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miércoles, 12 de diciembre de 2012

LA GUERRA DE CUARTA GENERACIÓN




Los arquitectos del poder en los Estados Unidos deben crear una fuerza que se puede sentir pero no ver. El poder sigue siendo fuerte cuando permanece en la oscuridad, expuesto a la luz del sol empieza a evaporar - American Politics: La promesa de desarmonía, p.. 75. Samuel Phillips Huntington

En el escenario mundial hay ocho procesos de inevitable desenlace a corto o mediano plazo: La resolución social de la crisis económica global (con epicentro en EEUU y Europa),  ataque militar a las usinas iraníes, conflictos encadenados en Medio Oriente con Siria como detonante,  nueva escalada en Afganistán y en Irak, conflicto militar con Pakistán, acciones militares y operaciones desestabilizadoras contra gobiernos no dóciles en Eurasia y África, nuevos conflictos armados en el Cáucaso y en Eurasia (como parte del teatro de la guerra fría EEUU-Rusia-China), y un ataque "terrorista" (o varios) similar al 11-S en Europa o en EEUU.


En todos los casos, el "terrorismo" (un arma estratégica de la Guerra de Cuarta Generación) va actuar como elemento desencadenante y fusionante de los acontecimientos que se avecinan en el teatro de los conflictos internacionales por la preservación del orden imperial regente.
El orden de esos acontecimientos a suceder será determinado por las necesidades coyunturales que tenga el Imperio USA-UE en el marco de sus relaciones globales económicas, geopolíticas y militares estratégicas.
Los movimientos traumáticos (sean económicos, militares o "terroristas") en el tablero mundial no están marcados por caprichos personales de eventuales gobernantes sino por necesidades estratégicas de supervivencia inmediata que tienen los Estados imperiales y el sistema capitalista.
En ese sentido, Bin Laden y Al Qaeda fueron  una valiosa carta que la CIA y los servicios estadounidenses y europeos siempre se reservaron para resolver cualquier "salida" imperial (económica o militar) que requiriera consenso internacional. Bin Laden murió, pero Al Qaeda sigue viva.
Bien empleada, la herramienta "terrorismo" (un arma que combina la violencia militar con la Guerra de Cuarta Generación) tiene como objetivo central: Generar un conflicto (o una crisis) para luego aportar la solución más favorable a los intereses del que la emplea.
Por ejemplo: El 11-S en EEUU fue el detonante del conflicto, y  la "guerra contraterrorista" posterior, y las invasiones a Afganistán e Irak,  fueron parte de la alternativa de solución.
Las denuncias de Obama y los líderes europeos sobre complots "terroristas islámicos" en marcha, las detenciones masivas de "sospechosos" en EEUU y Europa, son piezas operativas del lanzamiento (y aggiornamiento) de una nueva fase de la "guerra contraterrorista" a escala global..
El reciclamiento continuos de las "amenazas de Al Qaeda" (además de alimentar un nuevo ciclo expansivo de ganancia para las armamentistas y las petroleras), sirve como argumento permanente para justificar nuevas escaladas militares en Medio Oriente, África y Eurasia .
En una versión degradada (marcada por la decadencia del Imperio), Barack Obama recita casi textualmente la "doctrina Bush" de las guerras preventivas contra el "eje del mal" como estrategia de apoderamiento de mercados y de recursos estratégicos que el Imperio y sus corporaciones necesitan para renovar sus ciclos de expansión capitalista.
Terminado el marketing electoral, con un Imperio USA colapsado por la crisis económica y las contradicciones internas, el presidente negro después de asumir su primer mandato, aplicó a rajatabla la "guerra contraterrorista" como  estrategia imperial de Estado en el marco de la política exterior.

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