UNA BANCA PÚBLICA Y NACIONAL
Y penalizar las practicas de usura de los bancos...
El viernes 26 de Octubre, en el facebook
de AME se recogía una entrada que, a mi juicio, merece un momento de
reflexión. Bajo el título «En 2010, el
rescate de las entidades financieras costó a cada español 1850 €. En
agradecimiento, las entidades financieras han practicado 400.000
desahucios», el comentario subsiguiente especificaba lo
que sigue: «Para que los más humildes dejen de ser explotados por los
más poderosos, la Banca debe ser nacionalizada y reconvertida en una
herramienta al servicio de las necesidades financieras del pueblo
español.
¿Cómo podemos alcanzar la justicia cuando nuestra clase política no se cansa de invocar el nombre de España para defender unos cuantos negocios, como los intereses de los Bancos o los dividendos de las grandes empresas, cuyos consejos de administración están ocupados por miembros de esa misma clase política?
¿Cómo podemos alcanzar la justicia cuando nuestra clase política no se cansa de invocar el nombre de España para defender unos cuantos negocios, como los intereses de los Bancos o los dividendos de las grandes empresas, cuyos consejos de administración están ocupados por miembros de esa misma clase política?
Dejando al
margen las reminiscencias joseantonianas que dicho comentario evoca del
discurso pronunciado, en el Frontón Cinema de Zaragoza, el día 26 de
Enero de 1936, por el fundador de Falange Española, lo sustantivo del
mismo es la postura crítica que la formación política Alternativa
Municipal Española sostiene frente a la práctica de la usura, es decir
la negación de la posibilidad de la obtención de un beneficio a cambio
de nada. Pero como la práctica de la usura plantea problemas éticos y
teológicos, ésta no debe ser estudiada bajo prisma alguno que no
contemple dichas realidades. Así, la práctica de la usura ha sido
prohibida desde tiempos remotos, tanto por el Antiguo Testamento como
por el pensamiento Clásico.
Las
referencias a la práctica de la usura en el Antiguo Testamento son
abundantísimas, prohibiendo sin tibiezas la práctica de la misma en
numerosos versículos. En el Libro del Éxodo 22: 25 se dice: «Si prestas
dinero a mi pueblo, a los pobres entre vosotros, no serás usurero con
él, no le cobrarás interés». En el Libro del Levítico 25: 37 se dice:
«No le darás tu dinero a interés, ni tus víveres a ganancia». En el
Libro del Deuteronomio 23: 19 se dice: «No cobrarás interés a tu
hermano: interés sobre dinero, alimento o cualquiera cosa que pudiera
ser prestado a interés».
También en
el Mundo Clásico se condenaba la usura. Aristóteles rechazaba la usura
categóricamente, por tratarse de la forma de comercio más depravada,
antinatural, errónea y odiosa que a su juicio existía. Asimismo, Platón
afirmaba que la usura era destructiva para el Estado, pues enfrentaba
inevitablemente a una clase con otra.
Está claro, pues, que tanto el Antiguo Testamento como el pensamiento Clásico prohibía y rechazaba, taxativa e inequívocamente, la práctica de la usura.
Está claro, pues, que tanto el Antiguo Testamento como el pensamiento Clásico prohibía y rechazaba, taxativa e inequívocamente, la práctica de la usura.
Las
enseñanzas que respecto a la usura aporta tanto el Antiguo Testamento
como el pensamiento Clásico han sido rechazadas por algunos economistas
modernos, achacándolas de primitivas, ingenuas y carentes de cierta
comprensión de la realidad económica actual. Críticas que, a mi juicio,
son fruto de la arrogancia intelectual de nuestro tiempo, además de ser
una forma como otra cualquiera de eludir las cuestiones éticas que
subyacen en la transacción usuaria.
Debido a
la crisis económica que padecemos, hoy más que nunca un número
importantísimo de personas y no menor de empresas se han visto obligadas
a pedir prestado, bien para sobrevivir, bien para acceder a una
vivienda digna, bien para hacer frente a las necesidades financieras de
sus empresas. Pero hete aquí que en la mayoría de los casos esos
préstamos no van a solucionar sus problemas, sino que sólo van a servir
para cubrir las necesidades inmediatas. Ello significa que después de
haberse comido el préstamo, no van a tener nada con lo que saldar las
deudas contraídas, por lo que serán desahuciados de sus viviendas o se
verán obligados a declarar la quiebra de sus empresas.
Por causa
de la conveniencia económica, del comercio internacional y de las
transacciones comerciales –es decir de la esencia de la transacción
usuaria que garantiza a alguien la obtención de algo por nada–, la
práctica de la usura se ha extendido hasta el punto de convertirse en
una forma habitual de relación económica entre entidades financieras,
empresas y particulares, cuando en realidad constituye una violación de
la ley natural y de la más elemental conducta ética, motivo por el cual
cualquier inconveniencia que se produjera a nivel de las transacciones
comerciales debería ser sacrificada en aras del bien público general.
Es
por ello que la nacionalización de la Banca es una necesidad
inexcusable si queremos alcanzar la verdadera justicia social que ha de
devolver a España su carácter preponderante en el panorama
internacional.
http://www.hispaniainfo.es/web/2012/10/29/una-entrada-de-facebook/
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