Mediante su aparato mediático, el Sistema diaboliza permanentemente a Rusia.
Haga lo que haga, Putin es sistemáticamente presentado en los medios masivos como un peligroso autócrata, un mafioso enemigo de los derechos humanos (y de las Femen, ¡por el amor de Dios!), y un belicoso fabricante de guerras. Ni más ni menos.
Cuando Rusia combate el terrorismo islámico en el Caúcaso, entonces nos dicen que aterroriza a los pobres chechenos (que nunca han roto un plato). Cuando somete a la oligarquía económica y financiera que se apoderaba de las riquezas nacionales desde la caída de la URSS, nos dicen que amenaza las libertades (de unos multimillonarios antipatrióticos y criminales). Cuando favorece la natalidad y la familia, nos cuentan que es homófobo (¿Por qué Rusia no habrá presentado un cosaco barbudo con minifalda al festival de Eurovisión?). Cuando un puñado de revoltosos manifiestan contra el gobierno, nos dicen que la calle está masivamente contra Putin (¿La calle? Apenas un callejón). Y así sucesivamente…
Si comparamos con los últimos tiempos de la Unión Soviética, casi estamos tentados de decir que ésta no recibía un trato tan parcial y tan cargado de mala fe como la Rusia actual. Esto significa una cosa: Rusia encarna una resistencia benéfica al orden mundial que quieren imponer los EEUU y su pequeña corte de sirvientes que reclutan en la oligarquía occidental.
En esta hora en que asistimos a un general inversión de los valores, a un integral trastocamiento de los principios que rigen la vida los hombres y la organización de las sociedades, podemos afirmar sin error que Rusia sigue estando en el campo de la Verdad, mientras que Occidente ha caído en el error y la decadencia. Esta es la razón por la cual Occidente odia a Rusia. Y eso significa que Rusia se ha convertido en un modelo a seguir para los verdaderos europeos. Y no deja de ser una ironía suprema de la Historia, que el pueblo ruso, menospreciado y vilipendiado muchas veces como una nación semi asiática, sea en el día de hoy, tal vez la última esperanza para Europa de sobrevivir a esta indigna y monstruosa degeneración en la que está sumida.
Hemos olvidado en Occidente que el pueblo ruso ha pagado muy caro (decenas de millones de muertos) su entrada en el siglo XX, la instauración del comunismo y su victoria en la Segunda Guerra Mundial: un sacrificio que supera ampliamente el padecido por los occidentales y sobre los EEUU, bien a salvo en su isla continente.
Y sin embargo, Rusia ha sabido pasar página e integrar ese pasado trágico en su historia como en sus monumentos, a diferencia de un Occidente que ha perdido el norte y que no para de dara vueltas y más vueltas al arrepentimiento de las “horas más sombrías de nuestra historia” (el colonialismo, la trata de esclavos, el nazismo, las Cruzadas, la Inquisición…) que no paran de envenenarnos la exisencia impediéndonos avanzar de una buena vez.
Rusia ha vuelto a encontrar su alma ortodoxa, es decir cristiana, mientras que en Occidente, sometida al culto de Mammon, las iglesias están vacías mientras que las mezquitas están llenas a reventar.
¡Gracias Rusia, por demostrarnos que se puede entrar en el siglo XXI siendo uno mismo!
Los EEUU y su servicio doméstico tienen una pesadilla: una Europa poderosa, una “casa común” desde el Atlántico hasta el Estrecho de Bering, un sueño que han tenido muchos grandes europeos. Toda la diplomacia estadounidenses trabaja para hacer este sueño imposible.
En Europa occidental, el instrumento de esta diplomacia se llama hoy Unión Europea. Es decir, una máquina destinada a destruir la soberanía y la libertad de los Estados, a aniquilar su prosperidad y a reemplazar a su población: un imperio de la nada y del vacio, que debe abrirse a todos los vientos a la condición de permanecer prisionera de los “lazos trasatlánticos”, es decir seguir siendo vasallos de los EEUU.
En el este, el instrumento de esta diplomacia se llama diabolización, debilitamiento y aislamiento de Rusia. Rusia ha pagado muy caro la implosicón de la URSS: un país arruinado, sometido a los oligarcas, rodeado de un cinturón de Estados más o menos artificiales pero en la órbita occidental, un ejército destruido frente a una OTAN reforzada y agresiva. Putin ha venido a poner un término a este entreacto de debilidad y desorden y ha levantado a Rusia de su hundimiento y planta cara a las amenazas que rondan sus fronteras.
A la caída de la URSS los occidentales bajo la dirección norteamericana se han lanzado a una estrategia de aislamiento de Rusia. El asunto de Kosovo ha sido el punto álgido, después de la desintegración de Yugoslavia. Eso sin hablar ya de la tentativa de apropiarse de sus resursos naturales y de inyectarle los “valores” (es decir los vicios y la decadencia) de los occidentales. En resumen: los occidentales no ha dejado de aprovecharse y de ampliar la debilidad de Rusia.
Toda la actuación de la presidencia de Putin apunta por el contrario a recupara la potencia y la soberania de Rusia. Es esto lo que importuna a nuestros amos.
Toda la actuación de la presidencia de Putin apunta por el contrario a recupara la potencia y la soberania de Rusia. Es esto lo que importuna a nuestros amos.
¡Gracias Rusia por hacer de la potencia una idea nueva en Europa!
El derrumbe de la URSS fue, sin duda, una buena noticia, que marcaba el fin de la amenzaza comunista sobre Europa. No lamentaremos su final. Pero la desaparición de la URSS trajo consigo la eliminación de un contrapeso al unilateralismo estadounidense y su pretensión, ridícula pero peligrosa, de imponer un modelo de sociedad humana definitivo e insuperable. Hemos visto lo que ha dado en algunos años un unilateralismo tal liberado de su sontrapeso: los conflictos y las agresiones militares repetitivos, la desestabilización del Próximo Oriente o la implantación de un librecambismo desenfrenado de efectos destructores.
Los verdaderos europeos no pueden más que alegrarse de ver reaparecer la potencia rusa. Europa carece desesperadamente de potencia en un mundo cada vez más duro y competitivo, frente a los grandes bloques de Asia, América y África.
La reintroducción de la potencia rusa en el juego diplomático mundial tendrá necesariamente efectos positivos, como lo demuestra, sin ir más lejos, el caso sirio. Rusia resistió con decisión a los abogados de los ataques destinados a aportar una solución militar en Siria. Es decir, que Rusia se pronunció en favor de la estabilización antes que por la aventura.
Es necesario que el poder detenga al poder. ¡Gracias a Rusia por recordarnos esta antigua ley europea!
Contrariamente a lo que nos repiten nuestros medios de (des)información masivos, la democracia (el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo) y la libertad están menos amenazados en Rusia que en Europa occidental.
No deja de ser curioso que un Snowden, que ha desvelado al mundo la realidad del espionaje de las comunicaciones mundiales por los EEUU y sus aliados, no haya podido encontrar regugio más que en Rusia. ¡Pero no en Europa occidental, que presume sin embargo de acoger a los refugiados y perseguidos del mundo entero!
Y es que Occidente ya no vive en democracia sino en posdemocracia: un régimen de totalitarismo blando que vacía la nacionalidad y la ciudadanía de su sientido, un régimen en el que el Estado se opone a la nación e instala la ley del extranjero. Los verdaderos oligarcas no prosperan más que en Occidente: en Rusia están bajo control o van a la cárcel.
¡Gracias Rusia por recordarnos que la salvación del pueblo (no la de los bancos y de los lobbys) debe ser siempre la ley suprema de los Estados!
Fuente Michel Geoffroy