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lunes, 10 de diciembre de 2012

LA CLASE MEDIA Y SU HECATOMBE



UNA CRISIS ARTIFICIAL PARA DESTRUIR A LA CLASE MEDIA


La crisis que vivimos en la actualidad no es económica sino de valores morales. Es una estrategia planificada, una crisis artificial diseñada por la plutocracia para destruir a la clase media. Se trata de que a lo largo de los próximos años la cosa esté bien jodida y que con esa excusa se desmantele el estado del bienestar y los derechos sociales y laborales de los trabajadores. Sólo cuando haya una rendición incondicional de la clase media, se dará oficialmente por concluida esta durísima crisis. Se avecina la dictadura del empresariado, el clímax del satanismo neoliberal.

La realidad es que no se toman medidas para acabar con la crisis, sino para alargarla. Todas las recetas para arreglar el desaguisado que nos ofrecen los supuestos entendidos lo único que hacen es agravar el problema: privatizar la sanidad y la educación, trabajar más y ganar menos, reducir sueldos y al mismo tiempo incrementar precios, abaratar el despido, recortar derechos sociales y laborales, ofrecer incentivos fiscales a las grandes empresas y masacrar a impuestos a los autónomos y trabajadores, etc. Todo para perjudicar a la clase media.

Queríamos reformar los mercados y los mercados nos acabaron reformando a nosotros. Queríamos acabar con los paraísos fiscales y acabamos abaratando el despido. Queríamos acabar con los desmanes del neoliberalismo y acabamos a los pies del Fondo Monetario Internacional (FMI). La austeridad impuesta a Grecia sólo servirá para agravar su quiebra y después vender el país a precio de saldo. La reciente reforma constitucional en España será la excusa que enarbolen los privatizadores de la sanidad y educación. Nuestra cabeza servida en bandeja de plata.

Aquí hay una lucha de oligarquías. Los ricos occidentales no quieren que los ricos asiáticos les desbanquen de la cúspide de la opulencia. China o India son potencias emergentes basadas en una mano de obra esclava.

¿Cómo competir contra ellos? Los tiburones del neoliberalismo lo tienen claro: no se trata de dotar de derechos a los trabajadores de Asia, sino de eliminar tales derechos a los empleados occidentales. Pero claro, esto no se puede hacer de la noche a la mañana porque sería traumático y provocaría una enorme revolución en las calles.
Hay que hacerlo lentamente, para que poco a poco los trabajadores se acostumbren a la pérdida de derechos laborales y sociales y al final lo vean como inevitable o incluso positivo, con la inestimable ayuda de los lavados de cerebro de la prensa. Se trata de sabotear el sistema desde dentro, provocar el hundimiento de la sanidad, la educación y los salarios hasta que la gente se canse y de repente aparezca una solución mágica: privatizar todo y que se lo queden cuatro. Para entonces la opinión pública estará tan desmoralizada que no opondrá resistencia alguna.

La clase media ha durado en Occidente lo que duró la Unión Soviética. Antes, la oligarquía occidental temía que los trabajadores acabaran apoyando el comunismo y despojaran a las elites de sus propiedades. Por eso los mimaban. Pero una vez finiquitada la alternativa comunista, el capitalismo salvaje tiene las manos libres para destruir el estado del bienestar. La extrema derecha económica está desatada. Este cuento tiene dos posibles desenlaces: o la revolución o retorno a la esclavitud y derecho de pernada. De nosotros depende que haya un final feliz.      J.Ferrer
 

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