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sábado, 13 de abril de 2013

EL PODER DE UNA IDEA

 

 

El himno y la polis


El himno es la expresión del poder vital en su doble sentido: apolíneo y dionisíaco, al punto que recoge en su esencia el valor del coro griego, en que el individuo se fusiona en una sola voz, que es el valor de la concepción trágica del mundo.
 
La aceptación de la tragedia es la exaltación del pesimismo como una voluntad indoblegable que cumple con el destino. El misterio de la vida es la música de lo inexorable que se eleva por el canto a una danza que celebra a la vida en su aspereza, que no requiere de la bestia de la razón, sino de la exigencia interna de la belleza.
 
Nietzsche en su Nacimiento de la tragedia y el espíritu de la música resalta la liturgia pagana a manera de una liberación de la tensión entre Apolo: la templanza; el dominio de sí; la mesura, la sensatez; respecto a Dionisios: el instinto; el frenesí; la desmesura; la hybris.

 

De ahí que los himnos en la polis sean catarsis de sus dolores, de su elevación y asunción de lo terrible. Ello se manifiesta en la polis moderna con los himnos que son expresión de los mitemas –mitos en acción- más profundos de una creencia que surge del corazón y del ser. Hay pues un registro superior de las ideologías que el análisis y las categorías, que estriba en la música como superior a la palabra (Wagner); la afirmación más clara de la vida y “la expresión más pura de la voluntad”.
 
Alma
 
Si el culto griego a Dionisios, el poder de la vida, del bosque, del misterio, del placer, del dolor y de la resurrección es anterior a la plaga racionalista que trajo Sócrates consigo, destruyendo el sentido trágico para presentar un mundo falsamente ordenado por fines, en lugar de la palpitante fuerza múltiple de la vida en su expresión más dura, dando lugar con ello a la decadencia del helenismo y al nihilismo que todo lo invade.
 
La destrucción de la voluntad de poder por la tendencia moderna a la construcción de leyes racionales materialistas, -desde el materialismo dialéctico al libre comercio-, que pretendidamente harían felices a los hombres, cercenados de toda relación con su interioridad profunda y sus deseos, por códigos de comportamiento impuestos desde la vida “ilustrada”, del bien y del mal, de lo aceptable y lo vitando, de lo que estaría “más allá” del combate y del aquí y del ahora. Por ello la existencia se concentra y purifica en el poder del himno que es también plegaria y canto.
 
La Marsellesa: es el himno del tercer estado, de la burguesía y del mercader, de la democracia y la guillotina; la Internacional: el del paria y esclavo del alma, del ser sin arraigo ni especificidad; los himnos fascistas, el Cara al Sol de la Falange, el resurgimiento del poder del pueblo como destino y tragedia, en que sólo cabe aceptar en el fragor de la lucha, que “Volverá a reír la primavera”, que el tiempo muerto y yermo será reemplazado por la voluntad solar y guerrera, “bajo los luceros” y que ello se forja ante “la muerte, si me llega, y no te vuelvo a ver”.

 
La tragedia griega de acuerdo a Nietzsche explora los abismos y la tortura del alma, aun antes las peores desgracias y las mayores calamidades, hay una forma de enfrentarlas con la altivez sumisa de quien sabe que la vida es lucha, no hay renunciamiento sino plenitud. La vida está ahí sangrante y feroz, se le toma y hay en ello una decisión inquebrantable que es la profunda comunión con el mundo mágico de los héroes.
 
El himno sintetiza en sí el poder de una Idea y como señala el capitán Corneliu Zelea Codreanu, el fundador y jefe de la Guardia de Hierro rumana:
 
quien no canta no tiene alma”.   
 
                                                              José Luis Ontiveros        

viernes, 12 de abril de 2013

LA MADRE PATRIA




La América colonial: algunos aspectos

Con motivo de un largo reportaje que me hizo el muy buen politólogo Arnaud Imatz para una revista parisina de historia y como algunas de mis respuestas, me parecieron incompletas en el aspecto económico sobre los tres siglos de dominación española sobre América, es que redactamos el siguiente texto.

Es sabido que Cristóbal Colón llegó a las playas de Santo Domingo en 1492 y que por veinte años la explotación de América y los americanos fue cruel y ruda. Es el famoso sermón del 21 de diciembre de 1511 de fray Antonio de Montesinos en donde acusa a las autoridades españolas: “que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes”, que llama la atención del rey y del gobierno español sobre la situación de explotación de los indios americanos, contraviniendo las órdenes expresas de protección a la población nativa dadas por Isabel la Católica.
                 
Los próximos cuarenta años, hasta las juntas de Valladolid en 1550/51, España realiza el esfuerzo más grande que haya realizado un pueblo en la historia de la humanidad: descubre, conquista, coloniza y organiza política y económicamente un territorio de 20 millones de kilómetros cuadrados.
                 
Tomamos la fecha de las juntas de Valladolid de manera emblemática porque son la culminación de un proceso de discusión sobre los justos títulos que tiene España sobre América y las condiciones de los indios. En realidad entraron en discusión los proyectos o modelos de qué hacer con América. Y así Ginés de Sepúlveda va a sostener que el indio no es intrínsecamente malo sino que es su cultura la que lo pervierte. La conquista encuentra un fundamento moral.

En contraposición Las Casas va a sostener que las costumbres de los indígenas no son más crueles que las del pasado de España.

Aparece también el proyecto de Pedro de Gante y sus escuelas y de Vasco de Quiroga y sus ciudades hospitales, que consideran a América y a sus indios una especie de paraíso terrenal. Finalmente tenemos el proyecto para América de Francisco de Vitoria y su escuela de Salamanca con teólogos de la talla de Domingo Soto y Melchor Cano que buscan una organización jurídica de América e inauguran el derecho internacional público.

Esta última es la postura adoptada por Carlos V, que dicho sea de paso, fue el único emperador en el mundo que se planteó seria y detenidamente el tema de sus justos títulos. Tan así es que estando en Barcelona estuvo a punto de renunciar a América.

Según el profesor colombiano Luis Corsi Otálora, especialista en historia de la economía, América fue para España una sangría económica. Y más allá de las inversiones puntualmente computadas y establecidas por el profesor Otálora, vemos cómo los hechos históricos así nos lo indican [1].
                 
España utilizó en América el sistema de monopolio comercial, esto es, se presentó como dueño exclusivo del comercio con América, pero eso nunca representó la dependencia comercial de América hacia España. Y ésta ha sido la gran paradoja económica americana.
Porque América fue desde, poco menos que del principio de la conquista y colonización, autárquica. Se bastó a sí misma en orden a la producción de alimentos e industrias.

Durante el reinado de Felipe II se vino abajo el poderío marítimo español con el desastre de la Armanda Invencible en 1588. Se produce una segunda paradoja. Que España, la potencia mundial de la época, quedó sin marina para defender sus colonias y al mismo tiempo marca el comienzo del poderío inglés como “los espumadores de mares”.
                 
Esta falta de poder marítimo español originó la creación del régimen de “galeones”, enormes navíos que muy custodiados partían, generalmente, de un puerto único (Santo Domingo en el Atlántico o Manila en el Pacífico) a un puerto único, generalmente, Cádiz [2].
Fue la forma que encontraron las autoridades españolas de defender el tráfico comercial entre las colonias y la metrópoli del azote de los piratas ingleses, holandeses y daneses que infectaban los mares.
                 
Esta reducción del comercio hispanoamericano a una flota anual de galeones redujo sin quererlo la dependencia de la economía americana respecto de España.

A la dificultad del transporte se unió otra causa que fue la masiva importación de oro americano que produjo en el mercado español incremento desmesurado del valor de las mercaderías, pero como el oro quedaba en pocas manos, el hambre y la pobreza se generalizaron en la propia España.
                 
Sin embargo, los economistas españoles de la época pensaron que la suba del precio de las mercaderías se debía a la salida de productos de España para América, con lo cual limitaron la exportación a lo indispensable. Comienza América a autoabastecerse para satisfacer las necesidades del mercado interno con la multiplicación de industrias.
                 

Como ha afirmado el estudioso Alfonso López Michelsen, quien llegó a ser presidente de Colombia: “La paz, la cultura y el progreso de nuestro continente durante los siglos XVI, XVII y XVIII fueron el fruto de un intervencionismo de Estado anti-individualista en toda la acepción del vocablo” [3]

El imperialismo inglés
y la independencia americana


Hasta mediados del siglo XVIII los productos americanos competían con los fabricados en Inglaterra pero con el surgimiento de la Revolución industrial (la aplicación de la máquina a vapor en la elaboración de mercaderías, hilados y tejidos, sobre todo) hizo que se produjera más, y a menos costo, con lo cual lo único que se necesitaba era encontrar mercados de consumo.

En 1783 Inglaterra reconoce como Estado independiente a los Estados Unidos que fija tarifas de aduana proteccionistas para sus industrias por lo que respecto de América, a Inglaterra sólo le queda Iberoamérica como potencial mercado de consumo para la colocación de sus productos.
                 
Desde comienzos del siglo XVII venía buscando la penetración o el desmembramiento del imperio español en América desde un punto exclusivamente militar pero sus acciones, en general, fueron rechazadas. El fracaso más rotundo se produjo con la invasión por Cartagena de Indias (Colombia) en 1741 cuando el almirante Vernon con una formidable armada de 186 barcos (sesenta más que la Armada invencible), 2.000 cañones y 24.600 combatientes, fue derrotado por Blas de Lezo con 6 barcos y 3.600 hombres y el fuerte de San Felipe. Los ingleses perdieron 10.000 hombres y 1.500 cañones. Tuvieron 7.500 heridos. Una veintena de barcos quedaron inutilizados y muchos fueron incendiados por carecer de tripulación.
                 
En 1805 se produce la derrota naval franco española de Trafalgar que deja los mares a manos de los ingleses. En 1806 y 1807 intentan la conquista militar de Buenos Aires pero, una vez más fracasan. En 1807 asume como ministro de guerra británico Robert Stewart quien afirma: “hay que aproximarse como mercaderes y no como enemigos”.

Con motivo de la guerra de la Independencia de España contra los franceses se firma en 1809 el tratado Apodaca-Canning que busca el apoyo militar inglés y, a cambio, concede a éstos facilidades para su comercio con América.

En julio de 1809 se llena el puerto de Buenos Aires de buques ingleses llenos de mercaderías y el Virrey Cisneros y Mariano Moreno (mentor de la independencia argentina) en representación de los hacendados, abren el puerto americano al libre comercio con Inglaterra.

Las consecuencias son la destrucción de los talleres e industrias locales, el empobrecimiento paulatino de la población, la declaración de una Independencia ficticia, las interminables guerras civiles. En definitiva, el enfeudamiento de Hispanoamérica al imperialismo inglés.
 
                                                                 Alberto Buela
Notas

[1] Corsi Otálora, Luis: Bolívar: impacto del desarraigo, Ed. Tercer mundo, Bogotá, 1983. También: Independencia hispanoamericana ¿espejismo trágico?, Santiago de Tunxa, 2009.
[2] Puede consultarse con mucho provecho el libro de José Javier Esparza La gesta española, Ed. Áltera, Barcelona, 2007
[3] López Michelsen, Alfonso: El Estado fuerte, Ed. Populibro, Bogotá, 1966, p. 17.
 

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           América hispánica: la larga marcha hacia la unidad

jueves, 11 de abril de 2013

¿FIN DE LA CLASE MEDIA?


 
 
 
SOBRE LA CLASE "MEDIA"

 
¿En general qué es la clase “media”?
 
Se trata de una construcción, inventada en Occidente, con el objetivo de destruir el concepto de clases del marxismo. Desde el punto de vista del marxismo no tiene sentido – es una quimera, que existe gracias a los recursos financieros sobrantes, en la que entran tanto la cúpula de la clase obrera, como la pequeña y mediana burguesía, así como los que sirven a las clases altas.
 
Desde el punto de vista del actual estado burgués con su modelo de capitalismo financiero, la clase “media” es el grupo humano con un comportamiento de consumo tipo, y no únicamente en cuanto a los bienes y servicios, sino también en cuanto a los servicios políticos. Hacia este grupo se orienta todo el sistema de publicidad total y educación, dirigido al máximo aumento del consumo y la prohibición de hecho de los valores más meditados.
 
En consecuencia, precisamente este grupo proporciona la base para la estabilidad político-social del actual estado occidental. Señalemos también que su creación también fue posible en parte, gracias al desplazamiento de la industria masiva y “burda” a los países del “tercer mundo”, y la posterior redistribución de los beneficios a favor de los países desarrollados.
 
Al mismo tiempo hoy ha surgido un serio problema con esta misma clase “media”. Está relacionado con que la principal fuente de su subsistencia tiene poca relación con los ingresos reales percibidos por este grupo de población. Más exactamente, cuando apareció el concepto de la clase “media” durante el período del máximo esplendor de la URSS en los años 60-70, las fuentes para su formación eran la redistribución de los beneficios en el interior de toda la sociedad occidental (en los años 60 en los EE.UU. la tasa superior del impuesto sobre la renta superaba el 90%) y el saqueo de las colonias y de los países del “tercer mundo”.
 
Pero tras la crisis de los años 70 comenzaron los problemas – estos recursos ya no eran suficientes. A principios de los años 70 en Occidente incluso hubo una seria sensación de que la URSS estaba ganando la competición entre los dos sistemas. Entonces aparece la comprensión de que, en primer lugar, había que aumentar considerablemente el volumen de la clase “media” y, en segundo lugar, que la única manera de hacerlo consistía en proporcionar el crédito a los consumidores.
 
Esta segunda comprensión tenía que ver con el hecho de que en los años 70 los ingresos reales de los hogares habían bajado considerablemente. De hecho, si tenemos en cuenta la inflación real y no la oficial (que la estadística estatal siempre rebaja), veremos que estos por su capacidad adquisitiva no crecen desde los principios de los 80 y se corresponden aproximadamente a los ingresos de 1962-63. Está claro que, teniendo en cuenta el serio aumento de todo tipo de pagos obligatorios, como por ejemplo los seguros, semejantes ingresos no pueden asegurar de ninguna manera una vida confortable en las condiciones actuales. Y todavía menos, aumentar considerablemente el número de personas que viven esta vida confortable.
 
Como resultado, a principios de los años 80 comenzó a realizarse el programa de “reaganomía”, cuyo principal significado no estaba tanto en la liberalización de la economía, como en la estimulación del consumo privado a costa del crédito. Este programa, como es natural, tenía sus contras, la principal consistía en que los créditos había que devolverlos. Hasta el principio de los años 80 era prácticamente imposible obtener un nuevo crédito si antes no se devolvía el anterior (salvo la excepción de los créditos hipotecarios, pero estos también se tenían en cuenta a la hora de valorar la solvencia del solicitante). Pero en semejantes condiciones era imposible estimular la demanda durante un tiempo prolongado: cuando la persona recibe el crédito a corto plazo, la demanda no crece, sino que cae, dado que además del “cuerpo” del crédito hay que devolver los intereses.
 
Como resultado, hubo que cambiar todo el sistema de crédito para los particulares, permitiéndose de manera encubierta su refinanciación, cuando el resto del crédito anterior se devolvía a costa del nuevo crédito y como garantía de pago servían diferentes avales, en primer lugar, los bienes inmuebles. Pero, para que dentro del marco de semejante esquema la deuda no se acumulara con excesiva rapidez, había que rebajar continuamente el precio del crédito. Lo que efectivamente ocurría en la práctica: la tasa de descuento del Sistema de la Reserva Federal, el acreedor en última instancia en los EE.UU. y en el mundo, que en 1980 era del 19%, a finales de 2008 había bajado prácticamente hasta cero.
 
Después de que la tasa fue rebajada hasta el cero, la deuda acumulada (para el otoño de 2008 en los Estados Unidos para el hogar medio ya suponía el 130%, cuando antes del comienzo de la “reaganomía” no superaba el 65%), se había convertido en un serio problema, del que nos informan los periódicos prácticamente a diario. Pero lo importante no es eso. Si ya no se puede conceder más créditos, si ahora hay que devolver las deudas ¿qué pasará con la clase “media”?
 
Recordemos que los ingresos reales de los hogares hoy corresponden a los comienzos de los años 60 (sin contar el peso de la deuda crecido considerablemente).
 
Si los representantes de la clase “media” comienzan a rebajar su consumo, lo cual es prácticamente inevitable, sus ingresos ya de por sí bajos, también descenderán – porque bajarán los salarios y se cerrarán las empresas. Lo que, teóricamente, significa que la estructura de los ingresos tendrá que volver como mínimo a los años 50, pero por entonces no existía ni de lejos ninguna clase “media”.
 
Y lo más importante – la gente estaba acostumbrada a vivir pobremente, aún era desconocida la propaganda del “consumismo”.
 
Y no se trata de centenares de miles y ni siquiera de millones, sino de decenas o incluso de centenares de millones de personas. Volver a traer la industria llevada al sudeste de Asia no podrá salvar a nadie (en referencia a las promesas de Obama – N. del T.) – podría crear algunos puestos de trabajo, pero no podrá aumentar los salarios – en el caso contrario tal cosa no sería rentable. Es decir, que esencialmente no cambiaría nada.
 
Así que no se puede hablar de conservar la clase “media” – para ello simplemente no hay recursos. Señalemos que en la Unión Europea la situación es aún peor, porque en general la población es más pobre. La cuestión de cómo los estados burgueses actuales piensan salir de la situación en la que se destruye su principal pilar social no es solamente seria, sino que además es extremadamente actual.
 
Creo que esta cuestión ya se está discutiendo, aunque evidentemente, no en público y, a juzgar por las filtraciones, la solución se reduce al fortalecimiento del control estatal sobre el pueblo (“la plebe” por usar el lenguaje al uso de las clases dominantes).
 
Lo malo es que tal fortalecimiento del control en absoluto puede cambiar el modelo económico – lo que significa que también hacen falta acciones constructivas. Y en esta dirección por el momento nadie hace nada, en primer lugar, debido a que los economicsistas (así llama Khazin a los economistas liberales, de economics, con la que sustituyeron a la economía política – N. del T.) mantienen el monopolio sobre la ciencia económica.
                                                                                                               Mikhail Khazin
Fuente:

Paginatransversal.es
 

miércoles, 10 de abril de 2013

CONTRA LA CORONA

 
 
Amadeo Martínez Inglés, condenado a una pena irrisoria por un delito de injurias graves contra la Corona
 
El Juzgado Central de lo penal de la Audiencia de Madrid, ha dictado sentencia (Nº 16/2013) condenatoria de Amadeo Martínez Inglés por la comisión de un delito de “injurias graves contra la Corona”. El fallo, fechado el 14 de marzo de 2013 y firmado por el magistrado José María Vázquez Honrubia, impone la pena de “doce meses de multa con cuota de 18 euros diarios”, contra la que, sin ser firme, se pueden interponer los recursos de apelación y de especial anulación.


Respetando absolutamente la actuación jurisdiccional, y convencidos de la impresentable expresividad del artículo de opinión que origina la sentencia que comentamos (publicado el 12 de diciembre de 2011 en el digital “Canarias-Semanal”), la selectividad del procedimiento seguido para encausar a Martínez Inglés permite una primera consideración sobre la permisividad del Ministerio Público ante otras críticas dirigidas al titular de la Corona, quizás más cuestionables por su fondo y alcance público, cuando se muestran en el ámbito estrictamente civil y, peor aún, en el político. Hay que recordar al respecto que el condenado alcanzó el empleo de Coronel de Infantería, con una carrera honrosa hasta ser separado del servicio activo en 1999, perdiendo entonces la condición de militar de carrera.


Ahí quedan casos como el de algunos escritos de Iñaki Anasagasti, senador del PNV, y el de otros libelos y panfletos vejatorios editados con pie de imprenta por personajes integrados en el entorno etarra y en su aparato político. Bien se haría en perseguir judicialmente a todos por igual, sin mostrar preferencia por quien, además de equivocado en sus expresiones, ha vestido uniforme castrense, evitando de esta forma cualquier posible y mala interpretación de “caza al militar”.


Por otra parte, quizás sorprenda mucho más, sobre todo a los españoles carentes de formación jurídica, que son la inmensa mayoría, que la comisión de un delito tan sonoro y de tan altos vuelos -injurias graves contra la Corona- se resuelva con una pena tan irrisoria como la impuesta a Martínez Inglés. En definitiva, y sin duda de forma no intencionada, la ecuanimidad del magistrado Vázquez Honrubia ha cotizado a la baja (6.480 euros de multa) las “injurias graves” vertidas contra el Rey, que, como tales también se habrían podido depurar por vía penal.


Ello sin contemplar una acusación de calumnias que, aún para los no iniciados en Derecho, parece contener también el artículo suscrito por Martínez Inglés. Como siempre proponemos a nuestros lectores, léase la sentencia, en la que se incluye el artículo de marras, y sáquese entonces la conclusión más apropiada.
 
 
 
 

martes, 9 de abril de 2013

GOODBYE MRS.THATCHER




LAS MISERIAS DE LA ERA THATCHER A TRAVÉS DE LA MÚSICA

El 4 de mayo de 1979 Margaret Thatcher fue elegida primera ministra del Reino Unido. Aquel día se hacía oficial el acceso al poder de la derecha más conservadora, algo que no ocurrió de un día para otro sino que fue la culminación de un proceso gradual que arrancó a finales de la década de los ‘70. Del mismo modo, el subsuelo musical tampoco reaccionó de repente a la llegada a Downing Street de la dama de hierro. Al fin y al cabo, el punk ya tenía dos o tres años, e incluso ya se había transformado en postpunk.

Algunos ejemplos de LP publicados en 1979 son el Y de The Pop Group, el Metal Box de PiL o el Unknown Pleasures de Joy Division. Discos mucho más ambiciosos musical e ideológicamente que los de la primera ola punk y en cuya música y letras se filtró la preapocalíptica situación de la época, consecuencia del ninguneo al que sometió la Thatcher a toda comunidad susceptible de reclamar legítimas ayudas del gobierno. Precisamente, los grupos marginados provenían básicamente de la clase obrera y los inmigrantes, no por casualidad los dos principales grupos sociales de los que salieron muchos de los grupos de los que hablaré a continuación.

Estábamos a cinco años de 1984 y muchos aspectos de la novela de Orwell ya eran una inquietante realidad. Pocos meses después de la llegada al poder de la Thatcher, The Human League sampleaban al final de su canción The World Before Last una frase extraída de un noticiario que dice: “... y describió los primeros tres meses en el poder de Margaret Thatcher como desastrosos”.

La distopía, por tanto, se afianzaba como realidad y el subsuelo musical británico reaccionó en contra de la filosofía individualista y capitalista y del desprecio hacia la clase obrera y los inmigrantes defendidos por la dama de hierro. Cantantes y grupos de distintas generaciones escribieron canciones en contra de la Thatcher. Incluso hubo una banda llamada Thatcher on Acid.

Otros adoptaron una postura ideológica más ambigua, pero en última instancia condenatoria de las maneras de la Thatcher.Heaven 17 y Frankie Goes to Hollywood son ejemplos de este tipo de bandas, agrupadas bajo la etiqueta new pop y con un ideólogo: el crítico Paul Morley; pero hoy no nos detendremos en esta parte de la historia.

Desde una posición anarquista y una estética punk, Crass ejercieron de incansable martillo de la dama de hierro. La mencionan en varias canciones, en la orwelliana y paranoica Nineteen Eighty Bore o en la explícita Gotcha.Pero sobre todo, Crass ocupan un lugar destacado porque fueron acusados de revelar una conversación privada de la Thatcher en la que ésta daba detalles acerca de un ataque sorpresa e ilegal en la guerra de las Malvinas.

Una de las canciones escritas en contra de Margaret Thatcher más recordadas es Shipbuilding. Escrita por Elvis Costello, su versión más recordada es la que hizo Robert Wyatt. La canción fue editada en formato single por Rough Trade, sello esencial en esta historia, pues implicó a muchos de los grupos más interesantes de la época en una férrea defensa de los medios de producción y distribución musicales independientes, y de una estética artesanal inspiradas por la izquierda. Shipbuilding trata sobre la intervención militar en las Malvinas, y lo hace desde el punto de vista obrero, denunciando en un tono agrio el crecimiento de la industria bélica al tiempo que el gobierno se desentendía del problema del desempleo que asolaba a la clase obrera.

Billy Bragg nunca se cansó de hacer canciones críticas con el Gobierno, como Waiting for the Great Leap Forwards o Thatcherites, e incluso hoy en día nos sigue recordando que la situación actual no es tan diferente. Los imprescindibles The Beat (los ingleses, no confundir con la banda del mismo nombre liderada por Paul Collins) tienen una canción de título Stand Down Margaret (retírate Margaret), y el celebérrimo Ghost Town de The Specials describe en su letra y música el paisaje de una ciudad desolada por el desempleo provocado por la apuesta por el capitalismo salvaje.

"No dejen que la Argentina se convierta en potencia, porque detrás de ella arrastrará a toda Hispanoamérica". (Winston Churchill, durante la conferencia de Yalta, año 1945).

lunes, 8 de abril de 2013

DE LA IMAGEN AL SÍMBOLO



Eva Perón y Hugo Chávez
 
La masa es irremediablemente idiota, mas de pronto esa masa sin rostro, desalmada y sin memoria, se hace por la conducción política, pueblo, y los pueblos son capaces de afirmarse en la poesía, y en el duelo, y alzarse sobre su postración.

Ello acaba de ocurrir con la muerte del Comandante Hugo Chávez, el dirigente de la revolución bolivariana, satanizado por  los criterios globalitarios. Se podrá decir lo que se quiera de Chávez mas es imposible no percatarse de la conmoción y luto que ha provocado su muerte.

El hecho histórico que lo precede es la muerte de Eva Perón y el culto iconográfico que aún se conserva de la mujer que supo, por encima de su naturaleza, encarnar quizá la voluntad de poder más pura del justicialismo.

Habrá quien se empeñe en denostarlos y en subsumirlos en el reduccionismo del populismo mas su temple político está más allá de un sistema amorfo de clientelismo y de dádivas burocráticas.

Ya lo dice José Antonio Primo de Rivera, el creador de la Falange española: “A los pueblos no los han movido  nunca más que los poetas, y ¡ay! Del que no sepa levantar frente a la poesía que destruye la poesía que promete”.

En este sentido, la obra que realizó Eva Perón y que recoge su célebre autobiografía La razón de mi vida, que tiene como complemento unos Apuntes para la razón de mi vida, en que indica: “el peronismo ha sido llamado fascismo, el fascismo expresa el genio de cada pueblo y su identidad”.

La idea panlatinoamericanista de Hugo Chávez tiene como antecedente la Junta Anfictiónica de Panamá impulsada por los libertadores Simón Bolívar y Agustín de Iturbide. El propio Bolívar reconocía que esa Federación de Naciones Hispánicas tendrían que tener como capital la ciudad de México “por su grandeza arquitectónica" y veía en Iturbide “uno de esos hombre que emergen en nuestra América con el genio de Napoleón”.

En estos tiempos de grandes espacios geoestratégicos, la idea-fuerza de Bolívar e Iturbide tuvo su mayor resonancia en la Argentina de Perón, y Eva lo reseña: “no puede ser que los pueblos de esta América que tienen la sangre y el verbo de España, no logren articular un esfuerzo común”, “hay pueblos en que el factor originario es determinante como el gran México y los hermanos de Perú y Bolivia pero ello nos complementa”.

El Alba, la Alianza Bolivariana para las Américas ha sido un movimiento integrador junto con la región caribeña, un vector del epos heroico iberoamericano, una expresión de las ideas centrales contenidas en los Motivos del Escudo de José Vasconcelos, el águila bicéfala del Imperio español con el águila y el cóndor como símbolos de una nueva concepción de Imperium.

Los pueblos de la América Románica vaticinó Perón que si en el 2000 “no están unidos estarán sometidos”. Ha pasado esa fecha que determinó el Jefe espiritual de la Tercera Posición contra el materialismo capitalista y marxista, los gemelos enemigos.

Al respecto señala Eva Perón: “La lucidez de Perón es profética, el ve a lontananza, grandes horizontes que no se alcanzan a percibir”.

Hugo Chávez practicó una diplomacia atrevida e inteligente. Su apoyo a Irán, a la Siria asediada, a la causa palestina, a la autoderminación del pueblo libio y de su líder el Coronel Ghadhafi, marcan una visión de la necesidad tanto de revitalizar el no alineamiento como la necesidad estratégica de una vertebración del Islam y de Iberoamérica como un frente de resistencia común.

Eva Perón y Hugo Chávez símbolos de la Patria Grande y voluntades de poder que murieron para no morir.

                                                José Luis Ontiveros  

domingo, 7 de abril de 2013

POR AMOR AL ARTE

 



El cine como arma de control social

Las películas y otras producciones se hacen no por amor al arte sino para obtener beneficio económico y, lo que es más importante aún, para promover los intereses ideológicos.

El archicomentado Papa Francisco ha hablado recientemente del relativismo moral que cunde en los “países ricos”. Naturalmente, el Papa considera esta cuestión como una enfermedad moral, en sintonía con lo que viene diciendo desde hace ya mucho la Iglesia Católica.

A mi se me ocurre, que no es solo el relativismo moral lo que nos enferma, sino la mentira pura y simple, instrumentalizada a menudo como herramienta al servicio del poder y del control social.
Precisamente, una de las herramientas más empleadas en tan siniestra tarea es el cine. Por ejemplo, todos recordamos como una parte de nuestras vidas el rugido del león de la Metro Goldwyn Mayer. En la célebre secuencia que abre tantas y tantas películas, sobre el animal aparece el lema “AGA”, iniciales de “Ars Gratia Artis”, que significa “el Arte por amor al Arte”. En teoría, este lema pretende indicar que las películas de Holywood están hechas – o al menos deberían estarlo- exclusivamente por amor al arte y para promover la cultura.

Sin embargo, de hecho este lema constituye una apabullante mentira. Las películas y otras producciones para la televisión realizadas en Hollywood se hacen no por amor al arte sino, en primer lugar, para obtener beneficio económico y, lo que es más importante aún, para promover los intereses ideológicos y los objetivos de aquellos que controlan Hollywood. El asunto adopta su aspecto más siniestro cuando se considera que las películas y series de Hollywood están pensadas para llegar al mayor número de personas y para abarcar los mercados más grandes del mundo.
El resultado es que las mismas mentiras llegan al mayor número de personas, con lo que Hollywood, por tanto, consigue la popularización de modas, ideas y estereotipos como jamás nadie consiguiera en la historia de la humanidad.

Hay muchos ejemplos de esto. A mi me viene a la memoria, por ejemplo, el caso de Exodo, una película épica sobre la creación del Estado de Israel, basada en la novela de un sionista radical, Leon Uris. La música, la dirección y el guión son de una calidad extraordinaria y tanto en la película como en el libro, los judíos son gente inteligente, sensible y bondadosa, los británicos hipócritas e ignorantes y, por último, los árabes son crueles, asesinos e injustos. El resultado es que millones de personas en todo el mundo elaboraron su universo mental sobre la creación del Estado de Israel y el conflicto de Oriente medio con los parámetros de Exodo.

Quizás sea la creación de estereotipos en el imaginario colectivo una de las especialidades con las que los amos de Hollywood han conseguido distorsionar más las mentes de nuestros contemporáneos. Su producción cinematrográfica está plagada de casos similares: desde el “héroe” de la Guerra de España en Casablanca, hasta la mismísima escenificación de las tesis neoconservadoras del “Partido de la Guerra” en el oscarizado Argo –con el subsiguiente estereotipo del iraní, brutal y violento-, pasando por la glorificación de la venganza en Inglorious bastards o por la terrorista etarra simpática y comprensiva del último Chacal.

Esta distorsión no se ciñe, naturalmente, a cuestiones políticas e históricas –si bien es esta historia distorsionada sobre la que, a posteriori, se elaboran juicios morales y políticos de alcance- sino también a personajes con un elevado grado de simbolismo, especialmente dentro de la cultura occidental. Así, tenemos la coproducción franco-estadounidense –esta vez con Columbia Pictures- de Juana de Arco, para describir a la santa como una especie de loca que escuchaba voces, muy a distancia de la Juana de Arco dirigida por Victor Fleming y protagonizada por Ingrid Bergman, o La última tentación de Cristo de Martin Scorserse, que denigra la divinidad de Cristo, verdadero fundamento de la cultura occidental.

Todo esto son solo algunos ejemplos que vienen a la memoria, pero sin duda hay muchísimos más que, curiosamente, vienen a coincidir en sus contenidos con la agenda –pública y notoria- del progresismo mundial y de su brazo armado: la corrección política.

No es de extrañar que el crítico de cine judeo-americano Michael Medved, en su libro Hollywood vs. America (Harper Collins, 1992), explicara que, pese a los avances en la técnica misma del cine, en forma de efectos especiales, de la propia filmación en sí, etc, el principal problema de Hollywood sea lo que él llamó “una enfermedad del alma” (p. 11).

Para Medved, el Hollywood actual es una “máquina de envenenar” (p. 25) que ha creado un “patrón dignificador de la fealdad” (p. 26) de enorme penetrancia.
El crítico acusa en el citado libro a los “líderes más influyentes de la industria del entretenimiento” de tener una “preferencia por lo perverso” y añade que es “uno de los síntomas de la corrupción" y el colapso de nuestra cultura popular, es la insistencia en que examinemos solo la superficie de cada obra de entretenimiento.

La corrección política, una idea propiamente liberal, es que no debemos nunca profundizar más y tampoco considerar si una determinada obra es verdad, buena o espiritualmente reconfortante, ni tampoco evaluar su impacto en la sociedad” (p. 21).

Sin embargo, entre las toneladas de basura que destilan los EEUU al mundo y las que se producen en el más reducido marco español, al menos las primeras tienen más estilo. A la “preferencia por lo perverso” que diría Medved, en España se añade invariablemente el gusto por lo cutre, un concepto a veces difícil de definir, pero que podría explicarse por un plus de degradación estética y vulgaridad allí donde ya hay un tipo humano o una conducta perversa.
Conocedores del potencial de la industria del entretenimiento, igual que se conoce en los EEUU, los militantes de lo perverso en España –en realidad, el nihilismo esencial del progresismo español- han asaltado dicha industria para constituirse en monopolio no solo de lo que se hace en nuestro país sino de aquello que goza o no de reputación a través de “premios” que se dan a sí mismos.

La guinda del pastel es que el crimen lo perpetran con el dinero de todos. Así pues, no es como dicen los liberales, siempre en pos de mayores cotas de estupidez, un problema de con qué dinero se financia en España la industria del ocio, sino más bien de los contenidos que se divulgan, muchos de los cuales asumen ellos mismos.

El hecho de hacerlo con el dinero público es una consecuencia colateral de pretender ejercer un monopolio sobre la manera en que la gente se divierte, adquiere sus conocimientos históricos, sociales, etc, y, en definitiva, construye su universo mental conforme al cual juzga y decide en la vida.

Por todo ello, Steven Allen, destacado músico y escritor estadounidense pudo afirmar hace más de veinte años, en la propia contraportada del libro de Medved, que “todo el mundo, en la derecha, la izquierda y el centro, sabe perfectamente que estamos en un período de colapso cultural y moral. Pero hay gente que no quiere admitir que los medios de comunicación tienen parte de la responsabilidad”.
Posiblemente, en definitiva, más que en los telediarios, habría que fijarse en lo que viene después.
                                                                                Eduardo Arroyo
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