El ejército, guardián de la memoria de Ataturk, gran ausente de la crisis turca
El ejército, guardián de la herencia del padre de Turquía moderna, Mustafá Kemal Ataturk, es el gran ausente del movimiento de protesta contra el primer ministro, el islamista conservador Recep Tayyip Erdogan, que desde que llegó al poder en 2002 ha hecho todo lo posible para reducir la influencia de los militares.
El descontento de una parte de la juventud turca, que ha salido a las calles contra un proyecto de remodelación urbana, ha sido reprimido por la policía y no por el ejército.
Esto que ahora parece evidente, demuestra sin embargo la evolución de los últimos diez años en el país, que está llamando a la puerta de la Unión Europea.
La revuelta de Taksim, el nombre de la célebre plaza de Estambul que han ocupado decenas de miles de turcos en los últimos diez días, es la primera crisis política importante de la historia de la Turquía moderna en la que el ejército no participa para restablecer el orden.
Los militares, depositarios de la memoria de Mustafá Kemal Ataturk, fundador en 1923 de la República de Turquía, depusieron en el pasado a los gobiernos que en su opinión habían perdido el control del país o que se tomaron libertades con los dogmas del anticomunismo o el laicismo.
En 1960, los generales detuvieron y después ejecutaron al primer ministro Adnan Menderes. En 1971, destituyeron al gobierno de Suleyman Demirel. En 1980, el general Kenan Evren tomó el poder por la fuerza y reformó la Constitución para inscribir el derecho legal del ejército a deponer a un gobierno.
Y en 1997, los militares depusieron al gobierno islamista de Necmettin Erbakan, mentor del actual primer ministro.
En la misma época, Recep Tayyip Erdogan, entonces alcalde de Estambul, leyó un poema con tintes islamistas que le valió cuatro meses de cárcel. Una experiencia que forjó en parte su aversión a los "turcos blancos", la élite kemalista, a veces militar, fiel al laicismo y "enemiga" de los islamistas.
Cuando el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), nacido del movimiento islamista, llegó al poder en 2002, Erdogan empezó a socavar el poder de los militares.
-- Purgas y juicios --
Desde entonces, Erdogan prefiere a la policía, en detrimento del ejército, una elección que no es casual. "La estrategia de penetración de los conservadores en la policía había empezado mucho antes de 2002, desde mediados de los años 1980", recuerda Jean-François Pérouse, director del Instituto Francés de Estudios Anatolianos (IFEA) en Estambul. "Y si la policía gestiona hoy la crisis de Taksim, y no el ejército, es resultado de la política de deslegitimación del ejército emprendida por el AKP", añade.
El primer ministro ha estado atacando las raíces del ejército turco, con nombramientos de generales fieles al AKP o purgas de jóvenes oficiales considerados demasiado "kemalistas".
Pero sobre todo, a partir de 2003, varios juicios sonados sacaron a la luz los años negros de la dictadura militar y de las redes anticomunistas, a las que contribuyeron los países de la OTAN, empañando la imagen del ejército.
Detrás de nombres misteriosos como Ergenekon o 'Maza de herrero' se escondían redes clandestinas de militantes de la izquierda republicana o de la extrema derecha, así como grupos de militares, mafiosos, periodistas y universitarios acusados de conspirar para restaurar el poder del ejército.
Esos juicios pusieron al descubierto el 'derin devlet' (el 'Estado profundo'), una red informal de militares y civiles que durante décadas hizo ejecutar a disidentes, comunistas, periodistas e islamistas considerados como una amenaza para el Estado.
Desde 2007, los juicios multitudinarios sientan en el banquillo a decenas de militares, como el general Cetin Dogan, que según la justicia, estaba preparando una serie de atentados destinados a sembrar el caos y a justificar luego una intervención pacificadora del ejército.
En total, 365 oficiales en activo o retirados han sido juzgados desde 2010. También fue el caso del exgeneral Kenan Evren, de 94 años, jefe de la junta responsable del golpe de Estado de 1980, juzgado desde 2012.
Estos juicios atacan frontalmente a un ejército que hasta entonces había sido intocable. Si para el AKP son un gran paso hacia la democratización de Turquía, los partidarios de la herencia laica de Ataturk ven al contrario en ellos un intento de acallar a la oposición y facilitar la islamización del país.
Fuente
swissinfo.ch
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