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sábado, 31 de mayo de 2014

ISABEL BARRETO






















Fuente                          José Antonio Crespo-Francés
elespiadigital                            Coronel en situación de Reserva

viernes, 30 de mayo de 2014

NON A BRUXELLES, OUI A LA FRANCE




Marine Le Pen se alza como la esperanza de la juventud y los obreros franceses
Marine Le Pen y su padre, Jean-Marie, han tomado los mandos de la segunda locomotora europea, pero para dirigir el tren desde el vagón de cola y acelerar en dirección contraria a la conductora alemana. Las mesas de debate de las televisiones francesas eran anoche niágaras de lagrimones vertidos por los representantes políticos del establishment -derecha, centro, izquierda y extrema izquierda- que no encontraban nuevos argumentos para explicar lo que se veía venir desde el lepenazo de 2002, cuando el ogro Le Pen eliminó al socialista Lionel Jospin en la primera vuelta de las presidenciales.
Antes y después de esa fecha, esos mismos representantes de la "elite", como dicen los Le Pen, acompañados en los coros por la prensa bienpensante y experta en la política del avestruz, encontraba un arma  contra el FN: el vituperio y la descalificación no sólo de sus líderes -perfectamente lícito- sino, más grave, insulto y desprecio a sus votantes.
Y conviene hablar de esos votantes del Frente Nacional. Para sorpresa de muchos, los jóvenes franceses, “el futuro de Francia”, como dirían los cursis,ponen su esperanza en  el partido que muchos sólo saben definir como ultra y extremista. En Francia, el Podemos y la indignación juvenil en general no van a la izquierda de la izquierda. El FN se lleva el 30% del voto entre los menores de 35 años. Por encima del respaldo obtenido entre los mayores de 60, un 21%.
Que la juventud francesa ponga sus esperanzas en la familia Le Pen es sintomático del panorama político, económico y social francés. Que los obreros (43%) y empleados (38%) voten en masa al FN ya no es ninguna sorpresa, pues es una dinámica que viene constatándose desde hace años.

La crítica al 'austericidio' es cosa del FN

En Francia, la retórica sobre el austericidio, la “lucha contra el holding de las finanzas” y “la oligarquía” es compartida, sílaba por sílaba, por el FN y los izquierdistas del Frente de Izquierda, PCF incluido. Los resultados en las urnas parecen dejar bien claro que ese discurso es más creíble en boca de Jean-Marie, Marine y su sobrina, la diputada Marion Marechal Le Pen, que en labios del sulfuroso y agitado Jean-Luc Melenchon. Este político, militante del PSF desde 1977, decidió un día que estaba más a la izquierda que su entonces amigo y camarada, Manuel Valls. Hoy conduce a su formación a tristes resultados electorales y hunde de paso a unos comunistas que no se fían de él, pero que creen que hacen más el ridículo solos que coaligados.

El Frente Nacional convence pues a jóvenes, obreros, anticapitalistas, nacionalistas y a los llamados petits blancs, eso franceses que no han tenido el dinero suficiente para abandonar los barrios que los inmigrantes y sus hijos, ya franceses, ocupan y donde esos blanquitos sufren el desprecio, la discriminación y las agresiones de una parte de sus nuevos vecinos. Pero claro, reconocer esto en Francia es un delito que vale el calificativo de populista, cuando no de fascista. Lo mismo que denunciar el pánico al islamismo que se instala en esos mismos guetos, sin que la gauche caviar y la derecha trincona se atrevan a reconocerlo.  

El refugio de 'los olvidados'

Esos ciudadanos, olvidados por los partidos tradicionales y despreciados por la izquierda; los trabajadores que ven desaparecer su puesto en industrias no reformadas cuando se debía; esa juventud a la que se le cierra toda posibilidad de obtener un salario hasta haber trabajado gratis como becario hasta más allá de los 25 años; esa clase media machacada por los impuestos y que sufraga el paraíso social menguante de los aprovechados, y muchos funcionarios, antes voto seguro del PSF, que han empezado a trastocar sus convicciones.

Pocos se han atrevido en Francia, hasta ahora, a denunciar esa política de diabolización e insulto sistemático durante años contra el FN y sus votantes. Algunos de esos guardianes que antes querían boicotear en los debates y en la prensa a Le Pen insistían anoche en que no se debía haber desdiabolizado al FN. Como si el paro, la degradación de la industria y la pérdida de competitividad de Francia pudiera seguir ocultándose; como si el considerar estúpidos e infantilizar a los ciudadanos fuera el mejor bálsamo anti-Le Pen.

Hollande, perdido. Valls, frustrado. El PSF, hundido

Marine y su padre, henchidos de alegría e hinchados de votos, piden la dimisión del Primer Ministro, Manuel Valls. Él era el llamado a frenar el empuje rampante del Frente Nacional. Él ha sido convocado a última hora por el presidente más impopular de la historia de la Francia moderna para enderezar una política errática y poco exitosa en los dos primeros años de mandato social-ecologista. Las medidas económicas de urgencia para perdonar algunos euros en los impuestos a las familias más pobres han servido, de momento, para poco. Por supuesto, Jean-Marie y su hija, también estaban obligados a pedir la disolución de la Asamblea.

Hollande no llegará a tanto, al menos  de momento. Aunque bien podría un día llamar a elecciones anticipadas, conservar la Presidencia, y pasar el bastón de mando a un primer ministro de derechas que se rompiera la crisma contra la crisis. Con una credibilidad bajo cero, el inquilino del Elíseo ya no atrae la atención ni cuando anuncia reuniones de urgencia, como la que celebró este lunes. Pocos creen en milagros y, especialmente, en el de la creación de empleo, la gran pesadilla de un presidente que se decíanormal. Hollande, Valls y su guardia pretoriana pidieron a sus asesores de comunicación describir la catástrofe electoral del domingo como “un seísmo”. Poco original, pero justo.
Una derecha sin líder ni línea política
Adjetivos parecidos utilizaron otros grandes derrotados. Los centro-derechistas de la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Para ellos, la culpa del avance espectacular del FN es, por supuesto, el descalabro del Gobierno socialista. Pero la UMP fue incapaz de ganar, como pretendía, el asalto a los Le Pen. Un partido infectado por las luchas de líderes, tras lahibernación de Sarkozy, y cuyo actual jefe, Jean François Copé, es sospechoso de haber sobrefacturado los trabajos hechos para el partido por la empresa de un amigo, tiene pocas lecciones que dar a sus rivales socialistas. Dos años después de su derrota en las urnas, no han encontrado todavía una línea política para contrarrestar la atracción del FN ni nuevas ideas para afrontar la crisis, diferenciadas de las que aplica el PSF.
Le Pen, el Elíseo bien vale una vuelta por Bruselas
La lectura nacional del escrutinio europeo era inevitable en Francia, como en todos los países de la UE. Con el 25 por ciento de votos, el FN envía a Bruselas 24 diputados y Francia tiene el honor de acaparar los titulares internacionales por su rechazo a Europa y por los protagonistas visibles de ese resultado. En Francia, la UE seguirá contando poco para los partidos políticos, si no es como cabeza de turco de sus propios fracasos. La preocupación seguirá dentro del Hexágono. Los que en estas últimas semanas han estado denigrando en mayor o menor grado a Europa sólo piensan ya en la cita de las presidenciales de 2017. Hollande ya dijo que no será candidato si la situación económica no mejora. La UMP no encuentra el sustituto para un añorado Sarkozy, perseguido por los escándalos judiciales. 

Marine Le Pen sueña un poco más, gracias a la UE, con ocupar el Palacio del Elíseo y dirigir los destinos de Francia. Si ese día llega, sus rivales ya no podrán culpar a Europa.

Fuente                            Luis Rivas
elconfidencial

jueves, 29 de mayo de 2014

LA HISTORIA EN COMÚN



Un genio español que levantó el Imperio ruso

El creador del primer telégrafo en España se convirtió en uno de los más laureados ingenieros e inventores de Rusia.
Con su participación se construyó también la primera carretera importante de Rusia: el trayecto San Petersburgo-Nóvgorod-Moscú. Dirigió hasta el final de su vida el Instituto de Vías de Comunicación de San Petersburgo, fundado a iniciativa suya, una institución que sentó las bases de la escuela de ingeniería rusa.
Su primer proyecto ruso fue el acueducto de la fuente, que muestra a una muchacha con una jarra, situado en el parque de Catalina, en las afueras de San Petersburgo. Como nota de color, valga decir que la fuente aparece en algunos versos de Pu­shkin y Ajmátova. Betancourt predicó los principios de la belleza, la sencillez y la comodidad. En ocasiones contemplaba alguna máquina y exclamaba: “Qué horror... probablemente se romperá pronto”.
Participó también en la construcción del Manezh de Moscú —principal centro de exposiciones de la capital—, para el que se proyectó un techado sin apoyos intermedios que cubriría una superficie de dimensiones enormes para la época (166 x 45 metros), un espacio que permitía marchar libremente en su interior a un regimiento de soldados completo. Antes de erigirlo, buscando el lugar adecuado para levantarlo, paseó mucho por los alrededores del Kremlim. 
El emperadorAlejandro I ordenó construir el Manezh junto al puente Borovitski, pero el ingeniero español escogió un lugar que permitiera incluir el nuevo edificio en el paisaje histórico sin ocultar el Kremlin. Así se hizo. Respecto a este edificio, pocos saben que su tejado no es simétrico: la parte por donde entra el sol es más ancha que la zona cubierta por la sombra. El motivo: que la cubierta pueda soportar las fuertes nevadas de Moscú sin derrumbarse. 
Betancourt fue asimismo miembro de la comisión para la construcción de la catedral de San Isaac en San Petersburgo. Gracias a los mecanismos elevadores in­tro­ducidos en sus proyectos se pudieron montar las columnas de la catedral y la columna de Alejandro, situada en la plaza Dvo­rotsóvaya de San Petersburgo. Para levantarla fueron necesarios 2.000 soldados y 400 obreros. Fue también Betancourt quien construyó el primer puente sobre el río Neva y otro en arco sobre el Málaya Nevka, entre las islas Aptekarski y Kamenni. Ambas construcciones se convirtieron en obras maestras del diseño de la época.
El español asumió asimismo proyectos inesperados. Tras la guerra con Napoleón, apareció en Rusia una enorme cantidad de dinero falso introducido por los agentes del mandatario francés. Sobre el país se cernía la amenaza de una crisis económico-financiera cuando, a partir de un proyecto suyo, se puso en marcha la construcción de una fábrica de papel moneda (Gosznak), que hoy sigue vigente.
Espía industrial
Lo que casi nadie sabe, cuenta Olga Yegórova, es que Betancourt fue “el primer espía industrial del mundo”.
“El Gobierno español le pagó una cuantiosa suma de dinero para que recopilara los mejores avances tecnológicos y luego los diera a conocer en su país natal”, subraya la historiadora.
No obstante, a pesar de su brillante carrera, al final el constructor acabó cayendo en desgracia y el emperador ruso lo apartó de todos sus cargos. En 1823 murió su amada hija Agustina al dar a luz, lo que acabó afectando a la salud del científico. Betancourt fue enterrado en el cementerio Smolénskoye para después ser trasladado al monasterio de Alexánder Nevski. Su tumba se encuentra en la calle que lleva su nombre, Betancourt (ulitsa Betankúrovskaya). Su lápida es la más alta de esta necrópolis donde está enterrada la aristocracia rusa.
Como muestra de su trascendencia en Rusia, el trayecto San Petersburgo-Moscú está cubierto por un tren de lujo denominado Smena: A. Betancourt. Uno de los planetas menores del sistema solar —clasificado con el número 11446— fue bautizado con su nombre, y en 1995 el Ministerio de Vías de Comunicación de Rusia creó la medalla conmemorativa Betancourt, que fue concedida al rey Juan ­Carlos I en su segunda convocatoria.
Fuente                                Daria Antípova

miércoles, 28 de mayo de 2014

FRENTE A LA EUROPA DE LOS MERCADOS



Europa imperium, Europa soberana 
Hace ya un cuarto de siglo, Europa aparecía como la solución de casi todos los problemas. Hoy es percibida como un problema más. Con la desilusión, arrecian los reproches
A la Comisión Europea le afeamos todo: multiplicar las normas, intervenir en lo que no le concierne, querer castigar a todo el mundo, paralizar nuestras instituciones, organizarse de forma ininteligible, carecer de legitimidad democrática, anular la soberanía de los pueblos y las naciones, no ser más que una máquina de desgobierno. En la mayoría de los países, las opiniones positivas sobre la Unión Europea están en caída libre desde hace al menos diez años. En Francia, el porcentaje de los que piensan que “la pertenencia a la Unión es mala” ha saltado del 25% en 2004 al 41% en 2013. Más recientemente, un sondeo Ipsos reveló que el 70% de los franceses desean “limitar los poderes de Europa”.
Es un hecho que la Unión Europea vive una crisis de legitimidad sin precedentes. También lo es que en el espectáculo que ofrece no hay nada capaz de entusiasmar. 
Pero ¿cómo hemos llegado a esto?
La “deconstrucción” de Europa comenzó a principios de los 90, con los debates sobre la ratificación del tratado de Maastricht. Desde entonces, el futuro de Europa aparece como algo esencialmente problemático y muchos europeos empiezan a desencantarse. A medida que la globalización despertaba nuevos temores, la gente comprendió  que “Europa” no garantizaba un mayor poder adquisitivo, una mejor regulación de los intercambios comerciales, una disminución de las deslocalizaciones, la regresión de la criminalidad, la estabilización de los mercados de empleo o un control  más eficaz de la emigración, más bien lo contrario. La construcción europea aparece ahora no como un remedio frente a la globalización, sino como una etapa de la misma.
Desde el principio, la construcción europea se desarrolló en contra del sentido común. Se cometieron cuatro errores esenciales:
1.- Partir de la economía y del comercio en vez de la política y de la cultura, suponiendo que, por un “efecto trinquete”, la ciudanía económica desembocaría mecánicamente en la ciudadanía política.
2.- Empeñarse en crearla desde arriba, en lugar de construirla desde abajo.
3.- Ampliarla precipitadamente a países mal preparados, en vez de  profundizar en las estructuras políticas existentes.
4.- No haber querido establecer con claridad las fronteras de Europa ni las finalidades  de su construcción.
Obsesionados por la economía, los “padres fundadores” de las Comunidades Europeas marginaron deliberadamente la cultura. Su proyecto originario aspiraba a fundir las naciones en espacios de acción de un nuevo género y desde una óptica funcionalista. Para Jean Monnet y sus amigos, se trataba de entretejer las economías nacionales en una trama tan densa que la  unión económica vendría como consecuencia necesaria, al revelarse menos costosa que la desunión. No olvidemos que el  primer nombre de “Europa” fue “Mercado Común”. Este economicismo inicial ha favorecido la deriva liberal de las instituciones, así como la lectura esencialmente económica de las políticas impulsadas por Bruselas. Lejos de abrir el camino a la Europa política, la hipertrofia de la economía causó su despolitización, la consagración del poder de los expertos y la práctica de estrategias tecnocráticas.
En 1992, con el tratado de Maastricht, la Comunidad Europea se convirtió en Unión Europea. Este deslizamiento semántico también es revelador, porque lo unido es evidentemente más débil que lo común. La Europa de hoy es ante todo la de la economía y la lógica del mercado, el punto de vista de las élites liberales, para las cuales no tendría por qué ser más que un vasto supermercado, obediente solo a la lógica del capital. (...)
A esta orientación liberal se añade una crisis moral. Europa, obsesionada por el universalismo del que ha sido vector durante siglos, ha interiorizado un sentimiento de culpabilidad y de negación de sí misma que ha acabado por configurar su visión del mundo. Se ha convertido en el único continente que quiere estar “abierto a la apertura”, sin considerar lo que él mismo podría aportar a los demás.
Es un hecho que Europa, desde sus orígenes, ha querido conceptualizar lo universal, que ha pretendido ser, para bien y para mal, una “civilización de lo universal”. Pero “civilización de lo universal” y “civilización universal” no son sinónimos. Como dice un hermoso proverbio muy citado, lo universal es, en su mejor sentido, “lo local sin los muros”. Pero la ideología dominante desconoce la diferencia entre “civilización universal” y “civilización de lo universal”. Por orden de sus representantes, Europa quedó obligada a ignorarse a sí misma y a arrepentirse de lo que todavía se le autorizaba a recordar, mientras la  religión de los derechos del hombre universalizaba la idea de Identidad. Un humanismo sin horizonte se ha erigido en juez de la historia, imponiendo la ausencia de distinción como un ideal redentor y cuestionando siempre la pertenencia, que es lo que singulariza. Como ha dicho Alain Finkielkraut, “esto significaba que, para no excluir a nadie, Europa debía deshacerse de sí misma, borrar sus orígenes, no conservar de su herencia más que la universalidad de los derechos del hombre (...) No ser nada es la condición necesaria para que no nos cerremos a nada ni a nadie”. “Vacuidad sustancial, tolerancia radical”, ha afirmado en el mismo sentido el sociólogo Ulrich Beck, cuando realmente es lo contrario: es el sentimiento de vacío lo nos hace alérgicos a todo.
Solos en el mundo, los dirigentes europeos huyen de considerarse los garantes de una historia, de una cultura, de un destino colectivo. Bajo su influencia, Europa no deja de repetirse que su pasado no tiene nada que decirle. Los billetes de euro lo demuestran a la perfección: en ellos no hay más que estructuras vacías, arquitecturas abstractas, jamás un rostro ni un paisaje. (...)
Sin embargo, pese a todas las decepciones que la construcción europea ha significado hasta hoy, una Europa políticamente unida es más necesaria que nunca. ¿Por qué? En primer lugar, para que los pueblos europeos, desgarrados durante demasiado tiempo por guerras, conflictos y rivalidades de todo tipo, sean conscientes de su pertenencia a una misma cultura y civilización y puedan asegurarse un destino común sin tener que  volver a enfrentarse. Pero también por razones que atañen al momento histórico que vivimos. (...)
La globalización engendra  un mundo sin exterior, donde el espacio y el tiempo quedan virtualmente abolidos, mientras consagra la impotencia creciente de los Estados nación. En la época de la modernidad tardía, o de la posmodernidad naciente, el Estado nación, en crisis desde los años 30, es cada día más obsoleto, mientras que los fenómenos transnacionales no dejan de expandirse. No es que el Estado haya perdido todos sus poderes, es que ya no puede enfrentarse solo a influencias desplegadas a escala planetaria, empezando por la del sistema financiero. En un universo dominado por la incertidumbre y los riesgos globales, ningún país puede confiar en su capacidad para dominar los problemas que le afectan. Dicho de otra manera, los Estados nacionales ya no son las entidades básicas para resolver los problemas nacionales. Demasiado grandes para responder a las demandas  cotidianas de los ciudadanos, son al mismo tiempo  demasiado pequeños para afrontar desafíos y exigencias planetarias. El momento histórico que vivimos es el de la acción local y el de los bloques continentales. (...)
Todos sabemos que no hay medida común entre una Europa que aspire a constituirse en potencia política, autónoma y soberana, con fronteras claramente definidas e instituciones políticas comunes, y otra Europa que se limite a constituir un vasto mercado, un espacio de librecambio. (...)
Europa es un proyecto de civilización o no es nada. En este sentido, implica una determinada idea del hombre. Esta idea es, en mi opinión, la de una persona autónoma, con raíces, que rechaza con un mismo gesto el individualismo y el colectivismo, el etnocentrismo y el liberalismo. La Europa que yo invoco es la del federalismo integral, único capaz de realizar de manera dialéctica el necesario equilibrio entre la autonomía y la unión, la unidad y la diversidad. Sobre estas bases, Europa debería ambicionar ser al mismo tiempo una potencia soberana, capaz de defender sus intereses;  un polo de orden en la globalización,  en un mundo multipolar,  y un proyecto original de cultura y de civilización.
De momento, lo vemos muy bien, la situación está bloqueada. Queríamos la Europa de la cultura y tenemos la de los tecnócratas. Sufrimos los inconvenientes de la moneda común sin aprovechar sus ventajas. Vemos cómo desaparecen las soberanías nacionales sin que se afirme la soberanía europea que necesitamos. Vemos a Europa ofrecerse como auxiliar y no como adversaria de la mundialización. Vemos cómo legitima las políticas de autoridad, de la deuda y de la dependencia de los mercados financieros. La vemos declararse solidaria de América en su nueva guerra fría contra Rusia, dispuesta a firmar con los americanos un acuerdo comercial transatlántico que nos llevaría al total sometimiento. La vemos amnésica, olvidada de sí y por ello incapaz de descubrir en su pasado razones para proyectarse en el futuro. Vemos cómo rechaza transmitir lo que ha heredado, incapaz de formular un gran proyecto colectivo. La vemos salir de la historia, a riesgo de convertirse en objeto de la historia ajena.
¿Cómo salir de este encierro? Este es el secreto del porvenir. Aquí y allá se esbozan alternativas. Todas merecen nuestro estudio, pero sabiendo que el tiempo se nos acaba. He citado mucho una frase de Nietzsche: “Europa solo se hará al borde de la tumba”. Es sabido que Nietzsche también apelaba a los “buenos europeos”. Muy bien, seamos “buenos europeos”: alcemos nuestra voz para que aparezca de una vez el Estado europeo, el imperium europeo, la  Europa autónoma y soberana que queremos forjar y que nos salvará de la tumba.
Fuente                                    Alain de Benoist

martes, 27 de mayo de 2014

DESDE LA HETERODOXIA



La política económica ha fracasado

Llevamos años en los que los políticos de turno, éstos y los anteriores, no dejan de tratarnos como niños, de esconder una realidad dolorosa, de ocultar el empobrecimiento de la inmensa mayoría de los españoles. Y todo por proteger un entramado político, económico y mediático quebrado. Nos mienten descaradamente, compulsivamente, cínicamente. Estábamos en ésas cuando, de repente, inesperadamente, los datos de empleo de la Encuesta de Población Activa del primer trimestre del año en curso nos devuelven a la dura realidad, España continúa destruyendo empleo. Profundizando un poquito más en los datos, veremos como la radiografía es aún peor de lo que aparenta.
Por eso, llama la atención la reacción del ínclito monclovita, “estoy muy contento, las cosas van bien”. Alucinante, ¿verdad? Tratan de desviar la atención y, en plena anestesia colectiva suministrada por los discípulos “goobelianos” patrios, estiman que sus conciudadanos ya admiten cualquier trágala. Ahora se agarran a los datos de crecimiento económico, del PIB. Pero háganme caso, olvídense de ellos. Serán “ajustados” a la baja en las revisiones posteriores que el propio Instituto Nacional de Estadística (INE) hace, tanto en agosto de este año y, sobretodo, en 2015, una vez dispongan de toda la información necesaria. Ya pasó con los datos de 2010 y 2011. Y donde dije digo, ya verán que sorpresa.
El mercado laboral continúa en la UVI
Las cifras del mercado laboral correspondientes al primer trimestre de este año no pueden ser más desalentadoras. Pero por encima de todo hay tres rasgos duros, muy duros. Primero, la ocupación baja en 184.600 personas este trimestre, hasta un total de 16.950.600, niveles de 2002. Pero la gran sorpresa para la inmensa mayoría de los economistas patrios es que además también desciende el número de ocupados cuando se ajustan por estacionalidad.
Segundo, el número de activos cae en este trimestre en 187.000 personas, hasta situar la población activa en 22.883.900. La tasa de actividad se sitúa en el 59,46%, la más baja desde el segundo trimestre de 2007. Con ello se está hundiendo nuestro crecimiento potencial. Únase a ello la realidad demográfica, un envejecimiento acelerado de la población.
Tercero, el tipo de empleo es muy precario. El empleo indefinido sigue cayendo (210.000) mientras el temporal repunta (152.500); los contratos por horas suben (55.700) y los de jornada completa descienden (-135.200). Además las horas extra no pagadas crecen hasta representar el 60% del total. Como corolario final, se hunden los salarios, de ahí que la recaudación de la Seguridad Social corra su curso, a la baja. Y de estos lodos, la actual deflación.
Fracaso de la política económica del Gobierno
Lo que subyace en la dinámica de nuestra querida España, es el fracaso más estrepitoso de la política económica, de los economistas. Todos los análisis que se hicieron sobre la economía española presentaban dos clarísimas deficiencias. En primer lugar, un diagnóstico erróneosobre las razones que provocaron la actual crisis sistémica. En segundo lugar, y derivado de lo anterior, las recetas ofrecidas ahondaron aún más el empobrecimiento de nuestro país.
España ni tenía ni tiene ningún problema de competitividad. Nuestras exportaciones crecen de manera espectacular desde principios de los 90, tanto en márgenes intensivos como extensivos. El problema era otro, un modelo de crecimiento económico muy lucrativo para las élites patrias, oligopolios varios y sus apéndices políticos. Salvo el sector industrial y exportador, todo lo demás era una gran mentira, un puro espejismo, una mera burbuja inmobiliaria y una orgía de endeudamiento masivo inducido por un sistema bancario descontrolado.
Llevamos más de cinco años de mentiras, de engaños, de falsedades. Los organismos multilaterales y nuestras autoridades económicas están ocultando la realidad de España. La situación de nuestro país bajo la actual dinámica es insostenible. Tenemos un volumen de deuda privada y pública que no se va a poder pagar, salvo que pretendamos arruinar las expectativas de vida de los españoles. Lo que empezó siendo un problema de deuda privada ha acabado contaminando definitivamente a la deuda pública. Las dinámicas de ambas están ya fuera de control. Bajo este escenario, quien financió esta deuda, el sistema bancario, es insolvente. Todo se resume en una idea sencilla, no hay dinero para implementar ninguna política económica. Y esta es nuestra realidad.
Cómo generar empleo
Es curioso, aquellos que se llenan la boca a la hora de hablar de rigideces, de exigir reformas, eufemismo con el que se refieren a la necesidad de recortar salarios y de acabar con el Estado del Bienestar, se olvidan realmente de que son ellos quienes representan una carga para sus conciudadanos. Obvian que son sus oligopolios –sistema bancario, constructoras, eléctricas, petroleras, telecomunicaciones…- quienes lastran la modernización de nuestro país.
Si realmente queremos reformar nuestra economía, empiecen por mejorar las condiciones salariales y formativas del factor trabajo e implementen definitivamente aquello que urge. Busquen y creen mecanismos de financiación alternativos al bancario. Solucionen el problema energético de nuestro país, atrévanse a fijar el precio de la energía como un mark-up o margen sobre sus costes fijos. Hagan todo lo necesario para que la vivienda sea un bien de uso accesible y no un bien de inversión. Obliguen definitivamente a que los pagos a proveedores se hagan en un plazo máximo de 20 días. No se olviden de reordenar y reducir el sistema bancario a costa de sus acreedores y gerencia. Y, por favor, tiren de una vez por todas a la basura toda la teoría económica neoclásica en la que se apoyan. Además de ser una farsa, es lúgubre, esperpéntica, triste.
Ah, se me olvidaba, léanse uno de los últimos trabajos recientes del Fondo Monetario Internacional, me imagino que nada sospechoso para ustedes, ¿verdad? Se titula Redistribution, Inequality, and Growth, algo así como Redistribución, Desigualdad y Crecimiento, donde se demuestra que la baja desigualdad después de impuestos está altamente correlacionada con un crecimiento más alto y duradero, y que las políticas redistributivas no tienen un impacto negativo en el crecimiento, al revés el gasto en sanidad y educación es positivo. ¡Y miren que hace tiempo que les recomiendo seguir a los postkeynesianos!
Fuente                                Juan Laborda

lunes, 26 de mayo de 2014

ELECCIONES EUROPEAS 2014 25-M




Elecciones europeas del 25-M: Un fracaso conjunto y sin paliativos del PP y el PSOE

La política española ha llegado a límites tan deplorables que en los comicios europeos del 25-M, y por primera vez en el nuevo régimen democrático, se ha generado una respuesta electoral en la que, aun habiendo ganado el PP en strictu sensu, también puede decirse en lato sensu que los partidos nacionales más votados han perdido y que los menos votados (y otros emergentes) han ganado. Es decir, que junto a una lectura ajustada y clásica de los resultados existe otra más amplia que los reinterpreta de forma restringida o contrapuesta.
Claro está que en cualquier proceso electoral hay forzosamente un partido o una candidatura ganadora, aunque sea por la mínima diferencia, frente al conjunto de alternativas perdedoras. Eso es cierto e incuestionable.
Pero las circunstancias en las que se ha producido la victoria del PP con 16 eurodiputados, seguido del PSOE con 14, no deja de cuestionar su victoria (pírrica) y también su futuro electoral más inmediato, situación paradójica que afecta también al PSOE como primer partido de la oposición, que ya venía situado en posición de ‘empate técnico’ con el PP en los sondeos electorales previos más solventes y que al fin y al cabo tendrá que digerir su mismo desmerecimiento político y social.
Por el contrario, partidos hasta ahora minoritarios a nivel nacional y con muchos menos recursos de todo tipo, que en el cómputo global de los resultados han quedado en posiciones más retrasadas, pueden considerarse auténticos ganadores al haber emergido con fuerza, rompiendo la previa hegemonía política PP-PSOE. Mientras algunos otros -sólo con implantación autonómica- han ganando de calle las elecciones europeas en su ámbito territorial, con el handicap de haber identificado plenamente su campaña con la aspiración independentista, que desde luego son palabras mayores.
La reversión de la representatividad política
Esta es la realidad del 25-M, anticipada desde hace tiempo en nuestras habituales Newsletters, hagan las lecturas interesadas que hagan cada uno de los partidos en liza y sobre todo el PP y el PSOE, que, como decimos, son los auténticos derrotados, cada uno de por sí, también en su conjunción y sin que quepan al respecto dudas ni paños calientes paliativos.
La primera gran evidencia de la derrota PP-PSOE (partidos que patrocinan el llamado ‘bipartidismo imperfecto’), es la bajísima participación electoral a la que se ha llegado de forma evolutiva, reflejada en el cuadro adjunto: un 44,7% (cifra oficial del Parlamento Europeo). Porcentaje tan exiguo que invalida los resultados en términos no sólo estadísticos, sino también éticos y políticos, porque como es obvio deja sin representación al 55,3% del censo electoral, que constituye la mayoría absoluta del país. Puede decirse, por consiguiente, que, aun como ganador, el PP –que es el partido en el Gobierno- ahora sólo representa a poco más del 12% de los españoles con derecho a voto (o representables), sin que como es lógico pueda aducirse nada mejor en defensa de los resultados aún más negativos del PSOE. Y punto.
ELECCIONES EUROPEAS
 AÑO
 % Participación
en Europa
 % Participación
en España
1979
61,99
---
1984
58,98
---
1989
58,41
54,71
1994
56.67
59,14
1999
49,51
63,05
2004
45,47
45,14
2009
43,00
44,90
2014
43,11
44,70
Por ahora, la verdadera representación de España en el Parlamento Europeo, y por extensión en la Comisión Europea, sigue siendo la abstención: la de la España real que abomina de la clase dirigente y de los partidos políticos en general (la política en sí misma sería otra cosa), y no la irreal que subyace en la España oficial. De esta forma, en puridad estadística, incluso los dos partidos mayoritarios -PP y PSOE- que han logrado 30 escaños de los 54 asignados a la circunscripción española, sólo se representan a sí mismos, con su  cada vez más escasa afiliación de andar por casa y sus intereses estrictamente grupales.
¿A qué trabajadores, a qué familias, a qué jóvenes, a que organizaciones de representación social… van a defender esa falsa mayoría de eurodiputados españoles, si sus teóricos representados les han negado el voto y retirado la confianza política de forma masiva…? ¿Y quiénes van a escuchar sus manidos discursos europeístas y sus falsas promesas de reformas políticas regeneracionistas…? ¿Acaso han reconocido siquiera en sus campañas electorales el fenómeno de la corrupción política o se plantean seriamente su erradicación…?
Antes al contrario, todo indica que, por ahora, la sociedad española en su conjunto -la real y estadísticamente mayoritaria- visualiza a sus europarlamentarios como cómplices de la tiranía económica muñida en Bruselas, o al menos de su incompetencia política, y enemigos declarados del Estado llamado ‘social’, razón por la que han sido elegidos con tan poco respaldo ciudadano… Volcado el PP en la lucha contra el euroescepticismo y en la defensa del actual modelo europeo de desarrollo, es obvio que se ha desentendido de la realidad española, mientras las posiciones timoratas del PSOE le hacen navegar también por derroteros muy parecidos.
Y ello con independencia de que, además, la participación general en las elecciones europeas, es decir la registrada en el conjunto de la Unión Europea (sólo un 43,11%), sea igual de pobre y siga estancada también de forma evidente bajo mínimos de representatividad social. Aún peor es que ese déficit esté todavía más lastrado democráticamente con el crecimiento de los partidos euroescépticos, xenófobos y sobre todo de la ultraderecha.
Paradoja: los ganadores decrecen y los perdedores crecen
Obviamente, esta argumentación o especie de ‘regla de tres’ aplicada a la participación y/o abstención electoral, que deslegitima la representación política resultante, también es aplicable al resto de los partidos y coaliciones presentes en la pugna electoral. Lo que sucede es que, aun siendo así, mientras unos (los relativamente más votados PP y PSOE) han perdido apoyo electoral de forma muy significada, otros (los teóricos perdedores menos votados) lo han ganado y están en línea de crecimiento, al margen de otros partidos nuevos que también han obtenido representación en el Parlamento Europeo.
En relación con la situación preexistente, o sea con los resultados obtenidos en las elecciones europeas de 2009, el PP ha perdido un 16,26% de votos (pasando del 42,3% al 26,04%) y el PSOE un 15,57% (pasando del 38,6% al 23,03%). Mientras que IU ha ganado un 6,29% (pasando del 3,7% al 9,99%) y UPyD un 3,57% (pasando del 2,9% al 6,47%). Con el añadido de los tres nuevos partidos que acaban de obtener escaños europeos: Podemos con el 7,94% de votos y 5 escaños, Ciutadans con el 3,16% de votos y 2 escaños y Primavera Europea con el 1,9% de votos y 1 escaño.
Y vistos los resultados del 25-M en su conjunto, es evidente que las dos fuerzas políticas mayoritarias (PP y PSOE) han tirado por la borda un importante respaldo social del 31,83%. Mientras que otras dos fuerzas también nacionales hasta ahora muy minoritarias (IU y UPyD) han ganado un respetable 9,86% de electores y los tres partidos emergentes (Podemos, Ciutadans y Primavera Europea) otro 13% aún más considerable.
Y este es un dato directo sobre votos emitidos y válidos sin desviaciones de representatividad porque el reparto de escaños se realiza con criterios de proporcionalidad, no afectado por la aplicación de la Ley D’Hont que en las demás elecciones españolas prima a los partidos más votados y castiga a los menos votados (así el PP ha obtenido 16 escaños, el PSOE 14, IU 6 y UPyD 4, frente a los 24 escaños, 23, 2 y 1 que obtuvieron en las anteriores elecciones de 2009).