Levantamiento contra el Hermano Erdogan
La sublevación turca tiene sus raíces en la incoherencia del gobierno de Erdogan. Después de haberse presentado como un «demócratamusulmán» –al estilo de los «demócratacristianos»–, Erdogan mostró súbitamente su verdadero rostro al producirse las «revoluciones de colores» de la primavera árabe.
En
materia de política interna y exterior, puede verse un verdadero viraje
que permite hablar de un antes y un después. Antes, existió una técnica
de infiltración en las instituciones. Después vino el sectarismo. Antes,
se aplicaba la política de Ahmed Davutoglu de «cero problemas»
con los vecinos.
El antiguo imperio otomano parecía salir de su letargo
y volver a la realidad. Después fue lo contrario: Turquía se enemistó
nuevamente con todos y cada uno de sus vecinos y se involucró en la
guerra contra Siria.
La Hermandad Musulmana
Tras ese
viraje está la Hermandad Musulmana, organización secreta a la que
siempre pertenecieron Erdogan y los miembros de su equipo, aunque
siempre lo niegan. Si bien ese viraje es posterior al de Qatar, padrino
financiero de la Hermandad Musulmana, su significado es exactamente
el mismo: son regímenes autoritarios, aparentemente antiisraelíes cuya
profunda alianza con Tel Aviv aparece súbitamente.
Es importante recordar aquí que la expresión «primavera árabe»,
surgida y acuñada en Occidente, no es más que un engaño tendiente a
hacernos creer que los regímenes de Túnez y Egipto fueron derrocados por
los pueblos.
Si bien es cierto que en Túnez hubo un levantamiento
popular, también lo es que su objetivo no era llegar a un cambio
de régimen sino lograr una evolución económico-social. No fue la gente
que se lanzó a las calles sino Estados Unidos quien ordenó a Zinedin
el-Abidin Ben Ali y a Hosni Mubarak que abandonaran el poder.
Posteriormente, fue la OTAN la que derrocó a Muammar el-Khadafi y
provocó su linchamiento. Y ahora son nuevamente la OTAN y el Consejo de
Cooperación del Golfo quienes han alimentado la agresión contra Siria.
En todo
el norte de África –con excepción de Argelia– la Hermandad Musulmana
llegó al poder gracias al respaldo de Hillary Clinton. Y en toda esa
región, la Hermandad Musulmana tiene a cargo de la comunicación una
serie de consejeros turcos, amablemente puestos a su disposición por el
gobierno de Erdogan. Y en cada uno de esos casos, la «democracia»
no ha sido otra cosa que una apariencia que ha permitido a la Hermandad
Musulmana islamizar la sociedad, a condición de que ella misma respalde
el capitalismo seudoliberal de Estados Unidos.
El término «islamizar»
no es una referencia a la realidad sino a la retórica de la Hermandad
Musulmana. Esa cofradía pretende controlar la vida privada de los
individuos basándose para ello en principios externos al Corán.
Rechaza el papel de la mujer en la sociedad e impone una vida de
austeridad, sin alcohol, tabaco ni sexo… al menos para los demás.
Durante
una decena de años, la Hermandad Musulmana optó por la discreción,
dejando la transformación de la enseñanza pública en manos de la secta
de Fetullah Gulen, a la que pertenece el presidente de Turquía, Abdulla
Gul.
Aunque la Hermandad Musulmana proclama a los cuatro vientos su odio por el American Way of Life,
el hecho es que opera bajo la protección de los anglosajones (Gran
Bretaña, Estados Unidos e Israel), que siempre han sabido utilizar
la violencia de dicha cofradía contra todo el que se resiste a los
designios imperiales.
La hasta hace poco secretaria de Estado Hillary
Clinton tenía en su equipo de trabajo a su ex asistente personal, la
señora Huma Abedin –esposa del dimitente diputado sionista
estadounidense Anthony Weiner. La madre de Huma Abedin, Saleha Abedin,
dirige la rama femenina mundial de la Hermandad Musulmana. Es por esa
vía que la señora Clinton azuzaba a la cofradía.
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