitativas, sino únicamente de grado y cuantitativas.
Si observamos la agenda política de esta formación (ecologismo, feminismo, antirracismo, “antifascismo”) vemos que todo son temas perfectamente asumibles desde el neoliberalismo de izquierdas. Únicamente IU de Andalucía, la más radicalizada, ha protagonizado algunas acciones rupturistas (ocupación de fincas, reparto de alimentos entre gente necesitada), pero su alianza política con el PSOE, que gobierna esta comunidad y que está involucrado en escándalos y corruptelas, como el caso de los EREs, hace que estas acciones tengan poca credibilidad.
Por otra parte IU ha tratado de capitalizar a su favor diferentes movimientos sociales de protesta ciudadana (Plataforma de Afectados por las Hipotecas, Movimiento 15-M, Marea blanca contra la privatización de la sanidad) sin demasiado éxito. Los activistas de estos movimientos desconfían de los políticos.
Más a la izquierda de IU encontramos diferentes grupos extraparlamentarios (a veces grupúsculos e incluso sectas) como “Izquierda Anticapitalista” o diversas plataformas antifascistas, cuya única agenda política parece ser la vigilancia, detección y caza del “fascista”, lo que les convierte en auténtica “guardia de la porra” parapolicial, y que sistemáticamente utilizan la violencia contra los supuestos “fascistas”, es decir, todos lo que no piensan como ellos.
A modo de conclusión
La escisión entre la actitud de izquierdas (situacionismo) y los ítems ideológicos de la izquierda (esencialismo) es la causa principal de la crisis de la izquierda y su pérdida de identidad. La antropología buenista, el progresismo y el antifascismo se han convertido en bastiones ideológicos del Sistema, el neocapitalismo mundialista y globalizador. La izquierda en sus distintas versiones (moderada y radical) ha pasado a convertirse en el principal sostén de este Sistema, y a su vez ha sido colonizada por la razón neoliberal.
Solo el redescubrimiento del Estado y de la nación política como elementos capaces de enfrentar la globalización y una actitud de inconformismo y de anti individualismo puede volver a colocar a la izquierda en situación de ser palanca para la Revolución.
Fuente                                     José Alsina Calvés 
1 José Alsina Calvés (2011) “La generación del 98. Introducción” Nihil Obstat, revista de historia, metapolítica y filosofía, nº 16, pp. 35-40.
2 José Alsina Calvés (2011) “La Globalización. Introducción” Nihil Obstat. Revista de historia, metapolítica y filosofía, nº 17, pp. 113- 119.
3 José Antonio Primo de Rivera, jefe nacional de Falange Española de las JONS, escribió una carta desde la cárcel donde estaba preso alertando del peligro de que el movimiento militar se convirtiera “en una dictadura burguesa y conservadora, orlada, para más escarnio, con el acompañamiento coreográfico de las camisas azules”
4 Christian Laval y Pierre Dardot (2013) La nueva razón de mundo. Ensayos sobre la sociedad neoliberal. Barcelona, Gedisa.

miércoles, 25 de junio de 2014

ESPÍRITU MAGYAR



El valiente pueblo húngaro
La globalización se impone por métodos de asfixia. Y bueno, no es que sea malo el avance de las comunicaciones y la tecnología, pero veamos más detenidamente: Se pondera mucho la economía alemana, ¿pero qué pasará el día que los chinos dejen de comprar cosas relacionadas con la industria automovilística? Permítasenos el simplismo, pero todo iría cayendo como un castillo de naipes. Así como los banqueros alemanes, al estado emitir papel-moneda a mansalva al poco tiempo de la caída del infame muro de Berlín, se vieron con un excedente que no sabían dónde colocar, y hemos ahí la génesis de los préstamos tan alegres por el Mediterráneo, cuya global consecuencia, bajo la atenta mirada de los Estados Unidos, pagamos y pagaremos hasta que el cuerpo aguante.
Irlanda, una nación que, cuando los británicos han dejado de masacrarla, se mostraba como una de las más prósperas de Europa, tenía un inconveniente: Su legislación era contraria al aborto. La única que quedaba en Europa. Pero para eso tenemos una Constitución Europea que si hay europeos que con sus votos no la quieren (Como holandeses, franceses e irlandeses), no pasa nada, imponemos un segundo referéndum y así sale. O por las buenas o por las malas. Con los suizos de momento no han podido, pero tiempo al tiempo… Y Hungría no iba a escapar a ello. No escapó Polonia, cuando en estos años se reafirmaba como católica y anticomunista y se negaba a poner en su sistema educativo las barbaridades habituales de la Europa moderna mientras reafirmaba sus valores patrios. Llegó el frenazo, frenazo de los magnates de una anticivilización de antivalores que quiere expulsar a toda costa lo sagrado/trascendental de la vida pública como sea. Y resulta que en el 2011, Hungría, teniendo como presidente al nacionalista conservador Viktor Orban (De FIDESZ, la Unión Cívica Húngara), sanciona una constitución que dice cosas que ya no se ven en Europa.
Por ejemplo, con respecto a sus símbolos: “Estamos orgullosos de que nuestro rey Esteban, santo patrón de Hungría desde hace mil años, haya fundado nuestra patria sobre sólidos cimientos incorporándola a la Europa cristiana”.
Con respecto a la vida: “La vida fetal y embrionaria será protegida desde el momento de su concepción”. Con respecto a la religión: “Las religiones tienen derecho a estar presentes en el espacio público, ya sea para celebrar ceremonias o hacer proselitismo”.
Con respecto a la familia: “Sostenemos que la familia y la nación constituyen el marco principal de nuestra coexistencia y que nos cohesionan valores como la fidelidad, la fe y el amor”.
También incluye la tutela del estado húngaro sobre las minorías magiares que habitan en otros pagos de Europa , considera a los dirigentes del Partido Socialista Húngaro (Los antiguos lacayos de la URSS) como “responsables de crímenes comunistas cometidos hasta 1989, con carácter retroactivo”; introduce medidas drásticas para acabar con el infanticidio y, al alimón de la Asamblea húngara, también señala que la población reclusa del país tiene la obligación de trabajar como modo de pagar los gastos de su manutención y como método de reinserción social.
Y claro… ¿A quién se le ocurre tener como marco político eso, en esta Europa de despachos de Bruselas que no elige nadie, donde el incontestable ideal radica en aleccionar a los niños sobre cómo masturbarse o de cuántas opciones sexuales tan legítimas hay??¡¡A quién se le ocurren estas cosas!! La palabra “fascismo” se expande como temblor generalizado como absoluto temor progre-liberal…
Ipso facto, la izquierda pretendió movilizar a la opinión pública para salir a la calle en defensa de la “libertad” y en rechazo de la nueva constitución, calificada como “autoritaria y nacionalista”. El eco fue escaso. Con todo, lo importante no es la movilización de los de siempre (Financiada por el capitalismo liberal, por supuesto); el tema está en que actúan como avanzadilla del FMI. Porque en este nuevo marco constitucional húngaro, se limitan los poderes del Tribunal Constitucional en beneficio del parlamento, subordinando el banco central al poder político y apostando por una política monetaria propia. Fiscalmente, se fija un único tipo impositivo del 16%, pero la recaudación pública se complementa con los impuestos sobre los bancos y multinacionales extranjeras que operen en suelo magiar. Por eso la izquierda se movilizó tan pronto, y sus amos del FMI apenas esperaron, y muy pronto un ataque especulativo fue lanzado para provocar una importante caída de su cotización frente al euro. La histeria hipócrita y mentirosa de los medios de comunicación se lanzó contra el Danubio como una jauría de hienas hambrientas.
La burocracia de Bruselas continuó con amenazas. Viktor Orban decía en principio que “nada ni nadie en el mundo puede decir a los diputados electos por el pueblo húngaro que leyes pueden aprobar y qué leyes no”. Desde otra perspectiva, el Jobbik (Movimiento por una Hungría Mejor) de Vona Gábor acabó votando en contra porque no se contemplaron sus propuestas de ampliar la política de nacionalización sobre sectores estratégicos para los intereses húngaros. Asimismo, acusa a Viktor Orban de ser en verdad débil ante el FMI, de no emprender un cambio de modelo económico profundo, temiendo que al final ceda a algunas de las presiones extranjeras. El Jobbik también se posicionó en contra de la ley electoral incluida en el texto constitucional, según la cual el partido más votado en las generales es compensado con una cantidad de escaños que aseguran su poder total durante los cuatro años de legislatura, “algo que nos recuerda al comunismo”…. Dizque Orban acabaría cediendo, que había que ampliar y fortificar la política nacional…. Y es que, ¿acaso sería la primera vez que un conservador recula ante el canguelo? No olvidemos que la izquierda no crece sino allá donde el liberalismo plantó bien su semilla.
Con respecto al Jobbik, no creamos las mentiras de los medios de ¿comunicación?, a las que tristemente nos hemos acostumbrado. Jobbik se define como monárquico y cristiano y sus emblemas principales están directamente relacionados con la tradición húngara, a saber, la cruz de San Esteban, la bandera nacional y la bandera de los Arpad. Son antisionistas, por supuesto, y denuncian el papel de los oligarcas sionistas en su país, así como los crímenes de bandas mafiosas extranjeras y/o de gentes que llevan siglos en aquella tierra pero se niegan a adaptarse, pero no son racistas ni “antisemitas”, pues el Jobbik ha celebrado festivales de amistad árabe-magiar, y recordamos a los manipuladores que usan el término que el 97% de los semitas son árabes. Asimismo, está estableciendo una línea geopolítica de entendimiento con los pueblos asiáticos.
Pocos pueblos más sufridos hay en Europa que los húngaros. Tras la terrible Segunda Guerra Mundial, fueron entregados a la tiranía comunista teledirigida desde Moscú, bajo el régimen de la República Popular Húngara. Trágica paradoja, pues nada más impopular ha habido en su historia. En 1956, este valiente pueblo no dudó y se levantó contra esta terrible dictadura, abatiendo las estatuas de Stalin y desafiando a los poderosos tanques soviéticos, dando una portentosa y heroica lección de dignidad. ¿Y qué hizo esa Europa tan moderna y tolerante? La izquierda aplaudía el terror y la masacre de lo que consideraba el paraíso en la tierra, la derecha liberal callaba como prostituta cobarde y cómplice. El único país occidental que de verdad apoyó esta legítima revuelta popular fue España, llegando hasta a ofrecer tropas, cosa que los patriotas húngaros recuerdan con gratitud, emoción y cariño. El cantautor italiano Leo Valeriano se quejaba amargamente en su canción “Budapest” de la complicidad de los burgueses occidentales y alababa la dignidad de los magiares. Alexander Solzhenitsyn, el gran intelectual ruso, hablaba en El error de Occidente que el fallo frente al comunismo era la pérdida del combate cultural, esa especie de moralidad superior con la que los comunistas –antecesores directos de nuestros progres- contaban en Europa que no era coherentemente contestada. De hecho, todavía continúa esa mórbida fascinación por los tiránicos especímenes, de Europa a Hollywood. Antes era Fidel Castro, ahora es más con el recién finado Hugo Chávez y toda su caterva; patología que llega a afectar a buena parte de la “extrema derecha” española…. Y sin embargo, muchos pensaban que se trataba sólo de un enfrentamiento político-militar; otros temían que el Pacto de Varsovia acabara arrasando todo con los mismos tanques de Budapest… Pero nadie contaba con la mutación y la irrupción progre…. Que ha llegado hasta China y Vietnam, mientras que Corea del Norte se mantiene en su comunismo hereditario, pareciéndose en eso a Cuba. Con todo, Solzhenitsyn también dejó dicho queal negarnos a aceptar un poder superior inmutable que nos supera, hemos colmado el vacío a golpe de imperativos personales y, súbitamente, nuestra vida se ha vuelto espeluznante”; y “la precipitación y la superficialidad son las enfermedades crónicas del siglo.”
Y es que es lo que decíamos al principio de nuestro artículo: La globalización se impone por la asfixia. Los magiares no podrán defender su independencia porque tienen todo un entramado mundialista contra ellos. Tampoco han podido irlandeses o polacos. No pudieron los serbios con respecto a Kosovo, cuya separación firmaron las barras y las estrellas de Clinton a Bush. Nosotros con Gibraltar ya vemos… Y ojo con los separatismos, por más que estén acaudillados por oligarcas cleptómanos y embusteros…
Todo lo que pueda sonar a Cristiandad será combatido por el Nuevo Orden Mundial, con la complacencia de una población consumista y estupidizada. Estados Unidos y su financiado estado sionista, con los jeques de la Península Arábiga y una Turquía con delirios de imperialismo otomano, siguen inmersos en una absurda carrera belicista que va desde el Próximo Oriente a los extremos del Pacífico, favoreciendo siempre al islamismo. La Unión Europea no es más que una colonia de tercera en este entramado. Por la contra, Rusia es el único país con poder soberano para no comulgar con ruedas de molino, y por ello no parece vacilar frente a las presiones homosexualistas o a la profanación de iglesias, así como cada vez introduce más medidas en contra del infanticidio. Rusia tendrá muchos fallos pero hay cosas por las que no está dispuesta a pasar. ¡Quién nos lo diría! Y sin embargo, Europa, que es su continente natural y que de hecho, debería fomentar su alianza e integración, le veda las puertas, favoreciendo mucho más al Magreb y a Turquía.
Sin duda, la situación es difícil, pero siempre hay esperanza. Dizque muchos magiares parecen tristes, desesperanzados. Después del comunismo pasaron a un capitalismo salvaje que no ha hecho más que continuar su empobrecimiento. No gozan de libertad pero aun así, levantan la cabeza y quieren mostrarse orgullosos como húngaros frente al mundo. Este valiente pueblo no debe renunciar a su identidad ni a sus valores, al contrario, debe defenderse con uñas y dientes. Por lo pronto, ya es un ejemplo a seguir. Al final, con fe, vencerá.
Fuente                            Antonio Moreno Ruiz
Licenciado en Historia (con especialidad americanista), profesor y traductor de lengua portuguesa, ensayista y poeta (España).

Dice el himno nacional Húngaro: Piedad del Húngaro, Señor juguete de encontrados vientos. Tiéndele un brazo protector, haz que terminen sus tormentos. Que quede atrás su adverso hado y vea su trigo al fin maduro este pueblo que ya ha pagado por su pasado y su futuro.

martes, 24 de junio de 2014

REVOLUCIÓN DIGITAL



La cibergeopolítica

En el futuro el mundo virtual permitirá escapar de la represión estatal, mientras que el mundo físico impondrá sus reglas y leyes para contener la anarquía del mundo virtual, dicen los autores.

En su capítulo sobre el futuro de los Estados, los autores distinguen tres maneras de controlar internet: una alevosa -como China-, que bloquea sin vergüenza lo que no quiere que los ciudadanos vean. Una sutil -Turquía-, que propone "filtros" específicos a los contenidos generales. Y otra más reducida, como la que ejercen Corea del Sur o Alemania.

Schmidt y Cohen ven una creciente fragmentación de la red, dividida en continentes culturales o idiomáticos y lanzan hipótesis sobre cómo sería una posible ciberguerra.

"Los gobiernos van a echar de menos las épocas en las que sólo debían preocuparse por el mundo físico", dice el libro. "En el futuro deberán hacer evaluaciones separadas para el mundo real y para el virtual".

Aunque la experiencia será global, no será uniforme. Las actuales "castas" digitales se mantendrán en el futuro y la experiencia personal dependerá de dónde se encuentre uno en esta estructura. Los más ricos evitarán los costados negativos, la clase media aportará los "inventores" y desarrolladores y el resto experimentará los mayores cambios, por la comparación con cómo viven ahora.

Los autores postulan que, en el futuro, usaremos la inteligencia humana para la intuición, tomar  decisiones e interactuar con otras personas, y usaremos el poder de las computadoras para memorizar y procesar datos.

Schmidt y Cohen pronostican una coexistencia pacífica entre el mundo físico y el mundo virtual. El mundo virtual permitirá escapar de la represión estatal, mientras que el mundo físico impondrá sus reglas y leyes para contener la anarquía del mundo virtual.

"Nuestro optimismo viene de los controles que la tecnología y la conectividad permiten contra los abusos, el sufrimiento y la destrucción de nuestro planeta", dicen los autores, cerca del final.

No podemos eliminar la desigualdad o el abuso de poder, pero la inclusión tecnológica puede transferir poder a las manos de la gente y confiar en que ellos hagan su camino a partir de allí. "No será fácil, pero valdrá la pena", aseguran los autores.

Fuente
cnn

lunes, 23 de junio de 2014

TODOS SON UNOS VENDEPATRIAS



Una vergüenza. La red de transportes por tierra, mar y aire de España ya es propiedad extranjera
Las empresas de transporte han sido puestas a la venta una a una desde hace una década. La integración de Alsa en la británica National Express en 2005 parecía marcar una senda por la que los grupos empresariales nacionales del sector daban un salto hacia la internacionalización de su actividad. Pero de inmediato en 2007 la venta pura y dura del mayor operador privado español de carga ferroviaria, Transfesa, al gigante alemán de la logística DB fue el anuncio de lo que se echaba encima. La confirmación llegó en 2011 con la integración en IAG de Iberia, la compañía estrella del sector de la aviación.
Con posterioridad, la crisis ha acelerado la sangría. Ningún modo de transporte se libra; aerolíneas, navieras, empresas de autobuses, compañías ferroviarias de carga. En algunos casos el movimiento inicial de compra ha estado protagonizado por grupos españoles. Pero en una segunda vuelta de tuerca, el inversor foráneo se ha comido a ambos, comprado y comprador español.

Principales operaciones

Un repaso de las principales operaciones de venta que se han producido, especialmente tras el estallido de la crisis, muestran que la España del transporte se mueve al ritmo que le imponen desde fuera.
En el negocio de las compañías de autobuses por carretera, National Express se ha hecho con dos de las principales referencias. Tras la adquisición de Alsa en 2005, el grupo de transportes de pasajeros británico compró en 2007 a la constructora ACS su filial en ese sector, Continental Auto.
Más tarde, la mexicana ADO adquirió en septiembre de 2013 los 1.881 autobuses del grupo Avanza. No ha trascendido el precio de la operación pero los nuevos dueños han asegurado que mantendrán la estructura y la dirección actual. Avanza había sido adquirida en 2006 por el fondo de capital riesgo británico Doughty Hanson, quien acababa de finalizar con éxito el proceso de refinanciación de una deuda que superaba los 400 millones.
En el sector de las navieras, Iberocruceros ha anunciado que desaparecerá cuando finalice la actual temporada. Tras fusionarse con Costa Cruceros en diciembre de 2012, la firma ha tomado la determinación de utilizar una sola marca. Pese a que la operación se presentó en su día como una “unión entre iguales”, en pocos meses la enseña española ha menguado en favor de la naviera italiana, hasta desaparecer.
Aguanta en el mercado Trasmediterránea, la naviera de mayor tradición, integrada en el grupo nacional Acciona desde su privatización en 2002. Sin embargo, su evolución es menguante y se ha dejado por el camino el 26% de sus pasajeros. La marca levantina Balearia mantiene el ritmo e incluso se apresta a comprar el 50% de la ceutí Stamp.

Aerolíneas

El panorama de las compañías aéreas es en el que se ha producido una reconversión más dramática. La lista de empresas quebradas con la crisis no tiene fin: Air Madrid, Air Comet, Futura, Quantum, Andalusair, Air Almería, South Atlantic, Regional Wings, Vising Operaciones, Air Asturias, Lagunair, Air Catalunya, Prima Air, LTE, Bravo Arlines, Gadair, Hola Airlines, Air Class Airways Spanair o Girjet.
Vueling, la compañía nacida en Cataluña en 2004, ha terminado por entrar en el mismo paquete de Iberia en su integración en IAG. Pero ahora la primera ‘low cost’ nacional se ha convertido en la auténtica joya de la corona del holding de mayoría británica, por encima de sus dos hermanas mayores, British Airways y la propia Iberia.
El colofón en la huida del conglomerado aéreo nacional hacia manos extranjeras se produjo en junio de 2013 cuando Bankia, hasta entonces primer accionista de IAG, se deshizo por 167 millones del 12,09% que tenía en el capital del grupo.
En los últimos nueve meses el fondo de inversiones Nazca, esta vez español, se ha hecho con el 100% de Gestair, la empresa líder de la aviación ejecutiva. El grupo de capital riesgo Springwater, junto a su socio el touroperador Gowaii, ha adquirido a Pullmantur la aerolínea Pullmantur Air, la agencia de viajes Nautalia, su touroperador y su negocio de circuitos turísticos Land & City Tours.
Florentino Pérez se ha deshecho de la empresa de carga aérea Cygnus Air para dejarla en manos del empresario estadounidense Arnold Leonora, quien en su día participó en los estertores de la liquidada Air Comet. Solo resiste Juan José Hidalgo y su grupo de empresas agrupadas en torno a las marcas Globalia y Air Europa.

Helicópteros y tren

El mayor grupo español de helicópteros, Inaer, con una flota de  80 aeronaves y titular de los principales contratos licitados por el Estado en servicios de emergencias, acaba de rodar a manos la británica Babcock International, Hace dos años ya fue adquirida por Avincis, un grupo propiedad de los fondos KKR e Investindustria.
La liberalización del ferrocarril de viajeros que el Gobierno prevé iniciar en breve dará entrada a nuevos operadores que competirán con Renfe. El proceso, en apariencia, provoca un posicionamiento de grupos empresariales nacionales y extranjeros. Se han barajado múltiples nombres: Alsa, Hemisferio, Avanza, Ferrovial, Acciona, Comsa, OHL, ACS y Globalia. Lo cierto es que las principales empresa que hoy ya han puesto un pie en el territorio que era monopolio de Renfe son las grandes administradores ferroviarios europeos: la SCNF francesa, a través de un  pacto con la operadora española en los tráficos del AVE Madrid-Barcelona-París, y la alemana DB con la adquisición de Transfesa, en la actividad de carga por tren.

Infraestructuras también

El grueso del sistema logístico español se encuentra  ya en manos extranjeras en muchos casos bajo la propiedad voluble e infiel de grupos de capital riesgo. El fenómeno se cierne también sobre las infraestructuras que dan soporte al transporte: aeropuertos, algunos puertos y no es descartable que el capital foráneo caiga en picado sobre algunas carreteras de gran capacidad.
El enésimo intento de la privatización de Aena parece que de nuevo se pospone otra legislatura. Sin embargo, las intenciones estaban claras: en la privatización del 60% de capital de la empresa propietaria de la red de los 49 aeródromos públicos españoles, la mitad se vendería en una OPV y la otra mitad en una colocación institucional entre fondos “sin voluntad de control de la gestión”, esto es, únicamente con intereses financieros.
En la reconversión de los llamados aeropuertos privados sin aviones, el de Castellón llegó a estar adjudicado a la empresa canadiense SNC-Lavalin, un grupo castigado por el Banco Mundial a no operar durante diez años por haber sobornado a funcionarios en Bangladesh.
Oligarcas rusos vinculados con la petrolera Lukoil perecen estar detrás de la compra de Marina Port Vell, el puerto deportivo en el centro de Barcelona que el Ayuntamiento quiere convertir en un amarre de superyates para multimillonarios internacionales.
Finalmente, fondos de inversión de EEUU y Australia muestran interés por hacerse con las autopistas españolas quebradas y mueven ficha ante la indefinición de la operación de rescate de las diez radiales en quiebra apadrinada por el Ministerio de Fomento, a través de la creación de otro ‘banco malo’.
Fuente 
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