TRADUCTOR

domingo, 10 de febrero de 2013

REVOLUCIÓN POLÍTICA





La única salida: una revolución política

Hasta aquí hemos llegado. Esta farsa de democracia se ha terminado. Su prolongación artificial solo añadirá mucha más miseria, mucho más dolor y muchas más lágrimas a los españoles. El grado de descomposición y degradación moral de la oligarquía política depredadora y corrupta, la que nos gobierna y la que está en la oposición, supera ya ampliamente lo considerado tolerable en el mundo civilizado. Y todo ello dentro del mayor desplome económico conocido por España en tiempos de paz, desplome que se está acentuando y no moderando.

El miércoles, ante un Parlamento de aplaudidores y vendidos, Rubalcaba y Rajoy escenificaron con una desvergüenza pasmosa un debate amañado, donde el primero pasó sobre ascuas por la corrupción y el segundo ni la mencionó. Fue el hoy por ti y mañana por mí.

Los niveles de deshonestidad, tráfico de influencias y malversación de caudales públicos han llegado a un nivel tal que no hay ni una sola institución que se salve. Es una degradación generalizada, que precipita España hacia un abismo económico y político insondable. Tenemos una crisis de Estado en toda regla y las crisis de Estado se resuelven solo con el cambio del modelo político, que es justo lo contrario de lo que pretende la casta. En concreto Rubalcaba, aún con el partido desarbolado ante los nuevos escándalos, piensa que Rajoy está acabado y ha pasado del “aquí no pasa nada” del miércoles al “a estos imbéciles nos los pasamos por la piedra”, les cercamos las sedes en un remake del Prestige y del 11M, obligamos a nuevas elecciones, resucitamos el Frente Popular y –con los votos de los separatistas, a los que ofrecería la ruptura de España en cómodos plazos– volvemos a gobernar y repartimos de nuevo las cartas.

Y entonces, ¿qué otras instituciones podían frenar el desastre? Absolutamente ninguna. La jerarquía católica está de perfil, con su parte nacionalista a favor de la destrucción de España, y el resto a ver por dónde soplará el viento. El Ejercito, tremendamente descontento pero desarticulado, es la única institución que todavía cree que la Constitución está para cumplirse, por lo que no moverán ficha por el cambio de modelo político. Habrá que ver qué hacen cuando la mafia política y la Corona decidan rendir España ante cuatro familias catalanas acusadas de corrupción –y al por mayor, nada de sobrecitos de 25.000 euros–.

Y del monarca qué les voy a contar, si hasta recibe a Mas, que se ha declarado en rebeldía con el objetivo inamovible de la destrucción del orden constitucional y de España, y como está quebrado viene a pedirle 12.000 millones para financiar su traición. El Rey, en lugar de decirle que se los pida a la mafia rusa o a monseñor Sistach, le escucha sin tirarle por la ventana. Es para no creérselo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario