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sábado, 3 de mayo de 2014

RAMIRO DE MAEZTU



Del regeneracionismo a la contrarrevolución
Acaba de aparecer en nuestro marginal universo editorial, el libro titulado «Ramiro de Maeztu. Del Regeneracionismo a la Contrarrevolución», de José Alsina Calvés (Ediciones Nueva Republica, Barcelona, 2014), prologado por nuestro colaborador Jesús J. Sebastián. Ofrecemos a nuestros lectores algunos extractos del prólogo, a modo de presentación, animándoles para intentar un acercamiento a la obra de un autor tan desconocido como denostado. Ya saben, en nuestro sistema-mundo liberal-capitalista no hay nada más efectivo para condenar a un autor al ostracismo que calificarle de fascista, cosa, por lo demás, que el muy tradicionalista Ramiro de Maeztu no era en modo alguno.

El tránsito del siglo XIX al XX se abre en España con una profunda crisis interna, que no es ajena a la que por entonces vivía Europa, y que afectará a todas las esferas de la vida, en especial, en un mundo intelectual y artístico caracterizado precisamente por la íntima conciencia de la “decadencia” y por los deseos de “regeneración”, esto es, renovación frente a la caduca modernización. Y en este mundo hay que destacar la figura de Ramiro de Maeztu, hijo de un tiempo polémico en el que se reflejaban las tensiones y contradicciones de una España finisecular que se debatía entre un regeneracionismo crítico y un pesimismo escéptico. Maeztu es, en este sentido, un buen retrato de la época, pues se nos muestra ya desde sus primeros escritos, en los que late una fuerte inspiración nietzscheana, como un defensor de los valores de la voluntad y de la acción, frente a los consecuencias de “la caída y el desastre” de la patria, la política, la literatura y la prensa, como lo demuestra su recopilación de artículos Hacia otra España.
Maeztu quedó muy impresionado con la lectura de la spengleriana La Decadencia de Occidente, adoptando su cosmovisión organicista y cíclica de la historia y la sociedad. Pensaba el escritor vasco que la obra de Spengler había “determinado un movimiento tan intenso en las ciencias del espíritu como la teoría de Einstein en las de la naturaleza”. No obstante, rechazaba la morfología de las culturas y discrepaba de la visión spengleriana sobre el ocaso de la civilización occidental. Al final, incluso, Maeztu reprocharía a Spengler el no haber entendido el significado y la contribución de la Hispanidad para la historia universal.
Esa misma conciencia de decadencia y regeneración marcará sus relaciones con el modernismo literario, en una polémica caracterizada por la burla y la superficialidad, más que por una auténtica reflexión crítica. Y es que se ha etiquetado a Maeztu como un feroz antimodernista, postura no exenta, sin embargo, de la sensibilidad espiritual y estético de principios de siglo. De una simpatía inicial hacia el movimiento modernista, Maeztu pasará a recharlo abiertamente porque comprendió los riesgos que entrañaba para su proyecto regeneracionista.
Sin embargo, no podemos reducir un movimiento tan complejo como el modernista, fruto de una honda crisis espiritual y estética, al simple estilismo decadentista, porque en él también afloraban corrientes vitalistas caracterizadas de anhelos de originalidad y autenticidad, como las defendidas por Maeztu, repletas de reflexiones críticas sobre la pasión, el instinto y la lucha en conexión con su poderosa influencia nietzscheana de los primeros tiempos. La posición de Maeztu, que ya había sido anticipada por Baroja, será luego compartida por personalidades como Ortega y Unamuno. Por eso dirá Rubén Darío sobre el modernismo español: “No hay aquí, pues, tal modernismo, sino en lo que de reflexión puede traer la vecindad de una moda que no se comprende”.
Por otra parte, la obra La crisis del humanismo resulta una mezcla de darwinismo social spenceriano, vitalismo de inspiración nietzscheana y socialismo regeneracionista, convicciones propias del pensamiento contrarrevolucionario de la época que, sin embargo, no son fruto de una estética política sino de una literatura escapista, una realidad que no gusta, pese a la impotencia para cambiarla, pero que constituye la motivación para elaborar una realidad alternativa a través de la obra literaria y periodística. Este giro vital excluye a Maeztu, en cierta medida, del “núcleo duro” de la “generación del 98” y lo separa, al mismo tiempo, del regeneracionismo político de Costa, porque la propuesta de Maeztu es mucho más nacional, radical y social, presentándose como “antipolítica” y “antiestatista” (contra la Restauración y el Estado), porque su pretensión revolucionaria es elaborarla en contra del sistema político vigente y tomando como base la estructura de la sociedad española.
Una de las modulaciones del nacionalismo de Maeztu es, precisamente, esa actitud anti-estatal, puesto que ve el Estado como una gigantesca estructura parasitaria de la sociedad que, además, opera una especie de selección en sentido inverso al natural: en lugar de utilizar a los mejores, recluta a los mediocres, a los tullidos espirituales, a los protegidos del progresismo, para constituir una burocracia que se nutre del esfuerzo individual y de la actividad económica de la nación.
El único aspecto –paradójico contrapunto- que Maeztu rescata del estado español es su militarismo, ya que contempla al ejército como un intrumento que liga orgánicamente al gobierno estatal con la ciudadanía, a la cual considera, no obstante, como una masa desprovista de cultura a la que hay que inculcar un “ideal nacional”, misión que reclama de los intelectuales, no ya como hombres políticos, sino como pedagogos: “En nuestra España desventurada, por una lamentable derogación de las leyes dinámicas, por una inversión de las tablas de valores sociales, ha prevalecido, erigiéndose en directora y dominadora, la raza de los inútiles, de los ociosos, de los hombres de engaño y de discurso, sobre la de los hombres de acción, de pensamiento y de trabajo, que era precisamente la única de conservar la vida nacional y perpetuarla”.
Otro aspecto destacable de Maeztu es la influencia cultura del mundo anglosajón, pues a la sazón su madre era inglesa y se casó con otra inglesa, aunque su actitud ante el mundo anglosajón fue ambivalente, entre una sincera admiración y la conciencia histórica de que Inglaterra, primero, y Estados Unidos, después, habían sido los máximos enemigos de España y de la Hispanidad, en tanto que habían marcado sus peores derrotas y su decadencia como potencia europea. No obstante, como consideraba los peligros del casticismo, estaba convencido de la posibilidad de una regeneración española siguiendo el modelo de modernización anglosajón. Su retórica Defensa de la Hispanidad, sin embargo, es susceptible de integrarse en una línea de pensamiento mítico-reaccionario más próximo a los profetas de la contrarrevolución como Donoso Cortés o de Maistre, que a los modernos teóricos del nacionalismo conservador (Barrés) o del nacionalismo reaccionario (Maurras). En cualquier caso, no se vislumbra ninguna impronta anglosajona.
Además, en torno a la simbólica fecha de 1914, Maeztu comienza a mostrar interés por las ideas del sindicalismo corporativista que se difunde por los círculos intelectuales europeos. Según González Cuevas, su biógrafo, tanto los sindicalistas revolucionarios como los conservadores insistían en el carácter objetivo de las clases sociales como portadoras de intereses específicos, que los parlamentos demoliberales, profundamente individualistas, ignoraban e, incluso, marginaban. De esta guisa, el corporativismo podía servir como corrector del liberalismo, contribuyendo a la racionalización del pluralismo social. Para Maeztu esto suponía –como se lo manifestó a Ortega- un auténtico reto intelectual, en tanto no se encontraba todavía elaborado en el plano de la teoría: “El socialismo gremial tiene una ventaja y una desventaja. No está aún pensado. Hay que inventarlo”.
En el transcurso de la Gran Guerra europea, en la que Maeztu, a pesar de su admiración intelectual por Alemania, apoyó siempre a “su” Inglaterra, y en su condición de corresponsal en el frente, algunas de sus crónicas muestran un cierto entusiasmo por “el espectáculo de la guerra”: según González Cuevas, pensaba Maeztu “que las consecuencias sociales del conflicto podían ser, a la larga, positivas, porque la convivencia en las trincheras contribuiría poderosamente al establecimiento de vínculos permanentes entre las distintas clases sociales”. Se reproduce aquí uno de los lugares comunes de los revolucionario-conservadores europeos. La guerra, como elemento nietzscheano de rejuvenecimiento, podría ser, incluso, un factor de regeneración moral por la vía heroica, la recuperación del sentido de la sangre y de la aventura que hacen a uno mismo ser historia.
Impresionado por el desarrollo del conflicto, Maeztu escribió una serie de artículos, que posteriormente se publicarían bajo el título La crisis del humanismo, en los que el punto de partida era la dramática situación en la que se debatía la sociedad europea, cuyas causas eran “el subjetivismo y el relativismo característicos de la modernidad”. El siglo XIX había liberado el individualismo y la ética se relativizó, convirtiendo al hombre en “un esclavo de sus propias pasiones”. Y es aquí donde Maeztu encuentra la génesis de los dos errores característicos de la modernidad imperante: el liberalismo como culminación de la moral individual y el socialismo como sublimación de la arbitrariedad del Estado.
En definitiva, siguiendo al biógrafo de Maeztu, el pensador español «propugnaba la superación del relativismo inherente al proyecto de la modernidad, mediante el retorno al principio de la “objetividad de las cosas”. Continuando su evolución ideológica … Maeztu se decide por el intento de renovación de la vieja pretensión ontológica de entender el mundo bajo el signo de un idealismo objetivo y de volver a ensamblar metafísicamente los momentos de la razón disociados en la evolución cultural del mundo moderno, como medio para poner coto a la desintegración de la jerarquía de los valores comúnmente aceptados». 
Fuente                                            Jesús J. Sebastián
elmanifiesto

viernes, 2 de mayo de 2014

SACRIFICAR LA VERDAD



Hacia el fin de la propaganda estadounidense
La propaganda del Imperio anglosajón nos ha hecho creer que Estados Unidos es «el país de la libertad» y que sus guerras no tienen otro objetivo que la defensa de sus ideales. Pero la crisis ucraniana acaba de modificar las reglas del juego: Washington y sus aliados han perdido el monopolio de la palabra. El gobierno y los medios de prensa de otro gran Estado, Rusia, están rebatiendo abiertamente las mentiras que desde hace un siglo sirvieron de basamento al Imperio anglosajón. En estos tiempos de satélites y de internet, la propaganda anglosajona ya no funciona.
los gobernantes siempre tratan de convencer de que están haciendo lo correcto porque las multitudes no siguen a alguien a sabiendas de que no tiene la razón. 
El siglo XX se caracterizó por el surgimiento de nuevos métodos de propagación de ideas que nada tienen que ver con la verdad.
Los occidentales afirman que la propaganda moderna comenzó con el ministro nazi Joseph Goebbels. Así tratan de hacer olvidar que el arte de falsear la percepción de las cosas fue desarrollado desde mucho antes por los anglosajones.
En 1916, el Reino Unido creó en Londres la Wellington Housey más tarde la Crewe House. Simultáneamente, los estadounidenses creaban el Comittee on Public Information(CPI). Partiendo del principio que la Primera Guerra Mundial era un enfrentamiento de masas y no de ejércitos, aquellos organismos trataron de intoxicar a sus propios pueblos, al igual que a los de sus aliados y sus enemigos.
La propaganda moderna comienza con la publicación en Londres del informe Bryce sobre los crímenes de guerra de Alemania, documento que fue traducido a 30 idiomas. Según el informe Bryce, el ejército alemán había violado a miles de mujeres en Bélgica, así que los británicos estaban luchando contra la barbarie. Al terminar la Primera Guerra Mundial se descubrió que todo el informe era una mentira enteramente fabricada con testimonios falsos y con ayuda de varios periodistas.
Mientras tanto, en Estados Unidos George Creel inventó una historia que presentaba la Guerra Mundial como una cruzada de las democracias por una paz que concretaría los derechos de la humanidad.
Los historiadores han demostrado que la Primera Guerra Mundial tuvo causas tan inmediatas como profundas, siendo la más importante de ellas la rivalidad entre las grandes potencias que competían entre sí por extender sus imperios coloniales.
Los burós de propaganda de Estados Unidos y Reino Unido eran organismos secretos que trabajaban para el Estado. Se diferenciaban de la propaganda leninista, que ambicionaba «revelar la verdad» a las masas ignorantes, en que los anglosajones trataban de engañarlas y manipularlas. Y para lograrlo, los organismos estatales anglosajones tenían que actuar a escondidas y usurpando falsas identidades.
Después de la desaparición de la Unión Soviética, Estados Unidos dio menos importancia a la propaganda y optó por la Relaciones Públicas. El objetivo ya no era mentir sino llevar a los periodistas de la mano para que vieran únicamente lo que se les mostraba. Durante la guerra de Kosovo, la OTAN recurrió a Alastair Campbell, un consejero del primer ministro británico, para contarle diariamente a la prensa una historia diferente. Mientras los periodistas se entretenían en reportar las historias de Campbell, la alianza atlántica podía bombardear «en paz». El objetivo no era tanto mentir sino más bien desviar la atención.
Pero lo que se ha dado en llamar story telling [en español, “contar historias”] cobró gran fuerza con el 11 de septiembre de 2001. El objetivo era concentrar la atención del público sobre los atentados de Nueva York y Washington para que no viera el golpe de Estado militar que se produjo aquel mismo día: traspaso de los poderes ejecutivos del presidente George W. Bush a una entidad militar secreta y detención camuflada de todos los miembros del Congreso estadounidense. Aquella operación de intoxicación fue obra de Benjamin Rhodes, actual consejero del hoy presidente Barack Obama.
Durante los siguientes años la Casa Blanca creó un sistema de intoxicación con sus principales aliados (Reino Unido, Canadá, Australia y, claro está, Israel). Esos 4 gobiernos recibían diariamente instrucciones, incluso discursos completamente redactados, enviados por el Buró de Medios Globales para justificar la guerra contra Irak y calumniar a Irán [1].
Desde 1989, Washington se apoyaba en la CNN para divulgar rápidamente sus mentiras. Con el tiempo, Estados Unidos fue creando un cártel de cadenas informativas de televisión vía satélite (Al-ArabiyaAl-JazeeraBBCCNNFrance24Sky). En 2011, durante los bombardeos de la OTAN contra Trípoli, la OTAN logró convencer bruscamente a los libios de que habían perdido la guerra y que era inútil proseguir la resistencia.
Sin embargo, en 2012, la OTAN no logró reeditar la maniobra para convencer a los sirios de que el derrocamiento de su gobierno era inevitable. La repetición de aquella maniobra falló porque los sirios habían tenido conocimiento de lo sucedido en Libia, donde las cadenas de televisión internacionales habían manipulado la situación. Sabiendo aquello, el Estado sirio tuvo tiempo de prepararse para contrarrestar la manipulación que se había preparado [2]. Este fracaso marcó el fin de la hegemonía del cártel de «la información».
La actual crisis entre Washington y Moscú sobre la situación en Ucrania ha obligado a la administración Obama a revisar su sistema. Ya Washington no es el único que logra hacerse oír sino que tiene que tratar de rebatir los argumentos del gobierno y los medios de prensa rusos, accesibles en todas partes del mundo a través de transmisiones satelitales y de internet. El secretario de Estado John Kerry ha tenido que nombrar un nuevo secretario adjunto a cargo de la propaganda: el ex redactor jefe de Time Magazine, Richard Stengel [3]. En realidad, Stengel ya estaba en funciones antes del 15 de abril de 2014, fecha en que prestó juramento para el cargo. Pero el 15 de marzo ya había enviado a los principales medios de la prensa atlantistas una «Hoja Informativa» sobre las «10 falsedades» de Vladimir Putin sobre Ucrania [4]. Lo mismo había hecho el 13 de abril, distribuyendo un segundo documento con «otras 10 falsedades» [5].
Lo primero que salta a la vista al leer ese texto es la necedad que lo caracteriza. El texto apunta a validar la historia oficial sobre una revolución en Kiev y a desacreditar el discurso ruso sobre la presencia de nazis en el nuevo gobierno ucraniano, cuando ya se sabe que en Kiev no hubo una revolución sino un golpe de Estado fomentado por la OTAN y ejecutado por Polonia e Israel con una mezcla de recetas para «revoluciones de colores» y «primaveras árabes» [6].
Los periodistas que recibieron las «hoja informativas» del gobierno de Estados Unidos y que se hicieron eco de su contenido también conocen perfectamente el contenido de la conversación telefónica de la secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland sobre cómo Washington iba a cambiar el régimen en Ucrania –en detrimento de la Unión Europea– y la del ministro estoniano de Relaciones Exteriores Urmas Paets sobre la verdadera identidad de los francotiradores de la plaza Maidan. Y también habían tenido conocimiento anteriormente de las revelaciones del semanario polaco Nie sobre el entrenamiento de los cabecillas nazis en la Academia de Policía de Polonia, 2 meses antes de los hechos de la plaza Maidan. En cuanto a negar la presencia de nazis en el nuevo gobierno ucraniano, es como decir que el sol sale de noche. No hace falta ir a Kiev para comprobarlo, basta con leer los escritos de los actuales ministros y escuchar sus declaraciones [7].
A fin de cuentas, si bien todos los argumentos que Washington se toma el trabajo de enviar por escrito a las redacciones permiten crear la ilusión de que existe un consenso de la gran prensa atlantista, el hecho es que no tienen la menor posibilidad de llegar a convencer a los ciudadanos mínimamente curiosos. Por el contrario, es tan fácil descubrir el engaño navegando un poco por internet que ese tipo de manipulación no logrará otra cosa que reducir aún más la credibilidad de Washington.
El 11 de septiembre de 2001, el unanimismo de la prensa atlantista permitió convencer a la opinión pública internacional. Pero el trabajo que numerosos periodistas y ciudadanos –entre los que tengo el honor de contarme– han venido realizando desde entonces ha demostrado la imposibilidad material de lo que se afirma en la versión oficial. Trece años después de los hechos, cientos de millones de personas han tomado conciencia de aquellas mentiras. Y serán cada vez más numerosas… gracias al nuevo dispositivo estadounidense de propaganda. El resultado final es que quienes se hacen eco de la propaganda de la Casa Blanca, principalmente los gobiernos y los medios de prensa de la OTAN, están destruyendo su propia credibilidad.
Barack Obama y Benjamin Rhodes, John Kerry y Richard Stengel trabajan solamente para el corto plazo. Su propaganda sólo convence a los pueblos por espacio de algunas semanas. Pero los indignan cuando descubren la manipulación. Estos personajes están socavando involuntariamente la credibilidad de las instituciones de los Estados de la OTAN que se hacen eco de su propaganda conscientemente. Han olvidado que la propaganda del siglo XX funcionaba únicamente porque el mundo estaba dividido en dos bloques que no comunicaban entre sí y que el monolitismo al que hoy aspiran es incompatible con los nuevos medios de comunicación.
Aunque no ha terminado todavía, la crisis de Ucrania ya ha cambiado profundamente el mundo. Al contradecir públicamente al presidente de Estados Unidos, Vladimir Putin ha dado un paso que en lo adelanto impide el éxito de la propaganda estadounidense.
Fuente                                 Thierry Meyssan

jueves, 1 de mayo de 2014

PRIMERO DE MAYO



Los Mártires de Chicago

Corría el año de 1877 y las huelgas de los ferroviarios, las reuniones y las grandes movilizaciones en Estados Unidos eran reprimidas a balazos, golpes y prisión. Estas mismas tácticas represivas y la necesidad imperiosa por la defensa y la asociación para buscar mejoras en las condiciones de trabajo que en ese tiempo eran de semiesclavitud dieron pie a la gestación de un movimiento de resistencia y lucha de trabajadores que algunos años mas tarde daría sus frutos.

En 1880 quedó conformada la federación de organizaciones de sindicatos y trade unions (Federation of Organized Trades and Labor Unions), y en 1884 se aprobó una resolución para establecer a partir del primero de mayo de 1886, mediante la Huelga General en todo EEUU, las ocho horas de trabajo. Esto despertó un interés y un apoyo generalizado, ya que por aquella época el horario de trabajo obligatorio era de 10, 12 o 14 horas diarias normalmente. De estas jornadas tampoco estaban excluidos l@s miles de niñ@s, ni por supuesto las mujeres a quienes se les pagaban salarios inferiores, sin mencionar que de por sí los salarios eran muy bajos y las condiciones de trabajo insalubres. La efervescencia fué tal en todo EEUU que los sindicatos y las trades unions aumentaban geométricamente. Por ejemplo, el número de miembros de los Caballeros del Trabajo subió de 100.000 en el verano de 1885 a 700.000 al año siguiente.

En 1885 volaba de mano en mano entre los trabajadores de EEUU una octavilla que decía:

"¡Un día de rebelión, no de descanso! (...) Un día en que con tremenda fuerza la unidad del ejército de los trabajadores se moviliza contra los que hoy dominan el destino de los pueblos de toda nación. Un día de protesta contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y la guerra de todo tipo. Un día en que comenzar a disfrutar ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos dé la gana". La víspera del Primero de Mayo, el periódico anarquista Arbeiter Zeitung, dirigido por August Spies, publicó los siguientes comentarios que muestran el tono de confrontación que imperaba: "¡Adelante con valor! El Conflicto ha comenzado. Un ejército de trabajadores asalariados está desocupado. El capitalismo esconde sus garras de tigre detrás de las murallas del orden. Obreros, que vuestra consigna sea: ¡No al compromiso! ¡Cobardes a la retaguardia! ¡Hombres al frente!"

El 1º de Mayo de 1886 la paralización de los centros de trabajo se generalizó. La huelga paralizó cerca de 12.000 fábricas a través de los EEUU. En Detroit, 11.000 trabajadores marcharon en un desfile de ocho horas. En Nueva York, una marcha con antorchas de 25.000 obreros pasó como torrente de Broadway a Union Square; 40.000 hicieron huelga. En Cincinnati un batallón obrero con 400 rifles Springfield encabezó el desfile. En Louisville, Kentucky, más de 6000 trabajadores, negros y blancos, marcharon por el Parque Nacional violando deliberadamente el edicto que prohibía la entrada de gente de color. En Chicago que era el baluarte de la huelga, paró casi completamente la ciudad. 30.000 obreros hicieron huelga, aunque empresas como en la fábrica de materiales de Mc Cormick y alguna otra se dieron a la tarea de contratar esquiroles. El día 2 se realizó un mitin de los obreros despedidos de Mc Cormick para protestar por los 1.200 despidos y los brutales atropellos policiales. Mientras Spies dirigía su discurso a un grupo de 6000 a 7000 trabajadores, unos cuantos centenares fueron a recriminar su actitud a los esquiroles que en ese momento salían de la planta. Rápidamente llegó la policía, cuya acción dejó seis muertos y gran cantidad de heridos. La indignación ganó los corazones de los trabajadores movilizados. Spies corrió a las oficinas del Arbeiter Zeitung y publicó allí un manifiesto que fué distribuido en todas las reuniones obreras: "(...) Si se fusila a los trabajadores responderemos de tal manera que nuestros amos lo recuerdarán por mucho tiempo (...)".

Fuente                                  ¡¡  PRESENTES  !!

miércoles, 30 de abril de 2014

GEOGRAFÍA SAGRADA



Geopolítica, geografía Sagrada, geofilosofía
 De acuerdo con una definición integral, que intenta sintetizar aquellas proporcionadas por diversos estudiosos, la geopolítica puede ser considerada comoel estudio de las relaciones internacionales en una perspectiva espacial y geográfica, en el que se toman en cuenta la influencia de los factores geográficos sobre la política exterior de los Estados y la rivalidad de poder sobre territorios en disputa entre dos o más Estados, o entre diferentes grupos o movimientos políticos armados” (1).
Por cuán grande sea el peso atribuido a los factores geográficos, aún sigue existiendo la relación de la geopolítica con la doctrina del Estado, por lo que es natural plantearse una interrogante que hasta el momento no parece haber sido tema de reflexión de los estudiosos. La pregunta es la siguiente: ¿Sería posible aplicar también a la geopolítica la famosa afirmación de Carl Schmitt, según la cual “todos los conceptos sobresalientes de la moderna doctrina del Estado son conceptos teológicos secularizados”? (2) En otras palabras, ¿Es posible suponer que la misma geopolítica represente un eco moderno, si no una derivación secularizada de los conceptos teológicos vinculados con la “geografía sagrada”?
Si así fuese, la geopolítica se encontraría en una situación similar no sólo como la descrita sobre la “ciencia moderna del Estado”, sino también con la generalidad de la ciencia moderna. Para ser más explícito, recurramos a una cita de René Guénon: “Queriendo separar radicalmente las ciencias de todo principio superior, so pretexto de asegurar su independencia, la concepción moderna les quita toda significación profunda, e inclusive todo interés verdadero desde el punto de vista del conocimiento, y ella no puede desembocar más que en un callejón sin salida, puesto que las encierra en un dominio irremediablemente limitado” (3).
En cuanto atañe particularmente a la “geografía sagrada”, con la cual -según nuestra hipótesis- se relacionaría de algún modo la geopolítica, es de igual manera Guénon quién nos proporciona una sintética indicación al respecto: 

Ahora bien, efectivamente existe una «geografía sagrada» o tradicional que los modernos ignoran tan completamente como los restantes conocimientos del mismo género; existe un simbolismo geográfico en la misma medida que existe un simbolismo histórico y es el valor simbólico de las cosas lo que les da su significado profundo dado que así queda establecida su correspondencia con las realidades de orden superior; no obstante, para que esta correspondencia quede determinada de forma efectiva, es preciso ser capaz de un modo u otro de percibir en las propias cosas el reflejo de tales realidades. Así ocurre que existen lugares particularmente aptos para servir de «soporte» a la acción de «las influencias espirituales» y este es el fundamento que siempre ha tenido el establecimiento de ciertos «centros» tradicionales principales o secundarios, cuyos más claros exponentes fueron los «oráculos» de la Antigüedad así como los lugares de peregrinación; también existen otros lugares particularmente propicios a la manifestación de «influencias» de un carácter completamente opuesto y pertenecientes a las regiones más inferiores del ámbito de lo sutil” (4).
Se ha dicho que rastros de la “geografía sagrada” son reconocibles en algunas características de las nociones geopolíticas, por lo tanto, éstas podrían ser consideradas schmittianamente como “conceptos teológicos secularizados”. 

Consideremos, por ejemplo, los términos mackinderianos como Heartland y pivot area, los cuales, invocan de manera explicita el simbolismo del corazón y el simbolismo axial, reproducen de alguna manera la idea de “Centro del Mundo” que los antiguos representaban por medio de una variedad de símbolos, geográficos y no geográficos. Muchas veces se ha ofrecido la ocasión para observar que, si la ciencia de las religiones ha demostrado que el homo religiosus “aspira a vivir lo más cerca posible del Centro del Mundo y sabe que su país se encuentra efectivamente en medio de la tierra” (5), esta concepción no ha desaparecido con la visión “arcaica” del mundo, al contrario, ha sobrevivido en una forma más o menos consciente en contextos históricos y culturales más recientes (6).
Por otra parte, dentro de los términos geográficos y geopolíticos existen algunos que las culturas tradicionales han utilizado para describir la realidad perteneciente a la esfera espiritual. Este es el caso del término polo, que en el léxico del esoterismo islámico indica el vértice de la jerarquía iniciática (al-qutb); es el caso de istmo, que en la forma árabe (al-barzakh) indica aquel mundo intermedio al que también se refiere la expresión geográfica de origen coránica: “la confluencia de dos mares” (majma’ al-bahrayn), “confluencia, es decir, del mundo de las Ideas puras con el mundo de los objetos sensibles” (7).
Pero también el concepto de Eurasia puede ser asignado a la categoría de conceptos teológicos secularizados”.
De hecho, el más antiguo texto teológico de los Griegos, la Teogonía de Hesíodo, nos cuenta que: “Europa ( … ) y Asia” (8) constan entre las hijas de Océano y Tetis, “una sagrada estirpe de hijas (thygatéron hieron genos) que por la tierra se encargan de la crianza de los hombres, en compañía del soberano Apolo y de los Ríos, y han recibido de Zeus este destino” (9).
Cabe destacar que entre las hermanas Europa y Asia también figura Perseis, cuyo nombre está significativamente relacionado no sólo con el griego Perseo, sino también con Perses, su hijo y progenitor de los persas. Escuchemos ahora al teólogo de la historia: “Pero cuando Perseo, hijo de Dánae y de Zeus, llegó al reino de Cefeo, hijo de Belo, y se casó con su hija Andrómeda, tuvo en ella un hijo a quien puso el nombre de Perses, y le dejó allí, porque Cefeo no había tenido hijo varón. De este Perses, pues, tomaron el nombre” (10).
El estrecho parentesco entre Asia con Europa es finalmente proclamado también por el teólogo de la tragedia, quien en la parodia de los Persianos nos presenta a Persia y Grecia como dos “hermanas de sangre, de una misma estirpe (kasignéta génous tautou)” (11), mostrándonos “absolutamente distintas (las dos que, en Herodoto, no pueden evitar ir a la guerra) como de raíz inseparables” (12). Este es el comentario de Massimo Cacciari, para quien la imagen esquilea, representativa de la radical conexión de Europa y Asia, le ha proporcionado el motivo para crear una “geofilosofia de Europa”.
Fabio Falchi intenta ir más allá: en este volumen, él traza las líneas de una “geofilosofía de Eurasia”. Acogiendo la perspectiva corbiniana de Eurasia, cual lugar ontológico teofanico (13), el autor aspira para hacer de la posición geofilosófica el grado de pasaje para aquella “geosófica”, lo cual es completamente inteligible si, y sólo si, se coloca en relación con la perspectiva metafísica” (14).
Fuente                                                Claudio Mutti
paginatransversal
(Traducción: Francisco de la Torre)
NOTAS
1 Emidio Diodato, Che cos’è la geopolitica, Carocci, Roma 2011.
2 Carl Schmitt, Teología política. Editorial Struhart & Cía. Buenos Aires, 1985, p. 95.
3 René Guénon, La Crisis del Mundo Moderno. Ediciones Obelisco. Barcelona. 1982, p. 44.
4 René Guénon, El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos. Ediciones Paidós Ibérica S.A.. Barcelona. 1997, p. 122 y 123.
5 Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano, Guadarrama/Punto Omega, Madrid, 1981, p. 43.
6 Claudio Mutti, La funzione eurasiatica dell’Iran, “Eurasia”, 2, 2012, p. 176; Geopolitica del nazionalcomunismo romeno, in: Marco Costa, Conducǎtor. L’edificazione del socialismo romeno, Edizioni all’insegna del Veltro, Parma 2012.
7 Henry Corbin, Templo y contemplación. Ensayos sobre el Islam iranio. Editorial Trotta, Madrid, 2003, p. 262. Sobre el barzakh, cfr. Glauco Giuliano, L’immagine del tempo in Henry Corbin, Mimesis, Milano-Udine 2009, pp. 97-123.
8 Hesíodo, Teogonía, 357-359.
9 Hesíodo, Teogonía, 346-348.
10 Herodoto, VII, 61, 3.
11 Esquilo, Los persas, 185-186. Sobre esta imagen: cfr. C. Mutti, L’Iran in Europa, “Eurasia”, 1, 2008, pp. 33-34.
12 Massimo Cacciari, Geofilosofia dell’Europa, Adelphi, Milano 1994, p. 19.
13 “Eurasia es, hoy y para nosotros, la modalidad geográfica-geosófica del Mundus imaginalis” (Glauco Giuliano,L’immagine del tempo in Henry Corbin, cit., p. 40).
14 Glauco Giuliano, Tempus discretum. Henry Corbin all’Oriente dell’Occidente, Edizioni Torre d’Ercole, Travagliato (Brescia) 2012, p. 16.

martes, 29 de abril de 2014

HAVISMAT



Guido De Giorgio y el Tradicionalismo desconocido

Guido De Giorgio es un autor tradicionalista italiano escasamente conocido, cuya bibliografía ha sido publicada póstumamente, de hecho desde 1973, cuando la editorial Il Cinabro editó la primera de sus obras La Tradizione Romana, han ido saliendo con cuentagotas una serie de obras tales como Dio e il poeta en 1985, Ciò che mormora il vento del Gargano aparecida en 199 o bien Prospettive della Tradizione también publicada el mismo año. Nuestro autor, fallecido el 27 de diciembre de 1957, a los 67 años de edad, vivió sus últimos años en unas condiciones materiales y de salud bastante precarias, aquejado de una profunda depresión y entre las montañas de los Alpes marítimos, en la frontera entre Italia y Francia, donde se había encontrado a sí mismo, entre la trascendencia de las montañas, desde donde también vivió la caída de su hijo Havis, su alter ego, el hijo y el héroe de Gimma, muerto en acto heroico en las guerras coloniales italianas, concretamente un 7 de mayo de 1939 que le valió la medalla de oro al mérito y la búsqueda de incesantes homenajes y honores por parte del padre, Guido, que llegó a remitirse al propio Mussolini.

Evola definió a De Giorgio como un iniciado en estado salvaje, de vida austera y costumbres espartanas, obsesionado con la idea de purificación, bajo el dominio de una cierta mística de carácter ascético, desde la aversión profunda al mundo moderno, hacia las ciudades, símbolo de mediocridad y sede de la nivelación caótica y democrática. 

A lo largo de su vida estuvo vinculado a unos escasos proyectos intelectuales, aunque unido en estrecha amistad a René Guénon, al que pudo conocer en Blois (Francia) en el verano de 1927, y desde entonces la amistad se prolongó hasta la muerte del propio Guénon en 1952, ya para entonces convertido al Islam y viviendo en una humilde casa en la periferia de El Cairo. De Giorgio estuvo vinculado al Grupo de Ur, y publicó varios artículos, dispersos entre la bibliografía publicada del grupo, que firmó bajo el seudónimo de Havismat. Todo ello pese a no estar de acuerdo con el proyecto en sí mismo, ni creer en las posibilidades iniciáticas de la magia, puesto que se habían perdido los vínculos con la naturaleza, todo producto de la destrucción operada por el mundo moderno, al margen de las fuentes mismas de esa magia, planteadas dentro de un contexto de ideas y principios ocultistas, bajo la aureola de un cierto pseudocientífismo y pseudomisticismo, tal y como lo planteó el propio Guénon en su momento y en su correspondencia personal con Guido De Giorgio.

Doctrinalmente De Giorgio estuvo fuertemente influenciado por los escritos de René Guénon, de quien asimiló una serie de premisas que le servirían para articular su propia doctrina metafísica, la cual se fundamentó en la idea de restaurar el vínculo perdido con el Orden Divino, las vías que conducen a un proceso de transhumanización, de fusión en la síntesis absoluta de lo Divino, y ello lo hizo apoyándose en la doctrina no dualista de la metafísica en su estado puro y primigenio. El Vêdantâ guenoniano es el mejor ejemplo a través de la idea de la Identidad Suprema, del principio de lo incondicionado. La existencia de una gradación jerárquica de estados del Ser, el Silencio, los Ritmos y las Formas articularon esas concepciones metafísicas representando simbólicamente el espíritu, las influencias sútiles y el ámbito de las manifestaciones físico-materiales. 

Este último estado es el característico de la ignorancia, la del hombre caído, fruto de la ignorancia y la mediocridad, abandonado a su suerte. Es el hombre que vive de la apariencia, de la exterioridad, es el hombre prometaico, abandonado a su suerte, avocado a la fe ilusoria en un progreso infinito que únicamente puede llevarle a su propia destrucción. 

Para restaurar las vías que conducen a Dios, De Giorgio encuentra en la Tradición Romana, bajo la égida delos cuatro grandes símbolos cósmico-tradicionales de Jano y el Fascio Litorio, culminado en la continuidad del cristianismo de la cruz, fuente renovadora del mensaje tradicional, que no se plantea, en ningún caso, como una ruptura con respecto a la norma tradicional de la Roma primitiva, más bien es un nuevo impulso ante la degeneración de las fuentes espirituales previas al advenimiento del cristianismo, corrompidas y sumidas en la exterioridad, presa de la idolatría y vaciadas de todo su simbolismo originario. Para De Giorgio no hay una ruptura entre "paganismo" y "cristianismo" en lo que respecta al fondo del mensaje tradicional, sino más bien una continuidad. 

Roma se erige como ese símbolo perenne e inmortal de la Tradición universal, el eje del mundo, entre el Este y el Oeste, la síntesis absoluta, armonizando opuestos, generando esa unidad orgánica simbolizada en el Silencio, como Unidad Superior de lo Divino. Roma cae y vuelve a levantarse, aparece como la luz de Occidente, que nunca muere y siempre resurge de sus cenizas para salvar a Occidente, y De Giorgio, en la formulación de una especie de Fascismo Sacro fue integrante de una de las corrientes ideológicas y tradicionales menos conocidas del Fascismo de entreguerras. 

Fuente
europatradicional

lunes, 28 de abril de 2014

TERRA INCOGNITA



Cibergeopolítica                                                  Desde nuestra red de alianzas con think-tanks acercamos el análisis del intelectual ruso Leonid Savin. Siguiendo el objetivo de acercar diferentes perspectivas desde diversas capitales del mundo, compartimos conceptos sobre la evolución de la geopolítica en la interpretación de Leonid Savin sobre “cibergeopolítica” y otro espacio para la disputa de intereses.
Este año se podría llamar un punto de inflexión para el surgimiento de una nueva tendencia que yo llamo cibergeopolítica. El impacto de las redes sociales es cada vez más palpable. La divulgación de Edward Snowden destacó la importancia y la instrumentalidad del ciberespacio para la seguridad nacional y los procesos de la política internacional.
Si la geopolítica ya tiene definiciones y aparatos científicos muy desarrollados, operados por los políticos, expertos y académicos, el ciberespacio ha sido la «terra incognita». Y para la posesión de este espacio, se despliega una lucha muy activa.
Es muy significativo la confrontación entre diferentes Estados en la regulación del espacio de Internet. 
Esta dicotomía literalmente reproduce el deslinde mega civilizacional que se ha operado entre los países y pueblos pertenecientes al Poder Marítimo (Sea Power) y al Poder Terrestre (Land Power), según la geopolítica clásica. EE.UU., los países de la UE y sus satélites velan por el “Internet libre”, lo que es una hipocresía evidente, mientras que Rusia, Irán, China, India, Brasil y algunos otros Estados requieren que Internet fuera soberano y estuviera bajo la jurisdicción del derecho internacional, o bien de la Unión Internacional de Telecomunicaciones en el sistema de las Naciones Unidas. En este caso, la distinción claramente encaja en el esquema de Carl Schmitt, indicador fiable de lo Político – las categorías duales “amigo” y “enemigo”. Estas categorías no son las morales, sino las características técnicas que se manifestaron en las posiciones acerca del funcionamiento del espacio de Internet .
El ciberespacio tiene una diferencia significativa respecto con la tierra, el mar, el aire y el espacio cósmico, o sea, no es creado por la naturaleza sino que es una construcción artificial que tiene componentes que pueden cambiarse con el tiempo.
Sin embargo, todas las vías de comunicación, servidores y sitios industriales que están relacionados con Internet tienen una ubicación geográfica. En segundo lugar, las ciberáreas tienen cierta identidad nacional en el sentido de las zonas de dominio, del control estatal y del lenguaje utilizado. En tercer lugar, el ciberespacio hace hincapié en la geografía física de una manera especial – con sensores de diferentes servicios, dispositivos de navegación, dispositivos técnicos y dispositivos móviles que incorporan un mapa interactivo con los flujos cruzados de la información, la tecnología y las personas.
El ciberespacio arregla y homogeneiza el espacio físico de modo especial – con el uso de la tecnología GPS y otras herramientas, la globalización se mete en los rincones más recónditos del planeta.
¿Qué es la cibergeopolítica? 
Creo que tenemos que entender este neologismo en doble sentido: 
1) como la nueva disciplina científica que estudia lo que pasa con una interfaz hombre-máquina en el contexto de la política y la geografía, incluyendo, pero no limitándose, a la interacción interactiva de las redes sociales, el espacio virtual, la diplomacia web.2.0 y 2) como la actividad corriente que afecta e incluye los principios de relación retroactiva en los sectores sociales, políticos y militares, y donde el establecimiento y la propagación del poder, aunque sea en la forma más sofisticada, es el imperativo.
Es importante entender que el prefijo “ciber” significa algo más amplio que lo que algunos creen, o sea, la comunicación vía Internet y el espacio virtual. 

Por supuesto, esta palabra se deriva de la cibernética. Como en el caso de la geopolítica, el surgimiento del término “cibernética” viene de la Grecia antigua. La palabra Κυβερνητική era mencionada por primera vez por Platón en su obra “Las Leyes”. Se traduce como “el arte del timonel”. En el tercer libro de aquel filósofo griego del período tarde, quizás el más sólido en la redacción y la estructura de la obra, el Estado se compara con el barco, y sus timoneles son el Dios, el destino y el buen tiempo. La imagen del Estado-barco y el soberano-timonel se encuentra también en otras obras de Platón. Además, hay una expresión similar en la poesía griega de Alceo, utilizada más adelante por el poeta romano Horacio. El físico y matemático francés Andre-Marie Ampere en su estudio “Ensayo sobre la Filosofía de la Ciencia” llamó de cibernética a la ciencia sobre el gobierno, que debería proporcionar una variedad de beneficios a los ciudadanos. Ampere escribió: “(el gobierno) tiene que elegir constantemente entre las diversas medidas más adecuadas para lograr el objetivo, y sólo con el profundo estudio y comparación de los diferentes elementos aportados por los conocimientos de todo lo que tiene que ver con la nación, es capaz de gobernar de acuerdo con su propio carácter, costumbres, medios de vida y la prosperidad, las leyes de la organización, que pueden servir como las normas generales de conducta y que estaban actuando en cada caso particular. Así, sólo después de todas las ciencias que se ocupan de estos diferentes objetos, es necesario poner esta ciencia que ahora está en cuestión y que yo llamo de cibernética; la palabra tomada al principio en el sentido restringido del arte de navegación, en los mismos griegos ya cobró el contenido mucho más amplio del arte de gestión en el sentido general.
Stuart Umpleby destacó que la cibernética ha desarrollado los estudios relacionados con una amplia gama de procesos, incluyendo a las personas como organizadores activos, comunicadores, los que intercambian información y son personas responsables.
Como la geopolítica, la cibernética también se aplica a muchas áreas de la vida pública. Por lo menos, a ella dedicaron y desarrollaron sus definiciones no sólo los físicos y matemáticos, sino también los políticos, sociólogos, teóricos de la gestión y la educación, antropólogos, lingüistas, filósofos y estrategas militares.
Alguien puede preguntar – ¿qué pasa con la política, también considerada por los filósofos griegos antiguos como el arte de la administración del Estado? Hay que señalar la diferencia fundamental. La cibernética trata más bien con la gestión eficaz (el timonel del barco, y en un sentido más amplio el gobernador es el cibernético), pero no con todos los casos que involucran la participación de la gama mucho más amplia de los ciudadanos (residentes de la ciudad o los súbditos del imperio). 
El principio fundamental de la política es tener un oponente, y en el caso límite, el enemigo. No por casualidad, las palabras griegas antiguas «guerra» πόλεμος y “política” πολιτική tienen la misma raíz.
En 1987 el profesor Larry Richards, eminente estudioso norteamericano cibernético, dijo que con la cibernética deben aprender algo “nuevo” de la interacción dinámica del sujeto y la práctica de la comunicación, independientemente de sus intereses en el campo de la electrónica, la vida, la sociedad, o lo que toman de la ciencia, el arte o la política.
Jeff Dooley sugirió el nombre “cibernética” para la ciencia sobre el comportamiento intencional. Nos ayuda a explicar el comportamiento como una acción continua de alguien (o algo) en el proceso, tal como lo vemos, manteniendo ciertas condiciones cercanas a la situación de la meta.
La cibernética se dedicó activamente a la ciencias políticas en los años 90 del siglo pasado. Se vio afectada por una serie de nuevos conceptos, como los de la evolución política, del ecosistema político, synergetics, biopolítica, etc. Peter Corning, del Instituto del Estudio de Sistemas Complejos, menciona que la característica más importante de un sistema cibernético es que está controlado por la relación entre tareas endógenas y medio ambiente externo… La cibernética habla de la viabilidad, los objetivos, los flujos de información, la toma de decisiones en la gestión y la retroalimentación (bien definido) en todos los niveles de los sistemas vivos. Hay muchas otras definiciones de la cibernética, que se interpreta incluso como “el estudio de la intervención bién fundada”. Ya en estos ejemplos se puede encontrar mucho en común con la geopolítica: la forma de vida, el proceso de control, la propagación del poder, la dinámica del cambio político, el diseño de los objetivos y de su posterior aplicación, e incluso las circunstancias de fuerza mayor.
Sin embargo, en los últimos treinta años se ha vuelto más común la primera parte de la palabra – “ciber”, con que se hizo la narrativa en la política, la cultura, los medios de comunicación y las distintas ciencias.
Daniel Coelho, profesor de la Universidad Nacional EE.UU. de Defensa, sugirió dividir esta palabra en tres elementos distintos. Primero, comunicación-red, segundo, el contenido -mensaje, y tercero, el concepto del efecto obtenido a partir del mensaje. Esta deconstrucción muestra cómo se diferencian las habilidades de individuos y organizaciones, que van desde las operaciones en una red informática hasta los asuntos públicos, que también están involucrados en la gestión de la información, ya que ésta pasa entre la máquina y el hombre.
En consecuencia, no se trata tanto de las redes de información computerizada como de los procesos sociales más amplios. Y puesto que con el advenimiento de Internet, y más recientemente, debido a la disponibilidad de los aparatos técnicos para el público en general y la institucionalización de la cibergeopolítica, estos procesos se hicieron internacionales, podemos hablar con certeza de su escala geopolítica y global.
Así, la geopolítica cobró otro área, la cibernética, a la cual sus axiomas básicos se han extendido; al mismo tiempo, es la realidad de otro nivel, donde operan nuevas reglas, y existen otros niveles, zonas, límites y posibilidades.
Fuente                                                         Leonid Savin