España: territorio hostil para jóvenes
Desempleo, emigración, endeudamiento público e incertidumbre del sistema de pensiones dejan el sistema con pocas oportunidades para generaciones futuras.
España se ha convertido en un país hostil para la parte de la sociedad más joven. Así lo atestiguan un gran número de indicadores: bien sea el Informe Comparativo de Unicef que mide la pobreza infantil, o el nivel de desempleo juvenil que supera ampliamente en España la media Europea o los últimos datos de emigración.
La crisis económica ha acentuado el problema de un sistema que ya antes se mostraba ineficiente. Así lo demuestran los estudios publicados sobre el bienestar económico de los niños, según los datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística. El riesgo de pobreza infantil en España desde los setenta ha sido superior a la media europea. Explica Rosa Martínez en un artículo para Funcas que durante la época de expansión que vivó España “en términos absolutos no se acortó o mejoró sustancialmente el riesgo de pobreza infantil”.
El abandono escolar rondaba el 30% a finales de los años 2006 y 2007, a pesar de que la educación todavía no se había llevado los recortes que ahora son motivo de queja. Incluso los datos PISA no han mejorado sustancialmente, aunque se duplicara el gasto total en educación desde 2002 a 2007. Incluso siguen muy lejos de mejorar datos con un gasto que superá el 50% en 2014 respecto a 2002.
Además de la emigración, el desempleo juvenil o la pobreza infantil, los jóvenes españoles se encuentran con más problemas. En agosto el suplemento de fin de semana del rotativo The Wall Street Journal, bajo el título de “Jóvenes, europeos y arruinados”, se hacía eco de otros problemas de la juventud española (también la italiana). En concreto, el excesivo endeudamiento público cuyo pago recaerá sobre los que ya se encuentran en el colegio. Asimismo, el incierto futuro de las pensiones que, más allá de la crisis, subyace sobre un problema demográfico. Todo ello ha provocado una caída de las expectativas de futuro de la juventud de los países del sur de Europa.
Pobreza infantil
La crisis económica ha agravado la situación de las familias españolas, relegando a muchas de ellas al riesgo de pobreza. La principal causa es el aumento del desempleo, ya que la mayoría de los niños dependen de las rentas del trabajo. Uno de los informes de referencia sobre la pobreza infantil es el de Unicef, que mide nivel de vida material, educación, salud, seguridad y comportamiento de riesgo. España se encontraba en el nivel medio-alto y tras la crisis se ha convertido en uno de los países que más ha retrocedido.
En España, al igual que en el resto de Europa, se debe diferenciar el riesgo de caer en la pobreza con la pobreza absoluta. El umbral de la pobreza es un grave problema, pero no es equiparable a pasar hambre; uno de los pioneros en estos estudios fue Peter Townsend en 1979.
Un hogar cae en riesgo de pobreza cuando ingresa menos de 19.600 euros, es decir, una familia con ingresos mensuales de 1.600 euros estaría en ese umbral de pobreza. El número de familias en dicha situación es cercano al 30%. En cambio, una familia se encuentra en privación severa material, o pobreza, cuando no puede permitirse una semana de vacaciones, una televisión en color o una lavadora. En España se conoce que el 3,5% de la población no pueden comer carne, pescado o pollo al menos una vez cada dos días (otro requisito de la privación material), según el INE. Ese dato contrasta con el 33%, que están en el umbral de la pobreza, que ofrece el estudio de Save The Children sobre el número de niños que pasan hambre.
Los estudios y la formación representan en España una frontera frente a la pobreza relativa y la privación material. Según explica Martínez para Funcas, “el nivel educativo de los padres sigue protegiendo a los niños contra la pobreza. La tasa de pobreza relativa (54%) y privación material (50%) sigue vinculada a la baja educación de los adultos”.
Desempleo juvenil y sobrecualificación
Los datos de la tasa de desempleo juvenil en España, que incluye desde los 16 años hasta los 24, supera ampliamente la media Europea. La última Encuesta de Población Activa (EPA) reflejaba que un 52,4% de jóvenes menores de 25 años está sin empleo, un 66,7% entre aquellos que tienen entre 16 y 19 años. Los datos son demoledores si se comparan con otros países europeos, en Alemania por debajo del 8%, en Francia por debajo del 25% o incluso Italia por debajo del 43%. Además, el número de jóvenes que accede al mercado laboral es el más bajo de la última década, según la EPA del primer trimestre de 2014.
Los datos se acentúan cuando se avanza en niveles inferiores formativos, el paro para los universitarios es del 14,5% frente a aquellos que no han acabado la educación superior que supera ampliamente el 40%. Además, según datos del INE en el tramo de 2006-2014, las dificultades laborales para los jóvenes han doblado a las de los mayores de 25 años. La poca flexibilidad laboral española también ha contribuido a acentuar las dificultades, como explica Antonio Villar, de la Universidad Pablo de Olavide, “los mayores tienen empleos muy protegidos” y eso repercute sobre el empleo juvenil.
Otro de los grandes problemas relacionado con el empleo de los jóvenes españoles es la sobrecualificación. Explica Villar para Funcas que la sobrecualificación plantea tres grandes problemas para los jóvenes y la sociedad española. La primera es el desaprovechamiento de recursos, tanto en la formación como en su puesta a punto posterior. La segunda es la frustración que genera estudiar durante varios años para después desempeñar un puesto que no está en consonancia con el esfuerzo realizado. Por último, Villar señala que si los trabajos menos cualificados los realizan los jóvenes más formadosdesplazan hacía el desempleo a aquellos menos cualificados.
Emigración
La cifra que ofrece el INE de personas que han abandonado España en el espacio temporal entre 2008 y 2013 es superior a los dos millones. De ellos más de 300.000 personas eran nacidas en España, de las que218.000 son jóvenes, según el estudio de Injuve del Ministerio de Economía.
Los jóvenes son los que más han sufrido el efecto de la emigración. En algunos casos como parte de su formación y otras como necesidad. El estudio de Injuve refleja que tres de cada cinco emigrantes españoles son jóvenes, aunque un tercio de ellos ha salido por motivos de formación.
Los elementos que han impulsado a los jóvenes, explica el estudio, son varios relacionados con el mercado laboral: en primer lugar, la precarización del trabajo debido a la crisis. En segundo lugar, la sobrecualificación del capital humano y la frustración que genera. En último lugar, también han influido los salarios bajos o el no encontrar empleo.
Las consecuencias del actual escenario son aún desconocidas, aunque no presagia nada bueno, puesto que el capital humano siempre ha sido el principal activo de cualquier país. Las culpas de tan dramática situación no solo residen en las malas políticas llevadas a cabo, sino, según explican los expertos, en toda la sociedad. Así lo explicaba Villar en su artículo para Funcas alegando que “es difícil no tener la impresión de que los mayores nos estamos comiendo un pedazo de tarta que les corresponde a los jóvenes”.
Fuente Pedro Ruiz
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