SOBRE MUNDIALISMO y GLOBALIZACIÓN
Siempre conviene comenzar aclarando que se entiende por los principales conceptos
que se usarán en un artículo o estudio, para que el otro sepa a que atenerse.
Los términos de mundialización y globalización se suelen emplear en
forma indistinta por la mayoría de los usuarios, pero en nuestra opinión es
pertinente hacer una distinción.
Mundialización es un concepto más
antiguo, básicamente político, que significa la tendencia a la organización de
un gobierno mundial único. El acento se coloca en la dimensión política de la
unificación del mundo. Es un ideario que nace con los viejos iluminista como
Kant, y pasando por toda la tradición socialista llega a nuestros días.
Globalización es un concepto más reciente, básicamente económico, que
proclamado en 1991 por George Busch, postula la constitución de un one world, el
mundo como un gran supermercado en donde las reglas las coloca la OMG, su
parlamento es Davos y su gerente el FMI.
Como vemos ambos conceptos no
son contradictorios no compiten entre sí, sino más bien complementan en la
conformación de un pensamiento único y políticamente correcto.
Estado,
Nación, pueblo
Así como el Estado ofrece el marco jurídico a una nación,
aun cuando aquél sólo existe en sus aparatos y no "en sí", pues su ser está dado
por la nación que encarna. De la misma manera,
la nación es la expresión del
proyecto político-cultural que un pueblo se da para existir en la história
política del mundo. En tanto que un pueblo es un conjunto unido por una
conciencia étnico-cultural (léase:valores) de pertenencia, pero no necesariamente
política. Pues hay pueblos - los judíos ayer, los kurdos hoy- que no existen
como naciones.
Vemos pues como en la base se encuentra un núcleo de
valores compartidos por un conjunto de hombres que denominamos pueblo. Este
pueblo puede inscribir su existencia política en la historia si intenta
instaurar su proyecto de nación. Esta existe formalmente si es reconocida; esto
es, encarnada en un Estado. De lo contrario queda en potencia, como sucede con
la Gran Nación Hispanoamericana, proyecto político de nuestros fundadores, San
Martín y Bolivar, todavía no plasmado.
Humanidad y Poder político
Ahora bien, si al hombre para vivir le basta su pertenencia a un pueblo,
y para hacerlo políticamente le alcanza con una nación encarnada en un Estado.
Nos preguntamos ¿ en qué lo afecta o no, la existencia de la humanidad ?.
La idea de humanidad puede ser religiosa - los hombres todos descendemos
de Adán y Eva o constituimos el cuerpo místico de Cristo-. O puede ser
filosófica - el cosmopolitismo de los estoicos como Crisipo penetrado del Alma
Universal-.
Lo que no puede ser la idea de humanidad es política. La
humanidad entendida como República Universal es una creación ideológica que
desemboca en un totalitarismo político. "Al adversario no se llama ya enmigo
(hostis) pero en cambio se lo coloca hors la loi et hors l'humanité"(Carl
Schmitt: El concepto de la política,cap.10)
Así, el estado es negado al
enajenar parte de su soberanía en un ente supranacional. Que si nos atenemos a
la historia del siglo XX vemos, como acertadamente señala Thomas Molnar: "La
creación de una organización supraestatal- y la ONU nos sirve aquí de ejemplo
por excelencia- no es nunca el fruto de un consenso mundial,
sino del interés
que tienen las grandes potencias de la época en imponer a las demás naciones
ciertas fórmulas. Dichos intereses están disimulados bajo una ideología
mundialista, cuya encarnación es la organización supraestatal"(Cf. Nación y
Humanidad).
Así pues las relaciones estrictamente políticas se establecen entre
los Estados y nunca con la humanidad.
Al respecto afirmaba
premonitoriamente el filósofo francés Joseph de Maistre(1753-1821) agobiado por
la prédica que venía llevando a cabo el Iluminismo liberal en favor del
humanismo universal cosmopolita: " He visto polacos,rusos ,italianos; pero en
cuanto al hombre, declaro no haberlo jamás encontrado".
Igual reacción
encontramos en el filósofo danés Soren Kierkegaard (1813-l855) "Desgraciados de
esos filósofos que declaman acerca de la humanidad, porque no se percatan que
ésta no tiene manos ni pies. Sólo el hombre concreto los tiene, y éste es el que
debe interesarnos".
Apreciemos que han pasado casi dos siglos del
enunciado de estos pensamientos. En el ínterin muchos han sido los pensadores y
hombres públicos que se han opuesto abiertamente al ideario liberal-cosmopolita.
Pero nada pudo la oposición individual para torcer el brazo en la aplicación de
la receta liberal en el gobierno de las naciones y el manejo de los hombres.
Hubo también enfrentamientos sistemáticos que, en su momento, parecieron
triunfar: los diferentes nacionalismos y el comunismo.
Pero los
nacionalismos fueron vencidos uno a uno como los diez indiecitos de la novela de
Agatha Christie y el comunismo "por implosión" autosignó su partida de defunción
con la caída del Muro del Berlín en 1989,aún cuando se escuchan algunos
estertores en Cuba o Corea del Norte.
Libre de oposiciones, Busch lanzó
su idea del nuevo orden mundial de aplicación a la aldea global. Los gobiernos
de las naciones que integran esta gran aldea planetaria son concebidos como los
agentes de aplicación de las recetas propuestas por el scheriff planetario.
Tres son los medios fundamentales con que cuenta el poder mundial en su
tarea de persuasión y condicionamiento de respuestas en favor del nuevo orden:
la producción incontrolada de billetes dólar, la producción del sentido de las
cosas con el control de los mass media de alcance planetario y el
incontrarrestable poderío militar.
A la homogeneización del mundo,
denunciada por nosotros aún antes de la caída del Muro de Berlín, corresponde
una única imagen de hombre, hoy, paradigmática:
el homo oeconomicus dollaris.
Los íconos de este hombre son la droga, la imbecilización rockera
mundializada, el alcoholismo infantil, la pornografia visual antierótica; la
colección de baratijas, el baby talk, la moda clochard, los fast food de los Mac
Donalds, el autismo musical de los walkman, los productos light, la cultura del
zapping a control remoto como sucesión de imágenes truncas etc.etc.
Occidente, renunciando a su significado original, se transformó en el
metasistema que comprende ahora Filipinas, Taiwan, Hong Cong, Corea del Sur,
Japón. Es decir lo que geopolíticamente se denomió Oriente, pero que ofrece los
pliegues y las fisuras donde se desarrolla compulsivamente la idea de aldea
global mercantil.
Multiculturalismo y Derechos Humanos
Los dos
principios que sustentan la noción de aldea global son el multiculturalismo
dentro de cada nación, basado en un relativismo cultural, que hipotéticamente
conduciría a la comprensión recíproca y a la convivencia universal. Y el dogma
liberal de los derechos humanos del hombre universal surgido de la Revolución
francesa, fundados no como verdad inherente a la persona sino en el consenso de
los que deciden, sea la ONU o la Secretaría de Estado de USA. La nación que no
respetare estos dos principios se hará acreedora de los cargos de racismo y
totalitariasmo, motivo por el cual el scheriff planetario puede justificar su
intervención en dicho país. Hoy se ha quebrado, de facto, el principio de
no-intervención en los asuntos internos de los estados.
La finalidad de
este proyecto mundialista-globalizante es lograr la uniformidad, la
homogeneización del hombre a nivel global para transformar a los pueblos en
público consumidor.
La uniformidad del hombre se logra mediante el
desarraigo de su tierra y su tradición cultural. Estrictamente, lo que
denominamos país. Uno de sus medios ha sido la sugerida inmigración masiva de
los pueblos del tercer mundo hacia los países centrales basada en la ingenua
convicción que el multiculturalismo, el melting pot, el crisol de razas, conduce
a la comprehensión recíproca y a la grandeza de las naciones, cuando en realidad
lo único que ofrece es mano de obra barata para realizar trabajos bastardos. Hoy
día esta inmigración llegó a su punto de saturación, los paises
centrales(vgr.USA,Francia,Alemania) la rechazan por peligrosa y es derivada
hacia sus países satélites. Es que la parodia de la convivencia multicultural se
ha hecho trizas. El invento político yugoslavo,las interminables guerras
tribales del Africa arbitrariamente dividida por las potencias coloniales son,
entre otros, ejemplos incontrastables.
El Derecho de los pueblos a la
diferencia
Reiteramos nuestra idea. El pluralismo cultural, entendido
como interculturalismo, es válido en el mundo únicamente a partir de las
diversas ecúmenes culturales(iberoamericana, anglosajona, arábiga, eslava,
etc).Es por ello que nuestro universo es en realidad un pluriverso. Y es éste el
argumento más poderoso a la propuesta de homogeneización monocorde de todos las
culturas en una sola, como pretende el ideal del nuevo orden, hijo natural del
cosmopolitismo iluminista del siglo de las Luces.
En cuanto al
publicitado dogma de los derechos humanos su significación es diferente según
cada cultura. Acertadamente dice Tomislav Sunic: "Si un hombre reside en
Brooklyn, sus derechos humanos probablemente tienen un significado diverso de
aquel que asumiría si vive en Borneo; si es un musulmán fundamentalista, su
sentido del deber cívico será percibido como algo diverso del que se conforma a
los cánones católicos. Encontrar un denominador común para una miríada de
destinos étnicos parece imposible.
La ideología de los derechos humanos,
acompañada de la teología de la aldea global, sugiere un hombre abstracto, un
hombre en sí, cuando en su lugar, en la vida real, encontramos mejicanos, árabes
o vietnamitas de carne y hueso, con los cuales no siempre compartimos las
pasiones y los modos de actuar políticos".(Cf. La aldea global y el derecho de
los pueblos)
Los derechos humanos se encuentran expuestos, hoy día, a la
crítica demoledora de los derechos de los pueblos que vienen a representar la
continuidad histórica de los mismos. Surgen de las memorias nacionales. De los
que fueron sus valores encarnados; esto es, de sus bienes. Comparten sus mitos
fundadores al decir de Mircea Eliade. Defienden sus identidades culturales en el
desarrollo histórico. Se oponen a la homogeneización del mundo. Defienden el
derecho a la diferencia.
Son expresión de la especificidad de cada ecúmene
cultural y sostenedores sus ideales. En nuestro caso, ante la organización
planetaria propuesta ya no caben nacionalismos parroquiales atrincherados en
vetustos esquemas de "paises iberoamericanos como naciones completas". Ello es
políticamente estéril e ideológicamente reaccionario. Es necesario oponer el
ideal de Patria Grande expresado en un Nacionalismo Continental
Hispanoamericano.
Concluyendo observamos, entonces, como
el mentado
nuevo orden mundialista propone como modelo la aldea global mercantil y los
pueblos, exterminadas sus identidades nacionales, uniformados bajo el concepto
de público consumidor.
El scheriff planetario se reserva la exclusividad
del poder en sus tres aspectos- económico, cultural y militar- y sostiene como
ideales, para el orden interno de las naciones, el multiculturalismo y los
derechos humanos. Invocando los cuales, justifica la injerencia en el orden
interno de cualquier nación del planeta.
¿Cuál es, mientras tanto, la
respuesta de los pueblos?
En unos casos el desmembramiento de repúblicas
que fueron creaciones ideológicas. Así tenemos el mencionado caso yugoslavo; la
separación de Eslovaquia de la república Checa; la de Moldavia de Rumania; las
antiguas repúblicas de la URSS.
En otros casos la lucha a muerte por
existir en la histórica, como la de los kurdos, los somalíes, los palestinos, y
ya en las puertas, los zulues y los viejos boers.
En Nuestra América
tuvimos, con la aparición del Ejercito Zapatista en Chiapas, un aviso de que las
cosas no van sobre rieles para los agentes de aplicación del modelo
mundialista-globalizante. En nuestros países ejemplos abundan por doquier.
Y aun
cuando pareciera que este modelo goza de plena salud hay signos inequívocos de
resistencia de los pueblos a su aplicación. Claro está, falta un elemento
primordial, que los dirigentes se pongan a la altura de las cirsunstancias y
elaboren respuestas acorde a las exigencias de los pueblos que dicen
representar.
Si esto así ocurriera, podríamos parangonar a Enrique P.Osés,
silenciado luchador de la causa nacional, diciendo: "Todo indica que esto se
acaba".
Fuente
labotellaalmar.com Alberto Buela