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sábado, 15 de noviembre de 2014

LA CULTURA SIN KULTURA



La cultura sin cultura

"Los males que acucian hoy a la cultura universal son el consumismo, su conversión en mercancía. El poder de la inteligencia ha sido sustituido por el de los medios de comunicación. Todo es espectáculo"

Cuando se acaba de leer La cultura-mundo, de Gilles Lipovetsky y Jean Serroy (Anagrama 2010, traducción de Promoteo-Moya), la desazón es terrible. Y lo es no por lo que se cuenta, ya sabido, sino por la constatación documental y fehaciente de los males que acucian hoy a la cultura. No a la cultura de uno u otro país, sino a la cultura universal invadida por la industria y el consumismo y cada vez más ajena a su función secular de explicar y entender el mundo. Una cultura sometida a los gustos del público y destinada al éxito inmediato, al consumo como una mercancía más. El lector transformado en consumidor mientras, el creador, el escritor o el artista, en simple productor de servicios.


El desencanto de la vida intelectual es cada vez mayor, se nos dice. El valor de la cultura ha sufrido en las últimas décadas una depreciación irrecuperable, los grandes maestros han desaparecido (Foucault ya lo avisó), las grandes obras están solo en el pasado y un amplio sector de la vida intelectual se ha entregado al funcionariado universitario y a la comercialización. Hoy en día, la pérdida del peso que tenían las obras literarias, artísticas o filosóficas en la esfera pública es una triste realidad.
El poder de la inteligencia ha sido sustituido por el poder de los medios de comunicación que fabrican más celebridades que los círculos de eruditos e intelectuales. Celebridades que opinan desde su incultura como si fueran sabios. Hoy se escucha más a un cantante, a un deportista, o a una estrella del star-system que a un intelectual. Así lo explican los autores, Lipovetsky y Serroy: "Desacralización del mundo de las ideas, eclipse de los guías del espíritu humano, desaparición del poder intelectual". El consumidor no ha gozado jamás de tanta libertad y tanta oferta para consumir productos efímeros, y si antes la cultura proporcionaba conocimientos imperecederos, hoy día la "incertidumbre" y la "desorientación" son los sentimientos que invaden nuestro mundo democrático en una transformación de dimensiones jamás sospechadas: familia, identidad sexual, educación, moda, tecnologías, alimentación.
La cultura humanista está hoy abandonada por jóvenes entregados al becerro de oro de las redes de comunicación. Cualquier respuesta la obtienen -o creen obtenerla- allí, en el poder cada vez mayor de la información sobre el conocimiento. O, si se prefiere, en el poder cada vez mayor de la economía sobre la cultura. Las industrias de lo imaginario, del entretenimiento, se alzan sobre los valores del espíritu, la meditación, la reflexión. Lo útil sobre lo inútil. La cultura se convierte en industria, en la forma de un complejo mediático-comercial que es el motor del crecimiento de las naciones desarrolladas.
Las exportaciones de la industria cinematográfica, audiovisual, editorial, los beneficios derivados de la enseñanza de las grandes lenguas, producen hoy tantos ingresos como cualquier otra industria. Y esos beneficios también conllevan mutaciones en la cultura. 
Al prestigio se le opone la rentabilidad; a la reflexión, la facilidad. El peso económico en la cultura la distorsiona, la infantiliza, la empobreceEl mundo hipermoderno, tal como lo estudian estos dos autores, está organizado alrededor de cuatro polos estructuradores que configuran la fisonomía de los nuevos tiempos: hipercapitalismo, hipertecnificación, hiperindividualismo y el hiperconsumo. Es decir, la fuerza motriz de la globalización económica, la universalización técnica, la respuesta del individuo frente a la masificación y universalización y, finalmente, el hedonismo comercial como felicidad.
En medio de esta cultura sin fronteras se alza la sociedad universal de consumidores, cada vez más anónimos, más satisfechos, más alienados. La cultura va perdiendo batallas y también la política. De ello se deriva el escepticismo y desconfianza hacia los políticos, el descenso de la militancia y la confusión de las identidades ideológicas. Internet es un peligro para el vínculo social, añaden los autores de La cultura-mundo, en la medida en que, en el ciberespacio, los individuos se comunican continuamente, pero se ven cada vez menos. En esta era digital los individuos llevan una vida abstracta e informatizada, en vez de tener experiencias juntos quedan enclaustrados por las nuevas tecnologías.
Al mismo tiempo, mientras el cuerpo deja de ser el asidero real de la vida, se forma un universo descorporeizado, desensualizado, desrealizado: el de las pantallas y los contactos informáticos. Lipovetsky y Serroy, por cierto, con dos años de anticipación, resumían perfectamente la espeluznante película de David Fincher La red social,basada en la invención de Facebook, un fenómeno social tan revolucionario como inquietante.
Fue la Escuela de Fráncfort la primera que habló, hace más de medio siglo, de industria cultural, refiriéndose a la reproducibilidad de las obras de arte destinadas a un mercado de mayor consumo. Adorno y Horkheimer ya nos previnieron de los males de la cultura masificada, aunque no se imaginaron los extremos sin retorno a los que llegaríamos. Aquella alarma se ha convertido hoy en una gran amenaza y, cada vez más, la cultura revolucionaria de creación que desprecia el mercado está siendo devorada inmisericorde por la cultura industrial, menos exigente, más accesible, menos elitista, más divertida, evasiva y conformista.
En una civilización así, ¿qué queda de los ideales humanistas sobre los que se levantó la cultura occidental? ¿Qué clase de ser humano producirá esta nueva civilización
El homo sapiens se ha transformado en pantalicus, absorbido por la televisión, por las pantallas de los ordenadores. El mundo existe por las imágenes que aparecen en la pantalla y los individuos lo conocen tal como se deja ver. La televisión cambia el mundo: el mundo político, la publicidad, el ocio, el mundo de la cultura. Hoy no existe más que lo que se ve en televisión, lo que ve la masa, lo que todos comparten. Es el triunfo de la sociedad de la imagen y sus poderes.
Frente a la oralidad, frente a la escritura, frente al pensamiento, la imagen aparece como un tótem absoluto. Y, mientras tanto, los escritores, los intelectuales, los artistas negociando sus derechos de autor a través de los agentes -exactamente como en la industria del espectáculo- y empujándose para estar en las listas de los más vendidos, que ya no son por fuerza los mejores. Un libro vendido equivale a un votante. Éxito, superventas, récords, firmas masivas: lo que no se vende ya no puede ser bueno. Las obras de arte acaban en las subastas, en el mercado más escandaloso, vulgar. Todo es ya espectáculo. Los museos-espectáculo, elevados al rango de objeto turístico de masas, semejan tan solo hipermercados apenas más refinados. Los museos, antes lugares de recogimiento, son hoy espacios para el bullicio y el aturdido turismo cultural. Las obras de los museos no se contemplan, se consumen. Hay un dato interesante aportado en La cultura-mundo: según una encuesta, un visitante medio pasa entre 15 y 40 segundos mirando El rapto de las sabinas de David; entre cinco y nueve segundos, La gran odalisca de Ingres. ¿Cuántos ante Las meninas o El Guernica? Y ante esa visión relámpago ¿qué conocimiento obtendrán? Sin embargo, los museos hoy solo son relevantes por el merchandising adquirido en sus tiendas.
¿Cómo salvarnos
Estoy absolutamente de acuerdo con la solución que dan los dos filósofos: solo la educación está a la altura del problema. Pero escuela y universidad no funcionan. ¿Es aún una tarea posible? La cultura, como valor espiritual, según aprendimos de Valéry, está en vías de extinción, destronada por la industria, el consumo y la mal llamada cultura mediática. Hoy, la lectura, y lo sé por mi propia experiencia docente, no está entre las preferencias de los estudiantes, si bien en el ordenador no paran caóticamente de leer y escribir. El mismo desinterés cunde en otras actividades culturales antaño masivas: teatro, cine, conciertos de música clásica y recitales. Como Lipovetsky y Serroy comentan, el capitalismo y el placer consumista han derribado a la cultura literaria y artística del pedestal en que estaba: en ese espectro ambiental "lo insignificante tiene ya valor cultural" y las jerarquías que no hace mucho distinguían la cultura noble de la cultura de masas han desaparecido. Este es el mar de las tinieblas en que navegamos. Siempre habrá náufragos que mantengan la memoria del origen, siempre alguien se librará y cuando eso suceda, la verdadera cultura permanecerá como tabla de salvación
El libro de Lipovetsky y Serroy es una llamada de atención desesperada, una muestra nada exagerada de que nuestra civilización sufre una crisis de valores de grandes proporciones.
Fuente                      César Antonio Molina
elpais                                     Escritor y fue ministro de Cultura.

viernes, 14 de noviembre de 2014

SEÑOR DE LA VANGUARDIA




Aún persiste el misterio de la muerte de Camilo Cienfuegos
El comandante Huber Matos estaba preso en el Castillo del Morro de La Habana cuando escuchó la noticia: Camilo Cienfuegos, uno de los comandantes más carismáticos de la revolución de Fidel Castro, había desaparecido.

"Yo inmediatamente pensé que Fidel lo mató. Lo mataron por mi caso'', dijo Matos, quien pasó 20 años en la cárcel por alegar que los comunistas estaban infiltrándose en el gobierno de Castro.

La desaparición de Cienfuegos el 28 de octubre de 1959 es uno de los misterios más persistentes de la historia de Cuba, así como una oportunidad para que Castro exalte a un "mártir de la revolución" y para que sus críticos lo acusen de asesinato.

Nunca ha habido una certidumbre absoluta sobre cómo murió -- oficialmente perdido en el mar al caerse una avioneta --, aunque durante décadas ha habido muchos reportes no confirmados de supuestos testigos y supuestas conspiraciones.

Cada 28 de octubre, los niños de las escuelas cubanas arrojan flores al mar o a los ríos en memoria de Cienfuegos. El año pasado, en el 50mo. aniversario de su desaparición, una silueta de su rostro hecha en acero fue colocada en la fachada de un edificio en la Plaza de la Revolución, cerca de la de Ernesto "Che" Guevara, el revolucionario argentino muerto en Bolivia en 1967.

El billete de 20 pesos de Cuba tiene impresa su imagen, una universidad de la provincia de Matanzas lleva su nombre y hay un museo dedicado a él en Yaguajay, el escenario de su más famosa batalla durante la revolución.

Pero, cada octubre, Matos recuerda la muerte de Cienfuegos de un modo radicalmente distinto: como la víctima de Castro, quien estaba celoso de su popularidad y lo consideraba un mujeriego irresponsable.

Hijo de anarquistas españoles que habían llegado a Cuba huyendo de la Guerra Civil, Cienfuegos se unió al movimiento de Castro en México, desembarcó en la isla junto con los expedicionarios del yate Granma en 1956 y alcanzó el grado de comandante, el mayor rango entre los guerrilleros que pelearon contra el dictador Fulgencio Batista.

A la cabeza de una columna de 700 hombres, su toma del cuartel del ejército en Yaguajay el 30 de diciembre de 1958 abrió a los rebeldes el paso a La Habana y obligó a Batista a huir del país la víspera de Año Nuevo.

Cienfuegos fue nombrado jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y con su apostura juvenil, su característico sombrero de cowboy, su simpatía y su sonrisa fácil llegó a ser uno de los héroes más queridos de la revolución.

Fue visto una vez en la playa de Siboney, en las afueras de Santiago de Cuba, en Oriente, dormido a la sombra de una palma, con la camisa de uniforme abierta al sol y sin guardias, aunque con su subametralladora Thompson en las piernas.

Pero hubo fricción entre Cienfuegos y Castro desde muy temprano, rememoró Matos, quien ahora vive en Miami y dirige el movimiento Cuba Independendiente y Democrática. Cienfuegos se quejó a menudo a Matos de la creciente infiltración comunista en las filas de la revolución, dijo Matos a El Nuevo Herald, y lo urgió varias veces a hablar en privado con Castro sobre el asunto.

Matos añadió que Castro mientras tanto ya había empezado a criticar a Cienfuegos a mediados de enero de 1959, llamándolo ``descuidado, borracho, bohemio. Las mujeres lo vuelven loco.'' Matos contó que Castro le dijo: "El pueblo lo ama, pero es un desastre''.

Matos dijo que le había parecido que Castro estaba muy celoso de la popularidad de Cienfuegos. ``Fidel es muy celoso. Cualquier aplauso a otro, a Fidel le duele'', dijo.

Cuando Matos envió a Castro una carta renunciando a la jefatura de la provincia de Camagüey debido a la creciente influencia comunista en la revolución, Castro envió a Cienfuegos a arrestarlo.

Cienfuegos arrestó a Matos en Camagüey el 21 de octubre, y dijo en aquel entonces a periodistas que Matos estaba conspirando en contra de Castro. También negó que los comunistas estuvieran ejerciendo demasiada influencia sobre la revolución.

El 30 de octubre, el gobierno anunció que había desaparecido desde el 28, cuando su avioneta bimotor Cessna 310 despegó de Camagüey rumbo a La Habana. Nunca se encontró su cadáver ni resto alguno de la nave.

Matos estaba para entonces en una celda del Morro, la fortificación colonial que guarda la entrada de la bahía de La Habana, en espera del juicio que lo sentenciaría a dos décadas de cárcel.

Pocos días después de su arresto, dijo Matos, Castro celebró una manifestación para denunciarlo como traidor. Cienfuegos fue el penúltimo en hablar, antes de Castro, pero no mencionó a Matos en ningún momento.

El 26 de octubre, añadió Matos, recibió dos notas secretas de Cienfuegos diciendo que estaba preparado para ayudarlo a escapar. Matos dijo que rehusó la oferta porque quería un juicio durante el cual explicar en público sus críticas a Castro.

"De lo que estoy seguro es que Fidel tenía sobradas razones para matar a Camilo'', aseveró Matos en una entrevista el martes con El Nuevo Herald.

"Para mí eso siempre ha estado claro''.Yo también estoy convencido de que aprovecharon el primer momento para desaparecer a Camilo'', agregó. "No sé como, pero sí esto yconvencido de que lo mataron''.

Pero Matos agregó que discrepa con algunas de las muchas versiones sobre la muerte de Cienfuegos, y reconoció que nunca ha habido informaciones totalmente confirmadas sobre la manera exacta en que murió
Existe una persona en Cuba, agregó Matos, que posiblemente tenga información de primera mano sobre la muerte. Y si el gobierno comunista se termina algún día, dijo, él buscará a esa persona, que se negó a identificar, para preguntarle: 

¿Que pasó realmente con Cienfuegos?

Fuente                                   Juan O. Tamayo

"Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa ... Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer'." El comandante Ernesto Guevara

Saber+
Ernesto Che Guevara recuerda a Camilo

jueves, 13 de noviembre de 2014

LA "REVISTA ESLAVIA"



Presentación de la revista Eslavia
Entre Rusia y España está todo eso que, durante siglos, se jacta de llamarse Europa. La europeidad de Rusia y España siempre fueron cuestionadas por lo que se entendía a sí misma como Europa: Rusia estaba por civilizar y España no estaba más civilizada. África empezaba en los Pirineos y Europa confinaba en Rusia con Asia. Las concomitancias espirituales entre Rusia y España son más grandes de lo que pudiera hacernos pensar el hecho de la distancia que las separa en el espacio; y el hecho de ser culturas fronterizas, como ha puesto de manifiesto el hispanista Vsévolod Bagno, marca la diferencia con el resto de países que se titulan sin disputa como europeos.
Cuando una revista como la nuestra emprende su andadura es conveniente recordar esta verdad histórica que es algo más que una percepción, puesto que es la razón por la cual ni rusos ni españoles hemos sido aceptados plenamente en el concierto de las naciones europeas: nuestra guitarra y nuestra balalaika parecían desentonar entre violines y clarinetes. Y más que recordar esto a los rusos (que a día de hoy lo tienen claro), conviene recordarlo a los españoles que, desde hace décadas, vienen sufriendo una sistemática destrucción de la identidad como pocos países han experimentado, hasta instalarnos en la ficción europeísta que se fomenta desde los grupos de poder político y cultural.
La REVISTA ESLAVIA es hechura de un proyecto de mayor envergadura: el encarnado por la revista internacional “LA RAZÓN HISTÓRICA”. En un momento determinado un grupo de colaboradores asiduos de LA RAZÓN HISTÓRICA hemos coincidido (cada uno siguiendo su propio itinerario intelectual) en una común admiración por el modelo ruso y hemos decidido conocer a fondo la realidad actual de Rusia, su historia, su cultura y las más diversas facetas de una nación que resurge, tras truncar el plan que le trazaban poderes ajenos a ella misma. La multiplicidad de sus dimensiones, la vastedad de su territorio, la exuberancia de sus expresiones culturales, la pluralidad étnica y religiosa de Rusia, nos exonera de ser exhaustivos: creo, sinceramente, que ni una Enciclopedia, reuniendo a los mejores expertos, podría agotar nunca una realidad como la rusa, tan poliédrica e inabarcable en sus colosales magnitudes. Pero si no podemos ser exhaustivos, lo que sí nos proponemos es ser una voz al margen y contra la corriente, todo lo disonante e incómoda que se quiera, pero a redropelo de los simplistas y sectarios enfoques que desde occidente prevalecen cuando se trata el fenómeno de la Rusia de hoy. Y el lector sabe a lo que me refiero.
¿Qué sabemos de la Rusia de ayer? Poco. ¿Qué sabemos de la Rusia de hoy? Menos todavía. La actualidad nos viene tamizada por unos poderes mediáticos que, lejos de corresponder a la objetividad que proclaman, maniobran interesadamente para distorsionar todo lo que viene de Rusia.
Desde las anteojeras de lo que el filósofo Gustavo Bueno ha llamado el “fundamentalismo democrático”, en occidente (en USA y Europa, se entiende) se viene cuestionando que Rusia sea una democracia, se deplora el caudillismo que ejerce Vladimir Putin, se entonan las consabidas letanías de condena contra las leyes que imponen límites a los grupos homosexuales en Rusia, se da cobertura a la supuesta “oposición rusa”, se eleva a las delincuentes de “Pussy Riot” a la condición de heroínas y se le otorga el título de “mártir” a un sujeto (de dudoso equilibrio psiquiátrico) como es Piotr Pavlensky que escenifica la auto-mutilación a modo de “acción protesta” contra el gobierno ruso. Tampoco faltan apoyos exteriores a esta artificial “oposición rusa”: Madonna y muchos otros personajes públicos (cantantes, deportistas, actores) occidentales se han hecho notar como agentes que contribuyen a enturbiar la percepción que se tiene en occidente de Rusia. Tampoco es de poca monta que se agiten los fantasmas de la “guerra fría”, del peligro del comunismo y otras pamplinas cuyo objeto es crear una “leyenda negra” de la Rusia actual, muy similar -por cierto- a la que se orquestó y todavía se agita contra España.
Para comprender un poco lo que es hoy Rusia, valga la síntesis que hace nuestro amigo el profesor Sergio Fernández Riquelme en su libro “El nuevo imperio ruso. Historia y Civilización”. En palabras de Fernández Riquelme, Rusia:
“Es un Estado fuerte con un líder claro y decidido, una democracia controlada y un gran movimiento político-social de apoyo comunitario y mediático, y cierto culto a la personalidad. Unidad y autoridad interna garantizada, a inicios del siglo XXI, por una oposición limitada o cooptada, por una doctrina conservadora-nacional ampliamente compartida por la ciudadanía, y por una estabilidad económica derivada del uso intensivo de recursos energéticos”.
Tras la implosión del régimen soviético, las potencias rapaces de occidente creyeron que Rusia estaba madura para ser podrida y casi lo consiguen. Pero sus halagüeñas expectativas de saqueo y corrupción moral se estrellaron contra el recio patriotismo ruso, la capacidad de regeneración del pueblo ruso y el factor humano que es la verdadera riqueza de una nación. Ante la resistencia que ha mostrado Rusia a ser pasto de las aves carroñeras, las potencias occidentales (controladas por las oligarquías capitalistas) acometieron la campaña doble en la que a día de hoy están embarcadas: crear discordias internas (Ucrania es uno de los capítulos más sangrientos y luctuosos) financiando quintacolumnistas que, después de ser neutralizados por las autoridades rusas, se convierten en iconos y motivos para suscitar la represalia política y económica de los países títeres (entre los que figura España), todos manipulados por esas mafias transnacionales que, a la vez que realizan esta perversa obra, intoxican a la opinión pública mundial redibujando los fantasmas de la guerra fría.
Estamos abreviando hechos muy complejos, bien lo sabemos, pero se muestra necesario plantear todo esto para comprender la razón por la cual nos lanzamos, con entusiasmo, a publicar la REVISTA ESLAVIA. En España (y en todo el mundo hispanohablante) es menester una revista que presente a sus lectores muchas de las cosas que se les puede escapar de lo que le cuentan de Rusia. Atender a los múltiples aspectos que presenta el fenómeno emergente de esta potencia es necesario para formarse una idea de lo que es Rusia, una idea más exacta, libre de la manipulación y la intoxicación que perpetran los grupos interesados en despertar la desconfianza y la aversión mundiales contra los rusos. Una potencia que resurge y se afianza suscita grandes aversiones, pero también grandes amores. Sin embargo, no es ésta la única razón que nos impele a enfocar el fenómeno ruso.
Resulta admirable que la nación rusa, después de sufrir el infierno del comunismo durante casi cien años, haya resistido. El secreto de su perennidad podría considerarse un misterio, un milagro, un designio. Y no falta aquí una literatura oracular que compone una suerte de “libros sibilinos”.
Nietzsche, viendo decaer Europa por la licuefacción de sus instituciones (el matrimonio, el Estado, la Iglesia) tenía grandes esperanzas depositadas en Rusia y el presente las está refrendando: “Rusia, la única potencia que tiene hoy esperanzas de alguna duración, que puede esperar, que puede prometer algo” (escribió en el “Crepúsculo de los ídolos”); cuando en todo el mundo las instituciones más sagradas (como el matrimonio) están pulverizándose, ahí está Rusia defendiendo a la familia sin titubeos.
Nuestro Juan Valera, a mitad del siglo XIX, pudo escribir desde Rusia: “Yo creo que si hay alguna filosofía de la historia, y no es la historia una cosa irracional y de mero acaso, esta gente [los rusos] está llamada a remover el Asia hasta en sus cimientos. Ellos fueron durante siglos el antemural de la Europa por esta parte, y a ellos toca llevar ahora la bandera triunfante de la civilización europea a esas regiones. Según estas filosofías (y acaso esta nueva consecuencia probará que estas filosofías son falsas), a nosotros los españoles y los portugueses nos toca (y ¡cuán lejos estamos de ello!) hacer en África la misma operación” (“Cartas desde Rusia”); se nota en Valera cierto escepticismo para lo que concierne a las dos naciones ibéricas, en aquel entonces ya en declive, pero no deja de ser significativo que se hiciera sus cábalas.
El ruso Konstantin Leontiev predijo en el siglo XIX el triunfo del Anticristo en Rusia bajo la forma de un poder totalitario con sello socialista y así fue. Nikolai Berdiáyev era consciente de que el secreto de la perennidad rusa era el “mesianismo” que si antaño cristalizó en “Tercera Roma” pudo invertirse de la mano de los soviéticos con la “Tercera Internacional” leninista. Walter Schubart (“Europa y el alma de oriente”) también subrayó el mesianismo ruso como motor de la fuerza nacional. Y el francés Raymond Abellio pudo escribir: “Sólo Rusia es profunda porque sólo en Rusia puede nacer y vivir sordamente, en su infierno comunista, la última, la suprema exigencia metafísica” (“Los ojos de Ezequiel están abiertos”). A esta literatura oracular, más o menos profana, podríamos añadir el papel que Rusia desempeña en las revelaciones de la Virgen María en Fátima, pero eso sería empezar y no acabar.
En la REVISTA ESLAVIA nos congregamos españoles e hispanoamericanos, con la puerta abierta a cualquier hombre de buena fe, y lo hacemos por algo más que por un aséptico interés científico que nos permita comprender la realidad rusa. Lo hacemos también con el legítimo propósito de aprender del fenómeno ruso para superar una de las más grandes crisis espirituales que ha atravesado y atraviesa España.
Han bastado unas décadas para que España, la antigua “reserva de occidente”, se haya desfigurado tanto como para no ser conocida “ni por la madre que la parió” –parafraseando a un famoso socialista sevillano. La labor destructiva de nuestros más sólidos fundamentos no ha tenido parangón en nuestra historia: se hostiga a la familia, se vilipendia y acosa a la fe religiosa tradicional, organismos supranacionales suspenden “de facto” la soberanía nacional, se cuestiona la unidad nacional por exasperados nacionalismos centrífugos, se aprovecha la articulación de nuestra propia e insoslayable pluralidad regional para saquear el dinero público, se degrada la educación convirtiendo en peleles manipulables a los futuros ciudadanos, se deteriora la convivencia y, por ende, nuestra propia “vivienda” (esto es: nuestro propio modo de vida), ha sido transformada tan gravemente que lo que está en juego es nuestra propia supervivencia. No podemos extrañarnos si encabezamos las listas en todo lo peor: drogas, abortos… Y somos los últimos de la lista en lo principal: empleo, nivel de instrucción, nivel de industrialización, etcétera. Nos enfrentamos a un problema de identidad de tales dimensiones que hasta resulta comprensible que algunas partes de España pugnen por su secesión, a falta de una razón de pertenencia y un proyecto en común. Todo ello ha sido el resultado de una pautada introducción de vicios que han maleado profundamente al pueblo español, el mismo que todavía parece quedarle arrestos para contemplar la corrupción de sus clases dirigentes (políticas y económicas).
¿Por qué estamos viviendo todo esto
La crisis del principio de autoridad, el desprestigio de las instituciones, nuestra misma crisis de identidad encuentran su razón de ser en la ignorancia de lo que somos (no en vano, uno de los problemas más acuciantes es el rigor en la educación; rigor científico y rigor en la exigencia que son ineficaces si no existe la autoridad que las haga valer), pero si la ignorancia podría disculpar a las víctimas del sistema educativo español, la infidelidad de nuestras clases dirigentes no tiene excusa ninguna. Por las razones que fueren, nuestros gobernantes presentes (y no nos hagamos muchas ilusiones en lo que concierne a los venideros) han renunciado a tener y mantener una idea de España. Han preferido cualquier cosa antes que entroncar con la tradición hispánica. Se han arrojado (arrojándonos a nosotros) a las telarañas del Nuevo Orden Mundial (occidental): ONU, OTAN, Unión Europea. No han contemplado otro sistema de alianzas que el impuesto por los poderes que hostigan a Rusia. Quejarnos de lo que nos ocurre solo puede entenderse por esta imperdonable ignorancia y esa no menor traición a lo que somos: como Rusia, España también tiene que cumplir sus designios mundiales y mientras esté servida en bandeja a poderes extraños, esos designios permanecen suspendidos.
El fenómeno ruso ofrece como pocos el modelo de una reanudación de la tradición propia frente a trampantojos que debilitan y avasallan a las naciones que caen bajo su nefasta fascinación
La tradición, lejos de ser una antigualla, es la fuerza de los pueblos cuando se reanuda bajo formas actualizadas, su auténtica libertad y el camino de su prosperidad y grandeza. Por eso miramos a Rusia, no para copiarla servilmente, sino para encontrar en ella el modelo de una futura sociedad para España que, siendo muy de hoy, no sea traición a lo mejor que fuimos ayer. Rusia lo ha hecho, después de décadas de totalitarismo marxista. 
¿Por qué no intentarlo nosotros, después de décadas de extravío?
Fuente                             Manuel Fernández Espinosa
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Queda abierto el plazo para la recepción de artículos. La dirección con la que contactar con el Consejo de Redacción es, provisionalmente, ésta: movimientoraigambre@gmail.com

miércoles, 12 de noviembre de 2014

LA LEYENDA NEGRA (4)



Meditación acerca de la leyenda negra... ... pasado y actualidad… (4)

Si España desea realizar una gran política de penetración y cooperación en América tiene que abandonar los parámetros limitados y cortos de carácter autonómico que hoy pretenden alzarse por encima de los nacionales y fijar su atención en las enseñanzas de la Historia para cimentar la vía de intercambio de doble dirección.  “Mientras el mundo aliente..., mientras haya.... una América oculta que hallar, vivirá España”. Rubén Darío
                              
                          José Antonio Crespo-Francés
                                    Coronel en situación de Reserva

martes, 11 de noviembre de 2014

LAOCRACIA



Hacia la Laocracia Alexander Dugin

Bajo el capitalismo, los capitalistas gobiernan. Bajo el socialismo, son los representantes de la clase obrera, el proletariado, quienes gobiernan. Bajo el nazismo y el fascismo, gobierna la élite nacional o racial. Bajo la Cuarta Teoría Política, quien debe gobernar es el Pueblo (“Narod” en ruso, semejante al “Volk” alemán: no es lo mismo que la “población”).
La Rusia moderna tiene el capitalismo. Por lo tanto, es gobernada por el capitalismo y por lo tanto no por el “Narod”. Para construir una Rusia en la cual gobernará el “Narod”, es necesario lograr una revolución anti-capitalista (o, al menos, anti-oligárquica). Los magnates financieros deben ser excluidos del poder político. Y eso es lo principal. Cada uno debe elegir – el poder o el dinero. Elija el dinero – olvide el poder. Elija el poder – olvide el dinero.
La revolución debe lograrse en tres etapas:
1 Ultimátum a todos los grandes oligarcas (un centenar tomado de una lista de Forbes, más otro centenar que se oculta, pero que todos sabemos quiénes son) a jurar lealtad a los activos rusos (todos los activos estratégicos extranjeros y nacionales estarán ahora controlados por cuerpos especiales).
2 Nacionalización de todas las propiedades privadas de importancia estratégica.
3 Conversión de los grandes representantes del capital a la categoría de funcionarios con la transferencia voluntaria de sus propiedades al Estado. Supresión de los derechos civiles (incluyendo aquí el derecho al voto, la participación en campañas electorales, etc.) para aquellos que prefieran preservar el capital en escala no estratégica, pero significativa.
El Estado debe convertirse en el instrumento del pueblo. Este sistema debería ser llamado, de esta forma, Laocracia, literalmente, “el poder del pueblo (“Laos” es “pueblo” en griego).
En la sangrienta batalla por Ucrania, vemos el verdadero rostro del capital – el gran negocio ucraniano (oligarcas como Poroshenko, Kolomoisky, Akhemetov, etc.)- liderar el genocidio contra el pueblo; oligarcas rusos traicionan al pueblo al involucrarse en un acuerdo criminal con sus compañeros de clase ucranianos. Y todo esto siguiendo los intereses de la oligarquía global – el sistema capitalista mundial, centrado en los Estados Unidos.
Esto expone actualmente toda la incompatibilidad de Rusia y el capitalismo. Es o el capitalismo o Rusia.
Eso ha sido perfectamente comprendido por los líderes de la Nueva Rusia. Ellos, al estar a la vanguardia de todo el pueblo ruso, en realidad han comenzado esta Revolución del Pueblo Ruso. Es por esto por lo que son ellos los que tan furiosamente atacan tanto a los devotos mercenarios de la Junta en las filas de los cerdos fascistas ucranianos, como a los elementos capitalistas liberales en las quintas y sextas columnas de Rusia. Y, más importante aún, se han convertido en enemigos existenciales del gobierno mundial y de los EE.UU. Strelkov, Gubarev, Purgin, Pushilin, Mozgovoy – todos ellos desafiaron al capital global. Y lo hicieron en beneficio del Pueblo. En este caso, en beneficio del pueblo ruso. Pero si los partidarios del pueblo ucraniano fueron coherentes, serían aliados de esta revolución, y no meros capataces del capital mundial – como lo son ahora. Pasando al lado de la Nueva Rusia, los ucranianos se volverían no tanto hacia Rusia, ni incluso hacia la parte rusa, sino al lado del Pueblo, del Pueblo con mayúscula, que lucha una batalla mortal contra el mundo del capital, al lado, finalmente, de la Laocracia.
De este modo, la campaña por venir contra Kiev no será sólo una venganza o una campaña de liberación de las antiguas tierras rusas, será una campaña en favor de la Laocracia, el poder del Pueblo, para un Estado del Pueblo.
Y no creo que la oligarquía rusa apoye esto, ella no puede comprender que sus días están contados. Esta es la razón por lo cual grita histéricamente “no envíen tropas”, ya que la victoria de la Nueva Rusia significará, inevitablemente, la resurrección de la propia Rusia, el despertar del Pueblo. Esta es la razón de los intentos desesperados por traicionar a la Nueva Rusia – esta es la agonía de la oligarquía rusa y de sus capataces públicos. Su tarea es destruir a los héroes de la Revolución de la Nueva Rusia – que es no sólo popular sino también social – y destruirla mientras que sigua siendo un capullo de flor.
                                    
Fuente                                        Alexander Dugin
Legio Victrix                                                                   (Traducción de 4TPes)

lunes, 10 de noviembre de 2014

DISCURSO Y ACCIÓN



La distancia entre el discurso y acción

En 1905 Lenín escribió: "No interesa lo que un partido piense, desee o proclame sino cómo pueden pasar las cosas por efecto de la actuación de ese partido"[1] planteando así en forma clara y distinta la distancia entre el discurso político y la acción política.


La política, que es toda ella un arte de ejecución, entre las tantas definiciones que va a dar Perón, obliga a sus actores, si pretenden cierta eficacia, a manejarse a partir de los efectos que producen las decisiones políticas. Juzgar a un político o a un partido político por lo que dice o proclama y no por aquello que realiza es el grave error del pensamiento ilustrado en política. Por el contrario el realismo político que asume con escepticismo los proyectos teóricos sospechosos de idealismo como los de la paz perpetua, el gobierno mundial y la democracia universal, tiene su punto de partida en los hechos producidos y en los sucesos acaecidos por la acción de tal o cual partido político o gobierno.

La propaganda política se encarga, como toda propaganda de poner el ser a la venta, en este caso las virtudes de los gobiernos o de la oposición. Está construida a partir del discurso interesado, pues son intereses los que intenta defender. Y es consumida a diario por los miles de millones de hombres que como público consumidor aceptan como su opinión, la opinión publicada.

Hoy los gobiernos, observa acertadamente Massimo Cacciari, no resuelven los conflictos sino, en el mejor de los casos, los administran y eso se hace no con acciones sino con palabras. Con discursos, muchos de los cuales farragosos, que buscan lograr el consentimiento sobre aquello que no se hace pero que por una especie interna de "fuerza de las cosas" se espera, que finalmente se resuelva. Cuando en realidad, resolver un conflicto, para bien o para mal, es decidir por una, entre varias alternativas de acción.


Bien se dice que nosotros hemos pasado de la época de las certezas a la de la incertidumbre y ello se manifiesta también en el plano político donde los principios ideológicos han sido dejados de lado por los agentes políticos en función de sus intereses personales y los pactos circunstanciales de los partidos. Así los ministros, secretarios y funcionarios del Estado buscan permanecer en el cargo todo lo que puedan y a pesar de todo y los frentes partidarios duran lo que la luz de una elección circunstancial y momentánea.

Si bien en nuestro tiempo la imagen televisiva reemplazó al concepto expresado en palabras que nos brindaban la radio y los diarios, el discurso político sigue siendo, antes que nada, un discurso verbal-gestual y no simplemente figurativo.

Y es este carácter específico (verbal-gestual) el que impide que un agente político o social pueda dirigirse en plenitud, mostrando toda su potencia y capacidad, en un acto público de masas en una nación distinta de la suya. Casi no existen ejemplos en que un dirigente político haya pasado la prueba de hablar en otro país a una multitud y lograr concitar su atención. Menos aún si no es en su lengua maternal. Ni Charles de Gaulle con toda su oratoria y experiencia política pudo superar estacapitis diminucio propia del discurso político.

Hoy intentan los costosos publicistas hacer hablar a los agentes políticos a través de las imágenes pero ello no es más que un remedo, una mala copia, de aquello que tendrían que hacer los genuinos políticos: explicar, proponer, proyectar y finalmente realizar. Y así poder afirmar que la política es el arte de hacer posible lo necesario para la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.

La distinción que hemos señalado entre discurso y acción siempre útil al análisis político nos lleva a preguntarnos, en un segundo momento, por la vinculación o no entre ambos. Es éste el momento del juicio político, cuando valoramos la acción del agente político si encontramos una identidad entre discurso y acción, o bien, desvaloramos si ocurre lo contrario.

Si bien la distinción política fundamental es entre amigo-enemigo y no la de bueno y malo como ocurre en la ética, el hombre no puede desdoblarse y cuando emite un juicio político lleva siempre una carga moral.
Y si bien hoy no se le pide bondad al agente político, se le pide honestidad o al menos un mínimo de coherencia.

El progresismo se ha caracterizado, como un nuevo nominalismo, por verbalizar la realidad política que como consecuencia lo lleva a asumir la vanguardia como método. El discursear en forma reiterada, permanente y compulsiva lo obliga a pararse como todo vanguardista siempre en el futuro, lo que le hace perder de vista la realidad del presente. Existe un viejo dicho: El hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios, que nos recuerda la obligación de una mínima coherencia entre lo que decimos y realizamos.

Pongamos un ejemplo: Hoy el progresismo nos habla del imperialismo desterritorializado, de un imperialismo que no podemos ubicar en ningún lugar, de los grupos económicos concentrados pero sin localizarlos. Mientras tanto el imperialismo real y efectivo, aquel que es producto de la expansión económica de los países centrales que busca multiplicar sus ganancias aprovechando las ventajas y debilidades que ofrecen los países periféricos como los nuestros de Suramérica, hace los mejores negocios de toda su historia en finanzas, energía, petróleo, minería, pesca, ganadería y agricultura. El Estado como gerente del bien común, como gustaba decir Arturo Sampay, desaparece con el progresismo en esos campos o dominios de la actividad económica porque renuncia a su capacidad de poner coto, freno a las actividades imperialistas.

La generación del 40, aquellos pensadores nacionales que denunciaron con pelos y señales los entuertos de la década infame lo vio claro. José Luís Torres, nos habló siempre de combatir no al imperialismo de los marxistas leninistas como etapa superior del capitalismo en función de la revolución internacional proletaria, sino de combatir al imperialismo situado en el país, aquel, en su época, de los Bemberg, los Bunge y Born, los Dreyfus, y que hoy fueron reemplazados por los Mindlin, los Elsztain, los Rocca, los Eskenazi, los Grobocopatel, los Werthein y tantos otros.

Así mientras que el progresismo nos habla y denuncia a los grupos concentrados de la economía, mientras estos grupos en la práctica actúan con total impunidad y desparpajo sobre la economía argentina, el realismo político, el peronismo lo es, por aquello de con bosta se hacen paredes, tiene como exigencia denunciar, desmenuzar y combatir a estos grupos concentrados, punta de lanza del imperialismo en Nuestra América.

Fuente                                   Alberto Buela
[1] Lenín: Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, Obras Esc. Ed. Prob, Madrid, T2, p.51

domingo, 9 de noviembre de 2014

JOSÉ ANTONIO Y PABLO IGLESIAS


               "No se puede ganar un país sin reivindicar el concepto de patria.Pablo Iglesias


Pablo Iglesias y José Antonio

Podemos se ha convertido en un caso apasionante desde el punto de vista del análisis político, social e ideológico. Han obtenido un resultado relevante en las elecciones europeas, y las expectativas que han generado son enormes; de hecho, apenas tienen límites. Se cuenta con que formarán su propio grupo parlamentario, lo cual sería ya un éxito, e incluso se estima que podría convertirse en la primera fuerza dentro de la izquierda española. Si estará a la altura de esas expectativas es muy difícil de saber. Depende de su comportamiento, de la fortaleza del Partido Socialista y de la evolución del paro.
¿Cuál ha sido el análisis que se ha hecho este grupo de profesores de universidad que ha llevado a un partido de la izquierda más extrema a esta situación de preeminencia y expectativas? Se puede reconstruir a partir de diversos elementos que ha ido dejando grabados en youtube Pablo Iglesias, su líder inmarcesible, y el resto de colaboradores, además de la realidad política española. Pero él los ha engarzado todos en una charla de una hora, en Bolivia. En ella relata sus "intimidades políticas", es decir, la realidad (o parte de ella) de su análisis, su estrategia, su discurso, sus resultados.

El objetivo que se plantea Podemos es el poder total. No debe extrañarnos, pero tampoco lo debemos olvidar, porque de otro modo no le entenderíamos. Otras formaciones, como UPyD o Izquerda Unida, no tienen ambiciones reales tan altas. Cuba, como ejemplo del camino hacia el poder, ha dejado de ser atractiva. No hay más remedio que aceptar la vía, "tan poco erótica, tan poco épica", de la democracia "burguesa".

Pero llevar a una victoria electoral un mensaje que no deja de ser revolucionario no es fácil. Es más, es implanteable cuando las cosas parecen ir bien. Pablo Iglesias le pide a la audiencia que se haga a la ida de "lo que representaba para nosotros en el año 2002, 2003, 2004, 2005, 2006, ser ciudadanos de la Europa del Sur. Era algo tremendamente triste". Ellos habían visto el triunfo de líderes socialistas en América Latina en situaciones de crisis, pero legó "la crisis de todas las crisis, esa crisis que empieza en 2007" y que "sirvió para crear en los países del sur de Europa situaciones de crisis de régimen, de crisis de la gobernanza europea, de crisis de la estabilidad. Abrió una suerte de estructuras oportunidad política para el cambio".

Sí. Hay una desconfianza de un número creciente de ciudadanos en el sistema político. El juego político pasa por hacer promesas a los votantes con la renta y la riqueza ajenas, o que se asegura que es ajena. Cuando esta riqueza se destruye, las promesas se incumplen. Y como el incumplimiento es generalizado, cunde la desconfianza hacia la clase política. Como los sucesivos gobiernos han hecho lo necesario para evitar una crisis de deuda aún más grave, y esas medidas no son las que desean los votantes, se dice que el sistema no es plenamente democrático.

Esta sensación de fraude se produce de forma generalizada. Dice Iglesias: "Cuando se produce una crisis que provoca injusticias que son palpables por todo el mundo, son momentos en los que a la gente que procede de valores conservadores, la crisis también les duele y les afecta. A la gente de derechas tampoco le gusta que le roben. A la gente de derechas no les gusta que les tomen el pelo". Llega el 15M, y se pregunta Iglesias: "¿Qué es lo que ocurre cuando gente que jamás se ha manifestado sale a la calle y dice son unos sinvergüenzas, me están robando? Surge una oportunidad histórica".

Pero esa oportunidad hay que saber aprovecharla. Necesitan un discurso que capte ese descontento, y que sepa encaminarlo hacia una formación política, la suya. Y para eso necesitan un discurso. Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón y demás han sacrificado sin pena el marxismo más ortodoxo para adoptar, con pragmatismo, experiencias e ideas distintas. Las han bebido de América Latina. Pero no son ideas nuevas. Tampoco en España. Es aquí donde encaja el antecedente de José Antonio Primo de Rivera.

No es que lo cite Pablo Iglesias. Pero tampoco hace falta. Hace referencia a Marine Le Pen, cuya formación "amenaza con convertirse en mayoritaria en Francia". ¿Por qué? Pues "cuando están convirtiendo tu país en una colonia, ¿qué mejor discurso que apelar a pueblo y al orgullo nacional? Fue una de las características fundamentales de nuestra campaña electoral, que la izquierda nos criticó. Nosotros dijimos: 'somos patriotas. Y aquéllos que privatizan, aquéllos que entregan atribuciones soberanas a poderes exteriores, aquéllos que no pagan impuestos, esos son traidores a la patria'. La izquierda se echaba las manos a la cabeza. '¿Qué clase de discurso es este?'. Y apelamos a la Policía y a las Fuerzas Armadas".

La izquierda española ha renunciado al discurso patriótico, y ha alimentado sistemáticamente la idea de que las apelaciones a la nación son sinónimo de un peligroso derechismo. A Iglesias, Monedro y demás les ha bastado incluir un discurso patriótico para amenazar al PSOE con relegarle a una posición subordinada dentro de la izquierda. Como dice Pablo Iglesias en la misma conferencia, "la clave para entender el éxito del fenómeno Podemos es que hicimos exactamente lo que la izquierda no se hubiera atrevido a hacer". El lema de José Antonio Primo de Rivera era "patria, pan y justicia", y apelaba especialmente a aquéllos que "por carecer de pan, no pueden apreciar a la patria".

Aunque la referencia de los creadores de Podemos es el de los líderes populistas iberoamericanos que, como Hugo Chávez, se envuelven en la bandera nacional, las ideas de José Antonio se cuelan en este discurso con naturalidad. Los populistas americanos apelan a la nación frente al imperialismo. José Antonio, en su manifiesto ante las elecciones de febrero de 1936, publicado en Arriba, decía "queremos una política internacional para que sea neutral o beligerante por la libre conveniencia de España, no por la servidumbre a ninguna potencia exterior". Y Podemos apela al patriotismo frente a las injerencias de Bruselas, que impone esos recortes que muchos rechazan.

Así, la patria enlaza también con una de las ideas fuerza de Podemos

la democracia, que ha fracasado porque no ha impedido que Bruselas imponga sus designios. Y esta idea enlaza con otra, que es clave en el discurso, y en el éxito, de Podemos: la casta. Iglesias lo expresa así: "Un viejo amigo comunista, que conoce América Latina muy bien, decía: la audacia comunista, el momento leninista, si queréis, supone identificar esos pequeñitos momentos excepcionales en los que la diferencia entre un dirigente audaz y un dirigente mediocre es la capacidad de señalar a los culpables, señalar a los enemigos, y decirles '¿veis? Estos son los enemigos del pueblo'. Es la diferencia entre la audacia y ser un conservador que sigue utilizando los mismos métodos".

Pero esa audacia no es sólo comunista. Volvemos a José Antonio, que en el mismo discurso, titulado "Por España una, grande y libre, por la patria, el pan y la justicia", dice: 

"Banqueros que se enriquecen prestando a interés caro el dinero de los demás; propietarios de grandes fincas que, sin amor ni esfuerzo, cobran rentas enormes por alquilarlas; consejeros de grandes compañías diez veces mejor retribuidos que quienes con su esfuerzo las sacan adelante; portadores de acciones liberadas a quienes las más de las veces se retribuye a perpetuidad por servicios de intriga; usureros, agioistas y correveidiles. Para que esa gruesa capa de ociosos se sostenga, sin añadir el más pequeño fruto al esfuerzo de los otros, empresarios, industriales, comerciantes, labradores, pescadores, intelectuales, artesanos y obreros, agotados en un trabajo sin ilusión, tienen que sustraer raspaduras a sus parvos medios de existencias"

No le cuelga el nombre "casta", ni ninguno otro, pero hace referencia a la misma realidad.

No es que José Antonio, por otro lado, fuera completamente ajeno a las ideas de Marx, que había estudiado. En el discurso en el Cine Madrid, del 19 de mayo de 1935, dice: "Las previsiones de Marx se vienen cumpliendo más o menos de prisa, pero implacablemente. Se va a la concentración de capitales; se va a la proletarización de las masas, y se va, como final de todo, a la revolución social".

No se trata de que los creadores de Podemos se hayan basado en José Antonio, algo que desconozco. Pero sí de hacer ver que su análisis les lleva a ver que la tesis internacionalista de Negri y Hart no funciona, y que "el Estado siempre vuelve", pues "cuando se producen situaciones de crisis, la reivindicación del Estado y la soberanía" adquieren protagonismo como "instrumento de intervención política crucial". 

Entonces es necesario llevar el análisis político socialista al ámbito del Estado. Y el antecedente de este intento de "nacionalizar" la izquierda en España es José Antonio.

Fuente                                    José Carlos Rodríguez
juandemariana

"El patriotismo es generalmente más fuerte que el odio de clases ,y siempre más fuerte que el internacionalismo."  
George Orwell