Formo parte de una generación española cobarde y fracasada (DS)
Hasta no hace mucho me sentía miembro orgulloso de una generación notable de españoles, la generación que enterró a Franco y trajo la democracia.
Hoy, tras sacudirme el engaño y asumir la verdad, me siento parte de una de las generaciones de españoles mas cobardes y fracasadas de la Historia de este país, la que nunca enterró de verdad el Franquismo y la que sustituyó aquel sistema por otra dictadura, quizás mucho peor, una dictadura de partidos políticos y de políticastros sin controles, sin apego alguno a la democracia, a la verdad y a la decencia, constructores con nocturnidad y traición de un país sin Justicia, sin decencia y sin ciudadanos.
Millones de españoles, al descubrir la pocilga de país que tenemos, hemos pasado del orgullo a la vergüenza y de sentirnos héroes a considerarnos villanos cobardes y gente sin honor. Nuestro pecado ha sido permitir que lo peor de la sociedad acceda al poder.
Pido perdón a mis hijos y nietos por dejarles un país basurero, plagado de corruptos, indeseables y malvados, atrincherados en el Estado, del que se han apropiado y del que han expulsado a los ciudadanos y a toda la gente decente.
Durante décadas hemos vivido engañados, creyendo que habíamos sido un ejemplo a imitar por el mundo, cuando en realidad hemos sido víctimas de un inmenso engaño de alcance mundial.
España no construyó una democracia para suceder al Franquismo, sino otra dictadura, ahora de politicastros miserables y corruptos, en lugar de militares y caciques. Creíamos que habíamos sido héroes y que teníamos el mérito de haber construido un país decente, digno de ser legado en herencia a nuestros hijos y nietos, pero en realidad hemos permitido, con nuestra inmensa cobardía y dejadez, que los políticos construyan una enorme y apestosa pocilga, donde los ciudadanos han sido expulsados de la política y el Estado ha sido convertido en un refugio de rufianes, de corruptos y de enchufados y aprovechados sin altura moral ni apego alguno a la democracia y a la decencia.
Hemos pasado de sentirnos orgullosos a sentirnos aplastados en unos pocos años, los que nos han permitido conocer todo el alcance de la iniquidad del poder español, de la corrupción que infecta el Estado y sus instituciones, de la injusticia reinante, de la desigualdad y de la suciedad inmensa que ha convertido el Estado en un peligroso y enloquecido bastardo en poder de tribus, mafias y partidos políticos degradados.
De ser considerado un ejemplo mundial de transición pacífica a la democracia, España es considerada hoy uno de los países mas corruptos y degradados del planeta. Y los españoles, que nos sentíamos héroes orgullosos de nuestra obra, hoy nos sentimos humillados y avergonzados por haber sido tan cobardes e irresponsables que hemos permitido que los peores ocupen el poder, que los mas miserables y corruptos infecten la nación y la pongan en peligro de muerte.
Nos guste o no, España es hoy un inmenso vertedero opaco y oscuro donde el Estado, manejado por políticos sin alma y con la complicidad de jueces, periodistas y élites acostumbradas a ordeñar el erario en beneficio propio, se ha convertido en un obstáculo para el progreso y en el peor enemigo de la ciudadanía. Escándalos y dramas como el robo masivo de la familia Pujol, descubierto por la Hacienda pública con 34 años de retraso y porque lo ha leído en la prensa, y muchos otros que constituyen atentados directos contra la decencia de una nación demuestran que el poder en España es una especie de cueva donde viven a cuerpo de rey los poderosos y sus aliados, separados por una cortina de hierro de una sociedad esquilmada, estafada y maltratada, sin justicia, acribillada con impuestos abusivos, indefensa y en manos de gente que ni siquiera merece respeto.
¿Que es duro el análisis? ¿Que es exagerado el diagnóstico?
Miren el lugar que ocupa España en el los rankins internacionales de la suciedad y el crimen y verán que país hemos construido los falsos demócratas españoles, un país que ocupa los primeros puestos en tráfico y consumo de drogas, blanqueo de dinero, trato benévolo a las mafias, delincuentes y a su dinero sucio, procedente del crimen, alcoholismo, turismo sexual degradante, violencia de género, desigualdad entre ricos y podres, Justicia inoperante, trata de blancas, desempleo, avance de la pobreza, despilfarro público, endeudamiento público descontrolado, desprecio y odio de los ciudadanos a sus dirigentes, deterioro de la democracia, hundimiento de los valores, baja calidad de la enseñanza, fracaso escolar, desprotección de los débiles, impunidad de los políticos, estafas y abusos del sistema bancario, fracaso en los controles, prostitución de la prensa, manipulación de la información, engaños del poder. marginación del ciudadano, deterioro de la democracia y mil dramas y suciedades mas, todas ellas nacidas en las entrañas del poder y expandidas como metástasis mortales a una ciudadanía que hace apenas tres décadas dormia en sus hogares con las puertas abiertas y devolvía al tendero una peseta cuando se la daban de mas.
Somos miembros de generaciones asquerosamente cobardes no solo porque hemos permitido que conviertan el país y la democracia en un estercolero, sino porque ni siquiera somos capaces de castigar a nuestros malos dirigentes, que se equivocan con frecuencia insoportable y muchos de los cuales se enriquecen sin poder explicarlo, roban abusan del poder y disfrutan de privilegios que no merecen ni por sus méritos ni por su catadura moral y política.
No somos miembros, como creíamos, de aquellas generaciones que trajeron la democracia, sino de las que se dejaron pisar el cuello y fueron tan imbéciles y cobardes que ni siquiera sabían que les estaban engañando y convirtiendo el país en un basurero injusto e inhabitable. Hemos soportado lo que pocos pueblos civilizados habrían podido soportar y nuestros políticos han hecho canalladas desde el poder que les habrían llevado mil veces a la dimisión y al oprobio en cualquier país civilizado del planeta.
España no construyó una democracia para suceder al Franquismo, sino otra dictadura, ahora de politicastros miserables y corruptos, en lugar de militares y caciques. Creíamos que habíamos sido héroes y que teníamos el mérito de haber construido un país decente, digno de ser legado en herencia a nuestros hijos y nietos, pero en realidad hemos permitido, con nuestra inmensa cobardía y dejadez, que los políticos construyan una enorme y apestosa pocilga, donde los ciudadanos han sido expulsados de la política y el Estado ha sido convertido en un refugio de rufianes, de corruptos y de enchufados y aprovechados sin altura moral ni apego alguno a la democracia y a la decencia.
Hemos pasado de sentirnos orgullosos a sentirnos aplastados en unos pocos años, los que nos han permitido conocer todo el alcance de la iniquidad del poder español, de la corrupción que infecta el Estado y sus instituciones, de la injusticia reinante, de la desigualdad y de la suciedad inmensa que ha convertido el Estado en un peligroso y enloquecido bastardo en poder de tribus, mafias y partidos políticos degradados.
De ser considerado un ejemplo mundial de transición pacífica a la democracia, España es considerada hoy uno de los países mas corruptos y degradados del planeta. Y los españoles, que nos sentíamos héroes orgullosos de nuestra obra, hoy nos sentimos humillados y avergonzados por haber sido tan cobardes e irresponsables que hemos permitido que los peores ocupen el poder, que los mas miserables y corruptos infecten la nación y la pongan en peligro de muerte.
Nos guste o no, España es hoy un inmenso vertedero opaco y oscuro donde el Estado, manejado por políticos sin alma y con la complicidad de jueces, periodistas y élites acostumbradas a ordeñar el erario en beneficio propio, se ha convertido en un obstáculo para el progreso y en el peor enemigo de la ciudadanía. Escándalos y dramas como el robo masivo de la familia Pujol, descubierto por la Hacienda pública con 34 años de retraso y porque lo ha leído en la prensa, y muchos otros que constituyen atentados directos contra la decencia de una nación demuestran que el poder en España es una especie de cueva donde viven a cuerpo de rey los poderosos y sus aliados, separados por una cortina de hierro de una sociedad esquilmada, estafada y maltratada, sin justicia, acribillada con impuestos abusivos, indefensa y en manos de gente que ni siquiera merece respeto.
¿Que es duro el análisis? ¿Que es exagerado el diagnóstico?
Miren el lugar que ocupa España en el los rankins internacionales de la suciedad y el crimen y verán que país hemos construido los falsos demócratas españoles, un país que ocupa los primeros puestos en tráfico y consumo de drogas, blanqueo de dinero, trato benévolo a las mafias, delincuentes y a su dinero sucio, procedente del crimen, alcoholismo, turismo sexual degradante, violencia de género, desigualdad entre ricos y podres, Justicia inoperante, trata de blancas, desempleo, avance de la pobreza, despilfarro público, endeudamiento público descontrolado, desprecio y odio de los ciudadanos a sus dirigentes, deterioro de la democracia, hundimiento de los valores, baja calidad de la enseñanza, fracaso escolar, desprotección de los débiles, impunidad de los políticos, estafas y abusos del sistema bancario, fracaso en los controles, prostitución de la prensa, manipulación de la información, engaños del poder. marginación del ciudadano, deterioro de la democracia y mil dramas y suciedades mas, todas ellas nacidas en las entrañas del poder y expandidas como metástasis mortales a una ciudadanía que hace apenas tres décadas dormia en sus hogares con las puertas abiertas y devolvía al tendero una peseta cuando se la daban de mas.
Somos miembros de generaciones asquerosamente cobardes no solo porque hemos permitido que conviertan el país y la democracia en un estercolero, sino porque ni siquiera somos capaces de castigar a nuestros malos dirigentes, que se equivocan con frecuencia insoportable y muchos de los cuales se enriquecen sin poder explicarlo, roban abusan del poder y disfrutan de privilegios que no merecen ni por sus méritos ni por su catadura moral y política.
No somos miembros, como creíamos, de aquellas generaciones que trajeron la democracia, sino de las que se dejaron pisar el cuello y fueron tan imbéciles y cobardes que ni siquiera sabían que les estaban engañando y convirtiendo el país en un basurero injusto e inhabitable. Hemos soportado lo que pocos pueblos civilizados habrían podido soportar y nuestros políticos han hecho canalladas desde el poder que les habrían llevado mil veces a la dimisión y al oprobio en cualquier país civilizado del planeta.
Hemos permitido que sequeen las cajas de ahorros y que los canallas se apoderen, sin pagar por ello, de cientos de miles de millones de euros; hemos permitido que cientos de miles de ahorradores hayan sido esquilmados y robados, con permiso del Estado, con unas participaciones preferentes que la banca utilizó para recapitalizarse y ahorrar dinero al Estado arruinado; hemos permitido que los políticos peores y mas fracasados de Occidente se conviertan en impunes, se repartan el dinero, se financien con el dinero de los impuestos y se protejan con privilegios y aforamientos masivos, nada menos que 10.000 aforados, mas de los que tiene todo el resto de Europa junto.
Pero hemos permitido mucho mas: hundimiento de los valores, uso perverso del dinero público, leyes inicuas, domesticación de los jueces, compra masiva de periodistas, contratos del Estado otorgados a dedo, oposiciones trucadas, subvenciones vinculadas a comisiones, EREs mafiosos, robo del dinero para la formación, redes clientelares que dan asco, nepotismo, amiguismo y un Estado hipertrofiado, preñado de enchufados, con mas políticos colocados que Alemania, Francia e Inglaterra juntos, casi imposible de mantener. Hemos permitido que nos arrasen la economía, que cientos de miles de empresas cierren por culpa de impuestos abusivos, burocracia absurda y deudas de las administraciones, que ni siquiera han sido ejemplares a la hora de pagar.
Millones de puestos de trabajo se han perdido por culpa de los políticos, que no dicen nunca que la corrupción es el mayor cáncer de España. Y, sobre todo, hemos sido tan imbéciles que hemos permitido que los políticos hablen de democracia cuando son ellos los que la han asesinado, hasta el punto de que hoy no se respeta en España ni una sola de las reglas básicas de ese sistema, prostituido hasta el extremo de haberlo convertido en la mas sucia oligocracia de partidos y de políticos profesionales y eternos.
Fuente D.S
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