J. Maritain
Para saber cómo ambos conceptos son influidos o influyen en la sociedad y sus sistemas políticos, económicos, sociales, etc., conviene conocer la entidad de cada uno.
El individuo es portador de la persona y aunque ambos son uno, la
duplicidad del nombre no es en vano; cada cual tiene función y
significado propio.
El individuo es la parte material y visible de la persona; ésta, la
persona, es la parte invisible, que se manifiesta cuando ese individuo
pone en marcha y hace patente el potencial físico y psíquico que posee,
como es la expresión de sus cinco sentidos, la de su pensamiento, la de
su carácter, la de su temperamento…El individuo es el continente y la
persona el contenido; aquél es el mástil; ésta, la insignia, el lema.
Es decir, que ambos conceptos, individuo y persona, integrantes de esa unicidad que es el ser humano,
deberían permanecer inextricablemente unidos ante cualquier intento
externo de separación, manipulación o uso indebido de su identidad.
¿Es o ha sido ello cierto? No. A través del ventanal de la Historia
vemos cómo los sistemas políticos y económicos que se han sucedido en
aquélla han destruido muchas veces esa unidad de potencia humana que
forman individuo y persona, para, desnudando a ésta de aquel, convertir
una parte, el individuo, en mera cifra estadística o contable, quedando
la otra, la persona, en un limbo o reducida por una camisa de fuerza y a
la fuerza en un jaula, que puediera ser hasta de oro.
Para esos sistemas, la persona es el riesgo y el individuo la renta.
Destruida la unicidad que forman ambos, la persona se convierte en
ganga desechable y el individuo en grano de cereal que moler para
convertirlo en una masa moldeable. El individuo es así un zombi, sin
pensamiento, sin sentido y sin voluntad.
Es ese ser que va erguido por
la calle porque está en sus genes pero que bien pudiera marchar a cuatro
patas en cuanto fuera consciente de la pérdida de su personalidad.
Evocando un decir popular, a poco que se mire o palpe se sentiría como
un bulto sospechoso deambulando por la rúa.
Eso han logrado los sistemas político-económicos que venimos anunciando; eso han conseguido el capitalismo y el comunismo, dos cara de una misma moneda, capaces de descoyuntar tal ser compuesto de cuerpo y espíritu que es el hombre.
Llegados aquí, sabido y sufrido esto, otra vez más es el momento de
gritar ¡revolución!. Esa palabra que en muchos momentos de la Historia,
el hombre ha levantado como una tea encendida para quemar el templo de
los ídolos materiales que lo han sojuzgado y tenido a sus pies como un
esclavo, pasmado ante el brillo del oro y los diamantes.
Sabemos dónde está su fuerza, en el individuo-persona, indivisible e
imbatible como una fortaleza en la que dentro está el señor, el hombre,
que los integra y cuyo pendón tremola en las almenas con una leyenda:
“Soy portador de valores eternos”.
Hemos hablado de sistemas en la Historia. Todos han fracasado en el
único fin y objetivo para el que debieron concebirse: el hombre y su
dignidad, que deben sostenerse en la sociedad sobre el individuo-persona, entidad indisociable.
¿Podrá existir algún día el Sistema Personalista, que viene
anunciándose de tiempo atrás, basado en la persona como célula y unidad
básica de un nuevo orden político, económico y social.
Pedro Conde Soladana
http://www.agorahispanica.es/2011/12/13/individuo-y-persona/
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