Si hay algo que en el viejo peronismo denostábamos era la partidocracia. Esa mentalidad repugnante de prebendas y ventajas que enferma la política y la desvincula del pueblo.
La idea de comunidad organizada estaba relacionada con lo que llamábamos las organizaciones libres del pueblo. Creo que el nombre es lo bastante claro como para expresar la idea.
Un pueblo no cabe en un estatuto de partidos políticos. Por otra parte, el partido peronista estaba prohibido, porque con cualquier tipo de estatuto amañado igual ganaba las elecciones, entonces no quedó más remedio que prohibirlo lisa y llanamente. Eso, lejos de perjudicarlo, lo benefició en cuanto al fortalecimiento de su voluntad de resistencia. Podría incluso decirse que la legalidad lo mató después rápidamente, cuando ya no los mejores sino los interesados y ventajeros pasaron al frente. Entonces todos comenzaron a tener su precio. La resistencia era un método de selección bastante bueno.
Pero cuidado, nada se le escapa al sistema. Las organizaciones libres del pueblo también fueron cooptadas y comenzaron a llamarse ONG. Se puso el dinero necesario y las luchas “sociales” tuvieron una respuesta: el subsidio. Unos subsidios que el Banco Mundial financia alegremente. Es el precio de “su revolución”.
Avanzan entonces las organizaciones sociales por las calles de Buenos Aires, en gruesas columnas que imponen su presencia a los demás ciudadanos que tratan de llegar a su trabajo (los que todavía lo tienen) o que llevan a un familiar al hospital. Con la foto del Che Guevara en alto (no de Perón, no sé porqué motivo) reciben paradójicamente los dinerillos del eterno subsidio estatal. Eso sí, se hacen tours para que los turistas pasen “su día piquetero” y así todos somos felices.
El sistema es blindado decía un viejo amigo mío. El sistema crea su propia revolución. Es la modernidad.
Supongo que eso más o menos con distintos matices ocurrirá en todos lados. Sólo donde la sociedad pueda ser tan fuerte como para conservar a sus organizaciones verdaderamente libres, tendrá la oportunidad de pasar a la superior instancia de organizar una comunidad política con capacidad de resistir.
Cuando el Banco Mundial deje de subsidiar una política, sabremos que la resistencia ha comenzado en serio. Eso corre para España, para la Argentina y para todos los pueblos del mundo que luchen por su dignidad. Juan P.Vitali http://www.tribunadeeuropa.com/?p=50
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