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sábado, 31 de enero de 2015

DIONISIO A FONDO



¿Quién se atreve con Dionisio Ridruejo?

Fue Laín Entralgo -su viejo camarada de correrías falangistas- quien pronunció las palabras más hermosas sobre Dionisio Ridruejo: “Cuando cambió de opinión lo hizo siempre en contra de sus intereses, y eso tiene mucho valor”. Y sin duda que lo tiene.
Ridruejo, uno de los intelectuales más importantes que ha dado la España contemporánea, nació hace justamente ahora cien años. Pero en un país acostumbrado como pocos a la necrofilia histórica, el centenario ha pasado sin pena ni gloria. Probablemente, porque Ridruejo era demasiado libre para plegarse a un partido o a otro. A una idea u otra. Demasiado libre para arrugarse ante capuletos y montescos, que son la misma cosa. Los mismos que ahora controlan los aparatos de propaganda, que conocía como nadie el propio Ridruejo.
En Escrito en España*, su obra fundamental, cuenta su travesía vital, que le llevó del fascismo a la socialdemocracia. De la dirección general de Propaganda en los albores del franquismo a la cárcel en 1956 junto a TamamesMiguel Sánchez-MazasJosé María Ruiz Gallardón Javier Pradera. Desde ese año fue un apestado del régimen y, ya a mediados de los sesenta, fundó un partido -el Partido Social  de Acción Democrática- que significó un hálito de esperanza para la oposición democrática al franquismo. Por la calle de San Lucas, donde tenía su sede, conspiraban contra el régimen Fernando Chueca Goitia y Juan Benet.
Pero Ridruejo volvió a perder. Aunque dejó una obra impagable en la revista Escorial, donde escribían Menéndez PidalMarañónZubiri, Luis Rosales, BarojaEugenio d´Ors y Julián Marías. Como él mismo escribió, el único objetivo de la revista era contrarrestar el clima de intolerancia intelectual que reinaba en España tras la Guerra Civil. No lo consiguió.
Tantas decepciones y derrotas le llevaron abandonar la beligerancia política; pero eso le permitió retomar lo que mejor sabía hacer: escribir. Escribir como los ángeles, habría que decir. Y así es como la editorial Destino le encargó una guía de viaje de Castilla La Vieja, similar a la que preparaba en ese momento Josep Pla sobre la Costa Brava.
Fue un trabajo intenso en medio de una salud precaria. Pero lo cierto es que las traducciones, las ediciones de clásicos castellanos y los trabajos por encargo, son los que le dan de comer en esa época aciaga, aunque llena de paz interior.
Él, que había sido falangista de primera hora junto a su amigo José Antonio -“su figura me impresionó como no me ha impresionado ningún otro hombre”, cuenta del fundador de la Falange en Escrito en España- escribe ahora a la pieza. Pero como no podía ser de otra manera, de su pluma salen las mejores páginas que se han escrito de la tierra castellana.
Esa misma tierra de la que escribe en el volumen dedicado** a Segovia:  Toda Castilla es una nación venida menos, menoscabada, desecada por la demasía de su esfuerzo y la relativa ingratitud de su suelo. El destino, como sostiene Javier Santillán en el prólogo de esta joya para el viajero inquieto, quiso que la guía de Castilla la Vieja fuera la última obra publicada en vida. Segovia, como crisol de una España que todavía conserva vestigios romanos, visigodos, árabes… Y que aún hoy explica muchas cosas de los que nos pasa, que decía Ortega.
Castilla La Vieja es, en realidad, la metáfora de la España que le tocó vivir a Ridruejo, que fue a morir el mismo año que el dictador, en 1975, cuando asomaban las primeras luces de la democracia.
Siempre España y los españoles. Aquellos, de los que decía Ridruejo, que siempre se mostraban disgustados con su propia historia, pero que siempre -en su gran mayoría- se sentían inertes. Los españoles decía el soriano, “han practicado durante siglo y medio los modos más extraños de comportamiento histórico: entregados hoy a laesperanza mesiánica y mañana al fatalismo pasivo; un día al frenesí de la lucha, otro a la resignación o al cinismo”.
 Y en eso estamos.
Fuente                                        Carlos Sánchez
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viernes, 30 de enero de 2015

SOBRE LA TERCERA ROMA




Continuidad clásica en el mundo Hispano-Ruso:nuevas consideraciones sobre la Tercera Roma

El célebre eslavófilo Khomiakov dejó escrita hace más de cien años la siguiente frase:
«En nuestra opinión, hablar del Imperio Bizantino con desdén significa reconocer la propia ignorancia.»[1]

Aunque nos parezca un tanto exagerada, si pensamos en Rusia y en España, creemos que la afirmación guarda cierta realidad. Con los años hemos profundizado en nuestros estudios de Bizancio, [2] pero sobre todo en los de la Antigüedad Tardía. Esto nos ha ayudado a constatar que no se hallan en exceso desencaminados quienes sostienen que en esa época se fraguó el legado dejado por Roma en Occidente, principalmente en España; y, principalmente en Oriente, lo que luego iba a convertirse en el glorioso Imperio Bizantino, continuador de Roma y de cuya influencia no estamos exentos ni rusos ni españoles. [3] Y que el sustrato de la Antigüedad Tardía sería decisivo, en siglos posteriores, para la germinación de la semilla de Roma en las Españas y las Rusias. En efecto, no pueden entenderse bien las primeras fases de Rusia ni las de España sin acudir a los textos griegos y latinos.[4]

Por consiguiente, a lo largo de este trabajo, pondremos en relación algunos rasgos de parentesco y tradición que unen Rusia y España con la continuidad de la cultura grecorromana hasta nuestros días, e intentaremos mostrar el grado de vigencia sociopolítica y de continuidad del viejo poder romano.

1. El origen de Rusia y España: Vladímir y San Hermenegildo, Kiev y Toledo

Si nos alejamos de interpretaciones ideológicas interesadas muy del gusto de los poderes fácticos «atlantistas», lo cierto es que Rusia, entendida como unidad sociopolítica y cultural del pueblo eslavo [5] del Rus o Ros [6] de Kiev (ellos mismos y otros pueblos de la época se refieren a éste como los rusos),[7] nace bajo Vladímir I el Grande (958-1015). Siendo deudora de Bizancio desde el primer momento, durante los primeros siglos permanece como unidad diferente de la unidad política bizantina, pero en una misma órbita cultural.[8]

En ello entendemos esencial la conversión del pueblo ruso al Cristianismo, iniciada con Vladímir (988-989) y que culmina en menos de un siglo, mientras que por ejemplo la de los pueblos escandinavos tardó mucho más. [9] Además, Vladímir se casó con la princesa Ana de Bizancio.[10] En cualquier caso, ya antes de Vladímir había contacto continuado, hasta el punto de que encontramos tropas rusas sirviendo como auxiliares dentro del ejército bizantino; [11] y nos encontramos con su abuela, la princesa Olga, bautizándose el año 957 en Constantinopla con el nombre de Elena y trabajando incansablemente por la conversión de su pueblo.[12] En medio de experiencia mística, años antes de la decisión de su nieto Vladímir, [13] expresa lo siguiente:

«Hágase la voluntad divina; que Dios perdone a mi pueblo y a la tierra rusa y que la gracia les haga volverse hacia Dios como lo ha hecho conmigo.»[14]

 Mucho después, tras la caída de Zarigrado o Constantinopla en 1453,[15] Rusia recogerá el legado tardoantiguo de Bizancio y querrá mostrarse, por múltiples factores de lógica y sencilla comprensión, como heredera legítima de Bizancio. [16] En aquel momento se forjó la noción de Rusia como Tercera Roma.[17]

De nuevo, por lo que respecta a España, si alejamos interpretaciones históricas pasadas por el tamiz de ideologías de uno u otro signo, España se consagra oficialmente como una realidad en el 589, [18] puesto que desde ese momento, en el III Concilio de Toledo (muertos ya San Hermenegildo y Leovigildo), existe de forma oficial el reconocimiento de una unidad sociopolítica, religiosa y cultural de un conjunto de realidades que reciben el nombre de las Españas o España, bajo el Reino de Toledo,[19]por primera vez de manera independiente. La legitimidad de su independencia le es concedida por Roma, pues España (Hispania si traducimos al latín clásico o Spania en el tardío) formaba parte del Imperio Romano Occidental, a partir de la división definitiva operada tras la muerte de Teodosio en sus dos herederos.

2. La caída del Imperio de Occidente y su legado: el Imperio Oriental y el Reino de Toledo

Como antes señalábamos, puede evocarse sin dificultad la continuidad del Imperio Romano en Rusia. Más aún, si vamos al dato oficial, legítimo y legal, el Senado de Roma (al margen de otras interpretaciones a posteriori), envió el año 476 una delegación al emperador oriental, Zenón, para entregarle las insignias imperiales, las cuales simbolizaban exactamente la legitimidad en quien se deposita el poder romano. [20] Se trata de la culminación de un proceso que había comenzado tiempo atrás, bajo el español Teodosio, Emperador de Oriente, pues ya en la división del Imperio entre dos emperadores (bajo Diocleciano) el poder principal lo ostentaba el de Oriente, aunque estuviera posteriormente en Occidente el primado religioso de la Cristiandad.

Por su parte, la conciencia romana de los bizantinos, sabedores de estas realidades, se manifiesta en que, incluso cuando abandonan el latín como lengua de la administración y el griego se vuelve lengua franca, todavía continúan refiriéndose a sí mismos como los Romanos (hoi Romaioi, en griego);[21] e incluso con cierta frecuencia se referirán, desde Occidente, al Imperio Oriental como Romania [22] y a su emperador como Emperador de los Romanos. Así encontramos, en un tratado de 1220 del Emperador Teodoro con Venecia, reconocidos los títulos del emperador de Bizancio:

«Teodoro, fiel en Cristo Dios, Emperador y árbitro de los Romanos y siempre Augusto, Comneno Láscaro»[23]

Es más, «bizantino» es nombre usado sólo para referirse a los de la capital, pues el resto de habitantes del Imperio Oriental seguirán llamándose «romanos» hasta la caída de Bizancio el 1453; y el Imperio Bizantino siguió llamándose Imperio Romano.[24] Incluso a día de hoy las gentes de esas regiones que –al no haber ido a la escuela– se mantienen al margen de oficialismos, se refieren a sí mismos como romanos, en el sentido de su identidad cultural, de manera que todavía prevalece en ellos una consciencia de que son «romanos».[25] Y el funcionamiento del Zemsky Sobor, si, en su esencia y relaciones con el Zar y carácter auténticamente representativo de aspiraciones populares, se compara con el viejo Senado de Constantinopla, muestra ser una clara evolución de este último.

En Occidente, con la caída del Imperio Occidental el 476, las Españas van a continuar su andadura como entidad independiente, pero los hechos habían afianzado al Reino de Toledo en su conciencia de continuidad con Roma, [26] de manera que existe una serie de luchas intestinas entre los continuadores de Roma y los enemigos de esta continuidad. Adquiere entonces importancia la noción de imitatio Imperii[27] se establecen relaciones importantes con Bizancio y se asienta toda una estética regia emparentada con la de Bizancio.[28] Especialmente relevante es la relación de figuras como San Isidoro o San Hermenegildo con Bizancio, [29] pues profesan la misma religión; y San Hermenegildo prefirió ser decapitado antes que recibir la comunión de un obispo de la herejía arriana. La conciliación se alcanza, como hemos recordado ya, en el 589, con el triunfo de la ortodoxia, frente a los arrianos, con la consiguiente unidad religiosa, en la que persiste el sustrato romano incluso en el aún vigente estatuto de «ciudadanía romana».

Algunas décadas antes, ya en los tiempos en que el reino visigodo tenía su capital en Tolosa, había tenido lugar un conflicto permanente entre diversos intereses romanos y antirromanos en el seno de la sociedad visigoda. En aquel entonces, Roma y Gotia habían firmado el primer tratado federativo (414) de apoyo militar a Roma y lealtad al Emperador, el cual otorga poderes sobre las Españas al rey Ataúlfo, el primer rey visigodo (410-416) que, si en un principio, como Vladímir, se muestra hostil a lo romano, a la postre adquiere estética y estilo romanos. [30] Y es también el primer rey visigodo en entrar en la Península Ibérica, el año 415,[31] con afán declarado de convertir las fuerzas visigodas en espada de Roma.[32]

En el 475, en virtud de otro tratado, Roma reconoce la independencia de Hispania bajo el reino visigodo. Bajo Eurico,[33] el primero que puede llamarse «rey de las Españas» en sentido estricto[34] se produce la primera compilación legal: el Codex Euricianus[35]en cuya redacción colaboran los juristas romanos; y se establece una administración en la que participa ya los hispanorromanos, aunque la unificación de ambos pueblos no sea efectiva hasta más de un siglo después. Con todo, el Reino Visigodo mostrará la continuidad con Roma hasta la invasión mahometana.[36]
3. Reconquistas española y rusa

La evolución del reino hispánico de Toledo se ve truncada por la invasión mahometana, que acaba con el reino de Rodrigo, por causas bien estudiadas en su día por Don Marcelino Menéndez Pelayo. [37] Ello nos llevó no de un mundo oscuro a siete siglos de esplendor y cultura (como muchos tratan ahora de reivindicar), sino de la continuidad romana de la monarquía visigótica a siete siglos de permanente conflicto, como ha sido demostrado por cualificados arabistas.[38]

En efecto, aporte verdaderamente demostrable e importante de la nueva realidad peninsular del 711 a 1492 son siete magníficos siglos de guerra, puesto que otras contribuciones tópicamente atribuidas a la dominación mahometana –si aceptamos a los invasores como transmisores (no creadores) de ciencia y de cultura–[39] nos habrían podido llegar a través de Bizancio, esplendorosa civilización que, si lo decimos moderadamente, se vio abatida por el ataque de una potencia militar cuyas excusas de invasión y guerra no se sustentan precisamente en legitimidad demostrable alguna, ni menos aún en criterios racionales de progreso o altruismo.

Así, España se ve reducida al Reino de Asturias y, andando el tiempo, la continuidad de Roma se ve monopolizada por el Sacro Imperio o Imperio Carolingio,[40] que aunaba un conjunto de territorios mucho menos romanizados y cristianizados que España, pero con mayores opciones de defensa y mayores capacidades efectivas. La voluntad de continuidad con Roma del Sacro Imperio se manifiesta en muchos ejemplos, como el uso del águila o el título de «Kaiser» (de Caesar). Otra cuestión enteramente diferente y que excede las pretensiones de este trabajo sería dilucidar si la continuidad es efectiva o, por el contrario, es más efectiva, a la postre, en Bizancio y en Rusia (o en España).[41] En cuyo caso, lógicamente, la denominación «romano» del Sacro Imperio sería más nominal que efectiva.

A pesar de todo, tras muchos intentos, Constantinopla acabará cayendo en manos de los perseverantes mahometanos. Y Rusia, al igual que España, aunque un poco más tarde que ésta, también tiene que enfrentarse con diversas invasiones no sólo para protegerse a sí mismos, sino ejerciendo a la vez de muro protector del continente. En efecto, será el reino de Moscovia [42] el que acabará convirtiéndose en cabeza de los demás reinos y orquestará la reconquista de todas las Rusias, con el Zar (de Caesar)[43] a la cabeza y el águila romana como emblema. Y la prueba de que la continuidad no se limita a puras apariencias está en que la cultura rusa es incomprensible sin la romana imperial, es decir, sin la bizantina y griega tardía,[44] aparte de otros hechos que mostraremos enseguida. Además, la conquista de Siberia demuestra ser, a todos los efectos, la continuación de esa reconquista y recuperación, ya culminada, de todos los territorios que le habían sido arrebatados.

En el caso de España, la Reconquista de los reinos de las Españas culmina con los Reyes Católicos, que ponen fin así a la amenaza mahometana en el estrecho de Gibraltar; y esa misma idea civilizadora y no colonizadora de reconquista es la que mueve, como un eco, las conquistas en el resto del mundo, como es el caso de América, percibida como una continuidad, [45] labor semejante y hasta cierto punto equiparable a la de Rusia en Siberia. Tales motivaciones no pueden ser comprendidas por todo el mundo; a veces incluso por parte de españoles actuales, por infundado complejo o por haberse visto influidos por pensamiento extranjerizante puede hacer vivir descontextualizado; o bien por lo que nos enseña el refranero castellano: «cree el ladrón que todos son de su condición».

Fuente                        Guillermo Pérez Galicia
revistaeslavia                         Doctor en Filología Clásica

jueves, 29 de enero de 2015

TEORÍA DE LA MULTIPOLARIDAD



El Estado nacional y el Mundo multipolar


Uno de los puntos más importantes de la Teoría de la multipolaridad se refiere al estado nacional. La soberanía de esta estructura ya fue desafiada durante el período de apoyo ideológico a los dos bloques (la “Guerra Fría”) y, en el período de la globalización, el asunto adquirió una relevancia más nítida.

Vemos a los teóricos de la globalización hablar también sobre la completa extenuación de los “estados nacionales” y sobre la necesidad de transferirlos al “Gobierno Mundial” (F. Fukuyama, antes), o sobre la creencia de que los Estados nacionales todavía no han cumplido su misión y deben seguir existiendo por más tiempo con el fin de preparar mejor a sus ciudadanos para la integración en la “Sociedad Global” (F. Fukuyama, después).

La Teoría de la multipolaridad demuestra que los estados nacionales son un fenómeno eurocéntrico, mecánico y, en una mayor dimensión, “globalista” en su etapa inicial (la idea de identidad individual normativa en forma de civismo prepara el terreno para la “sociedad civil” y, correspondientemente, para la “sociedad global”). Que todo el espacio mundial sea separado actualmente en territorios de estados nacionales es una consecuencia directa de la colonización, del imperialismo, y de la proyección del modelo occidental sobre toda la humanidad. Por lo tanto, un estado nacional no conlleva en sí mismo ningún valor autosuficiente para la Teoría de la multipolaridad. La tesis de la preservación de los estados nacionales desde la perspectiva de la construcción del orden mundial multipolar sólo es importante en el caso de que, de modo pragmático, eso impida la globalización (no contribuya a ella), y oculta en sí una realidad social más complicada y prominente – después de todo, muchas unidades políticas (especialmente en el Tercer Mundo) son estados nacionales simplemente de forma nominal, y representan virtualmente diversas formas de sociedades tradicionales con sistemas de identidad más complejos.

En este caso, la posición de los defensores del mundo multipolar es completamente opuesta a la de los globalistas: si un estado nacional efectúa la unificación de la sociedad y ayuda a la atomización de los ciudadanos, es decir, implementa una profunda y real modernización y occidentalización, tal estado nacional no tiene ninguna importancia, siendo apenas una suerte de instrumento de la globalización. Ese estado nacional no se está preservando dignamente, no tiene sentido alguno en la perspectiva multipolar.

Pero si un estado nacional sirve como soporte exterior de otro sistema social – una especial y original cultura, civilización, religión, etc.-, debería ser apoyado y preservado en cuanto actualiza su evolución hacia una estructura más armoniosa, dentro de los límites del pluralismo sociológico en el espíritu de la Teoría multipolar.

La posición de los globalistas es directamente opuesta en todas las cosas: ellos apelan a eliminar la idea de que los estados nacionales sirven como soporte exterior de una sociedad tradicional (tal como China, Rusia, Irán, etc.) y, contrariamente, a reforzar los estados nacionales con regímenes pro-occidentales – Corea del Sur, Georgia, o los países de Europa occidental.
                                                    Alexander Dugin


Fuente                                  
Legio-Victrix                        (Traducción Página Transversal)                                               

miércoles, 28 de enero de 2015

EL MANUAL DEL POLÍTICO MODERNO




Las 25 reglas de la desinformación (manual político para ocultar la verdad)
En la medida en que Internet y demás medios aumentan el acceso a la información, las técnicas de manipulación de la opinión pública y ocultamiento de la verdad se van modificando. Estamos en la Era de la Desinformación, donde las prácticas maquiavélicas operan más a través de la inundación, la saturación y la tergiversación que del mero encubrimiento de información.
A continuación les presentamos una traducción de las 25 Reglas de Desinformación del desinformador H. Michael Sweeney. Estas reglas pueden usarse tanto para manipular a los demás como para descubrir la manipulación de la que somos objeto. Como todas las cosas, este manual está vacío, es decir, no es bueno ni malo, es solamente potencia y puede ser lo que quieras.
Actualmente en Internet existen varias técnicas como crear perfiles falsos en redes sociales, inventar expertos en temas científicos, generar sitios de conspiración (y autogenerar teorías de la conspiración), sembrar comentarios en los sitios de noticias o sembrar rumores en las redes sociales para que se viralizen de manera supuestamente orgánica. Si bien estas 25 reglas de desinformación se encuentran redactadas como un manual a seguir para un siniestro político, se pueden aplicar para el establecimiento de una agenda política o para influir en la opinión pública según una estrategia velada.
1. No obstante lo que sepas, no lo discutas, especialmente si eres una figura pública o un conductor de noticias, etc. Si no se reporta, no sucedió, y así no tienes que lidiar con los posibles problemas (esto es: en nuestra era sólo lo que sucede en los medios es real, lo demás es como una manzana que cae en un bosque vacío).
2. Conviértete en incrédulo e indignado. Evita discutir temas importantes y enfócate en temas periféricos que pueden ser usados para criticar a otro grupo considerado como “sagrado” por algún sector de la población.
3. Evita discutir temas inconvenientes describiendo toda acusación, independientemente de dónde venga, como meros rumores y especulaciones. Si puedes asocia las acusaciones con rumores de “Internet” y dí que se trata sólo de “teorías de la conspiración”.
4. Utiliza la técnica dela falacia del espantapájaros”. Encuentra un argumento en tu oponente que puedes fácilmente rebatir para hacerte ver bien a su costa.  Inventa un tema que en consideración de tu oponente pueda ser fácilmente argumentado en su contra (sin poder probarse) o explota las debilidades de tu oponente llevando la discusión a sus puntos más endebles. Amplifica su importancia de tal forma que las acusaciones que se te hacen parezcan refutarse y los temas de fondo no lleguen a discutirse.
5. Distrae a tus oponentes etiquetándolos y ridiculizándolos con títulos como “conservadores”, “radicales”, “terroristas”, “conspiranoicos”, “racistas”, “fanáticos”, “liberales” “pervertidos sexuales”, “ateos”, “fundamentalistas”, “homofóbicos”, etc.
6. Pega y corre.  En cualquier foro público haz un ataque a tu oponente (puede ser una persona o un tema)  o a su posición en cierto asunto de forma que puedas retirarte sin que el oponente pueda contestar la acusación. Esto puede hacerse en programas de televisión antes de un corte o en Internet ignorando los comentarios (o editando) de los usuarios y de tu oponente.
7. Cuestiona motivos. Tergiversa o amplifica todo hecho que pueda sugerir que tu oponente opera bajo una agenda personal oculta.
8. Invoca autoridad. Conserva tu autoridad o allégate algún tipo de autoridad o experto para presentar tu argumento con suficientes tecnicismos y jerga minuciosa para ilustrar que eres “alguien que sabe”. (Esto es lo que en México se conoce como “un choro mareador”).
9. En casos extremos: hazte el tonto. No obstante la evidencia o la lógica de un argumento, evita discutir ciertos temas deslegitimándolos, invalidando toda discusión.
10. Asocia a tus oponentes con noticias viejas o acusaciones pasadas. Esto es especialmente útil antes de una discusión o un evento en el que podrías ser cuestionado. Haz que tu equipo prepare una acusación y fíltrala a los medios poco antes.
11. Haz falsas confesiones. Confiesa un mal menor de manera candorosa para ganarte la simpatía de los demás como alguien que se responsabiliza de sus actos. Esto sirve como un distractor de los verdaderos temas que quieres evitar. (Un ejemplo de esto a gran escala podría ser WikiLeaks, donde es posible que el mismo sistema corrupto que WikiLeaks expone haga una especie de confesión de sus “pecados menores” haciendo creer a las personas que lo que se filtra son todos sus pecados o conductas corruptas y no hay nada más grave, descalificando, por ejemplo, los ataques del 9/11).
12. Los enigmas no tienen soluciones. Llena de giros, contradicciones y detalles complejos una situación para que parezca demasiado difícil  de resolver. Esto hará que la verdad se pierda entre el arsenal de desinformación o que el público pierda interés.
13. Utiliza regresiones y digresiones para evitar llegar al punto de un tema que te es inconveniente.
14. Exige soluciones completas. Evita los asuntos nodales requiriendo que tus oponentes solucione el crimen (o el asunto en cuestión) completamente. Argumenta que antes de solucionarse este asunto (el cual es demasiado complejo) todo lo que se discuta son suposiciones.
15. Llega a conclusiones alternas moldeando los hechos. Esto requiere cierta creatividad y es básicamente una forma de alterar las piezas de un rompecabezas para que formen la figura que necesitas.
16. Desaparece la evidencia o los testigos. Esta es una de las técnicas más usadas por la élite más poderosa:  cuando detectan que alguien está por hablar o cobrar importancia (y tiene un discurso inconveniente) simplemente se desaparece (por ejemplo, en el caso de John F. Kennedy).
17. Utiliza comparsas o colegas a través de los cuales puedas cambiar el tema (estos sujetos pueden o no saber que son parte de esta estratagema). Esta es una variación de la típica técnica del chivo expiatorio, sólo que prefabricada.
18. Emocionaliza y antagoniza. Si estás por ser atacado lleva la discusión a temas emocionales o antagónicos que cautiven la atención de los demás. De igual forma toca puntos sensibles en tus oponentes que puedan generar respuestas emocionales que los haga perder el control. Esto también puede ser usado para distraer argumentando que tus oponentes son ”demasiado sensibles a la crítica”.
19. Pide pruebas imposibles. Lleva la discusión hacia el requerimiento de pruebas como exigencia para seguir discutiendo un tema y pide pruebas que son demasiado difíciles de obtener pero que tienen una cuota de relevancia sobre el tema que se discute.
20. Evidencia falsa. Introduce nueva información o pistas diseñadas para entrar en conflicto con lo que presenta tu oponente. Esto es útil para neutralizar temas sensibles e impedir su resolución.
21. Llama a una investigación legal o de algún cuerpo de poder que pueda investigar los hechos. Seguramente al ser parte del sistema podrás influenciar lo que se dice en el caso y lo que se filtra a los medios, así como obtener una resolución benéfica. Esto te dará mayor legitimidad. Esto puede usarse también como un movimiento ofensivo al llevar a alguien inocente a un proceso judicial (este persona puede ser un enemigo o simplemente alguien mediático que acapare la atención del público).
22. Elabora una nueva verdad. Crea tu propio panel de expertos, autores, líderes etc., o coopta a los existentes para forjar a través de una investigación científica o académica una nueva versión de los hechos  o un tema que pueda distraer a la opinión pública. Esto te permitirá, si es que llegas  al punto de tener que discutir el tema que quieres evitar, conseguir autoridad.
23. Crea eventos de distracción masiva. Similar a los anteriores —sólo que explícitamente—, crear historias en las noticias que acaparen la atención pública como una novela de suspenso es una de las tácticas de desinformación más usadas (por ejemplo: El Chupacabras, los mineros chilenos, etc.).
24. Silencia a tus críticos. Utiliza tu poder para sobornar o chantajear a las personas que tienen información negativa sobre ti o que se interponen en tu camino. (Esto es también una práctica común de las empresas en el caso de la competencia para bloquear innovación científica que va en contra de sus intréses económicos).
25. Desaparece. En caso de que las cosas se pongan demasiado calientes en la cocina, simplemente date a la fuga. Tus conexiones te mantendrán escudado y podrás vivir en un paraíso fiscal, gastándote el dinero del erario tranquilamente.  Y, ¿quién sabe? Tal vez en unos años, con la memoria de corto plazo de la sociedad y tu capacidad de ingeniería de la opinión pública, puedas regresar como si nada hubiera ocurrido.

Fuente                                   H. Michael Sweeney

martes, 27 de enero de 2015

LOS LÍMITES DEL MERCADO




El "programa electoralde Thomas Piketty en cinco propuestas
El economista francés aboga por "repensar los límites" del mercado y del capitalismo y reformar las instituciones europeas
El economista francés Thomas Piketty (Clichy, 1971), director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y profesor asociado de la Escuela de Economía de París, ha visitado esta semana España para promocionar su monumental obra El capital en el Siglo XXI, un apabullante compendio de datos con el que, tras el éxito cosechado en Estados Unidos (se dice que es el libro que el 1% más rico de ese país no quiere que lea el 99% restante), ha colocado el asunto de la desigualdad en la primera línea del debate económico tras la mayor crisis desde la Gran Depresión de 1929.
Convertido, dicen, en el economista más influyente del Siglo XXI, este hijo del Mayo del 68 ha estrenado 2015 rechazando la Legión de Honor, la más alta condecoración en Francia, para mostrar su desacuerdo con el Gobierno socialista. El francés, que no ha ocultado su "decepción" con François Hollande, del que esperaba que se convirtiera en un "Roosevelt europeo", se ha reunido por separado en esta visita con los líderes del PSOE, Pedro Sánchez, y Podemos, Pablo Iglesias.
Estas son las principales propuestas, resumidas en cinco puntos, de un científico social que aboga por "repensar los límites del mercado, los límites del capitalismo, y repensar también las instituciones democráticas".
1. Más impuestos a la riqueza. Piketty, que ha propuesto que los países de la eurozona, empezando por Francia y Alemania, compartan su impuesto de sociedades, argumenta que la economía crece a ritmos menores que la rentabilidad del capital ya acumulado, lo que redunda en una creciente desigualdad: si la remuneración del capital es muy superior a la del trabajo, y la riqueza se perpetúa a través de la herencia, esa brecha se agudiza y el capitalismo corre el riesgo de autodestruirse si no se introducen impuestos al patrimonio o a las herencias.
En su opinión, es necesario gravar el stock de riqueza (el patrimonio) y no sólo los flujos (las rentas del trabajo), para los que ya no hay más margen de subidas. Por ello, propone un impuesto "confiscatorio" de hasta el 80% para las rentas superiores a un millón de euros que imponga límites a los "comportamientos económicos inútiles y a veces dañinos" de la "oligarquía económica".
Al mismo tiempo, propone una tasa global a la riqueza que grave gradualmente a los grandes patrimonios y refuerce la garantía de los derechos sociales. No obstante, esos impuestos deben ser globales, para que nadie pueda huir de los infiernos tributarios hacia los paraísos fiscales.
2. Política fiscal expansiva y más inversión en educación. Piketty considera que las tasas de crecimiento superiores al 3% son cosa del pasado y debemos acostumbrarnos a tasas del 1% o 1,5% anual. "Es, en realidad, un crecimiento muy rápido si se prolonga en el tiempo", dijo en una entrevista en eldiario.es en noviembre. Su apuesta pasa por abandonar la actual política de austeridad e invertir en educación superior, innovación y medio ambiente.
Esta semana ha hecho hincapié en su "obsesión" por la educación, un tema "crucial", y ha recordado que España o Italia gastan más en hacer frente al servicio de los intereses de su deuda que a financiar el sistema educativo, algo que, asegura, sólo tiene un precedente: el Reino Unido en el siglo XIX.
3. Reforma de las instituciones europeas. En mayo, justo antes de las últimas elecciones europeas, Piketty publicó un " Manifiesto por Europa" junto con otros catorce economistas, politólogos y periodistas franceses en el que advertía de que "una moneda única con 18 deudas públicas diferentes, con las que los mercados pueden especular libremente, y 18 sistemas fiscales y de prestaciones en rivalidad desenfrenada entre sí no funciona, y nunca va a funcionar".
Proponía dejar atrás esta "tierra de nadie", el "peor de todos los mundos", para avanzar hacia la unión política sin privar por completo a los Parlamentos nacionales de su poder para fijar impuestos. "Es precisamente sobre la base de la soberanía parlamentaria nacional que será posible forjar una soberanía parlamentaria europea compartida".
Su propuesta es que la UE tenga dos cámaras de representación: el Parlamento Europeo tal y como existe, elegido directamente por los ciudadanos de la UE-28, y una Cámara Europea que representaría a los estados a través de sus parlamentos nacionales e involucraría sólo a los países de la eurozona "que quieren avanzar hacia una mayor unión política, fiscal y presupuestaria" para acordar el ritmo de ajuste y la estrategia de crecimiento. El esquema se completaría con un ministro de Finanzas de la zona euro, y, finalmente, un Gobierno europeo real, que respondería ante la Cámara europea.
4. Mutualización de la deuda europea. Dentro de esa reforma de la arquitectura europea para articular una verdadera política económica común a escala comunitaria, defiende "crear un fondo común" para rebajar los costes de financiación entre los socios del euro, de forma que "seguiría habiendo cuentas separadas y nadie asumiría las deudas de otros", aunque los países miembros compartirían un tipo de interés común y el BCE "sería así más eficaz".
5. Contrato único. El economista, que no se declara "hostil a nuevas reformas laborales", cree que una buena forma de combatir la temporalidad sería implantar un nuevo contrato único de carácter indefinido, ya que "un sistema muy protector afecta a muy pocos trabajadores y condena a los jóvenes a esperar a una edad avanzada para beneficiarse". Sería una fórmula para "buscar un equilibrio sin llegar a contratos basura contraproducentes".

Fuente                                Antonio M. Vélez
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