Los arquitectos del poder en los Estados Unidos deben crear una fuerza que se puede sentir pero no ver. El poder sigue siendo fuerte cuando permanece en la oscuridad, expuesto a la luz del sol empieza a evaporar - American Politics: La promesa de desarmonía, p.. 75. Samuel Phillips Huntington
En el escenario mundial hay ocho procesos de inevitable desenlace a corto o mediano plazo: La resolución social de la crisis económica global (con epicentro en EEUU y Europa), ataque militar a las usinas iraníes, conflictos encadenados en Medio Oriente con Siria como detonante, nueva escalada en Afganistán y en Irak, conflicto militar con Pakistán, acciones militares y operaciones desestabilizadoras contra gobiernos no dóciles en Eurasia y África, nuevos conflictos armados en el Cáucaso y en Eurasia (como parte del teatro de la guerra fría EEUU-Rusia-China), y un ataque "terrorista" (o varios) similar al 11-S en Europa o en EEUU.
En todos
los casos, el "terrorismo" (un arma estratégica de la Guerra de Cuarta Generación) va actuar como elemento desencadenante y fusionante de los
acontecimientos que se avecinan en el teatro de los conflictos
internacionales por la preservación del orden imperial regente.
El orden
de esos acontecimientos a suceder será determinado por las necesidades
coyunturales que tenga el Imperio USA-UE en el marco de sus relaciones
globales económicas, geopolíticas y militares estratégicas.
Los
movimientos traumáticos (sean económicos, militares o "terroristas") en
el tablero mundial no están marcados por caprichos personales de
eventuales gobernantes sino por necesidades estratégicas de
supervivencia inmediata que tienen los Estados imperiales y el sistema
capitalista.
En ese
sentido, Bin Laden y Al Qaeda fueron una valiosa carta que la CIA y los
servicios estadounidenses y europeos siempre se reservaron para
resolver cualquier "salida" imperial (económica o militar) que
requiriera consenso internacional. Bin Laden murió, pero Al Qaeda sigue
viva.
Bien empleada, la herramienta "terrorismo" (un arma que combina la violencia militar con la Guerra de Cuarta Generación)
tiene como objetivo central: Generar un conflicto (o una crisis) para
luego aportar la solución más favorable a los intereses del que la
emplea.
Por
ejemplo: El 11-S en EEUU fue el detonante del conflicto, y la "guerra
contraterrorista" posterior, y las invasiones a Afganistán e Irak,
fueron parte de la alternativa de solución.
Las
denuncias de Obama y los líderes europeos sobre complots "terroristas
islámicos" en marcha, las detenciones masivas de "sospechosos" en EEUU y
Europa, son piezas operativas del lanzamiento (y aggiornamiento) de una
nueva fase de la "guerra contraterrorista" a escala global..
El
reciclamiento continuos de las "amenazas de Al Qaeda" (además de
alimentar un nuevo ciclo expansivo de ganancia para las armamentistas y
las petroleras), sirve como argumento permanente para justificar nuevas
escaladas militares en Medio Oriente, África y Eurasia .
En una
versión degradada (marcada por la decadencia del Imperio), Barack Obama
recita casi textualmente la "doctrina Bush" de las guerras preventivas
contra el "eje del mal" como estrategia de apoderamiento de mercados y
de recursos estratégicos que el Imperio y sus corporaciones necesitan
para renovar sus ciclos de expansión capitalista.
Terminado
el marketing electoral, con un Imperio USA colapsado por la crisis
económica y las contradicciones internas, el presidente negro después de
asumir su primer mandato, aplicó a rajatabla la "guerra
contraterrorista" como estrategia imperial de Estado en el marco de la
política exterior.
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