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miércoles, 11 de abril de 2012

¿POR QUÉ TE CALLAS AHORA?

 

Reproducimos hoy el duro alegato de Amadeo Martínez Inglés, coronel del Ejército Español, que, ante el escándalo de su yerno Urdangarín, se revuelve contra el rey Juan Carlos, al que llama "último representante en España de la banda de borrachos, puteros, idiotas, descerebrados, cabrones, ninfómanas, vagos y maleantes que a lo largo de los siglos han conformado la foránea estirpe real borbónica culpable del atraso, la ignorancia, la degradación, la pobreza, el odio y la miseria generalizada de centenares de generaciones de españoles".

La carta está difundiendose de manera viral por todas las redes conocidas de Internet, en España y en el mundo.

Sí, sí, regio suegro del atlético Urdanga; divino monarca enviado por el Espíritu Santo a este bendito país para velar por la democracia, la felicidad, la salud y el bienestar de sus sufridos ciudadanos; rey sin par que crees provenir del testículo derecho del emperador Carlomagno cuando en realidad lo haces de la pérfida bocamanga del genocida Franco.

Sí, tú, último representante en España de la banda de borrachos, puteros, idiotas, descerebrados, cabrones, ninfómanas, vagos y maleantes que a lo largo de los siglos han conformado la foránea estirpe real borbónica culpable del atraso, la ignorancia, la degradación, la pobreza, el odio y la miseria generalizada de centenares de generaciones de españoles; presunto (estamos en un Estado de derecho aunque no lo parezca) malversador de fondos públicos para pagar francachelas sexuales; corrupto máximo en un país donde, desgraciadamente, la corrupción se mama desde la cuna; impune muñidor de una descomunal fortuna personal que nadie en este país sabe de donde ha salido; vil autogolpista castrense en aquél recordado 23-F que organizaste in extremis para salvaguardar tu detestable corona franquista; fratricida confeso (o presunto asesino) en tu juventud; reo de un delito de alta traición a la nación española al pactar en 1975 con el Departamento de Estado norteamericano, ostentando interinamente la Jefatura del Estado español por enfermedad del dictador Franco, la entrega vergonzante a Marruecos de la totalidad de la antigua provincia española del Sahara Occidental (territorio bajo administración española, según la ONU) en evitación egoísta de una guerra con ese país que hubiera puesto en peligro tu tambaleante corona; corresponsable, en consecuencia, del espantoso genocidio posterior (más de tres mil víctimas) cometido por el rey alauí, Hassan II, para dominar el inmenso territorio abandonado por España... tú que mandas callar a voz en grito a jefes de Estado extranjeros.

¿Por qué callas ahora? ¿Por qué no hablas, y cuanto antes, a los españoles? Primero ¡faltaría más! de las andanzas presuntamente delictivas (los jueces hablarán próximamente) de tu deportivo yerno, ese caradura integral que se ha valido de su matrimonio (con el, seguramente, también delictivo consenso de su gentil esposa) y de la impunidad casi absoluta de que ha gozado hasta ahora la llamada familia real española, para apropiarse de millones de euros del erario público. Con la gentil colaboración de políticos y altos cargos de las derrochadoras y detestables administraciones públicas de este país (central y autonómicas).

Y en segundo lugar, supremo líder de la ya amortizada monarquía franquista del 18 de julio, y ya va siendo hora, háblanos de todas las irregularidades y presuntos delitos cometidos por tu regia persona, algunos de los cuales acabo de señalar y que este humilde mortal (o plebeyo, como quieras) ha denunciado repetidas veces en los últimos años ante las Cortes Españolas, única institución que puede entender de los mismos en base a la absoluta impunidad constitucional de la que gozas gracias a tu amado generalísimo, el tercer dictador más sanguinario de la historia europea después de Hitler y Stalin. Presuntos delitos de los que más tarde o más temprano tendrás que responder ante el pueblo español y que, no te quepa la menor duda, ocuparán algún día páginas y páginas en la triste historia de este país de la modélica transición y gaitas parecidas.

Porque, amigo monarca, ya conoces los populares dichos: "A todo cerdo le llega su San Martín" y "El tiempo coloca a cada uno en su lugar". Y a ti, y a toda tu familia y parentela más o menos cercana de enchufados, vagos y maleantes de toda laya, parece ser que está a punto de llegaros esa suculenta y tradicional onomástica de ancestral raíz gastronómica a la vez que el justiciero "devenir temporal de la historia" os arrincona sádicamente contra vuestro propio latrocinio y contra vuestra y escandalosa corrupción; decidido a bajaros a todos a las negras profundidades del infierno político y social.

El largo tiempo del vino (Vega Sicilia, naturalmente) y las rosas de palacios y lujosas residencias veraniegas (más de siete lustros), gastándoos a espuertas el escaso dinero de los amados y tontorrones súbditos, toca a su fin. Y todos, absolutamente todos los componentes de esa tu despreciable familia real, tendréis que comparecer algún día ante la justicia; unos, como el atlético y descerebrado deportista de elite que creyó que le había tocado la bonoloto cuando la infantita de marras le eligió como dulce esposo de su particular cuento de hadas, muy pronto, porque las pruebas son irrefutables y porque, aunque torpe y lenta, la bella diosa ciega celtibérica de la balanza de oro, no podrá esta vez mirar para otro lado y tendrá que castigar como se merece tanto derroche, tanto latrocinio y tanta vagancia familiar e institucional; otros, como las infantitas borbónicas casadas o separadas temporalmente de sus parejas, que se dejan querer cobrando espectaculares sueldos millonarios de grandes empresas españolas y multinacionales y que, con tribunales o sin ellos, pronto tendrán que renunciar a tanta bicoca; y tú, todavía rey franquista de todos los españoles, aún protegido como estás por la larga mano del dictador y por la nefasta herencia constitucional de unos cuantos pelotas de intramuros del régimen (padres de la patria, qué risa) que parieron una Carta Magna a tu medida haciéndote divino e inviolable... no te confíes demasiado que el horno no está para bollos y muy pronto pintarán bastos en las calles y avenidas de muchas ciudades españolas.

¡Deja ya de hacerte el muerto! ¡Deja ya de emplear medios del Estado (aviones militares y demás) para acudir a grandes premios de Fórmula I o torneos internacionales de tenis a la par que eludes con total desvergüenza las escasas y ridículas obligaciones de tu medieval cargo...y habla! Cuéntanos a los españoles si conocías o no las presuntamente delictivas andanzas de tu todavía yerno, el Urdanga ése, y por qué te hiciste el sueco si, como es de cajón, las conocías. Y, también, nos pones al corriente de a cuanto asciende a día de hoy tu amañada fortunita, de como se desarrollaron (sin entrar en detalles morbosos, desde luego) tus pícaras alegrías amatorias con cargo a los fondos reservados del Estado español, de como transcurrió el tortuoso día (23-F del 81) en el que salvaste a todos los españoles... y de todas las demás guarrerías personales y familiares cometidas en tu ya largo reinado. Así los españoles nos iremos enterando de todo ello sin tener que acudir a Internet y los jueces y los diputados electos del Partido Popular del hoy "muy asustado y mudo Rajoy" podrán ir tomando nota. Para cuando haga falta, naturalmente...

Por Amadeo Martinez Inglés, coronel del ejército español
http://canarias-semanal.com/not/807/_por_que_te_callas_ahora__le_pregunta_un_coronel_del_ejercito_al_rey/

LA GRAN REFORMA QUE ESPAÑA NECESITA


La gran reforma que España necesita es la ilegalización de los actuales partidos políticos y su sustitución por un sistema donde los cargos públicos sean elegidos directamente por los ciudadanos, sin las interferencias y servidumbres antidemocráticas que imponen hoy los partidos y sus élites de políticos profesionales.

Todos los problemas actuales de la democracia española, que son muchos y enormes, quedarían situados en vías de solución si desaparecieran los actuales partidos políticos, verdaderas mafias profesionales obsesionadas por el poder, incapaces de formar a dirigentes éticos y democráticos para que gestionen con dignidad y eficacia la democracia, y habituados ya a anteponer los intereses propios al bien común y al intereses general .

Ante el fracaso comprobado de los partidos políticos, que nos han conducido hasta la presente situación de quiebra económica, corrupción salvaje, sufrimiento y hundimiento moral de la nación, los ciudadanos españoles deberían ir pensando en sustituir a los políticos profesionales actuales, fracasados e inservibles, por técnicos preparados, de moral garantizada, que sepan gestionar el poder de acuerdo con la voluntad popular, sin relegar el bien común a un segundo plano y sin servidumbres inconfesables a sus propios partidos políticos.

Si en España existiera un juez valiente, riguroso y realmente justo, ese juez tendría razones más que suficientes para sentar en el banquillo a los grandes partidos y juzgarlos como presuntas asociaciones de malhechores, tras analizar el inmenso elenco de fechorías, arbitrariedades y corrupciones perpetradas por los grandes partidos políticos españoles, que van desde el terrorismo de Estado representado por los GAL a la corrupción pública, el urbanismo salvaje, el enriquecimiento ilícito y el despilfarro irracional, sin olvidar el expolio, el abuso de poder y el incomplimiento reiterado de las leyes y normas de la democracia.

Muchos se equivocan al pensar que los partidos políticos son parte sustancial de la democracia. De hecho, cuando la democracia era forjada y nacía cargada de limpieza, controles e ilusiones, los partidos políticos estaban mal vistos o prohibidos. Ni los grandes teóricos de la Revolución Francesa, ni los padres fundadores de los Estados Unidos de América, primera gran democracia del planeta, creían en los partidos políticos, a los que consideraban organizaciones mafiosas, incapaces por definición de anteponer el bien común y el interés general a sus propios intereses y conveniencias.

Los partidos entraron en la democracia impuestos por la ideología alemana, que, sin dejar de ver los riesgos que esas agrupaciones representaban para el sistema, valoraron que podrían garantizar un cierto orden en la sociedad. Pero, para blindar la democracia ante los predadores políticos profesionales organizados en partidos, el sistema se cargó de cautelas y contrapesos, todos ellos ideados para impedir a los partidos que se adueñaran del Estado y convirtieran la democracia en una sucia oligocracia, un temor que se confirmó muy pronto.

Los partidos, ideados para que actuaran a mitad de camino, entre el pueblo y el Estado, con el fin de elevar la voluntad popular hasta los centros de poder, pronto se distanciaron del pueblo y se adueñaron del Estado, considerándose los representantes legítimos de la voluntad popular, lo que, de hecho, significó, la adulteración de la democracia y la anulación del protagonismo del ciudadano, que debería ser el verdadero "soberano" del sistema.

Los partidos han convertido nuestras democracias en oligocracias, suprimiendo todos sus cautelas y contrapesos. Con esos partidos en el poder, han sido trucados y adulterados elementos sustanciales de la democracia como el protagonismo de los ciudadanos, el respeto a la voluntad popular, la separación efectiva de los tres grandes poderes del Estado, la existencia de una ley igual para todos, el derecho ciudadano a elegir libremente a sus representantes y toda una batería de controles y cautelas destinada a impedir que los políticos profesionales se apropiaran del poder político y sojuzgaran al Estado y al ciudadano.

Nuestras democracia, por culpa de los partidos políticos, han quedado desvirtuadas y degradadas. En algunos países se conservan todavía algunos rasgos fundamentales del sistema, pero en otros, entre los que figura España por méritos propios, la degradación es dramática, sin los poderes separados, con el sistema Judicial bajo control político, sin igualdad ante la ley, sin el derecho ciudadano a elegir, suplantado por los partidos, que son los que elaboran las listas electorales, sin defensas ante la corrupción y la inmoralidad, sin una sociedad civil fuerte e independiente que sirva de contrapeso al poder, sin freno alguno capaz de impedir que los políticos profesionales se atiborren de arrogancia y privilegios, sin castigo para los delincuentes que actuan en política, sojuzgando al verdadero dueño del sistema, que es el ciudadano.

Ante la degradación existente y dominados por esas implacables y antidemocráticas mafias partidarias, la única regeneración posible del sistema pasa por la sustitución de los actuales partidos por organizaciones de ciudadanos bajo controles férreos, por un sistema donde los ciudadanos puedan elegir a políticos de moral y preparación garantizadas, juzgados y filtrados previamente por comisiones ciudadanas independientes, con periodos cortos de permanencia en los cargos, vigilados constantemente por la ciudadanía organizada, sometidos permanentemente a la voluntad popular y obligados y gobernar bajo el imperio de la ley, del bien común y del interés general, sin corrupciones, sin amiguismos, sin esa obsesión actual de los partidos, enferma e inmoral, por legislar en beneficio propio y por colocar a los familiares, amigos y militantes del partido en el poder, aunque no tengan preparación alguna, aunque sean chorizos sin ética ni decencia.
http://www.votoenblanco.com/La-supresion-de-los-actuales-partidos-politicos-es-la-gran-reforma-que-Espana-necesita_a4716.html

ABRE LOS OJOS

 

Aunque usted no lo crea, la terrible crisis que padecemos, la que fabrica pobres y desempleados sin descanso y amenaza con arruinarnos y destruir nuestro sistema de vida, tiene un lado bueno. Su mejor faceta es que está abriendo los ojos a los esclavos aborregados para que se den cuenta que lo que falla es el sistema y sus representantes, esos que gobiernan el mundo a golpe de fracaso, los mismos que han provocado esta crisis, los que han sido incapaces de prevenirla, los que nos reclaman todo el poder y los impuestos sin darnos a cambio otra cosa que un mundo cada día más injusto, desigual, violento, inseguro y degradado.

Si la actual crisis sirviera al menos para que asumamos que el verdadero gran problema del mundo es la baja calidad de sus líderes políticos, la escasa eficacia y solvencia de los gobernantes, entonces bienvenida sea porque habría abierto las puertas a la gran reforma que el mundo necesita, la de recuperar esa verdadera democracia que nuestros políticos han asesinado a traición, sustituyéndola por una oligocracia de partidos que ha demostrado ser ineficiente, corrupta y degradante. Es cierto que hay algunos políticos buenos y honrados, pero, como colectivo, son culpables de haber convertido lo público en una estafa y merecen la calificación generalizada de "corruptos" porque los que no lo son se han convertido en cómplices por no denunciar a las canallas que denigran la política en sus propias filas.

"Dejadnos todo el poder, que nosotros arreglaremos el mundo", nos dijeros después de la Segunda Guerra mundial, y se lo dimos porque nos sentiamos amenazados por los misiles de la "Guerra Fría" y creíamos que necesitábamos un mando fuerte y expeditivo para escapar del holocausto nuclear. Pero, transcurridas seis décadas, la Guerra Fría ha desaparecido y ellos continuan mandando con plenos poderes, a pesar de que han fracasado porque el mundo que han construido es peor que el que les cedimos, con más hambre, más pobreza, más violencia, más inseguridad, más desempleo, más injusticia, más desigualdad y menos valores humanos y derechos cívicos.

Han aprovechado el poder para acaparar ventajas y privilegios y han cavado trincheras para que el ciudadano, expulsado de los procesos de toma de decisiones, no pueda expulsarlos a ellos del mando supremo. Se han convertido en amos injustos e ineficaces que gobiernan mal el planeta y a los que ya no podemos echar. Son opresores que se escudan en las urnas y la peor de las plagas.

Han abandonado todo atisbo de verdad y de ética en el ejercicio del poder y no han sentido vergüenza alguna a la hora de acaparar todo el poder posible. Han controlado los medios de comunicación, cobran impuestos sin tener que rendir cuentas al ciudadano que los paga, se suben los sueldos sin control porque se creen como dioses y no son capaces de ofrecer a cambio éxito alguno, sino todo lo contrario, una catarata de errores y de fracasos, gracias a los cuales el mundo es cada vez más caótico y sucio. La actual crisis de la economía mundial, que amenaza con destruir el orden, la paz y la prosperidad, es el último fruto de su la demencia e impericia del nefasto liderazgo que nos gobierna.

Dicen que la crisis actual se ha debido a que el mercado, el capitalismo y las finanzas se han desmandado porque necesitaban más controles del Estado, pero es mentira porque ocultan que el sector financiero era y es el más controlado por el poder público. A través de los bacos centrales controlaban a los demás bancos; a traves de los organismos reguladores controlaban cada producto financiero que salía al mercado. La estafa a los ahorradores y el caos bancario han sido obras de la impericia y la dejadez de los políticos. La verdad cruda es que no han hecho nada bien, sino cobrar impuestos, que es su gran especialidad y su única aportación a la eficiencia.

¡Ojalá la crisis sirva para descubrir la gran estafa que constituye el actual poder político! ¡Ojalá el terrible daño que han causado a nuesto mundo nos sirva para recuperar el control de un sistema democrático que ha sido prostituido hasta la vergüenza y se nos ha escapado de las manos!

Ellos (los políticos) han violando los santuarios de la democracia y dinamitando todos los controles de seguridad que tenía el sistema. Gracias a esos mismos dirigentes que se llaman "democráticos", la Justicia ha perdido su independencia; los poderes básicos del Estado están controlados por los partidos; los ciudadanos han sido expulsados del sistema; la prensa, que tenía que ser crítica y libre para vigilar y controlar al poder, ha sido sometida; la sociedad civil, cuya fuerza es vital para que funcione como contrapeso del Estado, ha sido ocupada por los partidos y apaleada, hasta ponerla en estado de coma; la ley ha dejado de ser igual para todos; la Constitución es papel mojado; la corrupción ha otorgado patente de corso a los rufianes y los grandes valores han sido erradicados de la sociedad, desde la honradez y el respeto hasta la solidaridad y el apoyo mutuo.

Bendita sea la crisis, a pesar del dolor que trae consigo, si por lo menos sirve para que logremos restaurar la decencia en el mundo y podamos enviar a las mazmorras a aquellos que han destrozado la prosperidad y han destruido los valores y principios que sostenían y equilibraban la convivencia. La única manera de recuperar la decencia ciudadana es encarcelando a los canallas. No existe otra vía hacia un futuro decente y justo.
http://www.votoenblanco.com/El-lado-bueno-de-la-crisis_a2655.html