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miércoles, 27 de agosto de 2014

HÉROES DEL PUEBLO



Héroes: honor, gloria y recuerdo a los que dieron su vida por la Patria
Sin su esfuerzo y sacrificio, la Nación nunca podría haber escrito su larga historia con tamaña dignidad
Se dejaron el alma y la vida por España. Sangre, sudor y lágrimas españolas derramadas durante siglos valiente y generosamente sobre las cuatro esquinas del planeta. Con su esfuerzo, su osadía y su heroísmo labraron un futuro mejor para todos nosotros, sus compatriotas y deudores. Levantaron un Nuevo Mundo, consiguieron que en España nunca se pusiera el sol, atravesaron océanos y desiertos, llevaron nuestra bandera hasta el último rincón de la Tierra, batallaron como leones heridos cuando el invasor quiso asolar nuestra Nación.
Resistieron como posesos y suicidas ante cartagineses y romanos, se las vieron tiesas durante casi ochocientos años con el Infiel, desde las alturas de Covadonga a los cármenes de Granada. Pararon al Gran Turco en Lepanto, quebraron a los luteranos en Flandes, sostuvieron el Imperio acosados por filibusteros y corsarios y en las callejuelas de Madrid se enfrentaron al mejor ejército del mundo, el de Napoleón.
Resistieron casi abandonados por los suyos en Cuba (y encima vinieron cantando), fueron los últimos de Filipinas, y en el Barranco del Lobo cuentan que hay una fuente que mana sangre de los españoles que murieron por España. Hasta hoy, que nuestros valientes han dejado su vida en Bosnia, en Irak, en el Líbano, en las terroríficas tierras de Afganistán luchando en la batalla más hermosa, la de la paz.
Esfuerzo y sacrificio

Son decenas, cientos, miles de hermanos sin los que no habríamos llegado hasta aquí, son el orgullo que hace latir nuestros corazones, son los héroes de España, patriotas en todas las latitudes, vidas entregadas por nuestra fe, por nuestra manera de vivir y entender el mundo. Sin su esfuerzo y sacrificio, desgraciadamente tantas veces olvidado, la Nación nunca podría haber escrito su historia con tamaña dignidad.
Son nombres y apellidos que necesitarían más de un periódico como éste, de la primera a la última página, para ser recordados tan grandemente como se merecen. Nobles castellanos, leoneses, navarros, aragoneses que fueron recobrando palmo a palmo, centímetro a centímetro, la tierra que nos habían arrebatado los musulmanes: el Cid, Alfonso VIII, Guzmán el Bueno, el Gran Capitán. Soldados y poetas como Garcilaso de la Vega y Francisco de Aldana, héroes inmortales de los Tercios, como sus bravísimos capitanes Juan de Austria y el Duque de Alba. Genios y soldados como Cervantes, perdiendo la mano, que afortunadamente no era la mano de escribir, en aquel Lepanto en que tembló el mundo y los nuestros consiguieron frente a los otomanos que el Mare aún fuera Nostrum.
mujeres de una pieza, con las costuras tan bien apretadas como esa coruñesa llamada María Pita, que le dio en los morros al mismísimo pirata Drake, capitán de la entonces siempre pérfida Albión. Son los que en aquella América colosal y gigantesca descubierta por Colón, aquella tierra concebida por encima de toda medida humana, supieron colonizarla con el metro del esfuerzo, de la osadía y del valor: Hernán Cortés, Pizarro, Valdivia, Ponce de León, Alvarado, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, cientos de frailes y miles de soldados, y tantas mujeres que les siguieron, españoles de pura raza que se dejaron la piel levantando un Nuevo Mundo a miles de kilómetros de su terruño. Son también aquellos que defendieron un Imperio con los bolsillos vacíos, sin un maldito maravedí, que aquellos Tercios iban sobrados de heroísmo pero siempre huérfanos de oro. Su riqueza era el honor, nuestra bandera, y en tales industrías sí que fueron ricos como pocos.
Allende los mares
Llenaron de gloria la Mar Océana con sus galeones que defendían con tanto denuedo como lo que eran aquellos navíos, milímetros ultramarinos de su patria chica. Españoles como Blas de Lezo, que puso en fuga a los ingleses a las puertas de Cartagena de Indias, como Bernardo de Gálvez, que lo hizo en Pensacola. 

Héroes del pueblo levantados en armas contra los mamelucos del Ejército napoleónico en las callejuelas madrileñas, tan castizos como heroicos, solo armados con tijeras de modistilla o un cuchillo jamonero, y también echados al monte como patriótica y legendaria guerrilla que no dejaban en paz ni una sola hora del día o de la noche a los franceses, al tiempo que otros españoles, los del pensamiento, la razón y la palabra redactaban en Cádiz La Pepa, al socaire de la artillería franchute.
No podemos recordar todos los nombres porque nos los roba la ingrata memoria, pero ahí quedan: Manuela Malasaña, Daoíz, Verlarde, Ruiz, Agustina de Aragón, Espoz y Mina, El Empecinado, el Tambor del Bruch, los héroes de Zaragoza, de Gerona... y los que hasta el último momento y la última gota de sangre defendieron a España bajo nuestras penúltimas banderas: Eloy Gonzalo, héroe dinamitero de Cascorro, los valientes y últimos de Filipinas en El Sitio de Baler, los inmortales jinetes del Regimiento Alcántara en Annual, maestros en el valor y el honor de los que hoy defienden con orgullo nuestro nombre en Bosnia, en el Líbano, en Afganistán... jugándose el pellejo por defender la paz.
Todos ellos duermen como ángeles y héroes en nuestros corazones, en nuestras almas. Bebamos de su hermoso y generoso recuerdo en estos momentos difíciles. Con arrestos y fe salieron adelante frente a los más terribles enemigos. Su ejemplo sigue entre nosotros y solo si les olvidamos habrán muerto para siempre.
Fuente abc                        Manuel de la Fuente
"No hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y transforme en héroe." Platón

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