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sábado, 9 de noviembre de 2013

UN CÓDIGO DE HONOR



Educación Siberiana

En esta ocasión, y continuando con nuestras sugerencias literarias y cinematográficas, os presentamos la película italiana Educación Siberiana (2013), basada en la primera obra narrativa de tono autobiográfio del autor Nicolai Lilin.
Esta película nos narra los años de aprendizaje del joven Kolima dentro de la comunidad siberiana criminal de los Urka, desde su infancia hasta su juventud. Cronológicamente la historia tiene lugar antes de la caída de la Unión Soviética, aunque entrelaza de forma magistral pasajes de la infancia del protagonista.
Kolima convive en una comunidad cerrada que se rige por unas reglas morales independientes del sistema que gobierna. Los enemigos de esta moral son el gobierno, los soldados, el aparato burocrático y demás “demonios vestidos de uniforme”. Desde su infancia, Kolima es educado férreamente por su abuelo, cabeza de familia y un personaje con una ética aplastante. Algunas de las reglas por las que se rigen los miembros de la comunidad, y en las que es adoctrinado nuestro protagonista son:
-  Respetar a todas las criaturas vivientes, excepto a la policía, la gente que trabaja para el gobierno, los banqueros, los usureros y la gente que tiene poder y dinero para explotar a las personas normales.
-  Un hombre no puede pretender poseer más de lo que su corazón es capaz de amar.
-  No hay lugar para las drogas en la comunidad.
El castigo para aquel que quebranta las reglas es la muerte.
El resultado de esta educación es la maduración de un hombre recto y honesto, amante de la justicia, defensor de la verdad y fiel a sus principios.
Además de este trasfondo ético, la moraleja más importante que sobre la que nos hace reflexionar esta película es la de recordar a dónde pertenecemos y jamás traicionar a los nuestros. O en otras palabras:Quien olvida su origen pierde su identidad
¿Por qué os recomendamos esta película?
Porque es el claro ejemplo de que es posible mantener un código de honor inquebrantable aún viviendo en un sistema enfermo y miserable. Los sistemas y los gobiernos son temporales, los principios que han de regir el comportamiento humano inmutables.
Fuente circuloatenea

viernes, 8 de noviembre de 2013

LA ESPAÑA REAL Y LA ESPAÑA OFICIAL


“Iberia sumergida”: la España profunda y la España superficial
Cuando a Gabriel Celaya le preguntaron, en una entrevista concedida al diario EL PAÍS, la razón de ese título, el vate hernaniarra dirá que “Iberia Sumergida”: “…es un libro de poesía histórica en torno al sometimiento, por parte del Estado español, de las primitivas tribus iberas, que eran autónomas. Iberia y el Estado español estaban en contradicción; Iberia era lo más auténtico y el Estado español una construcción con la que se trataba de desmontar las comunidades tribales. En lugar de reorganizarlas lo que hizo fue negarlas.” (EL PAÍS, 29/ABRIL/1978).
La idea matriz de la que se nutre Gabriel Celaya tiene sus antecedentes en la interpretación histórica de España realizada por el federalismo decimonónico y que forma parte de la herencia de vastos sectores de la izquierda peninsular, así como fue un ingrediente originario de los nacionalismos secesionistas. 

Es una idea que levantará las ampollas de las mentes simplistas que entienden a España en una perfecta identidad -metafísica y física- con el denominado “Estado español”. El republicanismo federal pudo arraigar en la segunda mitad del siglo XIX, en efecto, gracias a todos los problemas económicos, sociales y administrativos que trajo consigo la destrucción de los vínculos comunales y territoriales vigentes en el Antiguo Régimen. 
Ésta es la sistemática destrucción que le debemos al triunfo procesual del liberalismo en España. Desde 1812, con las Cortes de Cádiz (en guerras intestintas y en un tira y afloja que enfrentaba a las fuerzas tradicionales del pueblo y a la minoría extranjerizante constitucionalista) hasta la proclamación de la I República Española, las relaciones de los territorios españoles había ido enrareciéndose debido a la centralización, el disgusto se había generalizado y el constructo de la nación liberal no satisfacía ni a los más extremos del liberalismo (demócratas y republicanos) ni al enemigo tradicional de ese artefacto: el carlismo tradicionalista.
La idea de una “España” falsificada tendrá una gran aceptación en los sectores izquierdistas y nacionalistas. 
Es así como, con antelación a Celaya, podemos leer a un eminente intelectual catalán: Pere Bosch i Gimpera (1891-1974).Pere Bosch i Gimpera será nombrado en 1915 director del servicio de excavaciones arqueológicas del Institut d’Estudis Catalans y catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Barcelona en el año 1919; de la que más tarde llegará a ser Rector; pero además de su meritoria carrera universitaria, Bosch i Gimperà intervendrá en la política, siendo miembro de Acció Catalana (formación política que congregará a una facción juvenil que se escinde de la Lliga Catalana y a la Unió Federal Nacionalista Republicana), llegando a ocupar puestos muy importantes en la Generalitat, como el de Consejero de Justicia en el gobierno de Luys Companys desde junio de 1937 hasta el 1 de abril de 1939. Sus cargos de responsabilidad política en la Generalitat republicanista le forzarán a abandonar España, encontrando asilo político en México. Como síntesis de su concepción de España, valga este fragmento de 1948:
“Esa España [se refiere a la auténtica] hay que buscarla debajo de las superestructuras que la han ahogado secularmente. La superestructura –el imperio romano-visigodo-leonés-trastámara- Habsburgo-borbónico-falangista- no es España, y lo mismo que con él los pueblos de América no pueden dialogar, los auténticos españoles tampoco”.
El lenguaje de Bosch i Gimperà adopta aquí tintes marxistas (aunque Bosch i Gimpera nunca fue marxista) cuando recurre a la imagen de “abajo” (“infraestructura” marxista: “Basis”) y “arriba” (“superestructura”: “Überbau”), pero la idea es la misma que repetirá en 1978 Gabriel Celaya.
Para Bosch i Gimperà y para Gabriel Celaya (son dos ejemplos paradigmáticos, pero podríamos citar a muchos más), España está disociada entre la España real y la España oficial. 

La verdadera España es una Iberia sumergida, bajo el artefacto estatal unitario de la España que tantos dolores de parto han costado las revoluciones liberales; pero para ambos la “desviación histórica” (así es como denomina Bosch i Gimpera al proceso que ha derivado en esta España falsificada resultante) no tiene su origen en las revoluciones liberales que se suceden durante el siglo XIX, las que rompieron los ancestrales vínculos, la estructura orgánica y tradicional de la España que respetaba las libertades municipales, la diversidad innegable de las comunidades que la componen y todo aquello por lo que luchó el auténtico carlismo (que no fue un juego de pedantes cortesanos alrededor de un legítimo pretendiente, sino la resistencia más noble a la transformación de España que la conduciría al estado en que se encuentra hoy). 

Para Bosch i Gimpera y para Gabriel Celaya, por el complejo aluvión de sus prejuicios respectivos (similares en tanto que los dos han ido a las mismas fuentes: Pi y Margall con “Las nacionalidades” es una de ellas), ningún Estado habido en el curso de los siglos sobre el solar hispano, representa legítimamente lo que ellos entienden como la verdadera España: la España oprimida bajo el yugo de poderes estatales ajenos a su constitución histórica.
Hay aquí, como podemos ver un auténtico problema que está pendiente de ser resuelto y que no podrá ser solucionado aplicando la falsa perspectiva moderna (ingenua cuando exalta el unitarismo a la manera jacobina y que pone de manifiesto la ignorancia de nuestra historia peninsular).
No pensemos que este asunto, aquí someramente presentado, es un apunte erudito que tuviera cabida en una especie de capítulo sobre las “Concepciones de España”. Esta cuestión es más actual de lo que podemos pensar. 
Recientemente, D. Miguel Ángel Quintanilla, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Salamanca y senador por el PSOE desde 1982 a 1989, ha llamado la atención sobre lo que él denomina el “superestructuralismo”, encontrando que en esta vaporosa concepción “superestructuralista” de España cabe identificar algunas de sus proposiciones que Quintanilla enuncia, más o menos así:
1) España no es una nación, sino un Estado que se origina en la Constitución de 1978.
2) La transición del franquismo a la democracia fue una farsa.
3) Tras la vida política aparente, existe una vida política oculta que está corrompida.
4) Hay que desenmascarar el engaño.
5) La violencia política está legitimada en tanto que vivimos en una farsa.
6) España es a día de hoy una ficción, sostenida por la amenaza y la represión;
7) El superestructuralismo, al parecer del profesor Quintanilla, explicaría la derrota electoral del PSOE en 1996. (Artículo “España como superestructura”, de D. Miguel Ángel Quintanilla).
Según D. Miguel Ángel Quintanilla, este discurso ha sido articulado por la izquierda, por el nacionalismo y por la izquierda nacionalista. 

El análisis de D. Miguel Ángel Quintanilla no deja de tener su interés, pero- aunque no lo compartimos íntegramente- hemos querido proporcionar la noticia de su existencia, puesto que pone sobre el tapete la cuestión que estamos tratando: la de una concepción que, como hemos podido ver, aludiendo a los casos de Celaya y Bosch i Gimpera, ha estado latente durante mucho tiempo y que, en gran medida, muestra una herencia federalista, en parte justificable -a nuestro parecer- en tanto que es la reacción de cuantos han sentido la opresión de un constructo ajeno a nuestras más hondas raíces: la artificiosa “superestructura” (en palabras de Bosch i Gimpera) del “Estado español” unitario (a la jacobina) construido por las minorías conspiradoras del liberalismo del siglo XIX, levantado sobre la expropiación de los bienes eclesiásticos y municipales, la depauperación y envilecimiento del pueblo y la explotación sistemática de nuestros recursos naturales por parte de potencias extranjeras como Inglaterra y Francia, mientras los oligarcas de los gobiernos liberales se lucraban… 
Y, en efecto, como resultado: el oprobio y sometimiento de la verdadera España. Hasta los extremos de convertirla de una potencia hegemónica en una colonia.
Salta a los ojos que la España de hoy no es, en modo alguno, una nación vertebrada. La España de las Autonomías está crujiendo. Los ánimos se crispan cada día más con las provocaciones, sobre todo de la Generalitat de Calatuña, y podemos decir, como Francisco de Quevedo, aquello de:
“Hay muchas cosas que, pareciendo que existen y tienen ser, ya no son nada, sino un vocablo y una figura”.
Sin embargo, no somos pocos los que, ante los desmanes de la casta partitocrática que no resuelve y más bien empeora las cosas, hemos pasado a la España Latente: a la Numancia de nuestros abuelos y a la Covadonga de nuestros padres. Pues será allí, en lo profundo, donde podamos poner a salvo lo que queda de la España verdadera, después de tantas bellaquerías, imposturas, expolios y truculencias que, desde el siglo XIX a hoy, hemos sufrido.
Otra España es posible. Pero será la que se reflote de los fondos.

Fuente
movimientoraiganbre                        Manuel Fernández Espinosa

jueves, 7 de noviembre de 2013

POR RAZÓN DE ESTADO



LEY UNIVERSAL DE LA MENDACIDAD

Todo el mundo puede mentir. El mérito no es demasiado grande. Pero sólo el poderoso puede hacerlo con impunidad. 

El poeta legitima la mentira por su belleza, como por su utilidad el amo la consagra ante el esclavo, el padre frente al hijo, o el gobernante respecto a los gobernados. La estética y la moral utilitarias legitiman la falta a la verdad si, y sólo si, el mentiroso ocupa una posición de poder artístico o social frente al mentido. La mentira del inferior al superior, peligrosa para la relación de dominio, debe ser castigada.
Es sorprendente que los filósofos que han tratado la mendacidad política, desde Platón y San Agustín, hasta Popper, pasando por Maquiavelo, no se hayan percatado de la existencia de esta regla social. La mentira por razones de Estado (mentira “oficiosa”), la mentira colectiva de la clase política (presentar como rapto la huida de Luis XVI) y la mentira individual de un político (Nixon) están sujetas a esta misma ley universal que no conoce excepción que la invalide.
En cumplimiento riguroso de esta ley histórica que premia, como habilidad, la mentira del señor y castiga como inmoralidad, la del esclavo, los vicepresidentes, ministros y barones autonómicos, etc., al mentir como “esclavos”, deben ser castigados por inmorales, mientras que el Jefe del Ejecutivo, o de Partido Estatal, al hacerlo como “señores” que hablan a sus gobernados y tutelados, deben mantenerse en el poder por habilidosos.
El hallazgo de esta ley, criterio de mendacidad para príncipes y deleite intelectual para maquiavelistas, priva de fundamento a la hipótesis del juego que explica, en la mala suerte de ser descubierto, la eventualidad del castigo político de la mentira.

Fuente                              Antonio García-Trevijano 
larepublicaconstitucional

"Nunca se miente más que después de una cacería, durante una guerra y antes de las elecciones".                Otto von Bismarck

miércoles, 6 de noviembre de 2013

TERRORISMO E INJUSTICIA




Injusticia y terrorismo

Escribía Castellani:  «Los que tienen deber de luchar por la justicia son los jueces y los gobernantes. Desgraciadamente, la época moderna ha transformado a los jueces en máquinas y a los gobernantes en economistas». 

Reclaman las víctimas del terrorismo justicia; pero, ¿quién podrá dársela? Sospecho que nadie; y esa injusticia no reparada no hará sino abundar la iniquidad, lo que a la larga terminará destruyendo nuestra convivencia. Una injusticia no reparada es un veneno inyectado en la sangre del cuerpo social que acaba llegando a su corazón, gangrenándolo o endureciéndolo sin remedio.

La cruda realidad es que la injusticia infligida a las víctimas no puede ser reparada, por la sencilla razón de que nuestro orden político y jurídico no la reconoce en su naturaleza más profunda; la doctrina Parot, en el fondo, no fue sino el aspaviento vergonzante con el que se trató de maquillar esa cruda realidad (e inevitablemente fue un dislate jurídico, pues una injusticia no reparada sólo se puede tapar con otra injusticia). Pero no quiero hablar aquí de la doctrina Parot, sino de la razón por la que la injusticia infligida a las víctimas no puede ser reparada en las presentes circunstancias. 

En la antigua Roma existía un crimen contra la patria, llamado perduellio, que era el más grave de todos, después del sacrilegio; bajo tal crimen, que hoy denominaríamos «alta traición», se comprendían todas las maquinaciones y deslealtades contra la patria, todo intento de dañar o destruir la comunidad política. Y los romanos tenían razón en considerar este delito el más grave de todos, pues si es punible infligirle un daño al prójimo, ¿cómo no ha de serlo infligírselo a la comunidad? Este crimen gravísimo del perduellio fue retirado de los códigos y aun de la conciencia colectiva en la fase democrática de la historia, que no sólo dejó de considerarlo punible, sino que lo reputó plenamente legítimo, siempre que no se acompañase de métodos violentos. Esta perversión filosófica y moral, según la cual todas las ideas pueden ser defendidas –incluso las que atentan contra la supervivencia de la comunidad política–, siempre que se defiendan «por vías democráticas», hace inviable cualquier convivencia; y es una aberración jurídica que imposibilita la reparación de la injusticia. 

Mientras la idea que impulsa al terrorismo etarra no sea considerada en sí misma criminal –y criminal en grado máximo, como hacían los romanos–, el castigo que reciban los asesinatos y violencias terroristas será siempre insuficiente e injusto, porque será siempre un castigo atenuado por la creencia de que la idea que motivó ese crimen es legítima.

 La cruda realidad es que el terrorista, a los ojos del orden inicuo que no castiga el perduellio, es como el señor que, por proteger a una mujer que está siendo violada, mata a su violador: lo que mueve a ambos al homicidio es un impulso que la ley protege; y por lo tanto tal homicidio ha de ser castigado necesariamente de manera benévola.
La injusticia infligida a las víctimas del terrorismo no podrá ser reparada mientras no se reconozca que toda idea que trata de disolver la comunidad política debe ser considerada gravemente criminal y castigada con las penas más severas. 

Pero mientras tales ideas sean asimiladas por el «consenso democrático» y quienes las profesan acogidos en las instituciones y sufragados por el erario público no habrá posibilidad alguna de justicia; y, entretanto, se avanzará en el proceso de disolución de la comunidad política, que tal vez sea el propósito secreto que hermana a asimilados y asimiladores. 

Pero, ¿qué puede esperarse de una época que ha transformado a los jueces en máquinas y a los gobernantes en economistas?

Fuente                                                    JUAN MANUEL DE PRADA
abc.es
    
Leer+  ESTA ES LA HISTORIA DE NUESTRO SACRIFICIO.

martes, 5 de noviembre de 2013

LA FALSA LIBERACIÓN DEL BIENESTAR



Passolini contra la legalización del aborto

Pier Paolo Passolini se opuso a la legalización del aborto, no por motivos religiosos, sino por su intuición, muy acertada, de que dicha medida relativizaría el carácter sagrado de la vida humana, sometiendo la definición de lo humano a convenciones culturales, cuando, precisamente, el gran logro de la civilización europea —según Passolini, una civilización paradójicamente campesina— había consistido en liberar a lo humano de las constricciones de la cultura, situándolo en el origen de ésta.

En sus Escritos corsarios Passolini es contundente a la vez que sorprendente: “Estoy traumatizado con la legalización del aborto porque, como muchos, la considero como una legalización del homicidio. En sueños, y en el comportamiento de todos los días -como les pasa a todos los hombres- vivo mi feliz inmersión en las aguas maternas: sé que existía allí...”.”La falsa liberación del bienestar ha creado una situación igual y quizá más insana que en tiempos de la pobreza”.

El contexto en que hay que considerar el problema del aborto es mucho más amplio y va mucho más allá de la ideología de los partidos… El contexto en el que hay que integrar el aborto es precisamente el ecológico: la tragedia demográfica es la que, en un horizonte ecológico, se presenta como la más grave amenaza para la supervivencia de la humanidad… Los convencionalismos y los periodistas imbéciles siguen enterneciéndose con la ´parejita´ -como abominablemente la llaman-, sin darse cuenta de que se trata de un pequeño pacto criminal… antes todo hijo que nacía era bendito por ser garantía de vida; por el contrario, todo hijo que nace hoy es una contribución a la autodestrucción de la humanidad y por lo tanto es maldito… un nuevo poder falsamente tolerante… ha relanzado a gran escala a la pareja, otorgándole todos los privilegios y derechos por su conformismo. Pero a dicho poder no le interesa una pareja creadora de prole (proletaria) sino una pareja consumidora (pequeño-burguesa)… No me consta que los abortistas, en relación con el problema del aborto, hayan puesto en discusión todo esto (…) Los extremistas a ultranza del aborto… hablan del aborto como refiriéndose a una tragedia femenina, en la que la mujer está sola con su terrible problema, como si en ese momento el mundo la hubiera abandonado. Comprendo. Pero podría añadirse que cuando la mujer estaba en la cama no estaba sola…”

Para el varón el aborto ha adquirido un significado simbólico de liberación… Viene a ser un bellísimo y gratificante regalo… De ahí todo ese odio contra el que recuerde que un embarazo no deseado puede ser, si no culpable, al menos culposo… ¿Qué permite la sociedad ´tolerante´? Permite la proliferación de la pareja heterosexual… en función del hedonismo consumista… lo que acentúa hasta el límite extremo el momento social del coito. Imponiendo además su obligación: el que no está emparejado no es un hombre moderno… Impone también una precocidad neurotizante. Niños y niñas apenas en la pubertad… tienen una experiencia del sexo que les quita toda tensión en el mismo campo sexual y toda capacidad, en el resto de los campos, de sublimación… Como pollitos de criadero… han absorbido en seguida la nueva ideología irreligiosa y antisentimental del poder: tal es la fuerza de atracción y de convicción de la nueva calidad de vida que promete el poder… Como pollitos de criadero, … han aceptado por ende el nuevo carácter sagrado de la mercancía y de su consumo… (…). Decir que la vida no es sagrada, y que el sentimiento es estúpido, es hacerles un inmenso favor a los productores“.

¿Cuál era su propuesta?
“El fondo de mi enseñanza consistirá en convencerte de no temer lo sagrado y los sentimientos, de los que el laicismo consumista ha privado a los hombres, transformándolos en feos y estúpidos robots, adoradores de fetiches“ ”Debido a mi sentimiento profundo de hierofanía, del carácter sagrado de todas las cosas –una cierta visión gnóstica que tengo del mundo- me repugna ver destruido el orden principal de la vida“.

               Fuente
                                               
Javier Alonso

lunes, 4 de noviembre de 2013

EL DESEMBARCO DE LAMPEDUSA



Los verdaderos culpables del drama de Lampedusa 
Los verdaderos culpables de la tragedia de Lampedusa son aquellos que, por razones aún oscuras, declararon la guerra al coronel Gaddafi. Como he dicho muchas veces, pero es importante repetirlo, a pesar de todos sus múltiples defectos, el "líder libio" se había convertido en dos batallas clave en un socio, si es que no en un aliado:
1) La lucha contra el fundamentalismo islámico que se había comprometido a erradicar de Libia.
2) La lucha contra la inmigración ilegal procedente del África subsahariana, el Cuerno de África u Oriente Medio y que pasa por Libia. Gracias a las buenas relaciones que mantenía con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se establecieron acuerdos muy concretos en tal sentido, y Libia controlaba sus costas.Es importante señalar que la mayoría de los puntos de embarque libios estaban ubicados en la Cirenaica y, arruinadas por las intervenciones de la policía, las mafias dedicadas al comercio de los hombres constituyeron, junto con los islamistas, el núcleo inicia de la rebelión en Bengasi y Derna. 

Al intervenir para evitar que las fuerzas de Gaddafi recuperaran la región, la aviación francesa, actuando bajo las órdenes del presidente Sarkozy, les hizo un insigne favor a los comerciantes de esclavos. Hoy, éstos  han reanudado su lucrativo "negocio"...
El drama de Lampedusa se explica porque Libia se halla en plena anarquía. El país has estallado en feudos tribales y milicianos. El "gobierno" no es ni siquiera capaz de hacerse respetar en Trípoli, la capital, donde las milicias luchan abiertamente entre sí. Es imposible hacer la lista de los inacables enfrentamientos que tienen lugar en el país. Sólo el sábado 5 de octubre quince soldados libios fueron asesinados al norte de Bani Walid por presuntos islamistas.
Hasta ahora, éstos se limitaban a controlar el sur de Libia y las regiones fronterizas de Níger, Chad y Sudán. Ahora, sin embargo, regresan al norte para enlazar con sus "hermanos" que controlan una gran parte de la Cirenaica y las alturas de Jebel Akdar en el interior de Benghazi. 

Y lo más importante es que los islamistas han tomado el control del comercio trans-sahariano, es decir, el de los emigrantes, con los que se financian.
Uno de los resultados de la intervención francesa en Malí ha consistido en obligar a los traficantes a abrir nuevas rutas hacia el Mediterráneo, pues se redujeron las redes criminales trans-saharianas de África Occidental. Como ya no se puede tomar el principal eje por el que la cocaína de América del Sur (desembarcada en Guinea Bissao) se transportaba a través de Malí hasta los puertos del Magreb, los traficantes han cambiado sus redes desplazándolas a Libia, donde ya no hay Estado. Ahora el tráfico se hace a través del eje Nigeria-Níger-Libia.
Ahora bien, desde el norte de Nigeria con Boko Haram a Bengasi y Derna, todo el tráfico, incluido el de drogas y el de emigrantes, es controlado ahora por los islamistas.
En lugar de decir a los europeos quiénes son los traficantes que lanzan al agua las penosas cargas de seres humanos que llegan a las costas europeas, los medios de comunicación, ayudados en gran medida por la Iglesia (para la cual cuanto más lejos está el prójimo más parece tener que ser amado), se dedican a culpabilizar a las poblaciones que sufren tales desembarcos.
El drama de Lampedusa nos lleva directamente a la novela de Jean Raspail, Le camp des saints [traducida en español como El desembarco]. Este libro profético (data de 1973) describe la implosión de las sociedades occidentales ante el desembarco de miles de inmigrantes ilegales llegados en barcos basura. 

Inmigrantes ilegales ante los cuales todas las instituciones se hunden a causa del etnomasoquismo de las "élites" europeas, rezumantes de gazmoñería y desorientadas por un sentimentalismo ante el que sucumben tanto la razón como hasta los instintos vitales.

Fuente                                                         Bernard Lugan
elmanifiesto

domingo, 3 de noviembre de 2013

LA HONRADEZ DEL SOCIALISMO



Bruno Alonso, la honradez del socialismo

Bruno Alonso González nació en Castillo Siete Villas (Cantabria) el 6 de octubre de 1887 en el seno de una familia pobre. Fue uno de los artífices más destacados del socialismo en Cantabria y en España. 

Una figura impresionante, por su talla moral. Al margen de su actividad política, también impresionante, hay unanimidad entre los que le conocieron, fueran de izquierdas o de derechas, en que Bruno Alonso fue un socialista de honradez intachable, siempre beligerante y combativo contra la corrupción, las injusticias y desigualdades sociales.

Fuente
solidaridad.net