Nosotros como dijo el Papa Francisco vivimos en “el fin del mundo” y por lo tanto no nos afectan los problemas de los países centrales. Y si nos afectan es colateralmente. Si lo miramos bien, es en el hemisferio norte (USA, Europa. Rusia, China, Japón) donde ocurren los grandes acontecimientos que conmueven al mundo. En el hemisferio sur casi no pasa nada que tenga sentido para los mass media que son todos del norte.
Así hoy nos venden a Mandela, cerca de la Parca, como campeón de la humanidad, cuando este antiguo PC y agente de Stalin practicó un racismo a la inversa con los blancos de Sudáfrica y con los zulúes, originarios habitantes del país. Y ayer nos vendían a Menem como paladín del libre mercado y terminó hundiendo la Argentina.
De modo que cada vez que nos hablan de Occidente nosotros, que vivimos en el extremo Occidente, decimos como el poeta Anzoátegui: Qué Occidente no nos venga con el cuento de Occidente. Pero más allá del reparo notamos que Europa, en tanto que corazón de Occidente ofrece falsas respuestas a las agresiones que sufre y a los vejámenes y asesinatos de sus hijos que padece.
Así, acaban dos musulmanes de asesinar en plena calle de Londres a un soldado inglés, Lee Rigby, y el primer ministro inglés en lugar de declarar que fue el fundamentalismo musulmán el causante del asesinato y castigarlo, declaró muy suelto de cuerpo: el crimen es una traición al Islam.
Pero acaso, ¿le importa al algún musulmán que estos dos árabes hayan traicionado al Islam? No. Pues todo lo que sea en contra de Occidente es bienvenido para el mundo musulmán. Y esto desde su fundación ha sido, es y será así. Y el que no lo quiera ver no sabe sobre el tema o es “un entendimiento torcido”.
Ahora bien, si desde Inglaterra, que es como decir el meollo conservador y militar más concentrado de Occidente, puede su primer ministro cometer semejante desatino, qué nos está permitido esperar del resto de los dirigentes occidentales. Nada. En el 2012 fueron asesinados 105.000 cristianos en el ámbito del mundo musulmán, y salvo la investigadora inglesa que lleva la cuenta y algún obispo en alguna comisión perdida de las Naciones Unidas, ningún dirigente político occidental dijo nada. Occidente ha sido entregado “con pito y cadena” a los designios del Islam.[1]
Y esto mismo lo afirma un interesante filósofo alemán Peter Sloterdijk en una reciente entrevista: Europa no será capaz de una política suficientemente defensiva porque no puede practicar una política tan fea. Además estaría obligada a desmentir sus ideales liberales y democráticos.
Los más lúcidos de los pensadores europeos (de Benoist, Cacciari, Bueno) nos hablan de una especie de feminización de la cultura de Occidente: el uso abusivo del teléfono celular, la vestimenta, la pérdida del imperativo, el cambio de usos y costumbres, el avance exponencial del mundo gay, la alimentación light con cigarrillos sin nicotina y café sin cafeína, etc. etc.
Ayer nomás, el Papa Francisco declaró públicamente que: en la Curia vaticana hay un looby gay que provocó la filtración de informaciones que obligó a renunciar a Benedicto XVI: hay que ver lo que podemos hacer. No es necesaria gran perspicacia para observar los modales y la cara de maricón que tiene el secretario de Estado del Vaticano.
Es decir, que los dirigentes de Occidente se niegan a ver lo que se cae de maduro, lo que es evidente, aquello que se muestra en forma descarada y manifiesta y dejan a los pueblos de matriz occidental librados a la voluntad de sus enemigos.[2] Lo mismo que hizo Venecia ante la caída inminente de Constantinopla. Si alguno de los que lee este breve comentario nuestro se quiere amargar, puede leer el libro de Steven Runciman de la vieja editorial Espasa Calpe[3].
Nosotros desde el fin del mundo asistimos con pena a la destrucción de una tradición de la cual nos nutrimos y de la que somos deudores, pero como no es la única tradición cultural que nos conforma, que nos da forma, también le podemos rezar a la Pachamama. Sin embargo, tenemos la esperanza de que, islamizada Europa, el cristianismo pueda renacer en Iberoamérica.
Lo que barruntamos es que no va a ser una restauración genuina del cristianismo porque nuestros dirigentes políticos, culturales y religiosos, que no son mejores que los europeos, son en su mayoría pro sionistas y eso es una ventaja relativa, habida cuenta que el sionismo es la única oposición frontal al totalitarismo musulmán.
Entonces el cristianismo que se impondrá será de sesgo hebreo, donde se van a licuar todas las relaciones y distinciones teológicas conflictivas del cristianismo respecto de los llamados, anfibológicamente,“ hermanos mayores”. En el mejor de los casos se nos impondrá un cristianismo sin aristas donde desaparecerá todo lo heroico.
Esto es lo que vemos sine ira et studio, sucintamente, desde América.
Alberto Buela
[1] El sociólogo Massimo Introvigne, coordinador del Observatorio sobre la libertad religiosa afirmó que “se estima que en 2012 murieron por su fe 105 mil cristianos, es decir, uno cada cinco minutos. Son proporciones espantosas”. Y monseñor Silvano Tomasi afirmó: “Cada año más de 100.000 cristianos son asesinados violentamente por alguna causa relacionada con su fe».
[2] Hace unos días nomás, se suicidó delante del altar de Notre Dame en París, el excelente historiador Dominique Venner en protesta por esta situación
[3] La caída de Constantinopla, Espasa-Calpe, Bs.As.-Madrid, 1973
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