He
visitado en diversas ocasiones la “Feria de las culturas amigas”, que
se celebra en la Ciudad de México. Las culturas con su significado
político y de su ethos -orientación ética- no son “amigables” ni
“antagónicas” sino identitarias, de lo contrario tendrían a ser
subsumidas en el modelo del desarraigo, y el etnocidio que promueve
Cosmópolis, el centro neocolonial de la americanósfera.
En
esta ocasión me acompañó mi mujer y mi terrible perro pug Tin Tán,
hicimos un recorrido largo entre los diversos tenderetes de las 86
representaciones diplomáticas.
Ello
nos permitió reflexionar sobre el choque de las civilizaciones del
teórico racista-protestante Samuel Huntington y el diálogo de las
civilizaciones, que ha promovido una diluida galaxia socialdemócrata
híbrida y sincrética. Las tesis de Huntington son por el supremacismo
de la grangrenada Occidentafilia, del WASP como referencia universal y
de los homos americanus y európidos, viendo a Europa como subyugada por
la subcultura del hot-dog.
El
diálogo de civilizaciones es un eufemismo para avalar un amorfo
multiculturalismo, que devora el sentido profundo del valor de cada
cultura, por un tipo de mixtura irreconocible, algo así como el chili
con carne.
Las
culturas son organismos políticos vivos. Ya la kulturkampf que expuso
Joseph Goebbels, con los antecedentes de la Konservative Revolution
–Ernst Jünger, Ernst von Salomon, Werner Sombart, Martin Heidegger entre
otras figuras de importancia- hacen referencia al significado de la
cultura para ser la savia del pensamiento de una estirpe, y de su
trascendencia para perfilar su axiología, sus paradigmas, sus símbolos.
El
mismo Antonio Gramsci, en la línea del filósofo fascista Giovanni
Gentile, determinó que no era el factor económico el concluyente en la
revolución, de acuerdo a las visión anacrónica de Marx, sino el valor de
la cultura, el vector del sentido de una comunidad, de sus referencias
de juicio, de sus apreciaciones colectivas y del mismo sentido común.
El poder se desplaza de los revolucionarios profesionales de Lenin a los constructores y deconstructores del imaginario social, de las cargas de sentido en una sociedad.
El poder se desplaza de los revolucionarios profesionales de Lenin a los constructores y deconstructores del imaginario social, de las cargas de sentido en una sociedad.
No
era entonces necesario tomar el Palacio de Invierno en la línea
bolchevique, sino hacerse de los medios que el hombre requiere para
explicarse el mundo, su vida, sus sueños, sus pasiones y sus patrones
mentales.
La
Feria de las culturas demuestra en su diversidad; el derecho a la
diferencia y a la causa de los pueblos.
La región del Magreb es muy rica
en su cultura tanto islámica como preislámica. España, Portugal e
Iberoamérica tienen una abundante variedad de expresiones culturales
desde la gastronomía peninsular hasta los sombreros Panamá de Ecuador.Las milenarias culturas del centro de Asia poseen un rostro refulgente y
propio. Contrasta que Japón y su vasta y ancestral cultural este
reducida a lo gadget de una juguetería con katanas de plástico y lo
mismo Corea del Sur que pareciera una réplica gringa en amarillo de
Elvis Presley.
Ello es una prueba más de que las culturas se afirman o
se extinguen, están en un permanente combate dialéctico y recuerda el
sacrificio del gran Yukio Mishima por la defensa de la tradición
milenaria japonesa, morir por una cultura y una tradición.
Estados
Unidos muestra patético sus carencias culturales, a falta de exponer
cabelleras de pieles rojas, ofrece banderitas y hot-dogs gigantes.
El hecho es que las culturas son valores simbólicos que manifiestan el alma irreductible de cada pueblo.
Fuente
elespiadigital José Luis Ontiveros
Analista de Inteligencia
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