Estimamos nosotros –los españoles actuales- que la lucha por la Defensa y Unidad de Europa en estos críticos momentos debe ser llevada, principalmente, a construir en todas las almas europeas una fortaleza inexpugnable: una idea irresistible: una convicción triunfal, que haga fracasar todos los ataques desesperados de las fuerzas hostiles antieuropeas.
Y esa convicción, esa idea-fortaleza, deberá ser la siguiente:
“Europa no es vieja ni es joven. No lo ha sido ni lo será nunca. Porque Europa es inmortal. Europa es un perpetuo Renacimiento. Es un resucitar inextinguible”.
Creemos que los esfuerzos heroicos de todos los espíritus preclaros de Europa –de todos sus investigadores (poetas, sabios, científicos)- debería ser concentrado en demostrar rigurosamente al mundo que tal Afirmación es cierta. Efectiva.
Para ayudar a lo cual nosotros proponemos ahora un elemental plano afirmativo en vista de esa ciclópea reconstrucción:
1º. Hay que rebatir como falsa la tradicional pretensión de que Europa sea hija de Oriente. (Acumular pruebas contra el mito de Agenor, contra la espúrea localización del Paraíso terrenal en Mesopotamia: contra la “cuna hindú” del género humano: contra la primacía civilizadora de Egipto, China, Fenicia, etc...).
La civilización empezó en Europa. A lo largo de su místico “castillo alpino”, de los Pirineos al Cáucaso. Fortaleza “providencial”.
2º. Hay que reducir al absurdo la tesis “vegetal” y spengleriana –la tesis de los culturalistas- sobre la “pluralidad de culturas igualmente válidas”. Tesis que empareja y ecuaciona la "cultura europea", por ejemplo, con la "azteca" o la "faraónica".
3º. Hay que reducir a polvo la tesis de que “Occidente está en decadencia”. Es decir: Europa: Pues nadie es vencido hasta que él mismo no se considera vencido. Y Europa jamás se dará por vencida.
4º. Hay que insistir audazmente, sobre la veracidad de que si América es algo, lo es en cuanto trasunto de Europa: proyección de Europa en “cantidad”. Igualmente Rusia. Rusia y América tienen substratos propios. Pero lo determinante en ellas será siempre el superestrato europeo.
5º. Hay que demostrar que la “idea de Europa” –bajo diversos nombres a lo largo de la Prehistoria y la Historia- consistió siempre en la “medida”: el “límite”: la “armonía”: la “unidad activa”: la “ascensión creadora del Hombre”: la “mística de la vida”.
6º. Demostrar que esa “idea de Europa” existió desde el Paleolítico, sobre una topografía –imprecisa- pero poco más o menos coincidente con lo que ha sido siempre Europa (la vértebra alpina).
7º. Hay que demostrar que tal “idea europea” sufrió “cansancios momentáneos”, “agonías temporales”, “exhaustamientos fecundos”. Lo que llamaríamos –históricamente- “Edades Medias o transitorias, preparadoras de nuevos Renacimientos”.
8º. Europa no tiene más que dos fases, dos edades, dos ciclos: Edades Medias y Renacimientos. (Muerte y Resurrección, Invierno y Primavera).
9º. La fecundidad de Europa es inacabable. Como una Paternidad cósmica, como una fuerza genesíaca donjuanesca. Rasgo viril, y no femenino, en lo europeo. Potencia de fecundación. Virtud Imperial.
10º. Hay que demostrar que –desde la Prehistoria- este “fecundador genio europeo” preñó siempre a las culturas extra-europeas. Las cuales, aprovechando el agotamiento momentáneo del progenitor, reobraron sobre Europa en forma de “invasiones y devastaciones”. Pero que –justamente- este “estímulo del peligro” hizo siempre “reaccionar a Europa”, resurgir, resucitar de sí misma: como el ave Fénix de las cenizas.
Condición precisa para cada Renacimiento de Europa: su inminente muerte, su “agonía trágica”. El estímulo mortal.
11º. Europa –por tanto- no es vieja ni joven. Sino débil o fuerte. Y su secreto es el que, en español, llamamos “sacar fuerzas de flaquezas”. Secreto heroico.
12º. En las actuales circunstancias, Europa se encuentra en una “crisis de salvación”. Como tras 1918 (o como tras 1945). Como tras el fracaso napoleónico. Como antes de Carlos V o de Navas de Tolosa o de Carlos Martel. Como ante la lucha con Cartago. O en la guerra de Grecia contra los persas. O de razas prehistóricas europeas contra invasiones de África y de Asia.
Y esta crisis será superada a través de otra inevitable Edad Media –feudal, federalizante-, que estamos empezando a atravesar, hostilizados por los bárbaros.
13º. Característica también europea es la del “relevo de Campeones” en portar el fuego sagrado y perenne. Los Campeones cambian. El fuego permanece.
14º. Anular el temor a lo ruso y el pasmo ante lo americano, demostrando que ambos son fenómenos “románticos”, “desmesurados”, “estériles a la larga”. Ambos procedentes de Europa, pero “desnaturalizados”.
La afirmación social de Rusia es europea. (Rusia no ha hecho más que quitarle a esa idea la “medida”, amplificando su “extensión”: asiatizando infinitamente la idea europea de “una masa trabajadora”).La afirmación capitalista de América es europea. (América no ha hecho más que quitarle a esa idea la “medida”, ilimitando la “cantidad”, taylorizando el “espíritu -europeo- de iniciativa, individual”).
15º. Las armas eternas contra el Oriente y el Occidente serán siempre espirituales en Europa.
Lo que representó y representará la idea de Roma no perecerá nunca. Precisamente, frente al misticismo asiático del bolchevique irrumpiendo de nuevo sobre Europa, Roma podrá crear otro nuevo misticismo: el de la Santidad auténtica. (El Santo: fuerza social más allá del Héroe). Arma específica de todos nuestros Medievos.
Del mismo modo, la Mística del Linaje, -¡tan germánica!- tampoco perecerá, para combatir válidamente el capcioso igualitarismo. Encarnando en otra modalidad medieval de gran eficacia combativa: la “mística dinástica”, de nuevas progenies y estirpes surgidas puramente de la Revolución.
No las restauraciones de sangres cansadas, exhaustas, degeneradas, sino las nuevas Instauraciones, los nuevos reinos Caudillales, con gracia feudal, medievática y hasta divina. Nuevas Monarquías, nuevas aristarquías. Nuevas selectividades.
16º. Utilizar cuantos pensamientos y pensadores y poetas tuvieron este instinto de combate y defensa de Europa.
Ejemplos:
Mazzini dijo que Europa era “el fermento del mundo”. Y así pensó también nuestro Donoso Cortés.
Burckardt –el gran renacentista- vio a Europa como una “fuente antigua y nueva de vida”. “Espiritual y múltiple”.
Grecia: como “Cosmos”. Como “Orden Total”. Con el símbolo platónico y heroico del Maratón contra el Oriente.
Leibniz, como una “eterna lucha contra los bárbaros”.
Himly, como “la obra más armoniosa de la Creación”.
Victor Hugo vio Europa “unida un día” sin rusos ni anglosajones.
Nosotros, los españoles, la vemos como la “única Sede de eterna Catolicidad”.
Nosotros, los españoles, la vemos como la “única Sede de eterna Catolicidad”.
17º. Europa es pelea constante. Europa es guerrear. Europa es peligro.
Europa es el centinela alerta. ¡Al arma!, ¡Al arma!.
Y Europa es –de vez en cuando- una bendita “Ilusión de Paz”.
Y Europa es –de vez en cuando- una bendita “Ilusión de Paz”.
Ernesto Giménez Caballero año 1949
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