¿Para qué queremos un banco malo si podemos tener bancos buenos?
Con el cambio de gobierno se ha vuelto a poner de moda la necesidad de crear un banco malo para ver si así se resuelve de una vez por todas el problema del balance de sus entidades financieras.
Por lo que se lee en la prensa parece que la intención es que el Estado cree un banco que, con dinero público, compre a las entidades financieras todas las viviendas, solares y resto de activos tóxicos que han ido acumulando en su balance, con esto se conseguiría sanear a las entidades financieras y estarían en condiciones de poder reactivar la economía. No hay consenso en cuanto dinero nos costaría la broma a los contribuyentes pero por las cifras que se manejan estamos hablando de entre 175.000 y 300.000 millones de euros que lógicamente no tenemos y que no sé de donde piensan sacar con lo complicado que está hoy en día conseguir financiación.
El problema es que para que las entidades financieras se queden saneadas hay que comprarles todos estos activos a unos precios que hoy en día son totalmente irreales y fuera de mercado, lo que llevaría a que el banco malo creado tendría unas pérdidas latentes brutales, seguramente superiores al 70 %. Pérdidas que tendríamos que sufragar todos los contribuyentes vía mayores impuestos, porque es la única forma de hacerlo. Así que si esto se lleva a término no vamos a tener más remedio que indignarnos con nuestros gobernantes porque no habrán aplicado la solución lógica ni habrán mirado por el interés nacional, que es para lo que los hemos elegido.
El decir que las entidades financieras tienen problemas de activos tóxicos en el balance en realidad es una forma muy fina de decir que tienen perdidas y las pérdidas no se resuelven pidiéndole a los contribuyentes que las asuman, para eso están los accionistas que son los primeros que tienen que hacer frente a las mismas y si con en patrimonio neto de la entidad no hay suficiente para compensar esas pérdidas habrá que tirar de las participaciones preferentes y si tampoco hay bastante se tendrá que recurrir a los pagarés de empresa (esos que tanto se han puesto de moda últimamente), a las obligaciones subordinadas, a las obligaciones sénior y al resto de emisiones emitidas por la entidad. Todos esos tiene que perder su dinero invertido antes que los contribuyentes, que no tenemos nada que ver con el problema.
Cuando se haya limpiado el activo de todos los elementos tóxicos gracias a la pérdida del patrimonio neto y de las varias emisiones de deuda de la entidad habrá que volver a capitalizarla para que pueda operar con los requisitos mínimos de capital que exige la legislación y solo en ese momento, si son incapaces de hacerlo por sí mismas, es cuando habrá que recurrir al dinero de los contribuyentes que pasarán a ser accionistas de entidades perfectamente saneadas que algún día, en un futuro lejano, se podrán vender con beneficios que ayudarían a reducir el déficit...bla,bla ,bla.
Esto que les acabo de contar es el proceso lógico que se sigue en cualquier quiebra.
El problema es que la aplicación de este proceso representa que muchos personajes afectos al poder económico y entidades prestamistas extranjeras iban a perder mucho dinero y nuestros políticos no tienen la más mínima intención de que eso ocurra.
Si nuestros políticos realmente se preocupasen por el interés nacional no tendríamos un banco malo, tendríamos bancos buenos.
Por una Banca Nacional que proteja el Bien Común por encima de intereses privados.
http://www.rankia.com/blog/anfundeem/999374-para-que-queremos-banco-malo-si-podemos-tener-bancos-buenos
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