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sábado, 14 de febrero de 2015

LA VIEJA DICOTOMÍA IZQUIERDA-DERECHA



El dilema igualitarismo/anti-igualitarismo 

El mayor enemigo de un nuevo paradigma político, de una nueva síntesis periférica al sistema liberal, que se sitúe más allá de la izquierda y la derecha, a pesar de los numerosos puntos de encuentro y de contacto entre la Nueva Derecha y la Nueva Izquierda, es el la distinta interpretación del enfrentamiento doctrinal entre dos cosmovisiones que pivotan en torno a la tensión conceptual entre igualdad/desigualdad.

¿Derecha = desigualdad?

La definición de “derecha” efectuada por Alain de Benoist en su obra Vu de Droite reproducida en múltiples ocasiones, ha sido una de las más citadas y debatidas de su obra. En ella, el autor francés  reflexiona “desde la derecha”, como una visión del mundo que se sitúa “contra el igualitarismo” y “a favor de la diversidad”: «Llamo aquí de derecha, para entendernos, a la actitud que consiste en considerar la diversidad del mundo y, por consiguiente, las desigualdades relativas que necesariamente produce, como un bien, y la homogeneización progresiva de ese mundo, preconizada y llevada a cabo por el discurso bimilenario de la ideología igualitaria, como un mal […]. O nos situamos en una perspectiva anti-igualitaria, que implica juzgar a los hombres no por el simple hecho de su presencia en el mundo, sino por su valor, apreciado en función de unos criterios adecuados a su actividad personal y de los caracteres específicos de las comunidades en que se inscriben, o lo hacemos en una perspectiva igualitaria, que ve en toda desigualdad una injusticia, pretende que la moral es la esencia de la política e implica el cosmopolitismo en lo político y el universalismo en lo filosófico». En definitiva, se centra en el criterio de la igualdad/desigualdad que marcaría las cosmovisiones de las viejas izquierda y derecha, siendo esta última la que se desenvolvería desde una necesaria perspectiva anti-igualitaria.

Esta definición resumía entonces la manera de pensar de Alain de Benoist  y hoy todavía se identifica bastante con ella. Esta profesión de fe “anti-igualitaria”, que mezcla las nociones contiguas, pero distintas, de diversidad y desigualdad, de homogeneización e igualdad, era -opina De Benoist- algo equívoca. Hacer de la lucha contra el igualitarismo el objetivo principal implicaba el riesgo evidente de parecer legitimar unas prácticas de exclusión (en nombre de la presunta inferioridad de tal o cual grupo) o unas prácticas liberales elitistas (la desigualdad de las condiciones como justo resultado de las desigualdades de la naturaleza, la justicia social como “ilusión”).
Igualdad versus desigualdad
La aportación más relevante de los últimos años sobre el concepto de “igualdad” como criterio relevante de distinción entre “derecha e izquierda” parece haber sido la de Norberto Bobbio. Para el desaparecido socialista italiano -según Esparza- «la clave del asunto está en el concepto de igualdad: el hombre de derechas piensa que las desigualdades son naturales y, por tanto, de imposible eliminación; por el contrario, el de izquierdas piensa que las desigualdades son producto de unas determinadas circunstancias sociales y que, por consiguiente, es posible –y también benéfico- eliminarlas». Y sobre esta distinción, Bobbio añade otra paralela entre extremistas y moderados cuya clave es la idea de libertad, mayor entre los moderados, menor entre los extremistas. Esta descripción ha sido aceptada con gozo por las socialdemocracias occidentales, que se ven así convertidas en la única corriente depositaria de dos de los grandes valores de la modernidad política: igualdad y libertad». Sin embargo, la distinción de Bobbio deja fuera del análisis buena parte del campo que pretendía definir. Por ejemplo, en el esquema bobbianono caben los movimientos que asumen la desigualdad natural y la diversidad cultural como realidades antropológicas incontrovertibles, pero que al mismo tiempo defienden la reducción de desigualdades sociales (como es el caso de la Nueva Derecha europea y Alain de Benoist). En definitiva, «el esquema de Bobbio deja demasiadas cosas fuera como para considerarlo canónico».
Para Bobbio, y ésta es la parte central de su pensamiento político, la esencia de la distinción entre la derecha y la izquierda «es la diferente actitud que las dos partes -el pueblo de la derecha y el pueblo de la izquierda- muestran sistemáticamente frente a la idea de igualdad»: aquellos que se declaran de izquierdas dan mayor importancia en su conducta moral y en su iniciativa política a lo que convierte a los hombres en iguales, o a las formas de atenuar y reducir los factores de desigualdad; los que se declaran de derechas están convencidos de que las desigualdades son un dato ineliminable, y que al fin y al cabo ni siquiera desean su eliminación. «Cuando se dice que la izquierda es igualitaria y la derecha es inigualitaria no se quiere decir en absoluto que para ser de izquierdas sea necesario proclamar la máxima de que todos los hombres son iguales en todo, independientemente de cualquier criterio discriminatorio, porque ésta sería no sólo una visión utópica, sino peor, una proposición a la que no es posible dar un sentido razonable [...] El hecho real es éste: los hombres son entre ellos tan iguales como desiguales. Son iguales en ciertos aspectos, desiguales en otros».
Y continúa Bobbio: «Entre los hombres, tanto la igualdad como la desigualdad son de hecho verdaderas porque corresponden a observaciones empíricas irrefutables. Pero la aparente contradicción de las dos proposiciones —“los hombres son iguales”, “los hombres son desiguales”— depende únicamente de lo que se observa. Entonces se puede llamar correctamente igualitarios a los que, a pesar de no ignorar que los hombres son tan iguales como desiguales, dan mayor importancia, para juzgarlos y para atribuirles derechos y deberes, a lo que les hace iguales en lugar de a lo que les hace desiguales; no igualitarios, a los que partiendo de la misma constatación dan mayor importancia, para el mismo fin, a lo que los hace desiguales en lugar de a lo que los hace iguales [...] Es justamente el contraste entre estas últimas elecciones lo que sirve muy bien, en mi opinión, para distinguir las dos opuestas alineaciones que ya estamos acostumbrados durante una larga tradición a llamar izquierda y derecha [...] Lo igualitario parte de la convicción de que la mayor parte de las desigualdades que lo indignan, y querría hacer desaparecer, son sociales y, como tales, eliminables. Lo no igualitario, en cambio, parte de la convicción opuesta, que sean naturales y como tales, ineliminables».
En resumen, una política igualitaria se caracteriza por la tendencia a remover los obstáculos que convierten a los hombres y a las mujeres en menos iguales. Si existe un elemento caracterizador de las doctrinas y de los movimientos que se han reconocido universalmente como izquierda, este elemento es el igualitarismo, entendido éste no como la utopía de una sociedad donde todos los individuos sean iguales en todo, sino como la tendencia a convertir en más iguales a los desiguales. Sin embargo, si hubo una izquierda que intentó materializar esta política igualitaria fue el “socialismo real” y así se llegó a lo que Bobbio ha definido como la «utopía invertida», esto es, el giro total experimentado por una prometedora utopía igualitaria que degeneró hasta convertirse justamente «en su contraria».
Pero no todos los intelectuales de izquierda profesan una adhesión reverencial a la tesis de Bobbio. Massimo Cacciari, por ejemplo, piensa que la concepción lineal-axial de la política basada en el trinomio izquierda-centro-derecha está hoy agotada y no favorece una reflexión transdisciplinar. Cree que Bobbio comete un grave error buscando un criterio único de diferenciación (la igualdad) para aplicarlo a todas las actitudes políticas, pues se parte de la existencia de “esencias inmutables” cuando son puramente convencionales y abstractas, lo que deslegitima su discurso desde el punto de vista científico.
Que Alain de Benoist manifieste su ideología anti-igualitaria no significa, por supuesto, que considere justa cualquier desigualdad: «Hay, por el contrario, muchas perfectamente injustas y que suelen paradójicamente aquellas, casi siempre económicas, que nuestra sociedad igualitaria deja continuar. Tampoco apruebo ningún privilegio de casta y considero la igualdad de oportunidades requisito de toda política social. Profesar una concepción anti-igualitaria de la vida no supone querer acentuar las desigualdades tan detestables que vemos alrededor, pero sí estimar que la diversidad es el fait-du-monde por excelencia, que esta diversidad produce fatalmente desigualdades relativas y que la sociedad debe tener en cuenta estas desigualdades, admitiendo que el valor de las personas difiere según los múltiples criterios que utilizamos en la vida cotidiana».
Visto desde esta perspectiva, el igualitarismo social tiene como consecuencia el anonimato de la sociedad de masas (fundamentado en la igualdad de derechos frente a un Estado nivelador) y legitima de hecho todas las desigualdades económicas. Como falsa justicia, el igualitarismo contradice la igualdad de oportunidades. La noción de igualdad sólo parece admisible, en plural, como un valor situado sobre una escala jerárquica de valores que dependen de variadas circunstancias. Es por ello que la equidad social no pasa por el igualitarismo nivelador, sino por la organización de la igualdad de oportunidades previas (enseñanza, empleo, etc.) que permita desarrollar una desigualdad de resultados finales. El inigualitarismo, como negación o separación del igualitarismo, no debe confundirse, según Giorgio Locchi, con la injusticia social, la opresión política o los privilegios de casta, sino que representa la armonía y el equilibrio del carácter orgánico de la vida en cuanto reconocimiento de la diversidad en cualquiera de sus manifestaciones.
La igualdad, por tanto, no es nunca un dato absoluto, que no señala una relación en sí misma, sino que depende de una convención, en este caso del criterio seleccionado o de la relación elegida. Enunciada como un principio autosuficiente está desprovista de contenido, ya que sólo existe igualdad o desigualdad en un contexto dado y en relación a unos factores que permiten plantearla o apreciarla concretamente. Las nociones de igualdad o de desigualdad son siempre relativas y, por definición, no están nunca exentas de arbitrariedad. «El igualitarismo –añade Julien Freund- niega teóricamente una jerarquía que implica en la práctica. En efecto, concede una superioridad y un valor exclusivo a la igualdad bajo todas sus formas y, en consecuencia, reduce al rango de valores inferiores a todas las relaciones que no son iguales […]».
La igualdad –opina De Benoist- lleva a eludir todo lo inconmensurable que caracteriza al ser humano. Pero la igualdad abstracta es también una noción fundamentalmente económica, ya que sólo en el terreno económico, respecto al equivalente universal que es el dinero, puede ser planteada, medida y verificada. La economía es, con la filosofía moral, el ámbito de predilección en el cual se puede apreciar la igualdad, ya que su unidad de medida, la unidad monetaria, es por definición intercambiable. La igualdad política o jurídica es otra cosa. La igualdad que no es ni económica, ni política, ni jurídica, no tiene ninguna definición precisa.
Igualdad o equidad
En la actualidad, la Nueva Derecha no pone tanto énfasis en la igualdad como en la equidad, la cual no consiste en dar lo mismo a todos, sino en procurar que cada uno obtenga lo que le es debido en mayor medida, incluso en materia económica. John Rawls fue uno de los primeros en presentar de forma sistemática un fundamento teórico a la subordinación de la exigencia de igualdad a la de equidad. «La equidad —escribe Julien Freund— es la forma de justicia que acepta desde el inicio la pluralidad de las actividades humanas, la pluralidad de las finalidades y de las aspiraciones, la pluralidad de los intereses y de las ideas, y que se esfuerza en proceder por compensación en el juego desigual de las reciprocidades». En cuanto a la igualdad democrática, tan mal comprendida por distintas razones, tanto por la derecha como por la izquierda, hay que entenderla, en primer lugar, como una noción intrínsecamente política. La democracia implica la igualdad política de los ciudadanos, pero de ninguna manera su igualdad “natural”, como señala Carl Schmitt.
Oponer a la igualdad abstracta un simple principio de desigualdad sería, pues, un gran error. La desigualdad no es lo contrario a la igualdad sino su corolario: una no tiene sentido sin la otra. Además, como sólo se puede ser igual o desigual bajo una relación determinada, no hay iguales ni desiguales de por sí. Una sociedad donde sólo reinase la desigualdad es impensable, pero sería igual de inviable que una sociedad en la que únicamente hubiese igualdad: toda sociedad sólo puede conllevar a la vez unas relaciones jerárquicas y otras igualitarias, ambas igualmente necesarias para su buen funcionamiento. Julien Freund escribe: «La igualdad es una de las configuraciones normales de las relaciones sociales, al igual que la jerarquía. El igualitarismo, en cambio, considera el conjunto de estas relaciones bajo el aspecto exclusivo o predominante de la igualdad». Por su parte, AdB opina que «el corolario de la igualdad abstracta es el principio de in-diferencia. La consecuencia lógica es que, si todos los hombres son equiparables, todas sus opiniones son igualmente equiparables. De ahí el relativismo contemporáneo y la teoría liberal de la necesaria neutralidad del Estado hacia todo lo que concierna a valores y fines». Sin embargo, los propios liberales no admiten que las teorías antiliberales puedan tener el mismo valor que las suyas.
La ideología de la mismidad
Se trata, según De Benoist, de la “Ideología de lo Mismo” (o de la “Forma de lo Uno”, según Marcel Gauchet), que aparece primero en Occidente, en el plano teológico, con la idea cristiana de que todos los hombres, cualesquiera que sean sus características propias, son iguales por naturaleza, consecuencia de la dignidad –el alma- de haber sido creados a la imagen del Dios único. El problema consiste en que la “Ideología de lo Mismo” sólo puede exigir la exclusión radical de lo que no puede ser reducido a “lo mismo” (la igualitarista ideología de la “mismidad” se opone a la pluralista ideología de la “otredad”). Todas las ideologías totalitarias coinciden: la alteridad irreductible se convierte en el enemigo prioritario que se debe erradicar. La lógica contradictoria del universalismo y del individualismo no es la única contradicción que corroe la “Ideología de lo Mismo”, que unas veces parte de la idea de “naturaleza humana” y otras afirma que todas las determinaciones naturales son secundarias y accesorias, que el hombre sólo asume su “mejor humanidad” cuando se libera de ellas, lo cual contradice a la ideología cientificista que explica el concepto de “hombre” como cualquier otro objeto natural.
Así que, en definitiva, entre la igualdad y el igualitarismo existe más o menos la misma diferencia que entre la libertad y el liberalismo, o lo universal y el universalismo, o el bien común y el comunismo. El igualitarismo tiene como objetivo introducir la igualdad donde no tiene lugar y no se corresponde con la realidad, como la idea de que todas las personas tienen las mismas habilidades y dones. Pero, sobre todo, el igualitarismo entiende la igualdad como "igualdad total”, es decir, lo contrario de la diversidad. Sin embargo, lo contrario de la igualdad es la desigualdad, no la diversidad. La igualdad de hombres y mujeres, por ejemplo, no borra la realidad de la diferencia entre los dos sexos. Del mismo modo, la igualdad de derechos políticos en la democracia no debe presuponer que todos los ciudadanos son iguales, ni tienen los mismos talentos, sino que todos deben disfrutar de los mismos derechos políticos, ya que, en sus relaciones políticas, se considera a todos los ciudadanos por igual, en virtud de la pertenencia al mismo sistema de gobierno.
La Nueva Derecha siempre ha denunciado la “ideología de la igualdad”, es decir, la ideología universalista que, en sus formas religiosas o profanas, busca reducir la diversidad del mundo -es decir, la diversidad de las culturas, los sistemas de valores y las formas arraigadas de la vida- a un modelo uniforme. La implementación de la ideología de la “mismidad” conduce a la reducción y erradicación de las diferencias. Siendo básicamente etnocéntrica, a pesar de sus pretensiones universalistas, legitima sin cesar todas las formas de imperialismo. En el pasado, fue exportada por los misioneros que querían convertir al planeta entero al único Dios. Hoy, en el nombre del sistema capitalista, la ideología de “lo mismo” reduce todo a los precios del mercado y transforma el mundo en un vasto y homogéneo mercado-lugar donde todos los hombres, reducidos al papel de productores y consumidores -para luego convertirse ellos mismos en productos básicos- deben adoptar la mentalidad del homo oeconomicus. En la medida en que trata de reducir la diversidad, que es la única verdadera riqueza de la humanidad, la ideología de la “mismidad” es en sí misma una caricatura de la igualdad.
En conclusión, según Agulló,  el enfoque anti-igualitario no debe entenderse en un sentido económico o jurídico (una improbable defensa de la desigualdad económica, o de discriminaciones sociales o jurídicas) sino antropológico: la constatación de que la desigualdad es consustancial a la naturaleza y a la libertad del hombre. Algo que, en el plano colectivo, tiene un sentido eminentemente cultural e identitario. El anti-igualitarismo valora la diversidad del mundo y las resultantes desigualdades relativas como un bien, y la homogeneización progresiva del mundo como un mal. En consecuencia rechaza el universalismo político, la creencia según la cual es posible o deseable que todos los pueblos de la tierra tengan el mismo sistema político y social. Se trata de un enfoque que implica una doble ruptura: con el imperialismo y con el etnocentrismo. El igualitarismo de la izquierda pretende convertir en más iguales a los desiguales, mientras que la derecha pretende preservar las desigualdades. Un análisis característico de la óptica socialdemócrata y liberal, prisionero por tanto de un enfoque economicista.

Fuente                                        Jesús J.Sebastian
elmanifiesto                                       Elementosdemetapolitica

viernes, 13 de febrero de 2015

DINERO, DINERO ...



Dinero, dinero...
De acuerdo, todo el mundo prefiere tener un poco más que un poco menos. "El dinero no da la felicidad, pero sí contribuye a ella", como dice el proverbio. Necesitamos saber, sin embargo, lo que significa la felicidad. Max Weber escribió en 1905: "Un hombre por su naturaleza no quiere ganar más dinero; él sólo quiere vivir como está acostumbrado a vivir, y ganar tanto como sea necesario para él".
Dinero y felicidad
Numerosas investigaciones han señalado un contraste relativo entre el nivel de vida y el nivel de satisfacción entre los individuos. Pasado un cierto umbral, tener más dinero no significa más felicidad. En 1974, Richard Easterlin estableció en su estudio que el nivel medio de satisfacción expresado por la población se ha mantenido prácticamente sin cambios desde 1945, a pesar del espectacular aumento de la riqueza en los países desarrollados (esta "paradoja de Easterlin" ha sido confirmada posteriormente). El fracaso de los índices para medir el crecimiento material, tales como el PIB, con el fin de evaluar el nivel de bienestar real, también es objeto de observación, especialmente en el nivel de una comunidad determinada. Sin embargo, no hay ningún indicio indiscutible que sirva para evaluar o computar las preferencias individuales en términos de preferencias sociales.
Es tentador ver el dinero como una herramienta de poder. Por desgracia, el viejo proyecto de la separación radical entre el poder y la riqueza (o se es rico o se es poderoso) seguirá siendo un sueño. Érase una vez en que el hombre era rico porque era poderoso; hoy es poderoso porque es rico. La acumulación de dinero no se ha convertido en el medio de la expansión del mercado (como algunos creen), sino en la meta para la producción de mercancías. El capitalismo no tiene otro objetivo que el beneficio sin límites y la acumulación sin fin de dinero. La habilidad para acumular dinero, obviamente, otorga un poder discrecional a los que lo tienen. La especulación con el dinero domina la gobernanza mundial. El bandolerismo especulativo sigue siendo el método preferido de acaparamiento de la riqueza capitalista.
El dinero no debe ser confundido con la moneda. El nacimiento de la moneda se explica por el desarrollo del intercambio mercantil. Es sólo a través del intercambio comercial como los objetos adquieren su dimensión económica. Y es también a través del intercambio que el valor económico obtenido adquiere toda su objetividad, fuera de la concepción subjetiva que lo concibe como único  “actor solitario”, ya que los productos se pueden medir en los términos de la relación comercial entre los diferentes actores.
Como equivalencia general, la moneda es intrínsecamente un factor de unificación. La reducción de todos los bienes a un común denominador hace que todos los intercambios, de forma automática, adquieran una forma homogénea. Ya Aristóteles observó: "Todas las cosas que se negocian deben ser de alguna manera comparables. Para este propósito se inventó la moneda, que más tarde se convirtió, en cierto modo, en un intermediario. Es la medida de todas las cosas". Con la perspectiva desde la cual las cosas más diversas pueden ser evaluadas a través de los fríos y simples números individuales, la moneda hace que todas las cosas sean "iguales"; por lo tanto, reduce todas las cualidades que las distinguen entre sí a una simple lógica de "más y/o menos." El dinero es el estándar universal que asegura la equivalencia abstracta de todos los productos básicos. Como equivalente general que reduce toda la calidad a la cantidad pura. El valor de mercado sólo es capaz de una diferenciación cuantitativa.
Pero al mismo tiempo el intercambio también iguala las personalidades de aquellos que están en el "negocio" del comercio. Al mostrar la compatibilidad de su oferta y su demanda establece la intercambiabilidad de los deseos de los actores. En última instancia, cualquier operación de cambio lleva a la intercambiabilidad de todos los seres humanos, que se convierten así en objetos de sus propios deseos.
El monoteísmo del mercado
"El imperio del dinero, escribe Jean-Joseph Goux, es el reino de la medida única en función de la cual se evalúan todas las cosas y todas las actividades humanas”. Lo que observamos aquí es la “mentalidad monoteísta" con respecto a la noción de valor como equivalente general de todas las cosas. Esta racionalidad del dinero, basado en una norma única de valor, es plenamente coherente con la "univalencia teológica". Esto puede ser denominado la regla del "monoteísmo del mercado”. “El dinero –escribía Marx– es como una mercancía, lo cual conduce a la alienación total, debido a que produce la alienación mundial de todas las demás mercancías".
El dinero es mucho más que dinero –y sería un gran error creer que el dinero es nada menos que “neutral”. No es menos que la ciencia, no menos que la tecnología o el lenguaje: el dinero nunca puede ser neutral. Hace veintitrés siglos, Aristóteles observó que "la necesidad humana es insaciable." Bueno, "insaciable" es la palabra correcta; nunca hay suficiente. Y como nunca hay suficiente, tampoco puede haber un excedente de dinero. El deseo de dinero es un deseo que nunca puede ser satisfecho porque se alimenta de sí mismo. Cualquier cantidad de dinero debe ser incrementado hasta el punto que “mejor siempre debe significar más”.
La cuestión, la de que siempre se puede tener más, es que uno nunca tendrá suficiente. Esa es la razón por la que las antiguas religiones europeas advertían continuamente contra la pasión por el dinero:
El mito Gullweig en la mitología nórdica.
El mito de Midas.
El anillo de Polícrates.
El crepúsculo de los dioses (ragnarökr).
Todos son consecuencia de la codicia por el dinero.
"Corremos el riesgo", escribió Michael Winock hace unos años, "de ver el dinero y el éxito financiero convertidos en la única norma de prestigio social, el único propósito de la vida". Aquí es donde estamos ahora. Hoy en día, todo el mundo anhela el dinero. La derecha ha sido durante mucho tiempo su más devoto siervo. La izquierda institucional, bajo el disfraz de "realismo", defendía los principios de la economía de mercado, esto es, la gestión –el management- liberal del capital. El lenguaje de la economía se ha convertido en omnipresente. El dinero se ha convertido en un rito de paso obligado en todas las formas de los deseos expresados en el registro mercantil.
El sistema del dinero, sin embargo, no durará mucho tiempo. El dinero será destruido por el dinero –por la hiperinflación, la quiebra y la hiperdeuda. Probablemente, cada uno comprenderá entonces que sólo se puede ser rico por lo que uno da a los otros.

Fuente                                    Alain de Benoist

jueves, 12 de febrero de 2015

DEUDOCRACIA



Deudocracia

Una mayoría absoluta para no rendir cuentas al español de a pie. Una mayoría absoluta para obedecer a las tres poderosas agencias de calificación y estar pendientes de sus dictados (Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch). Una mayoría absoluta para someter a todo un pueblo a los dictados de una deuda que no se creó para beneficiarle. Si algo ha evidenciado la crisis que, visualmente, nace de la caída de Lehman Brothers es la desviación de caudales que debieron sostener un Estado de Bienestar para pasar a mantener unos entes financieros que se convirtieron en delicuescentes órganos al servicio de la especulación y el enriquecimiento de minorías que nadie eligió en unas urnas.
Cuando una empresa privada quiebra, despide a sus empleados y se disuelve. Cuando es un Banco el que aflora unas pérdidas insondables, es el Estado el que corre en su ayuda. Se habla de los pasivos bancarios y de las deudas de las comunidades autónomas.
Una empresa privada es auditada y sus cuentas depositadas en el Registro Mercantil. Una Comunidad Autónoma no tiene una Auditoría Pública que pueda ser conocida por los españoles que, en ella, residen. Nadie sabe de dónde nace la deuda que las convierte ahora en la excusa para desmontar el Estado de Bienestar, subir impuestos y organizar por Decreto Ley una Reforma Laboral que, en su propio Preámbulo reconoce hacerse de forma urgente por LAS PRESIONES DE LOS MERCADOS FINANCIEROS SOBRE LA ZONA EURO Y LA DEUDA PUBLICA ESPAÑOLA Y LAS RECOMENDACIONES DE LA UNION EUROPEA.
¿Qué clase de Deuda tiene España y sus Comunidades Autonómas? Conociendo los efectos y que dicho endeudamiento no ha ido, en ningún caso, a beneficiar directamente al ciudadano, cabe calificar esa deuda como DEUDA ODIOSA, en el sentido y concepto que, jurídicamente, se le ha dado por el Derecho Internacional.
El concepto fue enunciado por Alexander Sack en 1927:
“Las deudas odiosas son aquellas contraídas en contra de los intereses de la población de un país, sin el consentimiento de los ciudadanos y con pleno conocimiento por parte de los acreedores. De esta forma, estas deudas no pueden hacerse valer contra un estado deudor”.
El mismo Sack, decía: “Igualmente podríamos colocar en esta categoría los préstamos contratados con el objeto manifiesto de responder a intereses personales de los miembros de un gobierno o de las personas o grupos ligados a un gobierno, y que por ello no tienen ninguna relación con los intereses del Estado”. “Los acreedores de tales deudas, cuando han prestado con conocimiento de causa, han cometido un acto hostil con respecto al pueblo, y por lo tanto no pueden contar con que la nación liberada de un poder despótico asuma las deudas “odiosas” que son las deudas personales de ese poder”.
¿Cómo no ver en esta enunciación la concesión de grandes sumas de las Cajas y Bancos a Partidos Políticos a los que luego se les ha condonado esa deuda o otorgado a interés que dista mucho de ser el que se le da a un español de la calle? ¿Cómo no ver que detrás de la deuda de las Comunidades Autónomas no hay la persecución de un Bien Común? ¿ A quién deben las Comunidades Autónomas…?
Son deudas que el Pueblo Español no tiene que asumir ni verse obligado a pagar con sus impuestos como si de una maldición se tratase. Del mismo modo que Estados Unidos apeló a este principio de “Deuda Odiosa” cuando, tras obtener de España la soberanía de Cuba en 1898, no quiso asumir las deudas porque expuso que era dinero empleado contra el pueblo cubano para reprimir que declarase su independencia. Y también empleó ese argumento para que Irak se liberara de la deuda hacia Francia y Rusia de compra de armas militares.
No deja de ser llamativo que partidos griegos como el ND y el PASOK se muestren contrarios a la idea de realizar una Auditoria Pública de la Deuda. Es fácil imaginar el porqué: porque fue dinero obtenido por una casta política y usado en contra de los intereses de los ciudadanos.
En 2001, el gobierno griego hipotecó el futuro para presentar un presente próspero falso. Hicieron que la deuda griega se hiciera más baja de lo que era mediante el cambio de un préstamo de Yen al Euro, utilizando tipos de cambio obsoletos. Fueron ayudados por Goldman Sachs, que ganó millones por este acuerdo. Esto se desveló con gran escándalo en 2010. El escándalo aumentó cuando Alemania al negociar el apoyo a Grecia le impuso que le comprara armas. Grecia debía reducir pensiones y prestaciones sociales, pero…debía comprar armas a Alemania.
Que en España se comience a hablar de esta posibilidad, aterra al Poder establecido. Se ha convertido en un argumento poderoso en manos de quienes están levantando políticas contra el Estado Autonomico como sistema de depredación del pueblo español.
Seguir aceptando subidas de impuestos, incumplimientos de programas electorales, sin modificar en nada el Sistema que permite que el dinero público no revierta al Pueblo en forma de servicios y bien común es una bomba de relojería.
El régimen se convierte entonces en una “Deudocracia”, en el gobierno de la deuda. Gobierno de los acreedores sobre los que deben pagar, sin saber porqué deben hacerlo.
Yo no quiero vivir en un pueblo sometido ni esclavizado por entidades sin nombre que mediatizan la Soberanía Española. No quiero este destino para mis hijos.
La Deuda odiosa NO se paga.
La Liberación de España comienza por enunciar y formular la Verdad. Esta es una de ellas. Te invito a compartirla.

Fuente                                        Carlos Martínez-Cava

miércoles, 11 de febrero de 2015

"TRATADO DE LIBRE COMERCIO"



¿Qué lobbies manejan los hilos del TTIP?


El tratado de libre comercio (TTIP) entre la Unión Europea y Estados Unidos sigue forjándose en lo más oscuro de las instituciones de ambos lados del Atlántico. El pasado 2 de febrero comenzaron las octavas jornadas de su negociaciones en Bruselas, que durarán hasta el 8 del mismo mes. Mientras la opinión pública empieza a ver las orejas del lobby, grupos de presión, think tankso firmas de abogados y relaciones públicas al servicio del poder privado llevan dos años moviendo en la sombra los hilos de un tratado que afectara a millones de personas.
Durante la preparación de las negociaciones entre finales de 2012 y principios de 2013 , el Departamento de Comercio de la Comisión Europea fue presionado por 298 “partes interesadas”, de las cuales 269 correspondían al sector privado.Además, el 92% de las reuniones que la Comisión tuvo a puerta cerrada fue con corporaciones de presión empresariales. Esto deja en 26 los encuentros con grupos de interés público y significa que por cada cita con un sindicato o conjunto de consumidores se producían 20 con empresas y federaciones industriales. Así lo denunció el pasado verano el Corporate Europe Observatory. También, que los 25 grupos que más presionaron correspondían a lobbies de la industria.
Agrupadas bajo “organizaciones paraguas”, las compañías más poderosas del planeta presionan a los poderes políticos para asegurarse de que sus polémicos intereses no se vean afectados. Desde el ACEA, grupo del sector automovilístico que representa a BMW, Ford, Renault, Volskwagen y otras muchas -cuyas acciones de lobby no han pasado desapercibidas- hasta el CEFIC, el conglomerado de farmacéuticas donde se esconden laboratorios como BASF o Bayer.
Pero sin duda, BusinessEurope (federación de empleadores) y la Mesa Redonda Europea de Industriales son los lobbies más fuertes de la Unión Europea. Esta última fue fundada en 1983 para influir en políticas que favorecieran cada vez más a las grandes empresas transnacionales. Suyos son los éxitos del Mercado Único, las Redes Transeuropeas o algunos aspectos clave del Tratado de Maastricht, donde ya en 1991 dejó sus huellas sobre las bases de lo que sería en el futuro la Unión Económica y Monetaria.
Este grupo de presión industrial, actualmente presidido por el CEO de la compañía de gas francesa Air Liquide, engloba a los magnates de las multinacionales europeas más importantes. Entre sus selectas filas hay cuatro españoles: Cesar Alierta (Telefónica), Pablo Isla (Inditex), Antonio Brufau (Repsol) e Ignacio S. Galán (Iberdrola). A diferencia de la mayoría de grupos de presión en Bruselas, la ERT (por sus sigas en inglés) no hace lobby en detalles legislativos, sino que gracias a su libre acceso a comisarios y parlamentarios centra la influencia en llenar la agenda de la UE con proyectos favorables a la globalización, y por tanto, a las multinacionales.
También en América, compañías que engloban a Apple, Blackberry, Microsfot o IBM presionan con el nombre de Digital Europe para lograr sus fines. Especial mención merece la potente maquinaria americana de lobby que la Cámara de Comercio de EEUU ejerce sobre el TTIP. Sólo en 2014, su gasto en cabildeo ascendió a 124 millones de dólares. En su sede en España (AmCham) hemos podido ver a lo largo del último año a todo el establishment español. Monsanto, McDonald’s o Procter & Gamble son los representados de este gigante americano que también trabaja estrechamente con la ERT en los temas que más interesan a sus miembros, ahora, el Tratado de Libre Comercio.
Pero si hay una industria que se ha esforzado en influir a políticos europeos y americanos, esa es la agroindustrial. De las 560 reuniones con la Dirección General de Comercio que se han llevado a cabo, este sector ha protagonizado 113. Más encuentros que el lobby farmacéutico, médico, financiero y automovilístico juntos. “Se trata de tirar hacia abajo los derechos laborales, ambientales y supeditar la democracia al comercio para abaratar el precio de sus productos y servicios”, afirma sobre este sector a La Marea el portavoz de Equo, Florent Marcellesi, desde Bruselas.
Las reuniones secretas de los grupos de presión
El 82% de los encuentros celebradas por la Dirección General de Agricultura son con lobbies agroindustriales de gran alcance, que como Cargill o la Asociación Americana de la Soja poseen documentados antecedentes en la lucha contra la seguridad y sostenibilidad del medioambiente. Desde presionar en contra de los etiquetados de alimentos favorables al consumidor hasta cabildear en contra de la prohibición de pesticidas dañinos con la naturaleza. “El hecho de que la Comisión Europea trabajara de manera tan estrecha con estos agresivos grupos mientras preparaba las negociaciones del TTIP es una buena razón para preocuparse acerca del futuro que le espera a la naturaleza”, afirma Marcellesi.
En función del grupo de presión, las políticas del tratado internacional sobre las que se quiere influir varían, pero el objetivo final de todos estos lobbies es la “cooperación normativa”. Un concepto de sonido inocente que propone alejar los asuntos más contenciosos del TTIP del examen público, ya que sólo se discutirían una vez firmado el tratado, mediante pactos secretos y acuerdos a puerta cerrada. Los parlamentos nacionales y las instituciones electas no podrán intervenir plenamente, y se limitará peligrosamente el debate público.
Diversas organizaciones contrarias al tratado avisan de que cualquier intento futuro de establecer medidas más sostenibles y favorables a los derechos laborales serán desestimadas por las multinacionales como una “barrera contra el comercio”. Las corporaciones empresariales más fuertes -denuncian- han estado presionando para incorporar este idílico escenario incluso antes de que las negociaciones comenzaran. Así lo muestran la filtración de diversas cartas remitidas a la Comisión Europea por BussinesEurope o US Chamber of Commerce (Cámara de Comercio de EEUU).
Otro problema que destacan los opositores del TTIP es que muchos lobbies ni siquiera están inscritos en el registro de transparencia europea, concretamente, más del 30% de los sectores privados que han presionado a la Dirección General de Comercio durante el inicio de las negociaciones: 94 empresas, entre las que encontramos nombres como Walmart, Walt Disney, General Motors o France Telecom.
Un caso concreto de esta opacidad es el que ha llevado a varias organizaciones a presentar una denuncia contra Goldman Sachs. En el Registro de Transparencia Europea, el gasto en representación ante instituciones europeas que esta compañía declara es de 50.000 euros, una cantidad muy baja teniendo en cuenta que en Estados Unidos refleja una inversión en este aspecto 58 veces mayor. Las ONG denunciantes también alegan que el importe que se declara en este registro no cuadra con el que reflejan las firmas de relaciones públicas que le prestan servicio, ya que estas afirman haber recibido pagos de Goldman Sachs por un valor de más de 450.000 euros, una cantidad 9 veces superior a la que el banco de inversión dice gastar en lobby.
Filtraciones que delatan a las multinacionales
A la falta de conocimiento sobre quiénes se reúnen con los políticos europeos se suman las continuas filtraciones sobre oscuras demandas que los grupos de presión realizan. Los ejemplos van desde los documentos que ha publicado Filtra.laWikileaks, hasta el informe presentado por el Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL) y ClientEarth, que muestra cómo una propuesta secreta de los lobbies químicos podría dañar la legislación protectora de productos tóxicos.
También, el hecho de no reflejar los temas que se tratan durante las reuniones entre lobbistas y políticos preocupa a las organizaciones de la sociedad civil. Durante el periodo inicial de negociaciones, sólo 5 de los 298 grupos indicaban los temas que se trataban en las reuniones.
Todo esto sucede mientras la Comisión Europea afirma que no hay “ningún secreto”. Las organizaciones, de nuevo, denuncian que no sólo hay un interés por no publicar la lista de reuniones con los lobbistas, sino que cuando son exigidas se envían con meses de retraso y con amplios signos de censura. Un ejemplo es lapetición de información que Corporate Europe Observatory envió en abril de 2013 para obtener una visión general de los contactos que la Comisión había mantenido con la industria durante los preparativos del TTIP. Los documentos llegaron 14 meses después de la presentación de la solicitud (si bien el derecho de la UE requiere una respuesta en un plazo de 15 días laborables) y además, en los informes la Comisión había blanqueado o ennegrecido partes comprometidas. “Si la Comisión Europea se tomara en serio el cabildeo y la transparencia publicaría las listas de todas las reuniones con los grupos de presión en su sitio web”, critican desde el CEO.
La inexistencia de un debate público acerca del TTIP
En España pocos han sido los medios privados que han informado sobre el Tratado. De hecho, El Mundo sólo recoge en su hemeroteca 18 noticias relacionadas con el TTIP durante los dos años de negociación. En El País, durante los últimos dos meses sólo hay cuatro referencias: dos son cartas al director y otras dos son tribunas abiertas que reflejan las voces de sus partidarios, una de ellas la firman Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, y Cecilia Malmström, comisaria europea de Comercio.
La falta de conocimiento de la opinión pública nacional sobre las consecuencias de este polémico tratado, a pesar de las campañas de organizaciones contrarias a este, quedó en evidencia cuando la Comisión realizó una consulta sobre el criticado mecanismo de arbitraje entre Estados e Inversores (llamado ISDS). De las 150.000 respuestas ciudadanas recibidas, sólo el 2 por ciento venían de España.
“Cuanto más se informa al público de lo que está en juego con el TTIP, más impopular se vuelve el acuerdo, porque la gente entiende que tiene mucho que perder”, afirman desde el Corporate Europe Obsevatory en relación a la falta de información que hay en los medios sobre las consecuencias negativas de este tratado. Quizá sea por ello por lo que la Comisión Europea elaboró una estrategia de comunicación para “comunicar de manera adecuada” las ventajas del Tratado. En un documento filtrado se refleja el contexto del TTIP, los retos principales de su comunicación, así como los mensajes y objetivos sobre los que debe de girar el discurso de las partes interesadas en su firma.
Como afirma el Premio Nobel Paul Krugman en el New York Times. “Hay razones para apoyar este Tratado y razones para oponerse a él. Pero cuando la Cámara de Comercio de Estados Unidos hace de un acuerdo muy complicado su gran prioridad, y ofrece falsedades para justificarlo, deberíamos sospechar de que hay asuntos perversos ocultos en la letra pequeña”.
Fuente                                        Ekaitz Cancela 
*Consulta toda la información sobre el TTIP en el dossier monográfico del número de febrero de La Marea

martes, 10 de febrero de 2015

PATRIOTAS DE HOJALATA



Los patriotas de hojalata


Tras la victoria de Syriza empiezan asomar en nuestro país los de siempre, los patriotas de hojalata. La postura de Grecia es dura, contundente, saben lo que se juegan. Yanis Varoufakis, el flamante ministro de finanzas, lo dejó bien claro este viernes, “Grecia no reconoce a la Troika ni el acuerdo del rescate”, “el gobierno griego fue elegido con un programa que rechaza el actual programa de rescate y el pago de la deuda actual”, que asciende al 175% del PIB; “el Estado tiene viabilidad, pero lo que no tiene viabilidad es una deuda imposible de pagar”. La negociación ha comenzado, será a cara de perro, pero valdrá la pena. No queda otra opción.

Varoufakis, Tspiras y el nuevo gobierno griego, ya saben las consecuencias de las políticas impuestas por los acreedores: pobreza, hambre, desnutrición, miseria, desigualdad… Eso está pasando en nuestra querida Europa, y aquí, en España, también. Grecia no encabeza todas las listas de la vergüenza europea. Nuestro país lidera distintos rankings de la ignominia; nuestro país tiene una tasa de paro juvenil (51,8%) superior a la helena (50,6%); nuestro país presenta la tasa de paro U6 -aquella que recoge también la precarización- más alta del mundo (34%); nuestro país lidera el número de desahucios o familias expulsadas de sus hogares por impago; nuestro país, dentro de los países de la OCDE, se sitúa el segundo en el ranking de pobreza infantil; nuestro país….; nuestro país… ¿Y qué hace nuestro gobierno? Nada, nueva huida hacia adelante, practicar una genuflexión de antología ante nuestros acreedores, afirmar que España no es Grecia.

Rajoy, la nueva Merkel

Sin embargo hay algo todavía peor, España, junto a Portugal, encabeza y lidera el bloque de rechazo al nuevo gobierno heleno. Rajoy, la nueva Merkel. La razón no es beneficiar a la ciudadanía, la razón no es disminuir la pobreza y la miseria, la razón no es mejorar nuestro modelo productivo –tremendo el intento la huida hacia adelante vía deuda y construcción-, la razón…, la razón… La razón es otra, la razón es reconstituir el sistema existente con el objetivo de favorecer de manera permanente a la clase dominante, los más ricos, los intereses corporativos, los acreedores que asumieron riesgos innecesarios, los oligopolios,… La triste historia patria. Otra vez, la enésima vez.

Saben que si Syriza consigue los objetivos marcados por su ciudadanía, es decir, acabar con la asfixiante austeridad expansiva, aumentar el poder adquisitivo, mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, poner las semillas de otro modelo productivo, aquí, por mucho miedo que inculquen, se les acabó el chollo, perderán las elecciones, y hay mucho que conservar.

España ha sido utilizada como un conejillo de indias por aquellos que nos llevaron al abismo más profundo de nuestra historia reciente. Bajo el eufemismo de “reformas estructurales” se ha multiplicado como nunca la pobreza y miseria de nuestros compatriotas, a través de una reducción salarial y precariedad laboral extrema. Lo peor es que nuestros políticos lo saben, conocen los datos extraídos de los informes y análisis de Caritas, UNICEF, la ONU. Lo saben, lo saben, lo saben,… pero les da igual. Sus únicos comentarios son “por favor tengan caridad cristiana y no lo publiquen, no vayan a desanimar al personal”. ¡Qué cinismo!

Por qué España es vulnerable

Los datos de Contabilidad Nacional, de Cuentas Financieras, de Balanza de Pagos, los relativos a contratación y afiliación a la Seguridad Social de los últimos meses, sugieren un diagnóstico distinto al del gobierno. Viendo que sus recetas neoclásicas no generaban la tan cacareada mejora de nuestro aparato productivo, el actual ejecutivo inició, en plena burbuja en los mercados financieros, otra huida hacia adelante. El motor del crecimiento y del empleo es el consumo privado y el sector servicios, en un contexto de deflación y caídas de rentas salariales. Por contra, las cifras relativas a disponibilidades de bienes de equipo continúan débiles. La demanda interna crece, mientras que no se moderniza nuestro aparato productivo, empeorando nuestra competitividad. Dicho crecimiento se está financiando con más deuda pública, induciendo a su vez un aumento de la deuda externa neta, en niveles récord.

Lo único que ha mantenido a flote nuestra economía es la llegada de flujos de inversión extranjeros concentrados en operaciones especulativas. La razón, obvia, el bajo precio del activo correspondiente, bajo el paraguas de la “seguridad” aportada por los bancos centrales. Dicho de otro modo, la tremenda propensión al riesgo de los mercados financieros, variable no controlada por los gobiernos, es lo que ha evitado hasta ahora el derrumbe.

Sin embargo, el aumento de la aversión al riesgo en los mercados financieros ya se ha iniciado, y ha empezado la cuenta atrás. El abismo está ahí, al acecho, un montón de deuda –pública y privada- impagable; un empleo más precario que nunca; una reducción y debilitamiento de los programas de salud, educación y servicios sociales; una fuerza de trabajo insegura, amenazada, coaccionada; unos empresarios y emprendedores sometidos a la dictadura de quienes juegan con las cartas marcadas, manipulan el BOE a su antojo, se reparten prebendas, concursos; un país necesitado de un nuevo impulso tecnológico, de un nuevo modelo productivo, y no de nuevos pelotazos urbanísticos,……. Y detrás de todo, como razón fundamental el fracaso de las medidas de política económica implementadas por la ortodoxia bajo un diagnóstico incorrecto. Y me pregunto, ¿qué hará nuestro gobierno?

Fuente                                 Juan Laborda
vozpopuli                                                     Economista

lunes, 9 de febrero de 2015

HASEKURA TSUNENAGA




Hasekura Tsunenaga.Un samurái en la Corte de Felipe III

El 28 de octubre de 1613 partió de Sendai hacía España una embajada japonesa enviada por Date Masamune [en japonés:伊達 政宗] (1567—1636), señor feudal de la provincia de Ōshū [奥州], al noroeste de Japón [en la documentación española suele aparecer escrito de diferentes formas: Boju, Boxu, Voxu, Vojuí,... actualmente la provincia se conoce más por el nombre de Mutsu (陸奥国)]. La embajada estaba encabezada por el samurái Hasekura Tsunenaga Rokuyemon [支倉六右衛門常長] (1571—1622), capitán de la guardia personal de Date Masamune y veterano de las guerras de Corea, y contaba con el aliento de un fraile sevillano, el franciscano fray Luis Sotelo (1574—1624) que llevaba en Japón desde 1602, adonde llegó proveniente de Manila. La comitiva la formaban cerca de 200 personas, de los cuales unos cincuenta eran españoles: los frailes franciscanos que tutelaban la embajada y el resto de un naufragio de una nave española de 1611; la expedición se completaba con los diplomáticos japoneses, y las tropas y personal de su servicio, junto con un buen número de comerciantes.

La primera parte del viaje se hizo en un navío japonés de 500 toneladas de nombre “San Juan Bautista” en español, y “Date Maru” en japonés, fabricado al modelo de los galeones europeos bajo la dirección del navegante y explorador Sebastián Vizcaíno (1548—1624), que había llegado a Japón en 1611, y del inglés Guillermo Adams que estaba al servicio del ministerio de guerra del sogún Tokugawa Hidetada [徳川秀忠] (1579—1632; sogún entre 1605—1623). Actualmente existe una réplica de este barco en la ciudad de Ishinomaki, puerto desde el cual zarpó la nave.
Pero antes de contaros las peripecias del viaje y la estancia en Europa de este grupo de japoneses, conviene saber que objetivos buscaba esta misión diplomática. En primer lugar hay que señalar que la presencia de misioneros cristianos en las islas del Japón se remonta, al menos, al 15 de agosto de 1549 cuando desembarcó en Kagoshima el jesuita San Francisco Javier [monje navarro que se convertiría en la mano derecha de San Ignacio de Loyola. Fundador de la Compañía de Jesús]. Años más tarde, en 1582, los jesuitas habían conseguido un buen número de conversos al catolicismo [se habla de 150.000], lo que les permitió organizar una expedición a Roma y conseguir del Papa un obispado para la isla, cátedra que desde entonces sería ocupada por un jesuita hasta la expulsión de los religiosos extranjeros que se produjo en el siglo siguiente. En esta tesitura, el resto de las órdenes misioneras, y en particular los franciscanos, se quedaron en una situación de dependencia y subordinación respecto a los jesuitas; algo que evidentemente no gustaba.

Por otro lado, Japón había incrementado notablemente sus relaciones comerciales con los asentamientos españoles y portugueses del Pacífico, tanto en los continentales de la India como en los de los archipiélagos de Molucas y Filipinas, especialmente; los cuales desde la unificación de las dos Coronas en Felipe II en el año de 1580, dependían todas [al menos teóricamente, luego su funcionamiento era muy independiente] del Consejo de Indias (en Madrid) y de la Casa de Contratación (en Sevilla), que eran los órganos que autorizaban los permiso y franquicias de contratación. Lo que pretendía los japoneses era establecer relaciones diplomáticas con el Rey de España y establecer los acuerdos necesarios para poder negociar y comerciar directamente con América y Europa a través de los puertos del Pacífico de Nueva España (México); y lo que pretendían los franciscanos (aparte de participar en esta nueva red comercial) era la división del Japón en dos obispados y ocupar ellos al menos el del norte. Para lograrlo partieron a Madrid y Roma, las dos ciudades europeas más importantes del momento.
Viajes similares se habían intentado ya en 1610, donde la expedición la encabezaba el franciscano fray Alonso Muñoz, y dos años después por el mismo fray Luis Sotelo; en ambos casos la expedición fracasó. Lo cierto es que la situación de los cristianos en Japón empeoró notablemente a partir de 1613, llegándose a prohibir el culto en muchos territorios, si bien en el caso de Date Masamune no sólo continuó autorizando la difusión y extensión del catolicismo, sino que persiguió las prácticas de otras religiones, especialmente a los budistas y sintoístas.

Bien, pero sigamos con el viaje de Hasekura Tsunenaga, quien avista el continente americano, siguiendo la ruta tradicional del galeón de Manila, en el cabo de Mendocino, península de California, y siguiendo la costa, el 25 de enero de 1614, llega a Acapulco, principal puerto pacífico de Nueva España; tres meses después de su partida de Japón. Tras penetrar en la amplísima bahía de esta ciudad y obtener las autorizaciones pertinentes se produce el desembarco y la embajada japonesa fue recibida con gran ceremonial por los representantes del virrey de Nueva España, don Diego Fernández de Córdoba (1578—1630), marqués de Guadalcázar. De todas formas hubo que esperar un tiempo en esta ciudad para preparar el viaje a México, el séquito se hospedó en el convento franciscano del lugar. No faltaron en este tiempo de espera enfrentamientos entre miembros japoneses y españoles de la expedición; de especial relevancia fue el mantuvo el capitán de la guardia personal de Hasekura, un tal Tomé o Tomás [por el nombre algunos han querido ver que fuera hijo de algún español, pero lo más normal es que adoptara este nombre tras bautizarse] y Sebastián Vizcaíno. Se utilizaron los aceros y del duelo salió gravemente herido el arrogante marino español. Ante este hecho las autoridades españolas establecieron varias normas el 4 de marzo, encaminadas a garantizar la seguridad, el comercio y el libre movimiento de los japoneses, que no podían ser molestados por nadie so pena de graves castigos, y por contra se limitaba el uso de armas al propio Hasekura y a media docena de escogidos samuráis.

Por fin, partió el séquito de Acapulco y llegó a la ciudad de México el 25 de marzo. En esta ciudad fueron recibidos con la mayor pompa y boato por el propio virrey, el arzobispo de México, Juan Pérez de la Serna (1573—1631), y el provincial de la orden franciscana. A todos ellos se les entregaron las cartas y credenciales de Date Masamune, daimio de Sendai, el cual les manifestaba su gran interés en que sus representantes viajaran a España y a Roma para llevar mensajes de paz al rey de España y establecer relaciones diplomáticas y comerciales en Nueva España, y para pedir al Papa que envíe misioneros católicos y un alto delegado papal [un obispo más, vamos] para evangelizar todo el Japón. Durante la estancia en México, en las celebraciones religiosas en torno a la Semana Santa, se produjeron varios bautizos colectivos: así el día 9 de abril se bautizaron 20 japoneses, y otros 22 el día 20; y tres días más tarde recibieron la confirmación de manos del arzobispo nada menos que 63 nipones. Hasekura no quiso tomar estos días el bautismo, ya que prefirió reservarse y recibirlo en Europa, en Roma o en Madrid, donde efectivamente lo hará, como veremos.

De todas formas, y a pesar de estas muestras de fervor religioso, en Japón pintaban bastos para los cristianos, ya que, el primero de febrero del 1614, el sogún Tokugawa Hidetada [el sogún era el gobernador militar del imperio japonés, y de hecho quien ostentaba el poder político al que se sometían los daimios, que eran los señores feudales de las distintas provincias; el emperador carecía de poder efectivo en el territorio y se había convertido en una figura simbólica y de carácter casi ceremonial] había decretado la prohibición de la práctica del cristianismo y la expulsión de los misioneros extranjeros. Al menos, Date Masamune, que, recordemos, era el daimio de Hasekura, esperó hasta el regreso de la embajada diplomática a Europa para aplicar en Ōshū la dura ley del sogún. Pero esto todavía se desconocía en México.
En el momento de partir de la capital de Nueva España, la comitiva se dividió: los españoles se quedaron en Nueva España, excepto los frailes que siguieron con Hasekura; y de los japoneses, una treintena continuaron el viaje hacía Europa, algunos, pocos, se quedaron en Nueva España a esperar la vuelta de Hasekura, y el resto volvió a Acapulco para regresar, de nuevo en el “San Juan Bautista”, a Japón. Después, la reducida comitiva encaminó sus pasos por el camino real al puerto atlántico de Veracruz, donde el 10 de junio, a bordo del galeón “San José”, comienzan la travesía del Golfo de México con dirección a La Habana. La intención era coger en la capital de la actual Cuba un barco de los que integraban la Flota de Indias.

La ciudad de Sevilla encargó a unos de sus regidores, al veinticuatro Diego Caballero de Cabrera, que además era hermano de fray Luis Sotelo, que atendiera a los viajeros y que hiciera los preparativos necesarios para su entrada en Sevilla. El duque, a instancias del ayuntamiento sevillano, aparejó dos galeras para conducir a la comitiva a Coria del Río, donde tendrán que esperar hasta el día que sean recibidos en la ciudad. En esta localidad fueron hospedados, siempre a cargo de la ciudad de Sevilla, por Pedro Galindo, que atendió con esmero y cuidado a sus huéspedes. Incluso, la capital andaluza, envió una representación, formada por el citado Diego de Cabrera, Bartolomé López de Mesa, Bernardo de Ribera, y el propio Pedro Galindo, junto con un buen número de jurados y caballeros que los acompañaban, para que dieran la bienvenida al embajador y le felicitaran por su feliz viaje. Algo que satisfizo mucho a Hasekura y le hizo albergar esperanzas de éxito en su misión.
Por fin, el 21 de octubre [no coinciden en este dato los cronistas y algunos dan la fecha del 23] tiene lugar la fastuosa recepción en la ciudad de Sevilla. Hasekura partió de Coria del Río con su séquito, formado por el religioso sevillano y una guardia personal compuesta por los samuráis y una decena de soldados, todos elegantemente vestidos al modo japonés y, para dejar clara su intención, todos portaban rosarios al cuello; también iban con ellos los veinticuatro sevillanos Bartolomé López de Mesa y Pedro Galindo. Desde su salida de Coria la comitiva fue aumentando de número con infinidad de curiosos que no querían perderse la ocasión de ver de cerca tan singulares personajes. Pero esto no fue nada en comparación con la multitud que se agolpaba entorno al puente y a la puerta de Triana; toda la ciudad, desde el camino o desde las barcas en el río, querían conocer a tan ilustres y sorprendentes visitantes.

Cruzaron el puente de barcas de Triana numerosas carrozas y cabalgaduras y un sinfín de gente de todo tipo; tan grande fue el número que en algunos momentos se puso en peligro la propia integridad de la comitiva a pesar de los denodados esfuerzos de los alguaciles y justicias que intentaba poner un mínimo de orden en la procesión. [Quien conozca esta ciudad en Semana Santa podrá imaginárselo sin esfuerzo]. En la puerta de Triana les esperaban toda la nobleza de la ciudad y los miembros del ayuntamiento sevillano encabezados por el corregidor y asistente de Felipe III en la ciudad, Diego Sarmiento de Sotomayor (¿?—1618), primer conde de Salvatierra, que en nombre del rey y de la ciudad dio la bienvenida a el embajador, quien se apeó de la carroza y recibió y proporcionó las oportunas cortesías; mostrando en todo momento el sumo placer y honor que recibía de tan grandioso recibimiento. Después, Hasekura montó a caballo y se colocó junto al conde de Salvatierra, quienes, flanqueados por los alguaciles mayores de la ciudad y por el capitán de la guardia japonesa, condujeron la cabalgata por la ciudad hasta las puertas de Alcázar Real, donde se hospedaría el embajador a costa de la ciudad. Durante todo el trayecto estuvieron acompañados por millares de sevillanos que los saludaban alborozados a su paso. A su llegada a la residencia real sevillana fueron recibidos por Juan Gallardo de Céspedes, su alcaide. Así terminó esta jornada. Durante los días siguientes, Hasekura, como cualquier turista de hoy en día [pero sin cámara de fotos], recorrió la ciudad, visitó la catedral y, como no, subió a la Giralda para disfrutar desde lo alto de la magnífica visión de Sevilla y del Betis.

El día 27 de octubre tuvo lugar la recepción oficial de la embajada por el ayuntamiento sevillano. Sentado junto al conde de Salvatierra, Hasekura expuso los motivos y razones de su embajada en japonés que el padre fray Luis Sotelo interpretó en castellano, y que no eran otros que extender la fe en Cristo por todo el Japón y alcanzar un tratado de amistad y comercio con España; después entregó una carta de Date Masamune, que también tradujo el fraile franciscano, en la que se exponía su pretensión de ponerse bajo la autoridad del papa y de comenzar un periodo de amistad fraternal con el rey de España; seguidamente, fray Luis Sotelo hizo una relación de las incidencias del viaje, de la situación del cristianismo en Japón y una petición de ayuda económica para continuar su labor. Acto seguido respondió el conde de Salvatierra, diciendo que la ciudad de Sevilla ayudaría en todo lo que pueda al éxito de la misión y que él, en calidad de asistente real, transmitiría fiel y puntualmente todo el contenido de la embajada a Felipe III. Por último, entró en la sala capitular del ayuntamiento de Sevilla el capitán de la guardia de Hasekura para hacer entrega de la carta original de Date Masamune y de un daishō [大小], conjunto de las dos espadas tradicionales japonesas: la katana [] y la wakizashi [脇差]. [En los archivos sevillanos se conserva la carta original, pero las espadas desaparecieron tras los tumultos de 1868]. Después, como se trataba de una sesión ordinaria, la embajada abandono la sala y el cabildo continuó su sesión.

Los japoneses prolongarán su estancia en Sevilla durante un mes más, y en este tiempo el Alcázar sevillano recibirán innumerables visitas de cualquiera que fuera algo en Sevilla: nobles, jueces, cargos públicos,... y en particular sentirán el calor y el cariño de los sevillanos que, como veremos, dejará profunda huella en muchos de ellos. Hasekura, por su parte, realizó numerosas visitas a la catedral y al convento franciscano de la ciudad. También serán abundantes los actos festivos que se harán en su honor y homenaje: comedias, bailes, saraos,... Existe una relación de gastos del Libro de Cuentas, según la cual, el ayuntamiento de Sevilla se gastó más de 2.600 ducados en la estancia de la embajada japonesa [al cambio actual del precio del oro unos 142.000 €, mas de 23.000.000 millones de ptas.].
El 25 de noviembre la embajada abandona la ciudad hispalense con dirección a la capital de la monarquía hispana. La comitiva la componen unas cuarenta personas, dos carros, dos literas y cerca de cincuenta animales de carga. La ciudad de Sevilla, atenta hasta el último momento, designa a Gonzalo de Guzmán, junto con personal de servicio, para que acompañe y asista a la embajada hasta su llegada a Madrid.

Ciudad a la que llegarán el 20 de diciembre, tras un viaje en el cual la comitiva fue objeto de atención por todos los lugares por donde pasaron, destacando la parada de varios días en Córdoba y el recibimiento por el arzobispo de Toledo en la catedral primada. No fue tan espectacular el recibimiento en la Corte como lo había sido en Sevilla, seguramente, además de la información qua había trasmitido el conde de Salvatierra, también se tendrían noticias de la nueva situación en Japón y de las persecuciones que se habían iniciado contra los cristianos tras el decreto del sogún de febrero de 1614. Siempre se trató a la embajada como una delegación de un principado menor, en ningún momento se la consideró como la representación oficial del emperador o del sogún; en consecuencia el protocolo se ajustó a este rango.
Además, los agentes de los comerciantes de Nueva España y Filipinas debían mirar con recelo las intenciones comerciales de los japoneses, y a buen seguro que no tardaron de mover sus influencias en la Casa de Contratación y en el Consejo de Indias para que se mantuviera el estado actual en las relaciones comerciales con Japón. Estos dos órganos siempre se manifestaron contrarios a esta nueva alianza con los japoneses que podría poner en peligro la exclusividad comercial de los asentistas de Manila y Acapulco. Tampoco convine olvidar la creciente pujanza de los jesuitas en la Corte madrileña, que se habían hecho con el influyente Colegio Imperial y estaban fabricando su nueva y magnífica sede en la calle de San Bernardo; quienes a buen seguro no dejaron de medrar para que la misión acabará en fracaso y poder mantener el monopolio evangelizador en Japón. Así, el alojamiento de la embajada no fue en ningún palacio o residencia real ni en ninguna morada de los miembros de la nobleza cortesana, ni tan siquiera fue en alguno de propiedad municipal, sino en el convento de San Francisco de la localidad.
Más de un mes, hasta el 30 de enero de 1615, hubieron de esperar Hasekura y Luis Sotelo para ser recibido por Felipe III. En la audiencia real se reiteró la exposición de Hasekura sobre los deseos de su señor, el daimio Date Masamune, de mantener relaciones diplomáticas y establecer alianzas con España y que se cristianice todo el Japón; si bien en esta ocasión se hizo mucho más hincapié en la vertiente política y económica de la embajada; acto seguido se le hizo entrega a Felipe III de una carta original de Date Masamune [de la que se desconoce su actual paradero] fechada el año 13 acuatro días de la novena luna, que se correspondía con el 6 de octubre de 1613, unos días antes de que partiera la embajada, como hemos visto. Luis Sotelo volvió a ser el intérprete de Hasekura e hizo un alegato ante el rey en defensa del acuerdo, ya que permitiría acercar posiciones con el sogún Tokugawa Hidetada para neutralizar la influencia holandesa e inglesa en Japón.

Hasekura estará alrededor de ocho meses en Madrid, por un lado preparando el viaje a Roma y por otro intensificando los contactos con las principales personalidades de la Corte al objeto de llevar a buen puerto su misión. Varias veces se entrevistó con el valido de Felipe III, el todopoderoso Francisco Gómez de Sandoval Rojas y Borja (1553—1625), I duque de Lerma, y con el nuncio apostólico del papa en Madrid.
Pero quizás el acto social de mayor trascendencia fue el bautizo del propio Hasekura en la capilla del monasterio de las descalzas reales de Madrid. Fray Luis Sotelo escribió una relación a su hermano Diego Caballero de Cabrera del desarrollo de este acontecimiento según el cual se desarrolló de la siguiente forma. El 17 de febrero de 1615, a las tres de la tarde, acudió a la citada capilla Felipe III, acompañado de su hija Ana de Austria (1601—1666) [que en las crónicas aparece como “Reina de Francia” ya que en esas fechas su matrimonio estaba concertado con Luis XIII de Francia (1601—1643), si bien su matrimonio por poderes se realizará en Burgos el 18 de octubre de 1615 y en persona en Burdeos el 21 de noviembre de ese mismo año, ya que ambos contrayentes tenían apenas 14 años, su matrimonio no se consumará hasta cuatro años más tarde. Chascarrillo “rosa”: esta es la reina sobre la cual se sospecha que tuvo algún affaire con el duque de Buckingham; la de los tres mosqueteros, vamos]. También acudieron a este acto la infanta María Ana de Austria; al parecer el príncipe Felipe estaba enfermo y se quedó en palacio con los otros dos infantes: Carlos y Fernando. A la celebración acudieron los principales caballeros de la Corte, entre ellos muchos Grandes, quienes junto a los japoneses se distribuyeron por las gradas. Hasekura estuvo acompañado toda la ceremonia por Lope de Moscoso Osorio (1555—1636), VI conde de Altamira, mayordomo mayor de la infanta Ana. El bautizado tuvo como padrinos al duque de Lerma y la condesa de Barajas. El oficiante fue el capellán mayor de Felipe III, Diego de Guzmán, ya que el arzobispo de Toledo tenía perlesía en las manos lo que le impedía oficiar el bautismo, si bien estuvo presente en la ceremonia. Elbautizo se hizo con toda la solemnidad y destaca fray Luis Sotelo el afecto y gran devoción del japonés. Su nombre cristiano fue Felipe Francisco Hasekura.
Inmediatamente acabado el bautismo, el duque de Lerma llevó al embajador al cuarto real donde se entrevistó con Felipe IV, quien le felicitó y le pidió que le encomendase a Dios. Por su parte, Hasekura, agradeció su presencia y que le hubiera permitido usar su nombre y que esperaba que este acontecimiento tuviera su efecto y salvara muchas almas en Japón. Tras abandonar el monasterio la embajada fue escoltada por la Guardia Real hasta San Francisco, donde fueron recibidos por toda la comunidad franciscana con un solemne Te Deum Laudamus y gran aparato de música y canto.


Fuente                                  Francisco Arroyo Martín

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