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sábado, 28 de diciembre de 2013

CON O SIN OCCIDENTE



Arabia Saudita actuará por su cuenta en el mundo árabe


Arabia Saudita se empeña en asegurar "la paz regional" y en promover en el mundo árabe la política basada en "las responsabilidades globales" saudíes, independientemente del apoyo o aprobación de los países occidentales.

"Creemos que muchas de las políticas de Occidente relacionadas con Irán y Siria ponen en riesgo la estabilidad y la seguridad en Oriente Medio", escribió el embajador saudí en Londres, el príncipe Mohammed bin Nawaf bin Abdulaziz al-Saud, en una columna publicada en el diario 'The New York Times'. 

"Arabia Saudita tiene la enorme responsabilidad en la región como la cuna de Islam y una de las potencias árabes más significantes "

En su artículo el príncipe acusa a los "socios occidentales'' de no tomar medidas necesarias, desde el punto de vista de Riad, en relación a los gobiernos de Damasco y Teherán. "Occidente ha permitido a un régimen sobrevivir y al otro continuar su programa de enriquecimiento de uranio, con todos las consecuencias peligrosas de la militarización", subraya.

"Arabia Saudita tiene una enorme responsabilidad en la región como cuna de Islam y como una de las potencias árabes más significativas. Tenemos responsabilidades globales, tanto económicas, como políticas, siendo 'de facto' el banquero central de energía a nivel mundial", explica el embajador la nueva visión de Riad en política regional.

Sin ocultar el disgusto con algunas de las políticas de sus socios internacionales que -según el embajador- no han ido más allá de anunciar las "líneas rojas", Mohammed bin Nawaf bin Abdulaziz al-Saud concluyó que en este contexto "Arabia Saudita no tiene otro remedio que [...] mostrarse más decidida que nunca en la lucha por la estabilidad que nuestra región necesita tan desesperadamente". 

Las recientes declaraciones de varios gobernantes de Arabia Saudita parecen desafiar abiertamente a la estrategia de Occidente, encabezado por EE.UU., que tras la solución diplomática del desarme químico de Siria y el apoyo a las negociaciones sobre el programa nuclear de Irán, es considerada como una traición de los intereses sauditas.  


Fuente
rt.es

viernes, 27 de diciembre de 2013

ISLAMISMO VS EL ISLAM




¿EL ISLAMISMO CONTRA EL ISLAM?

El instrumento fundamentalista
“El problema subyacente para Occidente no es el fundamentalismo islámico. Es el Islam”.  Esta frase, que Samuel Huntington coloca al cerrar el largo capítulo de su Choque de civilizaciones titulado “El Islam y Occidente”[1], merece ser leído con más atención de lo que se ha hecho hasta ahora.
Según el ideólogo norteamericano, el Islam es un enemigo estratégico de Occidente, porque es su antagonista en un conflicto de fondo, que no surge tanto de disputas territoriales sino de una confrontación fundamental y existencial entre la defensa y rechazo de los “derechos humanos”, la “democracia” y los “valores laicos”.  Huntington escribe:
 “Mientras el Islam siga siendo Islam (como así será) y Occidente siga siendo Occidente (cosa que es más dudosa), este conflicto fundamental entre dos grandes civilizaciones y formas de vida continuarán definiendo sus relaciones en el futuro.” [2]
Pero la frase citada al principio no se limita en designar al enemigo estratégico, también es posible deducir la indicación de un aliado táctico: el fundamentalismo islámico.  
Es cierto que en las páginas del Choque de las civilizaciones la idea de utilizar al fundamentalismo islámico contra el Islam no está formulada de una forma muy explícita, pero en 1996, cuando publicó Huntington El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, este tipo de práctica ya había sido inaugurada.
“Es un dato de hecho -escribe un ex embajador árabe acreditado en los Estados Unidos y Gran Bretaña- que los Estados Unidos habían acordado alianzas con la Hermanos Musulmanes para echar fuera a los soviéticos de Afganistán; y que, desde entonces, no han cesado de hacer la corte a esta corriente islamista, favoreciendo su propagación en los países de obediencia islámica.  Siguiendo la huella de su gran aliado norteamericano, la mayoría de los estados occidentales han adoptado, en relación con esta nebulosa integrista, una actitud que va de la neutralidad benévola a la connivencia deliberada.” [3]
El uso táctico del así llamado integrismo o fundamentalismo islámico por parte de occidente no comenzó, como se dice, a partir de 1979 en Afganistán, sino -como recuerda en From the Shadows el ex director de la CIA Robert Gates- seis meses antes de la intervención soviética, cuando los servicios especiales estadounidenses comenzaron a ayudar a los guerrilleros afganos.
Sin embargo, su origen se remonta a los años cincuenta y sesenta, cuando Gran Bretaña y Estados Unidos identifican al Egipto nasseriano como el principal obstáculo para la hegemonía en el Mediterráneo occidental, por lo que prestaron apoyo a los Hermanos Musulmanes de una forma discreta pero acertada.  
Es el caso emblemático de un hijo del fundador del movimiento, Sa’id Ramadan, quien “tomó parte en la creación de un importante centro islámico en Múnich, alrededor del cual se formó una federación con amplia difusión”[4].  Sa’id Ramadán, quién recibió financiamiento e instrucciones del agente de la CIA, Bob Dreher, en 1961 expuso su plan de acción a Arthur Schlesinger Jr., asesor del presidente electo John F. Kennedy.  
”Cuando el enemigo está armado con una ideología totalitaria y dispone de regimientos de fieles devotos, -escribía Ramadán- aquellos que están alineados sobre posiciones políticas opuestas deben enfrentarlos sobre el plano de la acción popular y la esencia de su táctica debe consistir en una fe y devoción contraria.  Solo las fuerzas populares, genuinamente involucradas y reactivas por su cuenta, pueden hacer frente a la amenaza de infiltración del comunismo”. [5]
La utilización instrumental de los movimientos islamistas funcionales a la estrategia atlántica no terminó con la retirada del Ejército Rojo de Afganistán.  
El auspicio del gobierno de Clinton al separatismo bosniaco y kosovar, el apoyo estadounidense y británico al terrorismo wahabí en el Cáucaso, el soporte oficial de Brzezinski a los movimientos armados fundamentalistas en Asia central, las intervenciones en favor de las bandas subversivas en Libia y Siria, son episodios sucesivos de una guerra contra Eurasia, en las cuales los EE.UU. y sus aliados se valen de la colaboración islamista.
El fundador de An-Nahda, Rachid Ghannouchi, quien en 1991 recibió los elogios del gobierno de George Bush por el rol eficaz que desempeñó en la mediación entre las facciones afganas antisoviéticas, ha tratado de justificar el colaboracionismo islamista esbozando una imagen casi idílica de las relaciones entre los EE.UU. y el mundo islámico.  Un periodista del “Figaro” que le preguntó si los americanos le parecían más conciliadores que los europeos, el líder islamista tunecino respondió que sí, porque “no existe un pasado colonial entre los países musulmanes y Estados Unidos, nada de Cruzadas, nada de guerra, nada de historia”; y a la evocación de la lucha común de los estadounidenses e islamistas contra el enemigo bolchevique, ha añadido la mención de la contribución inglesa.[6]

La “noble tradición salafí”
El islamismo representado por Rachid Ghannouchi es aquel, según un orientalista, que “se vincula a la noble tradición salafí de Muhammad ‘Abduh y que ha tenido su versión más moderna en los Hermanos Musulmanes.”[7]
Volver al Islam puro de los “antepasados ​​piadosos” (as-salaf as-Salihin), haciendo tabla rasa de la tradición emanada del Corán y la Sunna a lo largo de los siglos: éste es el programa de la corriente reformista que tiene sus fundadores en el persa Jamal ad-Din al-Afghani (1838-1897) y sus discípulos, los más importantes de los cuales fueron el egipcio Muhammad ‘Abduh (1849-1905) y el sirio Muhammad Rashid Rida (1865-1935).
Al-Afghani, quien en 1883 fundó la Asociación de los Salafíes, en 1878 fue iniciado en la masonería en una logia de Rito Escocés en El Cairo.  Él permite ingresar a los intelectuales de su entorno a la masonería, entre los cuales está Muhammad ‘Abduh, quien, luego de ocupar una serie de altísimos cargos, el 3 de junio de 1899 se convirtió en el Muftí de Egipto, con el beneplácito de los ingleses.
“Ellos son los aliados naturales del reformador occidental, se merecen todo el estímulo y todo el sostenimiento que se les puede dar”[8]: Este es el reconocimiento explícito del papel de Muhammad ‘Abduh y del hindú Sir Sayyid Ahmad Khan (1817-1889) que fue dado por Lord Cromer (1841-1917), uno de los principales arquitectos del imperialismo británico en el mundo musulmán.  
De hecho, mientras que Ahmad Khan afirmó que “el dominio británico en la India es la cosa más bella que el mundo nunca había visto” [9], y aseveraba en una fatwa que “no era lícito rebelarse contra los ingleses, siempre y cuando éstos respetasen la religión islámica y permitan a los musulmanes practicar su culto” [10], Muhammad ‘Abduh difundía en el ambiente musulmán las ideas racionalistas y cientificistas del Occidente contemporáneo.
 ‘Abduh argumentó que en la civilización moderna no hay nada que esté en conflicto con el verdadero Islam (identificaba a los jinn con los microbios y estaba convencido que la teoría de la evolución de Darwin estaba contenida en el Corán), de ahí la necesidad de revisar y corregir la doctrina tradicional para someterle al juicio de la razón y aceptar las aportaciones científicas y culturales del pensamiento moderno.
Después de ‘Abduh, el líder de la corriente salafí fue Rashid Rida que, tras la desaparición del califato otomano, planeó la creación de un “partido islámico progresista”[11] con el objetivo de crear un nuevo califato.  En 1897, Rashid Rida fundó la revista “Al-Manar”, la cual, difundida por todo el mundo árabe y en otras partes, se la seguirá publicando después de su muerte durante cinco años por otro miembro del reformismo islámico: Hasan al-Banna (1906 -1949), el fundador de los Hermanos Musulmanes.
Pero, mientras Rashid Rida teorizaba el nacimiento de un nuevo Estado islámico destinado a gobernar la ummah, en la Península Arábiga tomaba forma el Reino de Arabia Saudita, donde existía otra doctrina reformista: el wahabismo.

La secta wahabí
La secta wahabí toma su nombre del apellido de Muhammad ibn ‘Abd al-Wahhab (1703-1792), un árabe del Najd, de la escuela hanbalí, que se entusiasmó pronto por los escritos de un abogado literalista que vivió cuatro siglos antes en Siria y Egipto, Taqi ad-din Ahmad ibn Taymiyya (1263-1328).  Partidario de obtusas interpretaciones antropomórficas sobre las imágenes contenidas en el lenguaje coránico, animado de un verdadero y propio odium theologicum hacia el sufismo; a menudo acusado ​​de heterodoxia,  Ibn Taymiyya se merece la definición de “padre del movimiento salafí a través de los siglos”[12] que le dio Henry Corbin.  
Siguiendo sus huellas, Ibn ‘Abd al-Wahhab y sus partidarios dictaminaron como manifestaciones de politeísmo (shirk) la fe en la intercesión de los profetas y de los santos y, en general, todos aquellos actos que, en su opinión, equivaldrían a considerar como partícipes de la omnipotencia divina y del querer divino a un ser humano o a otra criatura, por lo que consideran politeísta (mushrik), con todas las consecuencias del caso, incluso al musulmán devoto dedicado a invocar al Profeta Mahoma o por orar cerca de la tumba de un santo.  
Los wahabís atacaron las ciudades sagradas del Islam chiita, saquearon los santuarios, se apoderan en 1803-1804 de La Meca y Medina, demolieron los monumentos sepulcrales de los santos y de los mártires, e incluso profanaron la tumba del Profeta; colocaron fuera de la ley a las organizaciones iniciáticas y a sus ritos; abolieron la celebración del cumpleaños del Profeta; extorsionaron a los peregrinos y suspendieron la peregrinación a la Casa de Dios; promulgaron las prohibiciones más extravagantes.
Derrotados por el ejército que el soberano egipcio había enviado contra ellos tras la exhortación a la Sublime Puerta, los wahabís se dividieron entre las dos dinastías rivales, la de Saud y Rashid, y durante un siglo empeñaron todas sus energías en la lucha intestina  que ensangrentó la península árabe; hasta que Ibn Saud (‘Abd al-’ Aziz ibn ‘Abd ar-Rahman Al-Faisal Al Su’ud, 1882-1953) realzó de nuevo la suerte de la secta.  
Patrocinado por Gran Bretaña, que en 1915 es con el único Estado en el mundo que estableció relaciones oficiales, ejerciendo como un “cuasi protectorado”[13] en el Sultanato de Nejd, Ibn Saud logra ocupar La Meca y Medina en 1925.  Se convirtió en “El rey de Hiyaz y Nejd y sus dependencias”, de acuerdo con el título que en 1927 le fue reconocido por el Tratado de Yidah del 20 de mayo de 1927, firmado con la primera potencia europea que reconoció la nueva formación estatal wahabí: la Gran Bretaña.
Sus victorias – escribe uno de los tantos orientalistas que han cantado sus alabanzas – lo han convertido en el gobernante más poderoso de Arabia. Sus dominios lindan con Irak, Palestina, Siria, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico.  Su personalidad de relieve se ha afirmado con la creación de la Ikhwan o Hermandad: una cofradía de activistas wahabís a la que el inglés Philby ha denominado “‘una nueva masonería”[14].
Se trata de Harry St. John Bridger Philby (1885-1960), el organizador de la revuelta árabe anti-otomana de 1915, quién “había ocupado en la corte de Ibn Saud, el lugar del fallecido Shakespeare”[15] para citar la expresión hiperbólica de otro orientalista de aquella época.  Él fue quien abogó cerca de Winston Churchill, el rey Jorge V, del Barón Rothschild y Chaim Weizmann por el proyecto de una monarquía saudita que, usurpando la custodia de los Santos Lugares, tradicionalmente asignados a la dinastía hachemita, unificará la Península Arábiga y controlará en nombre de Inglaterra, la vía marítima Suez-Aden-Mumbai.
Con el final de la Segunda Guerra Mundial, durante la cual la Arabia Saudita mantiene una neutralidad filoinglesa, al patrocinio británico se añadirá y luego será sustituido por el norteamericano.  En tal sentido, un evento anticipador y simbólico fue la reunión que tuvo lugar el 1 de marzo de 1945 sobre el Canal de Suez, a bordo del Quincy, entre el presidente Roosevelt y el soberano wahabí, que, como recordaba orgullosamente un arabista estadounidense, “siempre ha sido un gran admirador de Norteamérica, que antepone también a Inglaterra” [16].  
De hecho, ya en 1933 la monarquía saudí había dado en concesión a la Standard Oil Company of California, el monopolio de la explotación del petróleo, mientras que en 1934 la compañía americana Saoudi Arabian Mining Syndicate había obtenido el monopolio de la exploración y extracción del oro.

Los Hermanos Musulmanes
Usurpada la custodia de los Santos Lugares y adquirido el prestigio asociado a esta función, la Casa de Saud se percata de la necesidad de disponer de una “internacional” que le permita extender su hegemonía sobre una gran parte de la comunidad musulmana, con el fin de contrarrestar la difusión del pan-arabismo nasseriano, el nacionalsocialismo baathista y -después de la revolución islámica de 1978 en Irán- la influencia chií.  
La organización de los Hermanos Musulmanes proporciona a la política de Riad una red organizativa que sacará provecho de los sustanciales financiamientos saudíes. “Después de 1973, debido al aumento de los ingresos provenientes del petróleo, los medios económicos no faltan; se invertirán principalmente en las zonas donde un Islam poco “consolidado” podría abrir la puerta a la influencia iraní, especialmente en África y la comunidad musulmana emigrada a Occidente” [17].
Por otra parte, la sinergia entre la monarquía wahabí y el movimiento fundado en 1928 por el egipcio Hassan al-Banna (1906-1949) se basa sobre un terreno doctrinal sustancialmente común, así como los Hermanos Musulmanes son los “herederos directos, aunque no siempre estrictamente fieles, de la salafiyyah de Muhammad ‘Abduh”[18] y como tal lleva inscrita en su ADN desde su nacimiento la tendencia a aceptar, incluso con todas las reservas necesarias, la civilización occidental moderna.  
Tariq Ramadan, nieto de Hassan al-Banna y exponente de la actual intelligentsia reformista musulmana, interpreta de esta manera el pensamiento del fundador de la organización: “Como todos los reformadores que le precedieron, Hassan al-Banna nunca ha demonizado al Occidente. (…) Occidente ha permitido a la humanidad dar grandes pasos hacia adelante y esto ha sucedido desde el Renacimiento, cuando se inició un vasto proceso de secularización (‘que fue una contribución positiva’, teniendo en cuenta la especificidad de la religión cristiana y la institución clerical)”[19].  
El intelectual reformista recuerda que su abuelo, en su actividad de maestro de escuela, se inspiraba en las más recientes teorías pedagógicas occidentales y nos remite a un extracto elocuente de uno de sus escritos: 
“Debemos inspirarnos en las escuelas occidentales, en sus programas (…) También debemos tomar de las escuelas occidentales y de sus programas el constante interés por la educación moderna y su forma de afrontar la exigencia y preparación para el aprendizaje, fundados sobre métodos firmes extraídos de estudios sobre la personalidad y naturaleza del niño (…) Debemos aprovecharnos de todo esto sin sentir vergüenza alguna: la ciencia es un derecho de todos (…)”[20].
Con la así llamada “primavera árabe”, se manifestó de manera oficial la disponibilidad de los Hermanos Musulmanes para aceptar los cimientos ideológicos de la cultura política occidental, que Huntington señala como términos fundamentales para la oposición al Islam.  En Libia, Túnez, Egipto, los Hermanos han disfrutado del patrocinio de los Estados Unidos.
El Partido egipcio Libertad y Justicia, constituido el 30 de abril de 2011 por iniciativa de la Hermandad y controlado por ella, se aferra a los “derechos humanos”, propugna la democracia, apoya una gestión capitalista de la economía, no es contraria a aceptar préstamos del Fondo Monetario Internacional.  
Su presidente Mohamed Morsi (nacido en 1951), actual presidente de Egipto, estudió en los Estados Unidos, donde también trabajó como profesor asistente en la California State University; dos de sus cinco hijos son ciudadanos estadounidenses.  El nuevo presidente de repente declaró que Egipto respetará todos los tratados celebrados con otros países (por lo tanto también con Israel); ha realizado su primera visita oficial a Arabia Saudita y declaró que reforzará las relaciones con Riad; ha declarado también que es un “deber ético” sostener el movimiento de oposición armado que lucha contra el gobierno de Damasco.Si la tesis de Huntington tenía necesidad de una demostración, los Hermanos Musulmanes la han proporcionado.
Fuente                                                                Claudio Mutti

jueves, 26 de diciembre de 2013

EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD



 El bien común por encima del interés individual.

FELIZ NAVIDAD Y PAZ EN LA TIERRA A LOS TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD...

miércoles, 25 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD 2013



La Navidad, que en el siglo XVII tuvo que ser rescatada de la tristeza, tiene que ser rescatada en el siglo XXI de la frivolidad.

"La Navidad , no es un acontecimiento cuya conmemoración sirva a intereses pacifistas o festivos. No se trata sólo de una conferencia hindú en torno a la paz o de una celebración invernal escandinava. Hay algo en ella desafiante, algo que hace que las bruscas campanas de la medianoche suenen como cañones de una batalla que acaba de ganarse. En el nacimiento de un Niño en una cueva de pastores ,se esconde la idea de minar el mundo, de sacudir las torres y los palacios desde sus cimientos, igual que Herodes el Grande sintió aquel terremoto bajo sus pies y se tambaleó con su vacilante palacio". 

"De hecho, la Iglesia, desde sus comienzos, y quizás especialmente en sus comienzos, no fue tanto un principado como una revolución contra el príncipe de este mundo. Los que acusaban a los cristianos de incendiar Roma con antorchas eran calumniadores, pero al menos estaban más cerca de la naturaleza del cristianismo que esos modernos que dicen que los cristianos fueron una especie de sociedad ética, sometida a un lánguido martirio por decir que los hombres tenían una obligación con respecto a sus prójimos, y que resultaban ligeramente molestos porque eran mansos y humildes". 

                                                                    GK.Chesterton

martes, 24 de diciembre de 2013

MISSA HISPANICA



MISSA HISPANICA

Una espléndida obra compuesta quizá en 1786 por Michael Haydn, hermano del gran José, precursor de la gran música austríaca, quiero decir de Mozart y de Beethoven. Missa Hispanica encargada a Michael por unos aristócratas españoles en tiempos de Carlos III. 

La historia sería más o menos la siguiente, utilizando aquí los datos que esgrime en el Programa, en una nota muy documentada y bien escrita, Andrés Ruiz Tarazona. En efecto, sabemos cómo José Haydn mantenía una correspondencia con María Josefa Alonso Pimentel, condesa-duquesa de Benavente-Osuna, porque pretendía adquirir los manuscritos de la obra del compositor vienés. A través de Boccherini, que entonces residía en Madrid, y del embajador de España en Viena,la correspondencia sigue su curso y es posible que, al tener José demasiados encargos, dirigiese hacia su hermano aquellos pedidos, como es también posible que dicha Missa Hispanica haya sido pedida a Michael desde Madrid con el fin de conmemorar la paz de Basilea que ponía fin a la guerra con Francia, en 1795. En este caso, la obra sería más bien de 1796. 

Se trata, en cualquier manera, de una obra espléndida, llena de luminosidad y armonía, anticipando todo el movimiento musical que vendrá después. 

No hay que olvidar el hecho de que Michael fuera amigo de Mozart y le sucediera en el órgano de la catedral de Salzburgo cuando, en 1781, el ex niño prodigio saliera para Viena.

Lo que me incitó a dedicar un comentario a dicha Missa, tan desconocida entre nosotros y de nombre tan bonito y evocador, fue el hecho de que, durante el concierto, el ritmo mismo de la música me obligó a pensar en la época en que fue compuesta

¿Cómo pudo escribirse una obra tan perfecta y tan religiosa en una época tan dedicada a despotricar de Dios? Fue un tiempo frívolo y despreciable, poblado por falsos curas y por falsos filósofos, que llevaron juntos al pueblo francés a la guillotina.

                                                             Vintila Horia

              Leer+ "Missa Hispanica" 
Fuente
vintilaHoria

lunes, 23 de diciembre de 2013

LA TIERRA DEL ATARDECER



Occidente enfermo

No es un juicio de valor afirmar que occidente está enfermo, sino la evidencia de enfrentarse a un mundo que sólo tiene respuestas para lo más inmediato. El nihilismo ha impregnado el corazón del hombre occidental. El camino del interrogante filosófico y de la búsqueda de la virtud es el único que puede volver a llevar a buen puerto.



¿Por qué el Occidente está en crisis y aparece siempre más débil frente al Islam? Naturalmente hay muchas causas que explican esta crisis, pero es cierto que la enfermedad mortal de la que sufre hoy en día Occidente es el nihilismo que Nietzsche le había diagnosticado hacía un siglo.
Más preciso, nuestra civilización está en crisis porque la mayor parte de los hombres contemporáneos son víctima del nihilismo. 

De hecho, como ya decían Platón y San Agustín, el estado y la historia del hombre dependen de lo que prevalece y predomina en lo más íntimo de cada ser humano. Pero el nihilismo en el que se ha hundido el hombre occidental contemporáneo ya había sido teorizado en el S. V a.C. por Gorgias, pero en ese momento la cultura griega había reaccionado.

Sin embargo hoy, el nihilismo es la mentalidad más difundida de la filosofía y de la cultura contemporánea, y se puede sintetizar así: la existencia y la vida humana son insignificantes (por ejemplo, Sartre ha dicho que el hombre es una pasión inútil), visto que no existe ningún fin, meta o sentido, ni para la vida, ni para todo lo que existe en general. 

La civilización griega reaccionó al nihilismo de Gorgias porque rápidamente Sócrates relanzó las grandes preguntas que, antes de él, habían inaugurado la filosofía y que constituyen las directrices fundamentales de toda auténtica búsqueda filosófica: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo? (es decir, ¿cuál es mi origen?), ¿dónde voy? (es decir, ¿cuál es mi fin?), ¿existe Dios?, ¿si existe Dios por qué existe el mal?, ¿qué son el bien y el mal?, ¿somos libres?, etc.

El hombre contemporáneo no se esfuerza más por responder a estas preguntas radicales, ni siquiera intenta responderlas y no toma conciencia del propio origen, de su identidad y su fin. 

Ahora bien, la pregunta más importante de todas, porque su respuesta permite responder a todas las demás es la que concierne a la existencia de Dios (y era ya la pregunta más relevante para los primeros filósofos que se preguntaban sobre el arché, sobre el principio de todas las cosas) y está claro que la actitud nihilista coincide sobre todo con la muerte de Dios. 

¿Y cómo se ha producido la muerte de Dios? Responde Nietzsche: " Nosotros lo hemos matado [...] somos sus asesinos", es decir, somos nosotros los hombres occidentales que nos hemos alejado de Dios, de la piedra angular de nuestra civilización, en buena medida mediante una actitud de desinterés hacia Dios, más que por medio de una negación explícita (como la que ha intentado Nietzsche). Y la muerte de Dios es la eliminación del fundamento, del punto de referencia, de la estrella polar de nuestra civilización, en definitiva está claro, como decía Kierkegaard que la enfermedad mortal del Occidente es la pérdida de la fe en Dios y en Cristo, una pérdida de fe que es escandalosa por que nace de la indiferencia: "es un escándalo dejar a Cristo en la indiferencia. El hecho que el cristianismo te ha sido anunciado significa que debes hacerte una opinión en torno a Cristo; Él, o el hecho de que Dios existe y ha existido, es la decisión de toda la existencia". 

En definitiva, la enfermedad mortal que asedia nuestra supervivencia , que nos hace débiles, extenuados, flojos, que nos hace poco capaces de reaccionar a la tentación terrorista de destruirnos, es cierta y principalmente el olvido de nuestras raíces cristianas, que Juan Pablo II ha recordado reiteradamente.

Habiendo ya hablado de los valores cruciales de los que incluso los no creyentes deben al cristianismo, después de haber reafirmado la importancia crucial de la pregunta sobre Dios y de la fe para la supervivencia de nuestra civilización, debo por último resaltar dos elementos griegos que han hecho nacer a nuestra civilización y que los cristianos han fortalecido a continuación, y que debemos volver a nutrir para curar de la enfermedad nihilista.

En primer lugar debemos revitalizar la actitud teorética, es decir contemplativa, y justo a partir de tal revitalización debemos volver a ponernos grandes interrogantes. 

La actitud de los griegos frente a las cosas consistía de hecho en preguntarse "¿qué es esto?", a prescindir de su utilidad/inutilidad, ventajas/desventajas. Se trataba de una actitud no utilitarista, no pragmatista, sino de estupor y maravilla, de las cuales surgían las grandes preguntas. Se trata de un fármaco fundamental contra el cientificismo, es decir contra el predominio de una ciencia y de una técnica, que junto con el nihilismo, a partir de una revolución científica obraron, como decía Husserl en 1954 "un alejamiento de aquellos problemas que son decisivos para una humanidad auténtica": de hecho "en la miseria de nuestra vida [...] esta ciencia no tiene nada que decirnos. Excluye de principio aquellos problemas que escuecen más al hombre, el cual en nuestros tiempos atormentados, se siente en manos del destino; los problemas del sentido y del no-sentido, de la existencia humana en su complejo". Un fármaco contra un cientificismo que ha desvinculado el progreso mismo de la ciencia de toda norma ética y que ha conducido a Hiroshima, a la clonación, a la eugenética, etc. 

En segundo lugar, debemos retomar de los griegos la exhortación a buscar la virtud, es decir a mirar a la excelencia moral, a cultivar lo que somos interiormente y redimensionar (sin eliminar) la importancia de los bienes materiales que tenemos, o de los bienes como el éxito, el prestigio, el poder, etc., o de los bienes del cuerpo como la belleza, la fuerza, el vigor, etc. 


Como decía Sócrates: "no debéis preocuparos por el cuerpo, ni de las riquezas, ni de ninguna otra cosa antes que del alma , de manera que se haga lo mejor posible", al punto que decía Aristóteles que el hombre virtuoso cumple muchas acciones virtuosas "aunque debiese morir", porque "prefiere aquello que es bello (es decir, la virtud) a cualquier otra cosa". 

Sobre estos dos fundamentos la cultura romana y el cristianismo han aportado su contribuciones cruciales para construir la identidad del hombre europeo y occidental que debemos realimentar para que Occidente, etimológicamente, tierra del atardecer, no lo termine siendo.


Fuente                                           Giacomo Sadek Ludovici 
elsentidobusca

domingo, 22 de diciembre de 2013

LA DEMOCRACIA MEDIÁTICA



La Democracia mediática o la negación de la democracia 
El término democracia tiene su origen, como todos sabemos, en la Grecia clásica, y significa "poder del pueblo". Una serie de tiranos (término que carecía de la connotáción autoritaria que hoy tiene) conocidos como Dracón, Solón, Pisístrato, Clístenes y Pericles instauraron un código constitucional, que más tarde evolucionaría en la “Democracia”, donde el pueblo (reunido en laEcclesia) decidía las cuestiones del Estado.
A finales del siglo XX, los países fueron introduciendo este sistema, corroborando y verificando las palabras de un excéntrico griego, Pericles: “Seremos admirados por nuestros contemporáneos y por las generaciones futuras”. 

El objetivo era hacer oír las voces del pueblo, y para ello, los media eran imprescindibles. El papel fundacional era servir como canal para las opiniones individuales, es decir, ser un lugar de debate, porque los supuestos en los que se basan los medios de comunicación son: informar; que una mayor información provoque una mayor participación política; y que esto favorezca una democracia saludable.
El problema surgió con la aparición de la televisión. La intervención de este mediaprovocó el desplazamiento de la opinión pública, la esencia de la democracia, y la perversión de los anteriores supuestos. En la actualidad no existen las opiniones individuales, sólo existe una masa de individuos que creen tener una doxa, pero que en realidad viven manipulados y manejados por este canal. 

Sartori comenta que“actualmente, el pueblo soberano opina en función de cómo la televisión le induce a opinar”. Karl Popper, siguiendo el hilo a Sartori, dijo que “la democracia no puede existir si no se controla la televisión”. Sartori responde diciendo que es un suicidio confiar “la conducción del gobierno de un país a conductores que no tienen permiso de conducir”. 

A este exceso consistente en hacer depender la política de los media, se la conoce con el nombre de Democracia mediática.
Estas reflexiones me sirven para analizar la involución democrática producida desde su establecimiento. Debo ahondar en la consecuencia que cierra el ciclo de la alienación ciudadana. Hablo del despotismo democrático. El eje de la televisión apunta a un término ideado por Tocqueville, pensador francés, que se hace contemporáneo. Hablo de la llamada “Tiranía de la Mayoría”, fenómeno que va de la mano de la televisión, ya que la programación de dicho conducto se dirige a un grupo social, los apáticos, que representan al 70% de la población y cuyo único interés hacia la información es el ocio. 
Esta masa social u Homo Videns, participa en las elecciones democráticas, pero al estar influidos por la televisión actúan, de cara a este importantísimo acontecimiento, como una masa con una doxa que define el término de Tocqueville, provocando el despotismo democrático
Por eso, hoy opino que no sólo no me representan la jauría de incompetentes con ansias famélicas de poder, sino que tampoco me veo representado por esta masa apática, negligente y alienada.

Fuente                                                                Pablo Ortiz Soto