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sábado, 29 de noviembre de 2014

"NUEVA DERECHA" EN FRANCIA



Disenso N°30 - La nueva derecha francesa

Alberto Buela conductor del programa entrevista a Tristán Mordel, periodista, escritor y director del Canal online TV Liberté en París, Francia. Desarrolla lo que es la nueva derecha francesa en la actualidad.

"El combate cultural y el combate político son dos ramas de un mismo arbol. El combate cultural, desconectado de la política, devendrá un discurso sin aplicación, y el combate político, privado de proyecto cultural y de fundamento ideológico, no pasa de ser mero electoralismo." 

Fuente                                        Guillaume Faye      
disenso.info                                          

viernes, 28 de noviembre de 2014

"TERCER TOTALITARISMO"



El Tercer Totalitarismo (crítica desde la Cuarta Teoría Política)


En la ciencia política, el concepto de totalitarismo está implícito en las ideologías comunistas y fascistas que proclaman abiertamente la superioridad de la totalidad (la clase y la sociedad en el comunismo y el socialismo; el estado, en el fascismo; la raza en el nacional socialismo) sobre lo particular (individuo).

Se oponen a la ideología liberal que sitúa, por el contrario, lo particular (individuo) sobre el todo (como si esa totalidad no pudiera ser comprendida en cuanto tal no podía ser plenamente entendida como tal). El liberalismo combate por lo tanto el totalitarismo en general, incluyendo el del comunismo y el del fascismo. Pero, al hacerlo, el propio término “totalitarismo” muy revela su conexión con la ideología liberal – y ni los comunistas ni los fascistas estarían de acuerdo con el término. Por lo tanto, todos los que usan la palabra “totalitarismo” son liberales, independientemente de su conciencia al respecto.

A primera vista, la imagen es perfectamente clara y no deja lugar para la ambigüedad – el comunismo es el primer totalitarismo, el fascismo es el segundo. Y el liberalismo es su antítesis en cuanto tal, negando la totalidad y situando lo privado por encima de ella. Si nos detenemos aquí, reconoceremos que la era moderna ha desarrollado sólo dos ideologías totalitarias – el comunismo y el fascismo, con sus variaciones y matices. Pero el liberalismo, como teoría política que aparece antes que las otras y las sobrevive, no podría ser llamado totalitarismo. Por lo tanto, la expresión “tercer totalitarismo”, que sugiere una ampliación de la nomenclatura de las ideologías totalitarias, para incluir al liberalismo, no tiene sentido.

Pero el tema de la “tercer totalitarismo” bien puede surgir en el contexto de la sociología clásica francesa (escuela de Durkheim) y de la filosofía postmoderna. La sociología de Durkheim sostiene que los contenidos de la conciencia individual se forman en su totalidad sobre las bases de la conciencia colectiva. En otras palabras, la naturaleza totalitaria de cualquier sociedad, incluyendo una sociedad individualista y liberal, no se puede cancelar. Por lo tanto, el propio hecho de declarar al individuo como el valor más alto y la medida de todas las cosas (liberalismo) es en sí mismo una proyección de la sociedad, es decir, una forma de influencia totalitaria y de inducción ideológica. El individuo es un concepto social – sin la sociedad, el ser humano mismo no sabe si es o no es un individuo, y si el individualismo es o no es el más alto valor. El individuo aprende que él es un individuo, una persona particular, sólo en una sociedad en la que domina la ideología liberal, que realiza la función de medio ambiente en la operación. Así que aquello que niega la realidad social y afirma la individual también posee en sí mismo una naturaleza social. En consecuencia, el liberalismo es una ideología totalitaria que insiste, por métodos clásicos de propaganda totalitaria, en que el individuo es la instancia suprema.

Este es el comienzo de una crítica sociológica de la sociedad burguesa, no de una crítica social, sino desde una perspectiva sociológica, aunque normalmente en Francia y en Occidente el socialismo y la sociología se han aproximado hasta casi el punto de una total identificación (por ejemplo, al modo de Pieere Bordeau). En este sentido, el carácter totalitario del liberalismo se ha demostrado científicamente, y el término “tercer totalitarismo” adquiere lógica y coherencia, en lugar de ser una paradoja sorprendente. Desde entonces, aparece una serie de conceptos sociológicos, tales como “la muchedumbre solitaria” (la foule solitaire, David Riesman) y otros.

La sociedad liberal, oponiéndose a las sociedades de masas del socialismo y del fascismo, se convirtió en una sociedad masificada, estandarizada y estereotipada. Cuanto más aspira el ser humano a ser extraordinario en el contexto del paradigma liberal, tanto más se vuelve similar a todos los demás. Lo que el liberalismo trae consigo es precisamente la estereotipación y la uniformización del mundo, destruyendo la diversidad y la diferenciación.

Por otro lado, está la filosofía post-moderna. En el espíritu de la búsqueda de la inmanencia radical – característica de la modernidad – los posmodernistas plantean la cuestión de la figura del individuo. De acuerdo con su punto de vista, el individuo es un sinónimo del totalitarismo, pero transpuesto a nivel micro. El individuo es un micrototalitarismo que proyecta un aparato de supresión sobre el cual el totalitarismo normal es construido en los niveles individualista y subindividualista. En un espíritu freudiano, los posmodernistas, explicando la razón como herramienta de represión, desplazamiento y también proyección, la identifican con el estado totalitario, que reprime la libertad de los ciudadanos imponiendo sobre ellos su propia perspectiva. El individuo es, pues, un concepto, una proyección de obliteración y violencia de una sociedad totalitaria en sus niveles más bajos.

Los deseos y el poder creativo del individuo son constante obliterados. Por encima de todo, los posmodernos hacen la comparación con el totalitarismo social – el fascismo y el comunismo – a resultas de la estricta estructura jerárquica del individuo racional. Por lo tanto, el concepto de totalitarismo liberal como un “tercer totalitarismo” adquiere pleno sentido y se sitúa sobre en una base legítima.

Por lo tanto, el liberalismo es una ideología totalitaria y violenta, un medio para la represión política directa e indirecta, para la presión educativa y la propaganda feroz, que se autoproclama como no totalitaria, ocultando su propia naturaleza. Este es un hecho científico. El tercer totalitarismo es totalmente coherente con todas las perspectivas de su concepción política.

La Cuarta Teoría Política (CTP) acepta completamente esta idea, una vez que la misma permite comprender la imagen completa que unifica las tres teorías políticas clásicas de la modernidad – a) el liberalismo; b) el comunismo, y c) el nacionalismo (el fascismo). Todos ellas son totalitarias, aunque de manera diferente. Precisamente, en otro contexto, la CTP revela el carácter racista de las tres teorías: el racismo biológico de los nazis, el racismo de clase de Marx (el progresismo y el evolucionismo universales), y el racismo colonial y cultural-civilizacional de los liberales (que era explícito hasta mediados del siglo XX y después se volvió subliminal – ver “La concepción eurocéntrica de la política mundial” John Hobson). La CTP rechaza todo tipo de totalitarismo – comunista, fascista y liberales. El tercer totalitarismo hoy es el más peligroso, ya que es el dominante. Luchar contra él es una tarea fundamental.

La CTP propone una nueva comprensión tanto del todo como de sus partes, aparte de las tres ideologías políticas de la modernidad. Esta comprensión puede ser llamada un Mit-sein [Ser-con] existencial. Pero esta comprehensión existencial de la presencia (Dasein), no hay ningún átomo (partes, individuo), ni suma de individuos (totalitarismo). En la CTP, “ser-con” significa existir, constituir una presencia – una presencia viva dando la cara a la muerte. Estamos juntos sólo cuando nos enfrentamos con nuestra propia muerte. La muerte es siempre profundamente personal y, simultáneamente, es algo en común, algo que afecta a cada uno de nosotros. Por lo tanto, es necesario hablar no sobre el totalitarismo (una concepción mecánica conectando las partes y el todo), sino sobre un holismo existencial orgánico. Y su nombre es Pueblo. Dasein existiert völkisch [El Dasein existe a través del pueblo]. En clara oposición a un “tercer totalitarismo.” Por un Ser-para-la-muerte. Mit-sein. Nosotros somos el pueblo.

Fuente                                     Alexander Dugin
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jueves, 27 de noviembre de 2014

PERSECUCIÓN Y MARTIRIO



Persecución de los cristianos en el mundo
100.000 cristianos son asesinados cada año en el mundo bajo un silencio vergonzoso de los grandes medios de comunicación social. El siglo XX ha sido el siglo de más mártires en toda la historia.
La persecución es especialmente virulenta en países como Corea del Norte, Somalia, Siria, Irak, Afganistán, Arabia Saudí, Maldivas, Pakistán, Irán y Yemen En Tierra Santa y Oriente Medio, el exilio de cristianos perseguidos ha sido tal que en muchos países árabes se corre el riesgo de quedar sin población cristiana. Los cristianos sufren atentados y todo tipo de presiones para abandonar su tierra. En China, se destruyen templos por temor al constante crecimiento de los católicos de ese país. En India, los cristianos pertenecen en su mayoría a los estratos sociales más bajos y son considerados y tratados como ciudadanos de segunda clase.
La libertad religiosa está amenazada en muchos países. Cárcel, clandestinidad, discriminaciones de todo tipo, perdida de trabajo, suele ser la vida cotidiana de muchos cristianos en el mundo. En Europa se intenta sacar la religión de los espacios públicos, y en nuestro país se ridiculiza a la Iglesia en los medios de comunicación social y se la ataca desde los partidos políticos, exigiendo la revisión de los acuerdos con la Santa Sede o la retirada de las clases de religión en los colegios públicos. A nivel internacional, la ONU lleva realizando una campaña contra la Iglesia católica, tratando de imponer su política antinatalista.
Y en medio de toda esta persecución, el número de católicos no deja de crecer. El florecimiento se da especialmente en países empobrecidos. África, Asia e Iberoamérica son los continentes donde más ha aumentado el número de católicos. Hoy la Iglesia es mayoritariamente pobre y perseguida. Su denuncia incesante de las injusticias, su lucha contra el Imperialismo del dinero, que genera cada año millones de víctimas, la ha posicionado a favor de las víctimas y enfrente de los poderosos. Allí donde se atacan los derechos fundamentales del hombre, especialmente de los más débiles, está presente la voz de la Iglesia y el testimonio de muchos cristianos que están dispuestos a derramar su sangre por su fe en Jesucristo. Un testimonio de vida asociada que hace realidad la comunión entre los hombres. Frente a la violencia, la mansedumbre de los débiles, frente el poder que oprime, el servicio y la entrega generosa, frente a los totalitarismos de todo tipo, la libertad que da la verdad.
La fuerza poderosa del amor que vence al mal con el bien. La fuerza de los débiles, de los pequeños, y que transforma la historia y nos llena de esperanza.
Fuente

miércoles, 26 de noviembre de 2014

EDUCACIÓN PARA LA LIBERTAD



Educación para la libertad Aldous Huxley

La educación para la libertad debe comenzar exponiendo hechos y enunciando valores y debe continuar creando adecuadas técnicas para la realización de los valores y para combatir a quienes deciden desconocer los hechos y negar los valores por una razón cualquiera.

En un capítulo anterior, he examinado la Ética Social, en función de la cual se justifican y se hace que parezcan un bien los males resultantes del exceso de organización y del exceso de población. ¿Es que un sistema de valores así está de acuerdo con lo que sabemos del físico y del temperamento humanos? La Ética Social parte del supuesto de que la crianza tiene una importancia decisiva en la determinación de la contacta humana y de que la naturaleza —el equipo psicofísico con el que nacen los individuos— es un factor insignificante. Pero ¿es esto verdad? ¿Es verdad que los seres humanos son únicamente los productos de su ambiente social? Y si no es verdad, ¿qué justificación puede haber para sostener que el individuo es menos importante que el grupo del que es miembro?

Todos los elementos de juicio disponibles indican que, en la vida de los individuos y las sociedades, la herencia no es menos importante que la cultura. Cada individuo es biológicamente único y distinto de todos los otros individuos. La libertad es por tanto un gran bien, la tolerada una gran virtud y la uniformidad una gran desdicha. Por razones prácticas o teóricas, los dictadores, los Hombres de Organización y cierto; hombres de ciencia ansían reducir la enloquecedora diversidad de las naturalezas de los hombres a una u otra clase de gobernable uniformidad. En el primer impulso de su fervor behaviorista, J. B. Watson declaró rotundamente que no podía encontrar "apoyo alguno para las normas hereditarias de conducta ni para los especiales talentos (musicales, místicos, etc.) que dicen que hay en las familias". Hasta hoy mismo un distinguido psicólogo, el profesor B. F. Skinner, de Harvard, insiste en que, "a medida que la explicación científica se hace más amplia, la contribución a ella que puede reivindicar el individuo mismo parece acercarse a cero. Las alabadas facultades creadoras del hombre, sus realizaciones en el arte, la ciencia y la moral, su capacidad para optar y nuestro derecho a hacerle responsable de las consecuencias de su opción son cosas que sin excepción carecen de importancia en el nuevo autorretrato científico". En pocas palabras, los dramas de Shakespeare no fueron escritos pe Shakespeare ni siquiera por Bacon o el conde de Oxford; fueron escritos por la Inglaterra isabelina.

Hace más de sesenta años, William James escribió un ensayo sobre "Los grandes hombres y su ambiente", en el que se lanzó a la defensa de los individuos sobresalientes contra los ataques de Herbert Spencer. Éste había proclamado que la "Ciencia" (esa personificación maravillosamente conveniente de las opiniones, en una fecha determinada, de los profesores X, Y y Z) había abolido por completo al Gran Hombre. "El gran hombre —había escrito— debe ser clasificado, con todos los otros fenómenos de la sociedad que le ha hecho nacer, como un producto de los antecedentes de esa misma sociedad." El gran hombre es tal vez (o parece que es) el "iniciador inmediato de cambios. . . Pero, si ha de haber algo que sea una verdadera explicación de estos cambios, es preciso buscarlo en el conjunto de condiciones del que han surgido tanto él como ellos". Estamos aquí ante una de esas huecas honduras a las que no cabe atribuir significado funcional alguno. Lo que nuestro filósofo está diciendo es que debemos saberlo todo antes de que podamos comprender de modo completo una cosa cualquiera. Es indudable. Pero de hecho nunca podremos saberlo todo. Debemos, por tanto, contentarnos con la comprensión parcial y las causas inmediatas, incluida la influencia de los grandes hombres. "Si hay algo humanamente cierto —escribe William James—, es que la sociedad del gran hombre, llamada así con propiedad, no lo hace antes de que él pueda rehacerla. Son las fuerzas fisiológicas, con las que las condiciones sociales, políticas, geográficas y, en una gran medida, antropológicas tienen tanto y tan poco que ver como el carácter del Vesubio con la llama vacilante del gas a cuya luz escribo, las que lo hacen. ¿Es que el señor Spencer sostiene que la convergencia de las presiones sociológicas chocó de tal modo sobre Stratford-upon-Avon hada el 26 de abril de 1564 que tuvo que nacer allí un W. Shakespeare, con todas sus peculiaridades mentales?... Y ¿quiere decir que, si el susodicho W. Shakespeare hubiese muerto de enteritis infantil, otra madre de Stratford-upon-Avon hubiera necesitado engendrar un duplicado del extinto para restablecer el equilibrio sociológico?"

El profesor Skinner es un psicólogo experimental, y su tratado sobre "Ciencia y Conducta Humana" está sólidamente basado en los hechos. Pero, por desgracia, los hechos pertenecen a una clase tan limitada que, cuando finalmente se lanza a una generalización, sus conclusiones son tan poco realistas como las del teórico victoriano. Ello es inevitable, porque la indiferencia del profesor Skinner por lo que James llama las "fuerzas fisiológicas" es casi tan completa como la de Herbert Spencer. Descarta con menos de una página los factores genéticos determinantes del comportamiento humano. No hay en su libro la menor referencia a los datos de la medicina constitucional ni la menor alusión a esa psicología constitucional en función de la cual (sólo en función de la cual, a mi juicio) sería posible escribir una biografía completa y realista de un individuo en relación con los hechos importantes de su existencia: su cuerpo, su temperamento, sus dotes intelectuales, su ambiente inmediato de momento a momento, su tiempo, su lugar y su cultura. Una ciencia del comportamiento humano es como una ciencia del movimiento en abstracto: es necesaria, pero totalmente inadecuada para los hechos en sí misma. Consideremos una libélula, un cohete y una ola rompiéndose. Los tres son ilustraciones de las mismas leyes fundamentales del movimiento, pero cada uno de ellos ilustra estas leyes de un modo distinto y las diferencias son tan importantes por lo menos como las identidades. Por sí mismo, un estudio del movimiento apenas puede decirnos algo de lo que, en un caso dado, se está moviendo. Análogamente, un estudio de la conducta apenas puede decirnos algo por sí mismo del conjunto mente-cuerpo individual que, en un caso dado, está exhibiendo un comportamiento. Pero, para nosotros, que somos mentes-cuerpos, el conocimiento de los conjuntos mentes-cuerpos es de primordial importancia. Además, sabemos por observación y experiencia que las diferencias entre los conjuntos mentes-cuerpos individuales son enormes y que algunos de estos conjuntos pueden tener y tienen una profunda influencia en su ambiente social. Sobre este último punto, el señor Bertrand Rusell está de completo acuerdo con William James y... prácticamente con todos, exceptuados los proponentes de las teorías spencerianas y behavioristas. Según Russell, las causas del cambio histórico son de tres clases: el cambio económico, la teoría política y los individuos importantes. "No creo —dice— que ninguno de estos factores pueda ser desconocido o totalmente explicado como efecto de causas de otra clase." Así, si Bismarck y Lenin hubiesen muerto en la infancia, nuestro mundo sería muy diferente de lo que, gracias en parte a Bismarck y Lenin, actualmente es. "La historia no es todavía una ciencia y sólo se puede lograr que parezca tal con falsificaciones y omisiones." En la vida real, en la vida que se vive día a día, el individuo no puede nunca ser explicado como un producto de las circunstancias exteriores. Sólo en teoría sus contribuciones parecen acercarse a cero; en la práctica son de la mayor importancia. Cuando se hace un trabajo en el mundo, ¿quién lo hace? ¿Cúyos son los ojos y oídos que perciben, la corteza que piensa, los sentimientos que motivan, la voluntad que vence los obstáculos? Desde luego, no los del ambiente social, porque un grupo no es un organismo, sino una organización ciega e inconsciente. Cuando se hace dentro de una sociedad se hace por individuos. Estos individuos, están, desde luego, profundamente influidos por la cultura local, los tabúes, los principios morales, la información verdadera o falsa heredada de lo pasado y preservada en un cuerpo de tradiciones orales o de literatura escrita, pero, sea lo que fuere lo que cada individuo tome de la sociedad (o, para ser más exactos, de otros individuos asociados en grupos o de las simbólicas constancias compiladas por otros individuos, vivos o muertos), lo utilizará a su modo único, con sus sentidos especiales, suconstitución bioquímica, su físico y temperamento, no al modo de ningún otro. Ninguna cantidad de explicación científica, por muy amplia que sea, puede eliminar estos hechos evidentes. Y recordemos que el retrato científico del hombre como producto del ambiente social que hace el profesor Skinner no es el único retrato científico. Hay otros parecidos más realistas. Veamos, por ejemplo, el retrato del profesor Roger Williams. Lo que pinta no es la conducta en abstracto, sino los conjuntos mentes-cuerpos comportándose, unos conjuntos que son los productos en parte del ambiente social que comparten con otros conjuntos y en parte de su propia herencia privada. En The Human Frontier y Free but Unequal, el profesor Williams ha examinado detenidamente ésas diferencias innatas entre los individuos para las que el doctor Watson no encuentra apoyo y cuya importancia, a jucio del profesor Skinner, se acerca a cero. Entre los animales, la variabilidad biológica dentro de una especie dada se hace más y más notable a medida que ascendemos en la escala de la evolución. Esta variabilidad biológica llega a su máximo en el hombre, y los seres humanos exhiben un grado de diversidad bioquímica, estructural y temperamental, superior al que se observa en los miembros de cualquier otra especie. Es un hecho perfectamente observable. Pero lo que he llamado Voluntad de Orden, ese deseo de imponer una inteligible uniformidad a la desconcertante variedad de las cosas y los acontecimientos, ha inducido a muchos a desconocerlo. Han reducido a un mínimo la singularidad biológica y han concentrado toda su atención en los más sencillos y, en el estado actual de los conocimientos, más comprensibles factores ambientales del comportamiento humano. "Como consecuencia de estas ideas e investigaciones centradas en el ambiente —escribe el profesor Williams—, la doctrina de la uniformidad esencial de los infantes humanos ha conquistado una vasta aceptación y tiene el apoyo de numerosos psicólogos sociales, sociólogos, antropólogos sociales y muchos otros, con inclusión de historiadores, economistas, educadores, juristas y hombres públicos. Esta doctrina ha quedado incorporada a las ideas que prevalecen en muchos de los que participan en la determinación de los principios educativos y de política, y es frecuentemente aceptada sin discutir por quienes piensan poco por propia cuenta."

Un sistema ético que se basa en una apreciación más o menos realista de los datos de la experiencia tienen muchas probabilidades de hacer más bien que mal. Pero son muchos los sistemas éticos que se han basado en una apreciación de la experiencia, en una opinión de la naturaleza de las cosas, que no tiene nada de realista. Una ética así ha de hacer probablemente más mal que bien. Por ejemplo, hasta hace muy poco se creía universalmente que el mal tiempo, las enfermedades del ganado y la impotencia sexual podían ser causados, y en muchos casos realmente lo eran, por los malévolos manejos de los magos. Coger y matar magos era por tanto un deber. Y un deber además divinamente ordenado en el segundo Libro de Moisés: "No permitirás que una bruja viva." Los sistemas de ética y derecho basados en esta errónea opinión sobre la naturaleza de las cosas fueron la causa (durante los siglos en que fueron tomados muy en serio por hombres con autoridad) de males aterradores. La orgía de espionajes, linchamientos y asesinatos judiciales que estas ideas equivocadas acerca de la magia hacían lógica y obligatoria no fue igualada hasta nuestros días, cuando la ética comunista, basada en una opinión errónea de la economía, y la ética nazi, basada en una opinión errónea de la raza, ordenaron y justificaron atrocidades en una escala todavía mayor. Consecuencias apenas menos indeseables tendría probablemente la adopción general de una Ética Social basada en el error de que nuestra especie es una especie completamente social, de que los infantes humanos nacen uniformes y de que los individuos son el producto de un acondicionamiento operado por el ambiente colectivo y dentro de él. Si estas ideas fueran correctas, si los seres humanos fueran realmente miembros de una especie verdaderamente social y si sus diferencias individuales fueran insignificantes y pudieran ser completamente borradas con el apropiado acondicionamiento, es evidente que no habría necesidad alguna de libertad y que el Estado tendría justificación para perseguir a los herejes que la reclamaran. Para el termes individual, servir al término es la libertad perfecta. Pero los seres humanos no son completamente sociales; son tan sólo moderadamente gregarios. Sus sociedades no son organismos como la colmena o el hormiguero; son organizaciones; son, en otros términos, mecanismos ad hoc para la vida colectiva. Además, las diferencias entre los individuos son tan grandes que, a pesar de la más intensiva igualación cultural, un endomorfo extremo (para utilizar la terminología de W. H. Sheldon) mantendrá sus características viscerotónicas sociales, un mesomorfo extremo seguirá siendo enérgicamente somatotónico en todas las circunstancias y un ectomorfo extremo siempre será un cerebrotónico, introvertido y ultrasensible. En el Mundo Feliz de mi fábula, la conducta socialmente deseable quedaba asegurada por un doble tratamiento de manipulación genética y acondicionamiento postnatal. Las criaturas se gestaban en botellas y se obtenía un alto grado de uniformidad en el producto humano mediante la utilización de huevos de un limitado número de madres y tratando cada huevo de modo que se dividiera una y otra vez, produciendo gemelos en hornadas de cien o más. Era posible así producir uniformes mentalidades maquinales para máquinas uniformes. Y la uniformidad de estas mentalidades maquinales quedaba perfeccionada después del nacimiento con el acondicionamiento infantil, la hipnopedia y una euforia químicamente inducida como sustitutivo de la satisfacción de sentirse libre y creador. En el mundo en que vivimos, como ha sido señalado en un capítulo anterior, fuerzas impersonales empujan hacia la centralización del poder y una sociedad uniformada. La uniformidad genética de los individuos es todavía imposible, pero el Gran Gobierno y la Gran Empresa poseen ya o poseerán pronto todas las técnicas para la manipulación de la mente que han sido descritas en Un Mundo Feliz y otras para las que no tuve suficiente imaginación. Sin medios para imponer la uniformidad genética a los embriones, los gobernantes del mundo excesivamente poblado y organizado de mañana tratarán de imponer la uniformidad social y cultural a los adultos y sus hijos. Para alcanzar este fin, utilizarán (como no se les impida) todas las técnicas de manipulación de la mente a su disposición y no vacilarán en reforzar estos métodos de persuasión no racional con la coacción económica y las amenazas de violencia física. Si ha de ser evitada esta clase de tiranía, debemos comenzar sin demora a educarnos y a educar a nuestros hijos para la libertad y el gobierno de nosotros mismos.

Esa educación para la libertad debe ser, como he dicho, una educación ante todo en hechos y en valores: los hechos de la diversidad individual y de la singularidad genética y los valores de la libertad, la tolerancia y la caridad mutua que son los corolarios éticos de tales hechos

Pero, por desgracia, el conocimiento exacto y los sólidos principios no son bastantes. Una verdad sin interés puede ser eclipsada por una falsedad emocionante. Una hábil apelación a la pasión es muchas veces demasiado fuerte para la mejor de las buenas resoluciones. Los efectos de la propaganda falsa y perniciosa no pueden ser neutralizados sin un adiestramiento a fondo en el arte de analizar sus técnicas y ver a través de sus sofismas. El lenguaje ha permitido que el hombre progrese de la animalidad a la civilización. Pero el lenguaje ha inspirado también esa continua locura y esa sistemática genuinamente diabólica perversidad que no son menos características del comportamiento humano que las virtudes lingüísticamente inspiradas de la premeditación sistemática y de la continua benevolencia angélica. El lenguaje permite a quienes lo usan dedicar atención a cosas, personas y hechos, hasta cuando las cosas y las personas están ausentes y los hechos no están ocurriendo. El lenguaje procura la definición a nuestras memorias y, al traducir la experiencia en símbolos, convierte lo inmediato del deseo o el aborrecimiento, del odio o del amor, en principios fijos de sentimiento y conducta. De un modo del que no tenemos plena conciencia, el sistema reticular del cerebro selecciona de una incontable multitud de estímulos esas pocas experiencias que tienen importancia práctica para nosotros. De estas experiencias inconscientemente seleccionadas, seleccionamos y extraemos de modo más o menos consciente un reducido número, al que marcamos con palabras de nuestro vocabulario y luego clasificamos dentro de un sistema a la vez metafísico, científico y ético que está formado por otras palabras de un nivel de abstracción más alto. En los casos en que la selección y la extracción hayan sido dictadas por un sistema que no sea demasiado erróneo como opinión de la naturaleza de las cosas, y en que los marbetes verbales hayan sido inteligentemente elegidos y su naturaleza simbólica claramente comprendida, nuestro comportamiento tenderá a ser realista y tolerablemente decoroso. En cambio, bajo la influencia de palabras mal elegidas y aplicadas, sin comprensión alguna de su carácter meramente simbólico, a experiencias que han sido seleccionadas y extraídas a la luz de un sistema de ideas erróneas, tenderemos a comportarnos con una diabólica y organizada estupidez, de la que los animales mudos (precisamente porque son mudos y no pueden hablar) son beatíficamente incapaces.

En su propaganda antirracional, los enemigos de la libertad pervierten sistemáticamente los recursos de lenguaje, con objeto de atraer o empujar a sus víctimas hacia el modo de pensar, sentir y obrar que ellos, los manipuladores de la mente, desean

Una educación para la libertad (y para el amor y la inteligencia que son, a un mismo tiempo, las condiciones y los resultados de la libertad) debe ser, entre otras cosas, una educación en el uso propio del lenguaje. Desde hace dos o tres generaciones, los filósofos han dedicado mucho tiempo y mucha meditación al análisis de los símbolos y al significado del significado. ¿Cómo se relacionan las palabras y expresiones que hablamos con las cosas, personas y sucesos con los que nos habemos en nuestra vida cotidiana? Examinar este problema nos exigiría mucho tiempo y nos llevaría demasiado lejos. Basta que digamos que disponemos actualmente de todo el material intelectual que se precisa para una sólida educación en el uso propio del lenguaje, para una educación en todos los niveles, desde el jardín de infantes hasta los cursos para graduados. Esta educación en el arte de distinguir entre el uso propio y el uso impropio de los símbolos debería ser inaugurada inmediatamente. En verdad, pudo haber sido inaugurada en cualquier momento de los últimos treinta o cuarenta años. Y sin embargo, en ningún sito se enseña a los niños, de un modo sistemático, a distinguir la afirmación verdadera de la falsa, la significativa de la carente de significado. ¿Por qué es así? Porque sus mayores, inclusive en los países democráticos, no quieren darles esta clase de educación. A este respecto, la breve y triste historia del Instituto de Análisis de la Propaganda es significativa en grado sumo. El Instituto fue fundado en 1937, cuando la propaganda nazi era más ruidosa y efectiva, por el señor Filene, el filántropo de Nueva Inglaterra. Bajo los auspicios de este centro, se hicieron análisis de propaganda no racional y se prepararon varios textos para la instrucción de los estudiantes secundarios y universitarios. Vino luego la guerra, una guerra total, en todos los frentes, en el mental no menos que en el físico. Con todos los Gobiernos Aliados dedicados a la "guerra psicológica", insistir en la conveniencia del análisis de la propaganda parecía un poco falta de tacto. El Instituto fue cerrado en 1941. Pero inclusive antes del estallido de las hostilidades había muchas personas a las que las actividades del centro parecían muy inconvenientes. Ciertos educadores, por ejemplo, desaprobaban la enseñanza del análisis de la propaganda alegando que induciría al cinismo a los adolescentes. Tampoco los militares acogían con agrado tal enseñanza; temían que los reclutas comenzaran a analizar el lenguaje de los sargentos instructores. Y estaban luego los clérigos y los anunciantes. Los clérigos se pronunciaban contra el análisis de la propaganda alegando que un análisis así socavaría la fe y disminuiría la asistencia a la iglesia; los anunciantes adoptaron la misma actitud por entender que tal análisis socavaría la lealtad a las marcas y reduciría las ventas.

Estos temores y desagrados no carecían de fundamento. Un escrutinio demasiado a fondo por parte de demasiada gente del común de lo que dicen sus pastores y maestros puede resultar profundamente subversivo. En su forma presente, el orden social depende para su continuación de la aceptación, sin demasiadas preguntas embarazosas, de la propaganda presentada por quienes tienen autoridad y de la propaganda santificada por las tradiciones locales. Una vez más, el problema consiste en encontrar el oportuno término medio. Los individuos deben ser lo bastante sugestionables para que quieran y puedan hacer que su sociedad funcione, pero no tan sugestionables que caigan bajo el hechizo de manipuladores profesionales de la mente. Análogamente, debe enseñárseles en materia de análisis de la propaganda lo suficiente para que no crean a ojos cerrados en la pura insensatez, pero no tanto que rechacen abiertamente las manifestaciones no siempre racionales de los bien intencionados guardianes de la tradición. 

Probablemente, el feliz término medio entre la credulidad y el escepticismo total nunca podrá ser descubierto y mantenido por el solo análisis. Este planteamiento más bien negativo del problema tendrá que ser complementado por algo más positivo: la enunciación de una serie de valores generalmente aceptables basados en un sólido cimiento de hechos. El valor, ante todo, de la libertad individual, basado en los hechos de la diversidad humana y de la singularidad genética; el valor de la caridad y la compasión, basado en un hecho conocido de antiguo y descubierto de nuevo por la moderna psiquiatría, es decir, el hecho de que el amor es tan necesario para los seres humanos como la comida y el techo; y, finalmente, el valor de la inteligencia, sin la que el amor es impotente y la libertad inasequible. Esta serie de valores nos proporcionará un criterio para que la propaganda pueda ser juzgada. La propaganda que resulte insensata e inmoral podrá así ser rechazada sin discusión. La que sea meramente irracional, pero resulte compatible con el amor y la libertad y no se oponga en principio al ejercicio de la inteligencia, podrá ser provisionalmente aceptada por lo que valga.

Fuente                                         
lospobresdelatierra                         Aldous Huxley
       
Traducción de Luys Santa Marina Brave New World Revisited (Retorno al Mundo Feliz)
Permitida la reproducción parcial o total siempre y cuando se citen las fuentes. Copyleft ©2003-2005. Los pobres de la tierra.org - San José, Costa Rica.

martes, 25 de noviembre de 2014

LA LEYENDA NEGRA (5)



Meditación acerca de la Leyenda Negra... pasado y actualidad… (y 5)

Al hablar de la leyenda negra tal como lo venimos haciendo en estas líneas no nos puede sorprender que al tratar este tema le dediquemos un apartado al nacionalismo interior, o periférico como se le quiera llamar,  puesto que desde su nacimiento bebió directamente de la leyenda negra para crear una “bestia negra”,una justificación de sus males que justifique su existencia en aras de“recuperar una soberanía, una libertad”. Sin reconocer que no se puede recuperar algo que no se perdió y menos una soberanía que nunca existió, llegando a la paranoia de declarar a una región española como sujeto soberano, sin competencia para ello y, lo que es peor, sin consecuencias para los ejecutores pues en España resultan gratis acciones de tamaña traición, en contra de la propia Constitución Española y del pueblo español único propietario de la soberanía nacional. 
                        José Antonio Crespo-Francés
                                             Coronel en situación de Reserva
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lunes, 24 de noviembre de 2014

EL ABORTO Y LA IZQUIERDA



Por qué la izquierda debería estar contra el aborto
Por razones científicas. Por defender al débil frente al fuerte. Por sentido de la comunidad. Por defender los derechos públicos frente a privilegios privados.

Por razones científicas: un embrión es un ser humano. La izquierda presume de atenerse a un patrón de pensamiento científico, objetivo, ¿no? Bien. Hoy sabemos sin ningún género de duda que desde el mismo momento de la concepción aparece un código genético diferenciado. Es decir, que ahí hay una vida humana. Esto no es opinable: es una evidencia científica. A posteriori podrá discutirse si eso es enteramente “persona”, si no lo es en absoluto o si es medio pensionista, pero semejantes bizantinismos se parecen demasiado a los artificiales debates de antaño sobre si los negros eran personas (un debate que siempre gustó mucho a los traficantes de esclavos). El hecho objetivo es que abortar, en cualquier plazo, significa sacrificar una vida humana. Negarlo es permanecer en un estadio de pensamiento pre-científico, primitivo.

Por defender al débil frente al fuerte. La izquierda siempre ha blasonado de defender el interés del débil, del desprotegido, frente al fuerte, el privilegiado. Pues bien, en este caso el débil, sin duda alguna, es el niño por nacer, que no puede defenderse por sí mismo, mientras que el fuerte es el vientre que lo alberga. Tomar partido por la mujer que quiere abortar (o por el hombre que la empuja, o por la clínica que se lucra con la operación), sin más consideraciones, es tanto como privilegiar la voluntad del fuerte frente al derecho del débil.

Por sentido de la comunidad: la sociedad no puede desproteger a sus hijos. El joven Marx escribió en algún lado que “la sociedad es quien piensa en mí”. Y cuando alguien constata que no puede decir eso, que la sociedad no piensa en él, entonces esa sociedad no es justa. Pues bien: ¿Pueden los niños no nacidos decir que la sociedad piensa en ellos? En una sociedad abortista, no. Esa sociedad sólo piensa en unos y olvida a los otros.

Por defender los derechos públicos frente a los privilegios privados. En un célebre pasaje de “Sobre la cuestión judía”, Marx reprobó la ideología de los derechos humanos con el argumento de que en realidad eran los derechos de una clase (la burguesía) erigidos como ley. En efecto, el derecho de propiedad no significa gran cosa cuando uno se olvida de los expropiados. La crítica de Marx no siempre es justa, pero vale como molde: un derecho concebido para beneficiar a una parte y perjudicar a la otra no puede ser justo. Del mismo modo, esos “nuevos derechos” de los que habla hoy la izquierda posmoderna son en realidad derechos de clase erigidos como ley: el supuesto derecho de la mujer a abortar, como el supuesto derecho de la pareja homosexual a adoptar niños, no son sino la transformación de un interés privado en norma legal de obligado cumplimiento. Con esta filosofía, la izquierda se ha convertido en defensora de unos nuevos privilegiados. 

¿No sería más coherente que pensara al contrario?

Fuente                           José Javier Esparza
gaceta.es

domingo, 23 de noviembre de 2014

RUSIA EN IBEROAMÉRICA



El contrapeso de EE UU en América Latina

Los recientes acontecimientos de Ucrania han puesto de manifiesto como nunca antes la constante diversificación de la política exterior de Rusia, entregada a la búsqueda de nuevos socios en regiones alejadas de Europa. Un caso a destacar es el de América Latina.

A lo largo de la década del 2000, esta región se constituyó como un área de expansión para el Kremlin en términos de política exterior. Dada la creciente presencia de EE UU y la OTAN en Europa del Este, no debe sorprender que Rusia esté buscando maneras similares de ampliar su presencia en áreas cercanas a Norteamérica. 
La situación actual de América Latina es, por lo general, favorable a la ampliación de la presencia de Rusia. Con el cambio de siglo, la región experimentó un giro a la izquierda que desplazó a muchos países latinoamericanos hacia fuera del ‘paraguas’ estadounidense y fomentó la elaboración de unas políticas económicas y de asuntos externos propias e independientes.
Principalmente, son los países del ‘eje bolivariano’ quienes han optado por una asociación estratégica con Rusia, país que se percibe en muchos lugares de América Latina como el sucesor de la otrora poderosa Unión Soviética.
Muchos de los gobiernos más moderados de esta corriente izquierdista, concretamente Brasil y Argentina, también abogan por ampliar la cooperación con Rusia. En gran medida, sus puntos de vista coinciden con el deseo de Moscú de construir un nuevo orden mundial, multipolar y que no favorezca los intereses de una sola superpotencia.
Por otra parte, incluso los países firmemente ligados a la economía norteamericana, como México y Chile, donde los partidarios del liberalismo y de la libertad de mercado como medio para combatir los problemas económicos aún mantienen su influencia, están dando muestras de una buena dosis de independencia en la promoción de sus intereses políticos.
Muchos teóricos apuntan que estas tendencias en América Latina han forzado a Moscú a mirar con nuevos ojos las perspectivas de cooperación en la región, prácticamente descartada por el Kremlin en los años 90. 

Reforzando los vínculos económicos
De hecho, la cooperación entre Rusia y América Latina ha aumentado últimamente. Entre 2004 y 2012, el comercio entre las dos partes triplicó su valor, pasando de los 5.800 millones a los 16.400 millones de dólares.
Actualmente, los principales socios comerciales de Rusia en la región son Brasil, México, Argentina y Ecuador. Se estima que las inversiones rusas en América Latina alcanzan los 25.000 millones de dólares (en comparación con los 17.000 millones de dólares de principios de la década del 2000), más de un tercio de los cuales van a parar a Brasil.
Este comercio cubre un amplio rango de sectores económicos, como la alta tecnología, la metalurgia no ferrosa, la biotecnología y el procesamiento de materias primas agrícolas. Pero parece que, en términos económicos, el capital ruso está más interesado en el sector energético, en tanto en cuanto las grandes empresas estatales rusas como Gazprom, Lukoil y Rusal continúan ganando impulso con sus socios latinoamericanos.
Solo se puede esperar que este giro comercial entre Rusia y América Latina continúe creciendo. Es más, la mayoría de los países sudamericanos esperan elaborar nuevos contratos con Rusia en el sector energético y mejorar los presentes. 

La cooperación militar
Con toda probabilidad, Moscú y América Latina ampliarán su relación en el ámbito militar (lo que incluye operaciones conjuntas entre las fuerzas aéreas y navales) y en el político.
Esto implica, por encima de todo, el envío continuado de armamento ruso a la región Latina (como aviones, armamento blindado y buques de guerra). A lo largo de los últimos 12 años, las exportaciones de armas rusas a Latinoamérica alcanzaron los 14.000 millones de dólares, siendo Venezuela el destinatario del 80 % de dichas exportaciones.
La faceta militar de la asociación rusa con América Latina emergió también en abril de 2014, cuando la armada rusa y una serie de países de la izquierda latinoamericana llevaron a cabo entrenamientos junto a las costas del continente americano. Estos ejercicios estaban destinados a contrarrestar el narcotráfico a nivel internacional.
En marzo de 2014, el Ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú, reconoció que Rusia estaba negociando la ampliación de sus bases militares en el exterior con países como Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Sin embargo, también se espera que avancen las negociaciones políticas entre Rusia, Brasil, Argentina y otros gobiernos latinoamericanos más moderados, puesto que todas las partes están interesadas en la multipolaridad y en la ampliación de las relaciones internacionales.
Por lo tanto, se espera que en los próximos años se firmen acuerdos bilaterales entre estos países con el objetivo de delimitar una serie de posturas comunes sobre cuestiones políticas estratégicas de alcance global. 

Estados Unidos no quiere perder América Latina
Es difícil que Washington no haya advertido el giro explícito que ha dado Moscú hacia América Latina bajo el mandato de Vladímir Putin. El anterior representante permanente de Estados Unidos en la Organización de Estados Americanos (OEA), Roger Noriega, en unas declaraciones sobre el aumento del interés de Moscú por América Latina señala: “Los rusos están entrando en los países que han sido abandonados por Estados Unidos”.
Desde 2009, la administración demócrata de Barack Obama ha tratado de hacer lo posible para recuperar las posiciones perdidas por Washington en América Latina y para evitar que determinados países de la zona entren en la órbita de Rusia o China. Desde el punto de vista de Washington, la posibilidad de que haya bases militares rusas (aunque sean temporales) en Latinoamérica es inaceptable. 

China también le ha echado el ojo a Latinoamérica
Desde el punto de vista económico, el principal rival extrarregional de Estados Unidos es China. En lo que va 2014 el volumen del comercio de China con Brasil, Chile y Perú ha superado al de Norteamérica.
De hecho, en los últimos 15 años el gigante asiático se ha convertido en el socio comercial más importante de Latinoamérica. Más del 50 % de sus  importaciones provienen de la industria del cobre, el hierro y la soja, mientras que Pekín exporta a cambio a Latinoamérica productos electrónicos y de automoción.
La actividad de China en América Latina resulta desconcertante tanto para EE UU como para Rusia. Como se señaló anteriormente, Moscú centra sus esfuerzos en la cooperación con la región a nivel político y técnico-militar. Los chinos, por su parte, apuestan por la esfera económica mientras estrechan lazos amistosos a nivel político.

¿Qué viene ahora?
Aunque es poco probable que América Latina se convierta en el campo de batalla de una nueva Guerra Fría, es evidente que, bajo la influencia de la crisis de Ucrania, Rusia debe estar considerando al menos la posibilidad de estrechar lazos con la región.
La postura revelada por la mayoría de los países latinoamericanos con respecto a Ucrania demuestra que estos no están dispuestos a seguir la senda de Washington.
Incluso las naciones que mantienen vínculos políticos y económicos con los Estados Unidos, como México, Perú y la República Dominicana, no están dispuestas a sacrificar una cooperación mutuamente beneficiosa con Rusia con base en los acontecimientos de Ucrania.
Es precisamente en Latinoamérica donde se pueden encontrar países abiertos a la cooperación militar  y política con Moscú. Y también aquí es donde las relaciones iniciadas por Rusia a principios de siglo con la mayoría de los países de la región han llegado a buen puerto. Está por ver si los crecientes vínculos militares y técnicos de Rusia en la región desembocan en unas relaciones económicas más amplias y profundas que representen una verdadera amenaza para Washington.

Fuente                                          Ruslán Kostiuk