"Podemos": Frikis o bolcheviques
Pedro Arriola, gurú de Mariano Rajoy y de su Partido Popular, en una reciente comparecencia pública empleó el término “friki” para abordar la eclosión de “Podemos”. Por su parte, Rosa Díez se sirvió de otro concepto en boga, el de “populismo”, para caracterizar a la novísima formación de la que todo el mundo habla; incluyendo en el mismo a fuerzas tan dispares como el Frente Nacional francés, el SYRIZA griego, el Movimiento Cinco Estrellas del italiano Beppe Grillo, etc.
Son dos de las numerosas aproximaciones que, realizadas desde posiciones políticas e intencionalidades muy diversas, tratan de explicar este fenómeno que ha empañado a la cifra realmente ganadora en los pasados comicios europeos del 25 de mayo: la de una abstención que, acaso, haya inmovilizado más a las derechas que al conjunto de izquierdas; revigorizadas gracias a “Podemos”, aunque, de momento, algo más fragmentadas.
Pero, más allá de estos calificativos, despectivos o escasamente explicativos, ¿qué es “Podemos”? ¿Cuál es su naturaleza política? ¿Es posible caracterizar, más allá de sus fáciles eslóganes y propuestas populista irrealizables (incluso coincidentes en algunos aspectos económicos con sus genéticamente contrincantes del Frente Nacional), y con rigor, tan contundente fenómeno mediático y de masas?
Además de estos interrogantes básicos, las actuaciones y afirmaciones de “Podemos” plantean otras cuestiones algo más triviales pero no, por ello, menos relevantes. Así, aseguran, entre otras, que son jóvenes sin experiencia política; que el suyo es un proceso democrático abierto a la ciudadanía; y que únicamente se han financiado con apenas 300.000 euros. ¿Es cierto? ¿En todo, en parte, nada acaso? Lo iremos analizando en dos breves artículos sucesivos.
Manifiesto fundacional de Podemos
Los orígenes orgánicos más remotos de “Podemos” hay que señalarlos en un manifiesto público, fechado el 14 de enero de 2014, por el que se convocaba a «recuperar la soberanía popular» mediante una candidatura para las europeas, proponiendo, a tal efecto, un proceso electoral «participativo y abierto a la ciudadanía».
Lo encabezaba la siguiente propuesta, dándole título: «Mover ficha: convertir la indignación en cambio político». En dicho manifiesto se insistía en la necesidad de constituir una alternativa a la actual situación de crisis económica y política que vive España, así como en las posibilidades de cambio real que entrañaba la coyuntura actual. Y lo firmaban casi treinta activistas, entre otros: Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid; el actor Alberto San Juan; Jaime Pastor, profesor de Ciencias Políticas en la UNED; el escritor y filósofo Santiago Alba Rico; el sindicalista Cándido González Carnero; y Bibiana Medialdea, profesora de Economía en la UCM (Consulta del manifiesto).
El manifiesto en cuestión disfrutó de una notable repercusión entre los medios digitales de izquierdas. Llegados aquí, es necesario recordar una circunstancia. Un fenómeno mediático característico de estos últimos años, asociado al desalojo del poder del PSOE por el Partido Popular, ha sido el espectacular crecimiento de diarios digitales que han proliferado en la red de redes, más o menos a la izquierda del PSOE; en general magníficamente elaborados, con buenos profesionales, medios informáticos notables, y abundantes informaciones escritas y gráficas de marcado signo ideológico siempre izquierdista. Hablamos, entre otros, de Público, El Diario, Info Libre, Nueva Tribuna, Tercera Información, Diario Progresista, Diagonal Periódico, etc.
En este marco informativo, escasamente seguido desde medios conservadores, se publicó pocos días después en el dirigido por Ignacio Escolar, concretamente el 21 de enero de 2014, una noticia que pasó desapercibida fuera de esos digitales izquierdistas. En la misma se aseguraba, básicamente, que la estructuración de Podemos estaba dirigida por un pequeño partido radical: Izquierda Anticapitalista (IA).
¿Podemos versus Izquierda Unida?
Entre otros abundantes datos, procedentes de la documentación elaborada por esta pequeña pero muy activa formación de raíces trotskistas, se destacaba en dicha noticia que la secretaría confederal de Izquierda Anticapitalista (máximo órgano directivo) habría fijado «los puntos políticos de la propuesta de proceso de cara a las elecciones europeas» en un boletín interno de principios de enero (Enlace Nº 82). Así, se afirmaba que existía la posibilidad de impulsar una candidatura para las elecciones europeas dada la concurrencia de varios factores: «La presencia de una serie de personalidades con proyección mediática como cara pública del proyecto, lo cual nos abre la opción de conectar con sectores de la población de izquierdas insatisfechos con las organizaciones tradicionales». Se refería, al parecer, a Pablo Iglesias. Otros factores serían, a su juicio: «La situación de impasse de las fuerzas independentistas de izquierdas de cara a las europeas», la posibilidad de «utilizar las elecciones como un “momento político” en donde podemos avanzar en la construcción de Izquierda Anticapitalista y de espacios amplios de ruptura», y «el giro a la derecha de IU, que cada vez parece más destinado a preparar un Gobierno “de izquierdas” con el PSOE». El primer borrador del proyecto de IA presentaba, ciertamente, numerosas semejanzas con el publicado el 14 de enero y ya considerado como fundacional de “Podemos”: frases textuales de la introducción, un decálogo, etc.
Tal documento fue discutido en las asambleas locales de IA hasta su aprobación el 11 de enero. Según las fuentes consultadas por eldiario.es «Lo de Pablo Iglesias no es tanto una iniciativa de IA, como de una parte de su dirección que, tras unos sondeos con él, miembros de la Fundación CEPS y algunos integrantes de Juventud sin Futuro, se pone en marcha. Esto ha generado malestar en parte de Izquierda Anticapitalista, porque el proceso no responde a la cultura tradicional de la izquierda: es una propuesta que se encuentra la organización tras encuentros informales de parte de su dirección». Otros, por el contrario, defendían que el proceso observaba todas las garantías democráticas internas. Por último, se señalaba que el citado estaría perfectamente planificado, habiéndose elaborado un calendario que, básicamente, fue el que siguió “Podemos”.
Inmediatamente empezaron a circular por internet, en numerosos foros de izquierdas (Rebelión.org, Alasbarricadas.org, Kaosenlared.net, etc.), contradictorias interpretaciones sobre la naturaleza de “Podemos”; marcadas por la pertenencia de los comentaristas a alguna de las numerosísimas facciones radicales de izquierdas. Para unos, “Podemos” era fruto de una cultura asamblearia de izquierda, en contraste con un modelo más rígido (leninista) propio de la principal tradición de los partidos de izquierdas; otros opinaban que era una apuesta de determinados grupos (la dirección de IA) dirigida contra Izquierda Unida; etc., etc. Pero, en su mayoría, partían de la siguiente afirmación: «”Podemos” es la marca blanca de Izquierda Anticapitalista tal y como demuestran sus documentos internos».
Y, por si quedaban dudas, en Enlace Nº 84 de IA, fechado el 5 de marzo, se afirmaba, entre otras cosas, que el partido se encontraba «lanzando una iniciativa con personalidades con una cultura política populista pero que contaban con un poder de convocatoria muy importante y con una innegable popularidad». En ese Enlace Nº 84 se proponía, en consecuencia, trabajar en el interior de los Círculos Podemos –su principal elemento organizativo- dado que «la innegable influencia de nuestr@s militantes en ellos en muchos territorios nos puede permitir tener un peso determinante en la batalla». Concretaban aún más: «La operación con Pab [significaría Pablo Iglesias] nos habrá permitido dar un salto en muchos aspectos: gente organizada, discusión política, cambio parcial de la correlación de fuerzas con respecto a la izquierda reformista» (Ver referencia)
Semejantes disquisiciones -que pueden consultarse en numerosos foros y digitales izquierdistas de internet, avaladas por referencias doctrinales de todo tipo, incluso larguísimas citas textuales de “clásicos” del marxismo como Trotski, Marx, Lenin, Stalin y Mao- y que a la mayoría de ciudadanos interesan muy poco, tienen en realidad mucha relevancia; pues, de ser verídicas las informaciones objetivas que las habían originado, se desvelaría que una de las señas de identidad de la que tan orgullosos se muestran en Podemos -su espíritu asambleario, abierto y no prefigurado en sus objetivos últimos y medios de actuación- no correspondería con la realidad.
Así es: de ser cierta semejante planificación estratégica, elaborada por un pequeño equipo dirigente, más o menos oculto -y los documentos que abundantemente circulan por internet parecen acreditarlo- nos encontraríamos ante una gran impostura: en contra de lo afirmado reiteradamente, Pablo Iglesias y su estrecho equipo seguirían una agenda cerrada, perfectamente planificada y de una identidad ideológica muy marcada. De proceso abierto a la ciudadanía, pues, nada de nada.
Llegados a este punto del recorrido, debemos interrogarnos sobre la naturaleza y realidad de IA.
Izquierda Anticapitalista y el Trotskismo
IA es un grupo bastante reducido, numéricamente hablando, pero de una larga e intensa actividad política en la periferia o en el seno de Izquierda Unida (según el momento de su historia), fruto de uno de los principales colectivos resultantes de la unión, tras un largo proceso de debates, hacia 1989, de las que fueron algunas de las organizaciones más radicales y potentes de la extrema izquierda en los años finales del franquismo y en la Transición: la Liga Comunista Revolucionaria y el Movimiento Comunista.
Bien puede resumir su complejísimo periplo -jalonado por múltiples estrategias, cambios de denominación, publicaciones, participación en variadísimas estructuras de todo tipo (políticas, culturales, vecinales, internacionalistas, feministas, antiglobalización, pacifistas, ONGs, etc.), escisiones, expulsiones, etc.- el siguiente texto que tomamos prestado de una facción trotskista rival de IA. «Detrás del proyecto “Podemos” se encuentra Izquierda Anticapitalista (IA) cuyos veteranos dirigentes militaron anteriormente en Izquierda Unida y, hay que señalar, manteniendo en muchas ocasiones posiciones muy incoherentes. A finales de 2008 decidieron abandonar IU al calor del avance de sus fuerzas hermanas en Francia y Portugal (El NPA, Nuevo Partido Anticapitalista y el Bloco de Esquerdas). Pero tras el fracaso que cosechó Izquierda Anticapitalista en las elecciones europeas de 2009 (apenas 20.000 votos) y las dificultades manifiestas que han tenido para rentabilizar políticamente el movimiento explosivo del 15 M, han buscado en el tirón mediático de Pablo Iglesias la forma de resituarse en el panorama político». Así lo resume un análisis fechado el 1 de marzo pasado, de la Corriente Marxista El Militante -la organización trotskista que fundara y sostiene el ocasionalmente célebre Sindicato de Estudiantes, manteniéndose, con dificultades, en Izquierda Unida- y que por esa condición ideológica, rivaliza en “pureza revolucionaria”, “coherencia programática” y “corrección interpretación científica”, con esta otra facción trotskista que es Izquierda Anticapitalista.
Huelga decir que existen otros grupúsculos trotskistas, rivales entre sí, de ámbito internacional, que reivindican el espíritu originario de la Cuarta Internacional que fundara el mismísimo León Trotski en 1938, a saber: Secretariado Unificado de la IV internacional, Corriente Marxista Internacional, Comité por una Internacional de los Trabajadores, Liga Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional, Unidad Internacional de los Trabajadores, International Socialist Tendency, Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional, Fracción Trotskista-Cuarta Internacional. Organizaciones, todas y cada una de ellas, con sus respectivas secciones nacionales, radicadas con mayor o menor fortuna en España, sus secretariados internacionales, sus órganos de expresión. De ahí ese dicho, fruto de la sabiduría popular de aquellos años de la Transición, que así decía: «un trotskista, una célula; dos trotskistas, un partido; tres trotskistas, una escisión; cuatro trotskistas, una unificación, dos escisiones y dos abandonos».
De reproducirse en “Podemos” semejantes dinámicas –tan características de las facciones izquierdistas radicales de todas las escuelas-, su futuro se presentaría poco halagüeño; pero, ciertamente, nunca habían disfrutado de un éxito popular semejante, por lo que se cuidarán mucho -muchísimo-, o deberían hacerlo, de no cometer tan reiterados errores del pasado. Incurriendo en guerras intestinas, incomprensibles para la mayoría de los mortales a causa de tan elevadas dosis de abstracción ideológica, se desanimaría a la militancia; trasladándose de paso al público en general la percepción de que semejantes fricciones lo eran de naturaleza más sectaria que política. Y no hablamos de meras hipótesis: recordemos, aquí, el caso de Lutte Ouvrière.
Se trata de una pequeña formación trotskista de pasada, fulgurante y efímera fortuna; no en vano, con su candidata a la Presidencia de Francia en 2002, Arlette Laguiller, alcanzó nada menos que el 5,72 % de los votos, es decir, más de 1.630.000. Y señalemos que lo consiguió en competencia con otra fracción trotskista: la Liga Comunista Revolucionaria que, con Olivier Besancenot, sumó más 1.210.000 votos; un 4,23 % del total. Unos resultados que sorprendieron tanto como asustaron a la opinión pública francesa. Esta LCR francesa formaría, años después, el ya mencionado Nuevo Partido Anticapitalista, en el que se inspirarían sus correligionarios españoles. Por su parte, LO inició un rápido declive marcado por ciertos escándalos, el descubrimiento de células “secretas” de sus militantes infiltradas en los grandes partidos de la izquierda francesa, escisiones, expulsiones…
Para no cansar más al lector, en este itinerario que pretende desvelar algunos de los interrogantes que plantea Podemos, continuaremos respondiéndolos, en la medida de nuestras posibilidades, en un artículo que insertaremos en La Tribuna del País Vasco en la próxima semana.
En el mismo hablaremos, un poquito, de algunos de los dirigentes y militantes más destacados de Izquierda Anticapitalista implicados en “Podemos”; mencionaremos las principales referencias ideológicas de ambas entidades; y nos plantearemos las razones de su formidable éxito electoral y de su incuestionable impacto social.
Fuente Fernando J. Vaquero Oroquieta
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