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sábado, 31 de agosto de 2013

GIBRALTAR: UNA DE PIRATAS



Duelo a la sombra

Cuando en 1839 el emperador chino prohibió la importación de opio, dados los estragos que estaba causando entre su población, ¿saben ustedes lo que hicieron los ingleses?.Pues nada más y nada menos que despachar sus cañoneras por los ríos Amarillo y Azul bombardeando a diestro y siniestro hasta que el pobre emperador no tuvo más remedio que claudicar, firmando el Tratado de Nanking, por el que los británicos conseguían seguir vendiendo el opio que compraban en la India y el sudeste asiático, quedándose, como propina, con Hong Kong.
 

Estos son, mis amables lectores, los ingleses, a los que hay que admirar en muchas cosas, el patriotismo en primer lugar, pero para los que el Derecho Internacional se reduce a “mis intereses están por encima de todo, y el que intente tocarlos, por más razones que le asistan, tendrá que vérselas con la Royal Navy”. 

¿Que eso es cosa del pasado, de los piratas convertidos en almirantes y las series históricas de la BBC? 

Tal vez lo crean Zapatero, Moratinos y unos cuantos devotos de la Alianza de Civilizaciones. Pero el resto del mundo, buena parte del cual ha sentido la pesada carga de la bota británica, sabe que sigue vigente. ¿Por qué se creen ustedes que la escuálida España de los años 60 del pasado siglo consiguió ganar la batalla diplomática de Gibraltar a una Inglaterra vencedora de la II Guerra Mundial? Pues porque en la ONU dominaba el bloque no alineado, que la conocía perfectamente y desde el primer momento se dio cuenta de que los gibraltareños no son una población subyugada, sino importada por la potencia colonial, para mantener su dominio sobre la Roca a través de una falsa descolonización y un derecho aún más falso de autodeterminación. 

Todavía recuerdo como si fuera hoy aquella noche del 19 de diciembre de 1967, tras votarse la resolución que daba la razón a España sobre el contencioso, ver subir al podio a lord Caradon, el embajador británico, para y decir a la Asamblea General, con tanta ira como falta de pudor, que no iban a cumplir aquella resolución por no ajustarse a los que ellos entendían por derecho. 

Así entienden los ingleses el Derecho Internacional.
Me ha venido a la mente esta escena al escuchar la noticia de que la Royal Navy se dispone a enviar navíos a Gibraltar. Esos son sus poderes y sus derechos, como hace un siglo, dos, tres. No sé lo que hará nuestro gobierno, pero tengo la esperanza de que, sin achantarse, no caiga en la provocación. 


Nuestros poderes y derechos son otros; un Tratado de Utrecht donde se dice que España cede tan sólo “la plaza de Gibraltar hasta sus murallas, sin jurisdicción territorial alguna ni comunicación alguna por tierra con el territorio circundante” y una resolución de la ONU donde se indica que Gibraltar tiene que ser descolonizado por negociaciones entre los gobiernos español y británico, teniendo en cuenta el principio de la unidad territorial y la integridad de los países. Pese a todos los retrocesos, errores, despistes y, también hay que decirlo, majaderías de nuestros ministros de Asuntos Exteriores, la doctrina internacional sobre Gibraltar es ésa. 

Con el añadido de que, hoy en día, es un paraíso fiscal, un vivero de todo tipo de actividades ilegales, desde el lavado de dinero a la venta de armas.
 

El objetivo anglo-gibraltareño después del atracón que se dieron con Moratinos, era la Bahía de Algeciras, que en algunas cartas náuticas inglesas figura ya como “Bahía de Gibraltar”. Es su hinterland, su campo de expansión, ya que por tierra lo tienen difícil. Esos bloques de cemento con pinchos que han arrojado a aquellas aguas vienen a ser su tarjeta de visita: “Aquí estamos nosotros”. 

Que se les haya hecho frente les ha sorprendido tanto como indignado. Y su reacción ha sido la de siempre.
 

Pero el mundo ha cambiado mucho desde que las cañoneras británicas decidían la ley y el derecho. Ha cambiado tanto que los ingleses han tenido que devolver Hong Kong a China. Gibraltar, obtenido también ilegalmente, aún lo retienen. Y lo retienen, más que por la Royal Navy, porque hay españoles que prefieren combatir a su gobierno que a quienes lesionan los intereses de su país.
Pero esa es otra historia. Más triste, desde luego.


Fuente
elespiadigital                                               José María Carrascal                 

viernes, 30 de agosto de 2013

EL DOBLE DISCURSO DEL SISTEMA


Democracia imperial: Hablar con la paz y ejecutar con los misiles

¿Hay que sorprenderse de que las potencias imperiales que sacralizan (e imponen) la vigencia de la “paz y la democracia” a nivel mundial, sean las mismas que invaden países, destruyen el planeta, masacran poblaciones, generan hambrunas colectivas y fabrican pobreza masiva a escala planetaria?

Las señales son múltiples: Elecciones “libres y democráticas” en países ocupados militarmente, los supermillonarios organizando fundaciones para “combatir la pobreza”, las corporaciones y bancos capitalistas liderando campañas mundiales de la “solidaridad”, las superpotencias imperiales (con EEUU a la cabeza) levantando las banderas de la “democracia y los derechos humanos”, presidentes de “izquierda” que gerencian Estados capitalistas de la derecha, potencias criminales (como EEUU y sus socios de la OTAN) que masacran militarmente a poblaciones civiles en nombre de la “paz”, son apenas muestras de una tendencia de desdoblamiento (entre el hacer y el decir) nivelada y aceptada en todo el planeta.

Y la frutilla de la torta: “El presidente estadounidense, Barack Obama, aceptó el Premio Nobel de la Paz en una ceremonia en Oslo, capital de Noruega, cuando aún retumban en el mundo los tambores de la guerra en Afganistán que hizo sonar hace sólo nueve días”, señalaba la cadena BBC en el 2009.

Pero el acto de defender la paz y justificar la guerra se presenta como delicado para Obama, cuando distintas encuestas de opinión reflejan dudas crecientes sobre sus méritos para recibir el mismo galardón que antes tuvieron personas como Nelson Mandela o la Madre Teresa de Calcuta”, subrayaba la cadena británica.

El estilo “suave y mesurado” de la BBC (una cadena imperial) omitía decir abiertamente lo obvio: El sistema capitalista y sus instituciones no tienen límites para el ejercicio del absurdo y del doble discurso.

Si la ONU y el Banco Mundial (instituciones del sistema capitalista creadas históricamente para el control imperial) lideran la “guerra contra la pobreza”.

 ¿Porqué Obama no pudo ser galardonado con el Premio Nóbel de la Paz?.

No por casualidad el gran inventor e impulsor del modelo de “doble discurso” a escala global es EEUU, la primera potencia del sistema capitalista dominante, que habla como paladín mundial de la “democracia” y los “derechos humanos”, pero gerencia efectivamente su poder imperial con el ejército y el arsenal nuclear más poderoso del planeta, cinco flotas con capacidad nuclear surcando las aguas del mundo y casi mil bases militares distribuidas por todos los puntos estratégicos del planeta.

Debajo de este paraguas de dominio hegemónico geopolítico-militar-nuclear, los gerentes de turno del Estado USA edifican sus discursos públicos sobre la base de la imposición de los “regimenes democráticos” y la “gobernabilidad en paz” monitoreados desde Washington, como está claramente explicitado en los documentos del Departamento de Estado.

EEUU, que tras el 11-S conquistó a sangre y fuego Irak y Afganistán (donde las fuerzas ocupantes asesinaron a centenares de miles de personas, principalmente civiles) impuso simultáneamente en ambos países ocupados por sus fuerzas militares el “régimen democrático” con elecciones periódicas donde los conquistados votan gobiernos controlados por los invasores.

Debajo del paraguas del Estado USA, la “realidad internacional” se construye sobre los parámetros establecidos del “doble discurso” capitalista, orientado a esconder la realidad del dominio imperial y la depredación planetaria realizada por los bancos y las empresas del sistema capitalista transnacionalizado.

Naciones imperiales como las potencias centrales europeas (que han fundado sus imperios en base a la ocupación militar, el sometimiento de pueblos y el esclavismo) se erigen como íconos universales de la “democracia” y de los “derechos humanos” e imponen las reglas de la virtud “civilizatoria” al resto de los países de la periferia subdesarrollada.

De la misma manera, los bancos y transnacionales capitalistas (que han acumulado sus activos empresariales sobre la base de la explotación histórica de países y de la depredación sistemática de los recursos naturales y el medio ambiente) financian ONGs y distintas organizaciones mundiales para “combatir la destrucción del medio ambiente”.

Organizaciones internacionales del sistema capitalista, como el Banco Mundial o el FMI (recurrentemente utilizadas como gendarmes y supervisores del macro-robo financiero a través del endeudamiento de los países más débiles) son designadas a su vez como baluartes internacionales de la “ética solidaria” y del combate estructural contra la pobreza en el mundo.

¿Hay que sorprenderse de que las potencias imperiales que sacralizan (e imponen) la “paz y la democracia” a nivel mundial, sean las mismas que invaden países, masacran poblaciones, generan hambrunas colectivas y fabrican pobreza masiva a escala planetaria?

¿Locura, estrategia o doble discurso?

Todo junto: El sistema capitalista es una síntesis de su propia demencia. De día democracia y derechos humanos, de noche exterminio masivo de población sobrante. En un momento las identidades se confunden: El sistema compra su propia alienación, y el “doble discurso” adquiere identidad de “normalidad aceptada” por las mayorías mundiales.

Tengan cuidado: El "Hombre y la Bestia" andan sueltos por el planeta, pero nadie los ve.La humanidad, programada por el mismo sistema, ya no sabe quién es quién.

Fuente 
iarnoticias                                                        Manuel Freytas

jueves, 29 de agosto de 2013

DESDE POSICIONES ALEJADAS



Obama se enfurruña con Putin

Mientras la prensa occidental describe la anulación de la cumbre Obama-Putin como la más grave crisis diplomática registrada desde el fin de la guerra fría y aplaude la firmeza de la Casa Blanca, la prensa china ve en ella un síntoma de la debilidad de Estados Unidos ante Rusia. Para Thierry Meyssan, se trata de un incidente sin verdadera importancia, de un simple aspaviento diplomático que no tendrá la menor consecuencia para la paz en Medio Oriente.

La Casa Blanca anunció en la mañana del miércoles 7 de agosto de 2013 que el presidente Barack Obama anulaba su viaje a Rusia y todo encuentro bilateral con el presidente Vladimir Putin. 

El presidente de Estados Unidos irá al encuentro del G20, previsto en San Petersburgo para los días 5 y 6 de septiembre, pero será únicamente para participar en esa cumbre internacional, sin reunirse con su homólogo ruso. Es la primera vez desde la época de la guerra fría que Washington manifiesta de esa manera su descontento ante Rusia.

Según la prensa estadounidense, las posiciones de los dos presidentes sobre la mayoría de los temas están tan alejadas que no tendrían nada que decirse. Los comentaristas presentan el asilo concedido al ex contratista de la NSA Edward Snowden como la gota que desbordó la copa. En una feliz coincidencia, el día anterior al anuncio de la Casa Blanca, el New York Times –diario, por supuesto, totalmente independiente del Poder– había publicado un editorial que exhortaba precisamente a ese boicot como respuesta a la fuga de Snowden [1]. El diario habla en ese editorial de la «decisión provocadora» de las autoridades rusas que concedieron el asilo a un individuo que no es víctima de una persecución motivada «por su raza, su etnia, su religión, su pertenencia a un grupo social o político o sus creencias» sino por «atentar contra la seguridad del Estado» (sic).

El hecho es que, de ser ese el verdadero motivo de la anulación, ello implicaría que Washington castiga a Moscú por defenderse del espionaje del que es objeto el propio Moscú, al igual que el resto del mundo.

Estaba previsto que el encuentro anulado se dedicaría a las relaciones militares entre Estados Unidos y Rusia: la reducción de los arsenales y el «escudo antimisiles». Las dos grandes potencias no han logrado reducir sus arsenales nucleares de forma significativa y cada una de ellas dispone aún del armamento suficiente para destruir el planeta varias veces. A pesar de los recortes presupuestarios, Estados Unidos siente repugnancia por la destrucción de una parte de su arsenal mientras que Rusia –cuyo ejército convencional está mucho menos bien equipado que su homólogo estadounidense– considera el armamento como un todo y se niega a separar las negociaciones sobre el desarme nuclear de las negociaciones sobre el desarme convencional.

En cuanto al «escudo antimisiles», Moscú rechaza esa engañosa apelación y denuncia que en realidad se trata de un sistema de armas de carácter ofensivo que apunta hacia Rusia. 

Tomándole la palabra a Washington, Vladimir Putin había propuesto que ese «escudo» se pusiese bajo un mando conjunto y que protegiese a las dos grandes potencias y sus aliados de cualquier dictador loco. Barack Obama respondió «No!». Putin exigió posteriormente que, en aras de eliminar la desconfianza, el despliegue del «escudo» se acompañara con una serie de garantías diplomáticas de que no sería utilizado contra Rusia. Y de nuevo Obama respondió que «No!»

Del lado ruso nadie duda que Barack Obama habría llegado a la cumbre con las manos vacías, habiéndose mostrado ya particularmente incómodo ante su homólogo ruso en sus encuentros anteriores.

Ahora que acaba de imponer al Pentágono un drástico paquete de recortes presupuestarios, a Obama le es imposible ir más lejos. Así que, en vez de reconocer que se halla en posición de inferioridad, ha utilizado el caso Snowden como pretexto para cancelar la cita. El Global Times, equivalente chino del New York Times –con la diferencia de que esta publicación sí se reconoce como vocero oficial de Pekín– señala en un editorial que Rusia sale vencedora del match Snowden y que Estados Unidos no dispone de ningún medio de presión sobre ella [2].

Esta anulación no tendrá, sin embargo, ninguna consecuencia para la paz en el Medio Oriente. 

Este mismo viernes los ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa de Rusia y Estados Unidos se reunieron discretamente en la capital estadounidense. John Kerry y Chuck Hagel no parecieron muy afectados o preocupados por la anulación de la cumbre Obama-Putin. Abordaron con sus homólogos rusos el tema de Corea del Norte y la evolución de Irán bajo la presidencia del jeque Hassan Rohani.

Y sobre todo conversaron sobre «objetivos comunes en Afganistán» y la «posible cooperación en Siria».

Fuente
redvoltaire                                                       Thierry Meyssan  


[1] «What’s the Point of a Summit?», por el equipo editorial del New York Times, 6 de agosto de 2013.
[2] «Winners and losers in Snowden fiasco», editorial del Global Times, 8 de agosto de 2013.

miércoles, 28 de agosto de 2013

EL EJERCICIO DEL PODER


"El ejercicio del poder"

Una película francesa que trata sobre la complejidad de la política y cómo el poder influye en la condición humana de quienes lo detentan. Es la segunda película del director galo Pierre Schoeller.

"La película más que de la política, habla sobre la crisis de la acción política. Un ministro, por mucho que tenga buenas intenciones, no puede acabar de actuar conforme a ellas. Por eso digo que hay como una especie de impotencia de la acción política que influye directamente en la creación de un abismo cada vez más grande entre la clase política y la población y eso es lo que he intentado mostrar con El ejercicio del poder".
                                             
                                                            Pierre Schoeller

martes, 27 de agosto de 2013

LA CRISIS DEL PODER BLANDO


La crisis del poder blando: ¿Que pasaría si las mayorías dejaran de votar?

¿Cómo hará el eje dominante EEUU-Europa para conservar la hegemonía mundial (del sistema capitalista imperial) si en sus propias metrópolis comienza a colapsar, además de los bancos y las empresas, el sistema que sostiene la credibilidad pública en las instituciones del control político y social?

En un escenario marcado por la crisis financiera recesiva y el desempleo masivo que se contagia aceleradamente tanto por las economías centrales del euro como por los países del Este, la Unión Europea celebró sus comicios con un récord de abstención donde la derecha y las tendencias xenófobas (expresada por los partidos "antinmigrantes") barrieron con la debilitada y decadente izquierda europea.

Los resultados ratificaron la encuesta del Eurobarómetro (sondeos de opinión pública), difundida por el Parlamento Europeo antes de los comicios, que revelaba que la confianza en las instituciones de la UE se desplomaba con la crisis financiera recesiva que ya se expande como un virus tanto por las potencias centrales como por la periferia subdesarrollada de la Europa continental.

El malestar social -señalaba la medición- se refleja en el marcado deterioro de confianza que en menos de cuatro meses han sufrido las instituciones comunitarias, como la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y el Banco Central Europeo, (BCE).

¿Que pasaría si este fenómeno emergente de la falta de credibilidad en los políticos y en las instituciones se extiende por la periferia subdesarrollada y emergente de Asia, África y América Latina?.

En otras palabras, ¿Qué pasaría con el sistema capitalista gobernado por la "democracia" si las mayorías dejaran de votar, o votaran en blanco, en las elecciones periódicas para elegir autoridades?.

Como primer efecto, las instituciones jurídicas y políticas del capitalismo quedarían "deslegitimadas" y el sistema establecido de "gobernabilidad" (y de dominio político y social) basado en la "democracia representativa" se derrumbaría a escala global.

En consecuencia, el sistema capitalista se vería obligado (para mantener el dominio) a recurrir al uso de la fuerza militar para preservar el "orden" político y social que le garantice el funcionamiento en "paz" de sus empresas y bancos a escala global.

La dinámica de este proceso de falta de credibilidad en los políticos y en las instituciones detonado por la crisis financiera también se verifica en los conatos de "ingobernabilidad" que producen  las reacciones (conflictos y estallidos) sociales y sindicales como respuesta a los despidos laborales detonados por la paralización económica.

Este fenómeno alimentado por el "escepticismo social" producido por la crisis económica amenaza a escala global al sistema de control y dominio imperial con el "poder blando".  

El "dominio en paz"

En los finales de los 80, la Unión Soviética ya casi había desaparecido como punto de referencia logística y organizativa de los movimientos revolucionarios, y Washington resolvía imponer un orden mundial de dominio basado en el pacifismo, la democracia y los derechos humanos.

El "proyecto Democracia" (sostenido como estrategia por el Departamento de Estado USA), o el "poder blando", fue presentado como alternativa sustitutiva (o complementaria) del "poder duro" militarista encarnado por los halcones conservadores del viejo Estado Nacional norteamericano.

El valor del término "poder blando"  como teoría política, fue aceptado por los analistas del sistema para diferenciar el dominio realizado en "democracia" frente a formas más violentas del control político y social con el llamado "poder duro".

La estrategia del control político y social por medios militares (de las dictaduras militares de la doctrina de seguridad nacional), fue sustituida gradualmente por administraciones civiles, poderes ejecutivos, parlamentos y cortes de justicia totalmente maleables a los intereses y objetivos de Washington y las trasnacionales capitalistas en los países dependientes de Asia, Africa y América Latina.

No obstante, y con el "poder blando" como alternativa de dominio,  la estrategia geopolítica  imperial norteamericana desarrolla simultáneamente -a nivel complementario- la estrategia del "poder duro" con despliegue militar-nuclear y bases desplegadas por todo el planeta, además de tropas listas para actuar allí donde la situación lo requiera.

De esta manera, por ejemplo en América Latina, la democracia made in USA convive con la cadena de bases y la Cuarta Flota cuya misión es preservar la hegemonía militar norteamericana en la región y rodear las grandes fuentes de energía, agua potable y biodiversidad que un futuro podrán asegurar la supervivencia del Imperio USA.

Antes de la crisis recesiva global  -nacida con la crisis hipotecaria de septiembre de 2008 en EEUU- que hoy ya se extiende por los países centrales, en las periferias del mundo subdesarrollado de Asia, África y América latina controladas por "gobiernos democráticos" se verificaba:

A) Crecimiento constante (y sin excepción) de las economías capitalistas de los países periféricos, acompañadas de ganancias siderales para los bancos y empresas que hegemonizan el control económico-productivo de esos países, y crecimiento desmesurado de los activos empresariales y fortunas personales.

A) Crecimiento paralelo, sostenido y sin interrupción, de la llamada "pobreza estructural" (falta de trabajo estable, vivienda y subsistencia mínima) que ya afecta a más de la mitad de la población mundial, con las  mayorías sometidas a políticas "asistenciales" y a empleos temporarios y en negro (contratos basura).

B) Funcionamiento a pleno de las llamadas "instituciones" con elecciones periódicas y continuidad del sistema de "gobernabilidad democrática".

C) Ausencia total de huelgas generales y de conflictos sociales por reivindicaciones generales de la sociedad (sólo existen conflictos atomizados por reivindicaciones sectoriales), y ausencia de dictaduras militares y de lucha armada (salvo Colombia).

De esta manera, el sueño de la "paz y el orden social" que los bancos y las trasnacionales imperiales no pudieron concretar con las dictaduras y los golpes militares diseñados en el Departamento de Estado, empezó a cumplirse con la aceptación pasiva del sistema capitalista como "alternativa única".

En este universo del "poder blando" como estrategia de dominio imperial, la estructura económico-productiva del país dominado controlado por el aparato económico trasnacional es presentado como si fuera una "economía nacional en crecimiento".  

La "gobernabilidad" del país sometido se controla con el  aparato político que diseña periódicamente las "elecciones democráticas" para elegir el  nuevo gobierno del estado privado capitalista.

El control político y social  ya no se realiza con el poder militar, sino con el  aparato de la información que moldea y manipula los cerebros de las mayorías de acuerdo a los intereses consumistas de los bancos y trasnacionales que controlan la estructura económica-productiva de los países sometidos.

Este status quo de dominio con el "poder blando" (urnas y políticos) corre el riesgo de colapsar como producto de la crisis recesiva global y de la falta de credibilidad en los políticos y en las instituciones como acaba de revelar la abstención masiva en los comicios europeos donde un 56 % de la población decidió no votar.

La crisis del "poder blando"

La abstención masiva en las elecciones de la UE parece agregar a la "crisis económica" (producida por la recesión), y a la "crisis social" (producida por las huelgas y conflictos sociales) un tercer actor: El "colapso psicosocial" reflejado en las tendencias del escepticismo generalizado sobre las instituciones del sistema.

¿Cómo incidirá este "tercer factor" (el descreimiento social en los políticos y las instituciones del sistema) en las áreas subdesarrolladas y periféricas del sistema capitalista de Asia, África y América Latina?

La experiencia histórica de estos últimos años revela que así como el sistema capitalista trasnacional exportó "crecimiento económico" sin distribución social, luego, con la crisis desatada en EEUU y los países centrales, comenzó -de la mano de los bancos y corporaciones transnacionales- a exportar recesión con desempleo a los países de la periferia emergente y subdesarrollada.

¿Cómo hará el eje dominante EEUU-Europa para conservar la hegemonía mundial (del sistema capitalista imperial) si en sus propias metrópolis comienza a colapsar, además de los bancos y las empresas, el sistema que sostiene la credibilidad pública en las instituciones del control político y social?

¿Qué puede pasar (si como efecto de la crisis exportada de las metrópolis imperiales) en las áreas subdesarrolladas de Asia, África y América Latina las mayorías (además de quebrar la "gobernabilidad" con las huelgas y conflictos sociales) se negasen a legitimar a los gobiernos "democráticos" en las urnas?

¿Qué sucedería si (como en la Argentina durante el Cacerolazo de 2001) las mayorías de Asia, África y América se sublevaran y decretaran un "que se vayan todos" contra los políticos y las instituciones de la "gobernabilidad" (léase dominio) en democracia?

La pérdida de la credibilidad social en las instituciones del sistema -como revela la elección europea- cierra el círculo de un proceso interactivo (la crisis global expandida de los países centrales a la periferia) que va a obligar al capitalismo trasnacionalizado a cambiar sus reglas de dominio a escala global.

Y como sostienen algunos expertos: En un mundo incendiado por la simultaneidad de la crisis económica y de los estallidos sociales, poco sirven los políticos y sus instituciones (gendarmes del dominio civil) para detener a las masa sublevadas y escépticas que buscan su propia supervivencia a cualquier costo.

Y hay un fenómeno que emerge de la propia dinámica revelada por los resultados de la elección en la UE: Así como las potencias centrales "exportan" (a través de sus bancos y trasnacionales) la crisis recesiva a la periferia de Asia, Africa y América Latina, también exportan los modelos de comportamiento social de rebelión al sistema. 

En esa orientación, la perdida de credibilidad social en las instituciones del sistema que hoy ya se expresa en las potencias centrales y en la periferia de Europa, ya empieza a transferirse (por medio de la comunicación globalizada)  como un virus contaminante  a la periferia de Asia, África y América Latina.

El sistema (económico, político y social) capitalista a escala global se basamenta actualmente sobre tres parámetros esenciales:

A) Consumo masivo de productos (que alimenta los ciclos de ganancia capitalista con el mercado y la sociedad de consumo).

B) Voto popular y "poder blando" (que alimenta y permite el control político y social sin represión militar).

C) Credibilidad social en el sistema "democrático" (que alimenta la supervivencia institucional del sistema capitalista).

Estos tres factores, que conforman la columna vertebral del sistema expoliador capitalista erigido como "civilización única" a escala global, hoy se encuentran en riesgo  inmediato a raíz de la crisis financiera que derivó primero en crisis recesiva y luego en crisis social como emergente de los despidos laborales y el achicamiento del consumo popular.

Esta dialéctica de acción-reacción a escala global, es lo que define, en forma totalizada, un fenómeno que excede la denominación reduccionisa de "crisis económica" con que los analistas del sistema califican el actual colapso recesivo mundial.
El capitalismo no está en "crisis económica", sino en "crisis total", y al final del proceso, si quiere supervivir como sistema, deberá echar mano a lo único que puede preservar su dominio: La represión militar, o sea el fin de la estrategia de dominación con el "poder blando".

La dinámica histórica de la crisis pulveriza la columna vertebral del sistema (consumo, voto y credibilidad social) y obliga al poder imperial central a cambiar la estrategia de dominación para reciclar un nuevo proceso de control político y social.

Esa es la lectura inmediata que surge del proceso europeo con la recesión económica, el desempleo en masa y la crisis de credibilidad social en los políticos y las instituciones.

Y que ya comienza a extenderse como un reguero de pólvora por la periferia subdesarrollada y dependiente.

Fuente
iarnoticias.com                                                     Manuel Freytas


lunes, 26 de agosto de 2013

HAY QUE CAMBIAR EL RUMBO




Gibraltar es la señal: llegó la hora de cambiar el rumbo

El protagonismo mediático del verano se lo está llevando nuestro viejo contencioso con la Gran Bretaña para recuperar ese pequeño trozo de tierra que la rapiña de la corona británica nos arrebató hace 300 años.

El lanzamiento por parte de las autoridades del Peñón de 70 bloques de hormigón y el repetido conflicto con los pescadores españoles, a los que el Peñón prohíbe faenar, ha elevado la tensión entre Madrid y Londres y ha llevado incluso a que el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, y el primer ministro británico, David Cameron, se vean obligados a hablar por teléfono para calmar las aguas.

No han faltado “analistas” que han argumentado que todo esto no era más que un intento del Gobierno de Rajoy para desviar la atención de los problemas de corrupción, especialmente, con el asunto Bárcenas. Algunos de estos “analistas” sabemos que son realmente agentes al servicio de los británicos y sus propios intereses en Gibraltar, y otros tienen origen en la lamentable oposición desnortada del PSOE. Hay que añadir a la lista a los progres de la tradicional izquierda española, divagante, extravagante o hilarante, y su habitual odio a España, para los que Gibraltar no es más que un tema “franquista”. Para el separatismo catalán, ese que apoya a los colonialistas británicos, solo tenemos palabras de desprecio.

Pero lo cierto es que, más allá de las ridículas pretensiones que pueda tener el actual Gobierno, ya es hora de resolver de una vez por todas, el asunto de Gibraltar, único territorio en Europa pendiente de descolonización según la ONU. La posible intención del PP de desviar la atención es tan torpe como los silencios, cuando no complicidades, de la oposición con los colonialistas británicos. Pero más allá de esas pequeñeces de la política interna, que tanto gusta sacar a Cameron y su banda de ultraderechistas en el Peñón (y sus alrededores) y en Londres, la cuestión de Gibraltar es ya insoportable.

Para España como Nación y para su pueblo, que sufre la humillación de ver una bandera extraña clavada en un trozo de su territorio, la cuestión ya no es solo el atropello a los pescadores, que llevan meses siendo agredidos por las patrullas de los piratas de la Roca y únicamente defendidas por la Guardia Civil; no es solo el incumplimiento del propio Tratado de Utrecht o los incumplimientos de los hijos de la Gran Bretaña durante décadas de declaraciones, resoluciones de la ONU, acuerdos, etc.; no es solo la limpieza étnica de los auténticos habitantes de la Roca, no es solo el robo de tierras, la barrabasada de los bloques de hormigón, la base militar como embarcadero de submarinos nucleares, las gasolineras flotantes y el bunkering, el contrabando de tabaco y de lo que no es tabaco, el paraíso fiscal para empresas defraudadoras, el blanqueo de dinero, el aprovechamiento de la sanidad pública española, la competencia desleal al comercio de la zona pues no pagan IVA, el espíritu de casino mafioso que rodea toda la actividad de Gibraltar, las amenazas y chulería racista de esa gentuza… 

Sí, es todo eso y la dignidad nacional de un pueblo. Es, en definitiva, la cuestión de la soberanía, como única solución a toda la anterior lista de agravios.

Pero hay muchos más en el trasfondo del conflicto de Gibraltar, apuntado por el general Chicharro en un reciente artículo. Vale que durante el siglo XIX no podíamos esperar nada de una Gran Bretaña potente frente a una España debilitada, vale que las guerras mundiales hicieran de Gibraltar un baluarte estratégico para los ingleses, vale que nuestra crisis política y guerra civil nos dejara más debilitados y atendiendo exclusivamente a nuestros problemas internos, vale que durante el franquismo no se quisiera hacer una cesión a una dictadura (falaz argumento como se pudo comprobar con el caso de Hong Kong, en el que los ingleses no tuvieron la testosterona suficiente y salieron de allí con el rabo entre las piernas) a pesar de las resoluciones de las ONU… pero tras la muerte de Franco y, más todavía, tras la apertura de la verja, la entrada de España en el Mercado Común Europeo y nuestra inclusión en el sistema militar de la OTAN, la Gran Bretaña ya no tiene la más mínima razón para mantener la colonia. Pero no es así y todavía algunos papanatas de casa le llaman país amigo o aliado.

Y ahora viene la segunda parte.  

Al parecer tenemos unos aliados que no nos sirven ni para convencer a la Pérfida Albión de que se vaya de una p…. vez de Gibraltar. Aquí la “comunidad internacional” (pueden reírse tranquilamente, es lo propio) con sus resoluciones de la ONU parece ser que no aplica; La Unión Europea solo nos está sirviendo para soportar políticas de recortes que están hundiendo las conquistas sociales de casi un siglo, empobreciendo a nuestros compatriotas,  y teniendo que soportar la prepotencia de potencias económicas que son bastante patéticas en el ámbito de la política internacional, no es esta la Europa con la que soñábamos; y, para colmo, nuestro “gran aliado”, los EE.UU., esos que se aprovechan también de nuestro territorio para bases estratégicas como Rota y Morón, tampoco son capaces de convencer a los súbditos de su Chistosa Majestad de que se sienten de una vez a resolver el contencioso. De la OTAN, para qué hablar. Los mismos perros…

¿Estos son nuestros aliados a los que debemos lealtad? ¿Para esto apoyamos guerras, bloqueos e intervenciones en países donde no se nos había perdido nada o que eran amigos solo porque “nuestros aliados” nos lo pedían? ¿Esta gente, denominada con la cantinela de los “países de nuestro entorno”, es a la que tenemos que tener respeto? 

¿De verdad nuestros intereses como Nación soberana es estar junto a esta banda de ricachuelos racistas (nos llaman PIGS –cerdos-) en Europa y eunucos políticos frente a los EEUU?

No podemos seguir así. 

El Gobierno español, sea del signo que sea, por razones históricas, de seguridad nacional, medioambientales, económicas, policiales, de justicia… tiene que buscar las fórmulas adecuadas, por drásticas que sean, para que Gibraltar deje de ser una vergüenza para todos los españoles. Ya está bien, ya han disfrutado del pillaje 300 años. Ya es hora de que se larguen para siempre, con los llanitos que quieran y que se lleven a los monos a Buckingham Palace, con sus parientes.

Y para conseguir que se vayan los ingleses son fundamentales los gestos y apoyos reales de nuestros denominados aliados, tanto de la OTAN como de la UE, y a título particular, de los EEUU  de América.  

Si no es así, si no nos sirven para resolver la ocupación de un cacho minúsculo de nuestro territorio… no nos sirven como aliados. Que no se llamen amigos nuestros, que se olviden de nuestro apoyo en cualquiera de sus aventuras imperialistas, que se vayan a la m…

Los españoles tienen que asumir que es la hora de cambiar. Aunque eso implique sacrificios (los que nos impone la UE y la OTAN ya son suficientemente dramáticos). Sí, Gibraltar es la señal de que hay que cambiar de aliados.

Como pueblo digno, nuestro deber es exigir a nuestro Gobierno, sea del signo que sea, que esto se tiene que acabar. De momento, cerrar la verja, ayudar al Campo de Gibraltar y acabar con los “colaboracionistas” de los piratas. Se acabó el pillaje. Cerrada y punto.

Y después exigir a nuestro Gobierno, sea del signo que sea, que nuestros llamados aliados cumplan. Si no, que dejen de llamarse aliados.

El mundo es más grande que una Europa sometida y castrada, y más poderoso que unos Estados Unidos sumidos en una acelerada decadencia. 

España tiene proyección en nuestra América a la que podemos aportar mucho sin necesidad de ir al expolio, culturalmente e históricamente hermanos, podemos y debemos cerrar filas con ellos, con Argentina y Venezuela, con Ecuador y Brasil, con Nicaragua y Bolivia, con Chile y Cuba, con Méjico y todos los países hermanos del continente. 

Y España puede buscar su entente con las potencias emergentes, el BRICS, fundamentalmente con Rusia por necesidades de la Defensa y proyecciones estratégicas comunes, para lo que bastaría, en un primer momento, con la ampliación de acuerdo en materia de defensa aprobado recientemente con Moscú y negociar el acceso a puerto de la flota rusa del Mediterráneo (en la imagen).

Algunos pensarán que viviríamos peor… ¿sí? Comprueben las cifras de crecimiento y desarrollo de los emergentes y probemos. A lo mejor nos llevamos una sorpresa. Desde luego, lo que no tiene ningún sentido es seguir considerando aliados y amigos a una pandilla de aprovechados que nos desprecian y a un país que ha hecho de la piratería su “unidad de destino en los universal”.

Reflexionemos seriamente si no ha llegado el momento de cambiar el rumbo de la nave hacia otras latitudes.

Fuente                                                                    Juan Aguilar
elespiadigital.com                                                        

domingo, 25 de agosto de 2013

CUARTA TEORÍA POLÍTICA



Alexander Duguin: profeta de Eurasia

Alexander Duguin (Moscú, 1952) se ha transformado hay en el más significativo geopolitólogo ruso. Inscripto en la ideología nacional bolchevique del estilo de Ernst Nietkisch sostiene un socialismo de los narodi. Esto es, un socialismo de los pueblos, despojado de todas las taras modernas como su materialismo, su ateísmo y su ilustración.

Su teoría geopolítica es la construcción de un gran espacio euroasiático con centralidad en Rusia.

En este libro que comentamos, traducción al portugués de Aganist the west (2012),  se va a ocupar en primer lugar de qué entiende por Occidente, que a partir del nacimiento de la modernidad, pasando por sus distintas etapas - Renacimiento, Nuevo Mundo, Reforma, Revolución francesa, Revolución bolchevique, Transformación tecnológica, Globalización – se ha ido transformando en el criterio normativo del mundo.

El proceso de modernización tiene dos caras, una exógena que no emerge de las necesidades de los pueblos y otra, endógena, que es un principio interno que no puede ser negado. La primera ha servido para la colonización y dominio de los pueblos, en tanto que la segundo surgió como una necesidad natural.

En cuanto a la globalización: representa el último punto de realización práctica de las pretensiones fundamentales de Occidente a la universabilidad de su experiencia histórica y de sus valores.
A la tesis de “Rusia, país europeo” va a oponer la tesis “Rusia-Eurasia como una civilización opuesta tanto a Occidente como a Oriente”.

Apoyándose en la idea “gran espacio”(1939) de Carl Schmitt y teniendo como antecedente la Doctrina Monroe (1823) propone recuperar la idea de imperio.

Sostiene que la Doctrina Monroe nació como una idea anticolonialista y se fue transformando en una propuesta colonialista. Para nosotros, americanos del sur, tal Doctrina fue siempre colonialista cuyo enunciado real fue desde un comienzo: América para los norteamericanos.[1]

El concepto de imperio que se propone va más allá de los contextos históricos o políticos en que se haya dado y no se limita solo a una dimensión física ni a la presencia de un emperador. Eso si, el imperio exige un estricto centralismo administrativo y una amplia autonomía regional: El imperio es la mayor forma de humanidad y su mayor manifestación.

Cuando entre los imperios nombra el imperio comunista de la URSS y al imperio liberal de los EUA, y los pone a la misma altura que los imperios romano o autro-húngaro, Duguin no realiza la distinción entre imperio e imperialismo. 

Así, el imperio impone pero deja valores que le son propios (lengua, instituciones), mientras que el imperialismo es la imposición de un Estado sobre los otros para su explotación lisa y llana. El imperialismo deja solo desolación, en tanto que el imperio abre un mundo desconocido a sus dominados.

Un comentario especial merece su caracterización del conservadorismo, donde se ve la influencia de Alain de Benoist, seguramente el más original pensador francés vivo. El conservador no quiere conservar el pasado por ser pasado, según se lo define habitualmente, sino que pretende conservar del pasado lo constante, lo perenne. Y eso, porque no tiene una visión diacrónica de la historia sino sincrónica. El sentido del ser, de lo que es y existe no se apoya para él en la ideas de movimiento (pasado, presente, futuro) donde las cosas nos hacen un llamamiento desde el futuro bajo la idea de progreso, como sucede con el iluminismo, el modernismo y, hoy, el progresismo, sino que el sentido de las cosas hay que buscarlo en lo constante, en lo que permanece. 

El ser tiene una primacía sobre el tiempo; lo comanda y predetermina su estructura: el tiempo se da en el seno del ser como acontecimiento apropiador del ser.[2]

La conclusión política del conservadorismo ha dado lugar a la “cuarta teoría política”, pues así como en el siglo XX se dieron la primera teoría política con el liberalismo, la segunda con el marxismo, la tercera con el nazismo hoy, a comienzos del siglo XXI, hace su aparición la “cuarta teoría política” que hunde sus raíces en la revolución conservadora alemana del período entre guerras y que tuvo como exponentes, entre otros, a Moeller van der Bruck, Carl Schmitt, los hermanos Jünger, Martín Heidegger, von Solomon, von Papen, Werner Sombart, Stefan George que no se pudo plasmar en una práctica política concreta.

El imperio eurasiano propuesto por Duguin con Rusia como centro y cabeza que: debe pensar y obrar imperialmente, como un poder mundial que tenga opinión sobre todo hasta los lugares más distantes del planeta, tiene “carácter civilizatorio”  nos parece ambicioso, pero no inverosímil.

Nosotros creemos, y hemos intentado mostrar a través de múltiples trabajos, que las ideas de gran espacio y de imperio, en este caso, se unifican en la idea de “ecúmene”, que como la Hélade para los griegos, la romanitas para los romanos, o la hispanidad para los españoles, designan los grandes de tierra habitados por hombres que comparten entre sí, lengua, usos, costumbres, creencias y enemigos comunes. Y en este sentido sostenemos que el mundo es un pluriverso compuesto por varias ecúmenes entre las que se destaca, para nosotros, la iberoamericana.

Finalmente, toda la última parte del libro va ha estar ocupada en asuntos internos y temas casi exclusivamente rusos, de los que no nos encontramos capacitados para juzgar: la relación de Rusia con Ucrania, la filosofía del narod y su patriotismo erótico, el arcano roxo de Rusia, la estructura sociogenética de Rusia e intereses y valores post Tskhinvali.

Queremos felicitar a los traductores brasileños por este trabajo, que acerca al mundo luso e hispano hablante a un geopolitólogo de valía, prácticamente desconocido en nuestra común ecúmene cultural.

                                                                     Alberto Buela            
                                                Profesor de filosofía y ensayista. Argentina
NOTAS

[1] Cfr. El excelente trabajo del mejicano Carlos Fuentes: La doctrina Monroe
[2] Cfr. Martín Heidegger: Tiempo y ser(1962), que no hay que confundir con Ser y tiempo de 1927.