Pancho Cossío, el pintor de la Falange
“…porque él pintó lo que hasta él no era:/la evidencia real de la pintura”
Sobre el nacimiento de Pancho Cossío son dos los posibles años que figuran en sus biografías: 1894 (partida de bautismo, literalmente “…que dijeron haber nacido el 20 de Octubre de 1894”)) o 1889 que es la que comúnmente se atribuye al pintor. Sobre su vida y obra existe un excelente texto de Juan Antonio Gaya Nuño recomendado ya desde aquí.
Cuando en 1895 el guerrillero cubano negro Quintín Banderas tomó la localidad de Pinar del Río su actitud fue altamente compasiva, según las normas salvajes de aquella guerra civil (¿hay otras?) con el alcalde y su familia. Se atribuye la magnanimidad de no cortarles el cuello, práctica habitual de Banderas, al hecho de que el mandatario municipal, Genaro Gutiérrez, se había adelantado en la concesión de libertad a sus esclavos negros y ese hecho le procuró la salida de él, su mujer y de sus seis hijos rumbo a España, abandonando el negocio de almacenamiento de hojas de tabaco en que se sustentaba la economía familiar.
Se establecieron en su región de origen, en Renedo, en el Valle de Cabuérniga. A los cinco años, Francisco Cossío sufría un percance, su madre, en un desgraciado accidente que le pesaría de por vida, le provocaba una rotura que dejaría como secuela una fuerte cojera, compañera inseparable y distintiva durante toda su vida (“el cojo de la bicicleta”). Junto a esta invalidez, estrabismo y joroba que crearon para el arte hispano un Toulouse Lautrec ibérico, genial también. Trasladada la familia a la capital cántabra recibió clases de pintura, comenzó y abandonó los estudios de Comercio y fue directivo del Racing de Santander. Con 20 años de edad (cuatro más, cuatro menos,) en 1914 se trasladaba a Madrid a la calle Barquillo y comenzaba a estudiar con el gran maestro Cecilio Plá. Simultaneaba su trabajo en el estudio de la calle de Fernando el Santo con exposiciones y se relacionaba con un círculo de amigos intelectuales que ya apuntaban como era el caso de Gerardo Diego. Esta amistad llevó a encasillar a Cossío dentro del movimiento ultraísta en donde junto a Diego se encontraban Juan Larrea o Vicente Huidobro o Jorge Luis Borges y que era el lugar del péndulo oscilante de la cultura, ahora en contra del modernismo de Rubén Darío. Pero esa adjudicación no satisfizo al completo a Cossío :
“Mi clasificación por la tendencia en que milito es la de postimpreionista. Una vez lo digo para siempre. A los susodichos que me llaman ultraísta y otras cosas, y a muchos más que si no me lo llaman, sería lógico que me lo llamasen, les continuaré diciendo que se asomen a los Pirineos y desde allí contemplen el panorama estético de Europa y entonces comprenderán y por último amarán muchas cosas que hoy son arcanos para ellos…Ruego que no se nos tome por iconoclastas. No lo somos. Solamente somos hombres que honradamente intentamos crear un nuevo valor estético por insignificante que sea. Para conseguirlo seguiremos trabajando aunque los perros ladren.”
De sus andanzas con las vanguardias, con aquella tropa de la Residencia de Estudiantes, de la bohemia parisina y del surrealismo quedó constancia con su participación en dos películas de Luis Buñuel ; en Un perro andaluz -1929-(en donde podemos verle desde el 16´ 29´´ hasta el 17´52´´) http://www.youtube.com/watch?v=371P8O3hf_8
Y en La edad de oro-1930- (en donde podemos volverle a ver desde el 4´ 21´´ al 7´57´´) http://www.youtube.com/watch?v=Fcm5fODZgg0 . Con anterioridad, en 1926, tuvo un paso muy fugaz por el film Carmen, del belga Jacques Feyder y con Raquel Meller de protagonista.
Participó en el Salón de Otoño de París de 1925 y recibió los apreciados elogios del crítico René Jean. En 1929 en Cahiers d´Art el galerista y crítico Cristhian Zervos señalaría que para Cossío “…una bella pintura consiste en formas comunes expresadas con medios muy sobrios”, es en ese año cuando comienza su fase de “las formas ovales”. De su paleta decía “Waldemar George” (Waldemar Jarocinsky): “Pinta el viento, el cielo, el viento marino y el movimiento de las olas. Los verdes glaucos de reflejos metálicos y los blancos lechosos, opacos, que constituyen la base de su paleta, engendran una armonía de la más rara calidad”. Pintura que se condensa en una “atmósfera sorda” en expresión del hispanista y crítico de arte Jean Cassou. No se contagió de cubismo ni de surrealismo; en cuanto al primero hay quien quiere ver reflejos de los ritmos curvos de Braque en su pintura y poco más; en cuanto a lo segundo aunque admiraba a Dalí o a Miró pero no discurrió su quehacer por la senda de estos pintores.
Su estancia en Paris, el ambiente cultural en el que está inmerso le condujeron a posiciones políticas cercanas a la izquierda radical, pero con su vuelta a España en 1931 entenderá que la vanguardia, lo nuevo, lo moderno no está ahí, sino en los núcleos favorables a la revolución nacional, una postura en donde la relación mantenida con Eugenio Montes no puede ser olvidada. Comienzan unos años en los que su producción pictórica se achica, son los que coinciden con su participación política y, luego, con la guerra. ¿Correlación o causalidad? Ahí queda la pregunta junto a la tarea iconoclasta, destructora- que la hubo- contra algunas de las obras del “pintor fascista” durante la España en llamas. Tras contactar con Ledesma Ramos fue encargado en 1932 de la creación de las JONS en Santander, a donde trasladó la idea del jefe consista para que, en el núcleo inicial de la formación política, fueran la mayoría deportistas. Cossío junto con Manuel Yllera y jóvenes procedentes de los legionarios de España de Albiñana formarán, entre el mes de Agosto y Septiembre de 1932, el primitivo núcleo de las JONS con 32 militantes..
En el primer triunviro provincial están Cossío, Yllera y Guillermo de la Llama. En varias ocasiones Pancho Cossío será el orador político en las reuniones que se establecieron en aquella provincia. De sus andanzas políticas cuenta José María Alfaro que en las charlas de La Ballena Alegre resonaban, en las escaleras del Café Lyon, los golpes de su bastón y de su bota de cojo Asistió también a los problemas internos de FE de las JONS y en Marzo del 35 el divorcio entre el mando provincial santanderino y un gran número de militantes va a llevar, de la mano de José Antonio, a Manuel Hedilla a ser responsable de la Falange de Santander con el apoyo de Cossío : “Lo que afirmaba Hedilla en sus intervenciones como orador se veía que era patrimonio de su espíritu. El verbo sencillo y tajante estaba acorde con el hombre”. Quien será el II Jefe Nacional de FE de las JONS relata que, por encargo de José Antonio, Pancho Cossío poco antes del 18 de Julio recibió la misión de volver a atraerse a Ledesma Ramos. Estallada la guerra civil, Cossío se esconde hasta la liberación de Santander por las tropas nacionales en el verano del 37; había evitado su detención -y posiblemente salvado la vida gracias- al hueco que su madre, primorosamente, realizó en un colchón. Posteriormente, miembro del Partido único se verá sometido a expediente disciplinario y su vida política entró en vía muerta, no así su fidelidad ideológica mantenida hasta su muerte. El gusto estético que el franquismo va a crear no iba por los derroteros elegidos por Cossío , el régimen se conducirá por el camino academista y lo que podría haber sido una brecha en la creación de un arte falangista autónomo, diferente, no tendrá desarrollo.
Su participación en la revista Escorial, de la mano de Dionisio Ridruejo, será frustrante, acabaría en pocos meses y con gran disgusto para el pintor falangista: “Allí en la revista Escorial hice amistad con un grupo de hombres que después fueron los más funestos de mi vida. Esa fue mi primera siembra de amistad en mi cuarta etapa madrileña y esa fue la cosecha recogida”.
Su pintura se compone de grandes masas planas de color. Hay quien ve en sus barcos características “fantasmáticas” o “turnerianas” y en la de objetos y/ o retratos son características unas motas blancas que pueden interpretarse como la manifestación del pintor para resaltar el carácter virtual que es la representación en lienzo. En cuanto a los temas: barcos, pescadores, toreros, niños con cometas, bodegones, naturalezas muertas (así llamadas por error en la traducción) y portentosos retratos como el de su madre, el de José Antonio Primo de Rivera, el de Ledesma Ramos o el de algún otro político. A esta “galería azul”, de indudable simpatía ideológica, habría que añadir el excelente Flecha con espigas, una de las más soberbias realizaciones de Cossío. Sobre este género pictórico, el del retrato, la postura del pintor era concluyente, el interés residía cuando se producía una real intimidad entre el pintor y el modelo y bien claro quedó en casos donde el modelo, por importante que fuera, carecía de empatía con el retratista.
Para José Hierro las características de su españolidad se cimentaban en una trilogía:-Tonos terrosos y grises; una actitud más ética que estética y la materia pictórica. Pintor magistral de la distancia corta, no encontraría la misma proyección en los grandes lienzos que, para la iglesia de Santa Teresa y San José de los carmelitas de la Plaza de España, realizó. Sin quitarle mérito a la Apoteosis histórica de Santa Teresa y a la Apoteosis mística del Carmelo, el resultado es que no es lo mismo.
¿Qué opinaba él de su pintura? Que la hacía “un viejo hidalgo de Cantabria venido a bohemio pintor”. ¿Cuáles habían sido para él sus influencias, sus maestros? Observemos la claridad definitoria que daba, porque en cuatro patas asentaba al completo el edificio de su pintura: “La transparencia de mi manera creo que es veneciana; de mi admiración hacia los maestros flamencos me viene la gravedad y la densidad grasa de mis óleos; su gracia y su abstracción, la modernidad ,en suma, de París, indudablemente. Y todo ello sobre una temperamental sobriedad española”.
El 16 de Enero de 1970 en la Clínica Vistahermosa de Alicante, en la habitación 217 y acompañado de su hermana de sus sobrinos, de su ahijada y del luchador Saludes moría Pancho Cossio. Su cadáver fue trasladado a su casa estudio en su residencia del edificio Ulises en la Albufereta de la capital alicantina (y sobre esto algún familiar de pintor residente en Alicante y que lee estas páginas algo podría decir y contar, desde aquí le convoco). Juan Francisco María Gutiérrez Cossío, o sea, Francisco Gutiérrez Cossío, o sea, Pancho Cossío tuvo sus últimas panorámicas vitales en la Sierra de Aitana o en el Mar Mediterráneo, que son los horizontes respectivos de ambos lugares, aunque no fue su luz la que acompañó su producción. Trasladado, luego, su cuerpo a Santander, camaradas falangistas le acompañaron y dieron sepultura. A su muerte, su amigo Gerardo Diego le dedicaría este soneto
Éste, que ya no veis, amigo ido
Aquí está-expuesto, íntegro, valiente-
En cada copo, en cada nada ausente
Transfigurada en velo acontecido
Pintó, sí, como hay Dios y a Él le pido
Que le deje seguir pintando en mente
Polifemo al trasluz de inmensa frente
Arrebatado al ansia y al sentido.
Pintó la santidad del irse a pique
Y el naipe y el sorbete y la venera
Y la madre en su nieve de hermosura
Nadie remede su frontal tabique
porque él pintó lo que hasta él no era:
La evidencia real de la Pintura.
Fuente Adaucto Pérez
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