Nuestra Constitución, en su Artículo 8.1 dice; “Las Fuerzas Armadas,
constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del
Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de
España, defender su integridad territorial y el ordenamiento
constitucional”.
En al actual situación política de nuestro país, vemos a diario el arbitrismo y la discrecionalidad en cualquier orden de la vida, tanto
social, como institucional. Ya sea en el poder judicial, en el de las
grandes empresas privadas, en el financiero, como en la noble
institución del los distintos Ejércitos españoles.
A raíz de las declaraciones del coronel Alamán en Alerta Digital,
muchos militares se han unido a sus meridianas manifestaciones en cuanto al deber y misión del Ejército, que consagra la Constitución de 1978 en su artículo octavo, arriba transcrito.
Es grande el malestar en la Institución,
dado que como en los demás órdenes de la vida, ésta se ha visto
sometida a los caprichos e intereses de una casta política que degrada o
asciende en función de simpatías o de silencios cómplices.
A los mandos de nuestro Ejército se le ha privado de la palabra, de
los medios para desarrollar sus funciones de manera eficaz, así como se
le ha alejado de las regiones en las que al parecer molesta a los
políticos separatistas y nacionalistas.
Nuestro militares se encuentran en el más absolutos de los
ostracismos, relegados a una mera función de Organización Humanitaria,
más que a las propias de un ejército profesional. Y cuando nuestros
soldados realizan funciones propias de su destino,
éstas se callan y ocultan,
o se hacen aparecer como ayudas humanitarias, no como acciones de
guerra, como en Afganistán, cuando no, se sancionan y penalizan.
La penetración política en todas las instituciones del Estado
llega ser insoportable, condicionando su libertad de acción y su
mandato constitucional so pretexto de “el que se mueva, no sale en la
foto”, frase pronunciada por Alfonso Guerra, que ha calado en la clase
política sea del signo que sea, y que es puesta en práctica a diario.
Así, esta digna Institución ha de permanecer callada ante insultos a
la Bandera de los españoles, a los pitidos a nuestro Himno Nacional, o a
las quemas indiscriminadas de todo lo que suponga la identidad nacional
en aquellos territorios españoles que dicen o desean no serlo.
La dejación de funciones de la clase dirigente nos ha traído, a día
de hoy, a un manifestación independentista en Cataluña, a que se hayan
crecido los políticas que pregonan del odio y el desprecio por todo lo
Español, sin que se deje actuar a los que “tienen como misión garantizar
la soberanía” , que no es otro que el Ejército.
Para los hombres honrados y fieles a una vocación, a un juramento y a
un destino superior, como son nuestros militares, no se les puede estar
tocando las narices de continuo y haciéndoles chantaje con ascensos y
destinos de conveniencia. Las cosas tienen sus límites y las personas su
honra y su dignidad, máxime en la Institución Militar.
Actuar sin hacer cumplir los destinos a los que hemos sido llamados y
por los cuales hemos jurado dar nuestras vida, es traicionarnos en lo
más íntimo de nuestro ser y existir. La Constitución lo dice claro,
meridianamente claro, y los gobernantes no pueden obviar esta realidad.
Nos consuela saber que los militares aseguren no estar dispuestos al
troceamiento de España ni a que se juegue más con ella. http://www.alertadigital.com/2012/09/11/los-militares-aseguran-que-no-permitiran-el-troceamiento-de-espana-ni-que-se-juegue-con-ella/