Historia y Geopolítica
La Historia conoció las ciudades-Estado: Tebas, Esparta o Atenas; más tarde Venecia, Florencia, Milán, Génova,… Hoy conoce los Estados territoriales: Francia, España, Reino Unido o Rusia. Y al fin descubre los Estados continentales, como los Estados Unidos de América, la actual China y la URSS de ayer (1).
La Europa de hoy atraviesa un periodo de transformaciones. Debe pasar del estadio, más o menos estable, de los Estados territoriales al estadio del Estado continental. Para la mayoría de la gente esta transición está obstaculizada por la inercia mental, por no hablar de la pereza de ánimo.
A pesar de no ser más grande que un pañuelo, Esparta tenía gran vitalidad desde el punto de vista histórico; vitalidad, ante todo, en su aspecto militar. Sus dimensiones y sus recursos eran suficientes para contener un ejército capaz de ganarse el respeto de todos sus vecinos. Aquí nos acercamos al problema capital de la vitalidad de los Estados. La ciudad-Estado histórica fue sustituida por el Estado territorial. El Imperio Romano tomó el lugar de Atenas, Esparta y Tebas. Y sin esfuerzo (2)
Hoy, la vitalidad histórica del Estado depende de su vitalidad militar, que a su vez depende de la vitalidad económica; lo que conduce a la siguiente alternativa. Primera hipótesis: los Estados territoriales son forzados a convertirse en satélites de los Estados continentales. Francia, Italia, España, Alemania o el Reino Unido, representan solo la ficción de Estados independientes. Desde hace tiempo, desde 1945, todos estos países se han convertido en satélites de los Estados Unidos de América. Segunda hipótesis: estos estados territoriales se transforman en un único Estado continental: Europa.
La caída histórica de un Estado continental: La URSS
La lamentable desintegración de la URSS se explica, en particular, por la insuficiente comprensión teórica del Estado por Marx, Engels, Lenin y en ciertos aspectos por Stalin. Ya en 1984, mi discípulo y colaborador, José Cuadrado Costa, basándose en los trabajos de Ortega y Gasset y en los míos propios, publicó un brillante y profético ensayo titulado: “Insuficiencia y obsolescencia de la teoría marxista-leninista de la nacionalidad” (3).
Respecto a la comprensión de la esencia del Estado, los jacobinos estaban claramente más adelantados que los marxistas. En este campo, Marx estuvo siempre limitado por el periodo romántico de la Revolución de 1848. Ya a finales del siglo XVIII, Siéyès escribió sobre la manera de conseguir un Estado-nación “homogéneo”. El Estado-nación es el fruto de una voluntad política.
Otro ejemplo de estupidez marxista, que se remonta al romanticismo del siglo XIX, es la idea de la desaparición del Estado. Es difícil imaginar una idiotez mayor. Es un viejo sueño anarquista (4).
Así, Lenin preservó la existencia formal de las repúblicas. He escrito intencionadamente la palabra en plural. Al hecho de la aplicación del principio del centralismo dentro del Partido Comunista y a la peculiar personalidad de Stalin, se debe que esta ficción o comedia haya durado hasta 1990. El debilitamiento del partido ha conducido al estallido de la URRS, siguiendo las líneas de fractura que se remontan al periodo 1917-1922. La ficción se ha convertido en realidad.
En 1917 los jacobinos rusos crearon la República de los Consejos (llamo vuestra atención sobre el singular) Lenin aceptó la ficción de la Unión de Repúblicas Soviéticas (llamo vuestra atención, nuevamente, sobre el plural) y la toleró. De 1946 a 1949, en el apogeo de su poder, Stalin también preservó esta apariencia de Estados “independientes” desde Polonia hasta Bulgaria. Una imprudencia teórica más.
El Estado político por oposición al Estado étnico
El diccionario “Le Petit Larousse” dice que las condiciones para la uniformidad de una etnia son su lengua y su cultura. Para la finalidad de este análisis, daré mi propia interpretación extendida de este concepto, habiéndose afirmado que la unidad del Estado étnico hunde sus raíces en la unidad de raza, de religión, de lengua, de imaginería colectiva, de memoria colectiva y de frustraciones o miedos colectivos.
El concepto de Estado político (en tanto que sistema abierto, en expansión) es diametralmente opuesto al concepto de Estado étnico (en tanto que sistema cerrado, fijo) El Estado político es la expresión de la voluntad de hombres libres para tener un porvenir común.
El Estado político, o con más precisión, el Estado-nación político – del cual soy considerado como el teórico moderno tras Ortega y Gasset (5) – permite a los individuos preservar su individualidad personal (excusen este pleonasmo bárbaro y basto) en el interior del marco social. Hace menos de dos meses (6) he dado mi opinión sobre la importancia de los conceptos “Imperium” y “Dominium”. Desde 1964 nunca he dejado de desarrollar estos conceptos de origen romano.
A un amigo de la política que me llamaba “valón” (¡por si fuera poco!) le contesté, como de costumbre, que yo no soy ni valón, ni flamenco, ni alemán, ni belga, ni siquiera europeo. Yo soy yo. La persona de Jean Thiriart, “Éste es Jean Thiriart”, le escribí. No me gusta en absoluto ser clasificado en una categoría con otra gente, donde ponga que “se me parecen” Quiero mantener en todo momento mi ironía socrática. Paridario del totalitarismo cuando se habla del Imperium, me vuelvo anarquista en el tema del Dominium.
Marx y Engels no sabían absolutamente nada de esta dicotomía fundamental: Imperium/Dominium; por eso escribieron “La ideología alemana” contra Max Stirner. La visión del Imperium para Stirner (libre elección federativa, derecho a la secesión, etc.) será siempre utópica e inaplicable. Por el contrario, su visión de la libertad interna, en el ámbito del Dominium, será siempre interesante. Soy bolchevique, jacobino, prusiano y estalinista cuando se habla del Imperium y de su disciplina civil, pero mis gustos y mis intereses intelectuales concernientes a mi vida privada, mi vida dentro del marco del Dominium, van hacia la Odisea, los cínicos y Diógenes que respondiendo a la pregunta: “¿Puedes ver un hombre valiente en Grecia?” contesto: “Por ninguna parte, pero veo algunos valientes muchachos en Lacedemonia…” Es sabido que Diógenes y los otros cínicos admiraban el sistema espartiata, porque los espartiatas eran partidarios de la disciplina y de la austeridad y enemigos del lujo y la pereza. Al igual que Diagoras, estoy en contra de la religión… en el ámbito privado ¡Por supuesto!
Ciertamente soy conocido como mensajero de la Europa unida, de Dublín a Vladivostok (7). Pero esta Europa unida, que describo e invoco, está ligada al ámbito del Imperium Y mi opinión es que tal Imperium debe ser poderoso, dinámico y despiadado – para ser eficaz. En cuanto a la personalidad, está ligada a la categoría del Dominium. Mi personalidad cultural me impide escoger entre categorías. Es única, como mi código genético que es único.
Biológicamente cada persona es la encarnación de un código único. Es única en el ámbito de la cultura – música, arquitectura, literatura, pintura, etc. – Yo reivindico para mí mismo, el estatus de individualista inamovible. En el Estado político no puede haber “minorías”, puesto que éstas no conciernen más que a las individualidades, mientras que la colectividad no concierne más que al Imperium. Estos vínculos constituyen limitaciones que ya he mencionado antes.
Infortunios recientes: federalismo y confederalismo
En cuanto el tandem Imperium/Dominium es introducido en el concepto de construcción del Estado, soluciones perversas como el federalismo o incluso peor: el confederalismo, pierden todo sentido y toda utilidad.
No puedo evitar citar aquí a un autor americano del que solo conozco una cita, pero muy pertinente: “Todo grupo de personas, cualquiera que sea su número, por parecidas que sean entre ellas y cualquiera que sea la firmeza con la que sostengan una opinión común. Al fin se rompe en pequeños grupos que sostienen diversas variantes de la misma opinión; en estos subgrupos, a su vez, emergen otros sub-subgrupos y así sucesivamente, hasta llegar al último límite de esta división: la del individuo aislado” Estas palabras son atribuidas a Adam Ostwald, autor de un libro titulado:” Sociedad Humana”.
Los anarquistas del siglo XIX y muchos otros, incluido Proudhon, persistieron en el inmenso error de creer que los conflictos y las tensiones en el interior de los “grandes” grupos, siempre podrían desaparecer encontrando una solución en los “pequeños” grupos. Esta es la armonía social del siglo XIX; la armonía del pequeño grupo, opuesta al horror de la intolerable dominación del gran grupo. Incluso Lenin inventó una estupidez histórica en el marco del concepto absurdo del “pequeño-grupo-armonioso-que-siempre-le-va-bien” lo que le obligó más tarde a hablar de la desaparición del Estado, e incluso a desearla y a predecirla.
Europa hasta Vladivostok: la dimensión mínima
El Estado-nación, si quiere ser independiente, está obligado a dotarse de los medios militares adecuados. La posesión de dichos medios depende de la demografía, de la autarquía para las materias primas y de la potencia industrial del Estado. Entre Islandia y Vladivostok podemos unir 800 millones de personas (al menos para mantener el equilibrio con los 1200 millones de chinos) y encontrar en el petróleo siberiano todo lo necesario para satisfacer nuestras necesidades energéticas y estratégicas. Afirmo que desde el punto de vista económico: Siberia es para el Imperio europeo la provincia más necesaria para su viabilidad.
Una gran unión entre la Europa occidental, altamente industrializada y puntera en lo tecnológico y la Europa siberiana con reservas casi inagotables, permitirá la creación de un Imperio republicano muy potente, con el que todo el mundo deberá avenirse a acuerdos.
Las limitaciones impuestas por el Imperio europeo
Este Estado constituye una unidad. No conocerá y no tolerará: ni divisiones horizontales (autonomías regionales), ni divisiones verticales (clases sociales) (8).
Su principio fundamental será una única ciudadanía; en cualquier lugar del Imperio europeo, el ciudadano tendrá el derecho de elegir, de ser elegido y de trabajar. Podrá cambiar con total libertad de residencia y de trabajo. Su cualificación profesional será reconocida a lo largo de todo el Imperio – el médico que recibió su diploma en Madrid podrá ejercer sin limitación alguna en San Petersburgo. Todo corporativismo regional será excluido.
La separación de cualquier parte del territorio estará excluida en virtud del principio fundamental postulado.
Nosotros haremos de nuevo uso del principio jacobino: “la República es unitaria e indivisible”; sería imprudente repetir el error de Lenin en lo tocante al “derecho de autodeterminación”. La “región” o el ex Estado adherido, lo serán para siempre. La unidad de este Estado es irreversible, consolidada por la ley constitucional. Por el contrario este Imperio podrá extenderse, no por “anexiones”, sino por la adhesión de los que desearen unírsele.
El ejército será popular e integrado. Una casta militar no podrá disfrutar de un monopolio o de privilegios bajo el pretexto del profesionalismo. Este ejército estará completamente subordinado a la autoridad política. Durante sus primeros 25-50 años de existencia, este ejército integrado será objeto de una atención especial, a fin de que los reclutas de diferentes regiones del Imperio sirvan juntos.
No es necesario presuponer la existencia de regimientos croatas o de divisiones francesas o de cuerpos de ejército alemanes o rusos.
Habrá una sola moneda. La posesión de divisas extranjeras o usarlas como forma de pago será punible. ¿No es humillante y vergonzoso que sea posible hoy ir a Rusia provisto solamente de dólares americanos? Esto es, en efecto, humillante a la vez para los turistas de Europa occidental y para los rusos. Es un símbolo de nuestra caída común: los europeos del Oeste colonizados desde 1945, los europeos del Este balcanizados y colonizados desde 1990. Sería más correcto pagar el hotel en Moscú en ECUs europeos en lugar de dólares extranjeros. El inglés será la lengua común (9) – No he dicho “el americano”-.
En esto consiste mi elección pragmática e inevitable. El concepto de una legislación uniforme será uno de los principios fundamentales de este Imperio. Las leyes civiles, penales, laborales y comerciales serán uniformes. La interpretación y la aplicación de la ley serán idénticas en todo lugar.
El Dominium y sus límites
Todos conocen la sentencia según la cual “la libertad de una persona termina donde comienza la de los otros”. En un artículo precedente he indicado entre los ámbitos generales del Imperium aquél donde la República unitaria “…no retrocede nunca…” En cuanto al Dominium, supone una libertad de elección ilimitada, permitiendo todas las libertades individuales que no contradigan al Imperiun. Estas libertades estarán garantizadas en el marco de la vida privada.
En los viejos (gastados, enfermos) sistemas y regímenes políticos, las emociones, los sentimientos y los miedos privados intentarán inevitablemente – demasiado a menudo – entrar en la vida política. El Imperium deberá permanecer como un terreno elaborado, estructurado y dirigido exclusivamente por el neocortex.
Para comprender el comportamiento de una persona es necesario estudiar los mecanismos del cerebro (10). Repetiré aquí mi chascarrillo favorito: “Soy una persona sin alma…pues tengo un cerebro”. En efecto, como cualquier otro individuo tengo tres cerebros, a saber:
- El cortex original, el más antiguo (la vieja parte del cerebro) que nos permite andar, escalar, arrastrarnos o dar efecto al lanzar un balón de baloncesto.
- El cerebro “intermedio” (mesocortex) que contiene todo mi “software” emocional programado, necesario para la supervivencia. Sergey Chakhotin, especialista de Pavlov, hace tiempo describió estas pasiones y emociones. La supervivencia del individuo está favorecida por las pulsiones del combate y la nutrición; la preservación de la especie, por la inclinación sexual y parental (asociativa).
- Y finalmente, el más moderno de nuestros tres “programas de mantenimiento” es el neocortex, este magnífico instrumento del ser humano. Una herramienta infrautilizada.
- El cortex original, el más antiguo (la vieja parte del cerebro) que nos permite andar, escalar, arrastrarnos o dar efecto al lanzar un balón de baloncesto.
- El cerebro “intermedio” (mesocortex) que contiene todo mi “software” emocional programado, necesario para la supervivencia. Sergey Chakhotin, especialista de Pavlov, hace tiempo describió estas pasiones y emociones. La supervivencia del individuo está favorecida por las pulsiones del combate y la nutrición; la preservación de la especie, por la inclinación sexual y parental (asociativa).
- Y finalmente, el más moderno de nuestros tres “programas de mantenimiento” es el neocortex, este magnífico instrumento del ser humano. Una herramienta infrautilizada.
La parte más antigua del cerebro ya tiene 200 millones de años. El neocortex se ha formado hace solo un millón de años.
Esta doctrina (o tesis) sobre los tres tipos de cerebro “superpuestos uno sobre otro” o sobre un triple cerebro, como lo escribió el traductor francés Roland Guyon, fue adelantada por fisiólogo americano Paul D. Mac Lean y popularizada a continuación por Arthur Koestler. En el libro de Otto Klineberg “Psicología Social” hay una larga discusión sobre la cuestión del comportamiento emocional de una persona.
Dos siglos antes de la aparición de los trabajos científicos de Paul D. Mac Lean, Siéyès había anticipado esta moderna tesis de la superposición de cerebros. Bastide, en su disertación de 328 páginas, menciona el manuscrito de Siéyès “Del cerebro y del Instinto”. Mucho tiempo antes que yo, Siéyès había sido sorprendido e irritado por las pseudo manifestaciones en el lenguaje político.
Si impongo esta digresión al lector es solamente para mostrar que una gran parte de los discursos políticos mordaces y agresivos provienen de nuestro cerebro medio superemocional.
Un buen estudio del discurso político solo es posible conociendo el mecanismo del funcionamiento del cerebro humano. En este caso es posible aislar la razón de la introversión o del odio hacia algo. Esto se convierte en un simple problema clínico explicado por la fisiología del cerebro. Durante años he tenido que debatir con “escritores” que trataban la política como un reflejo del comportamiento del “mesocortex” (pasión, emoción, pulsión, frustración, miedo, repulsión…) mientras que yo intentaba, con todas mis fuerzas, describir una ¡república del “neocortex”…sic!
Uno de mis críticos ha dicho que yo era un “monstruo frío y racional”. Estoy de acuerdo con él y prefiero esta condición a la de “monstruo báquico e irracional”, tan grato a los gamberros post- nietzchanos. Recomiendo encarecidamente al lector instruido interesado en la política, que se familiarice con los trabajos de Paul D. Mac Lean.
Lo absurdo de los discursos políticos pseudoracionales pretendidamente persuasivos (el abogado persuade, el científico prueba) queda de manifiesto tras esta declaración de Marc Jeannerod: “…el carácter indirecto de las relaciones entre el sujeto y el mundo externo. El sujeto se crea su propia representación de este mundo, y esta representación guía su acción. Desde esta perspectiva, la acción no es la respuesta a una situación externa, sino la consecuencia o el producto de esa particular representación de la realidad”.
Cualquier divagación primitiva sobre “la etnia” se explica de forma sencilla por ese concepto de “representación” (ficticia) de una realidad rechazada (proyección de la realidad) Un rechazo de la realidad necesario para el sueño cotidiano.
Para alguien que haya recibido una educación científica estricta, la política y su lenguaje representan un absurdo evidente. La gente se va arrojando a la cara invenciones y ficciones de hostilidad personal, rechazando aceptar las situaciones reales…
Pero volvamos a las tres clases de cerebro de Mac Lean. Cuando observamos las órbitas de los satélites, la trayectoria de las sondas espaciales, la resistencia del acero o las correcciones ópticas introducidas para fabricar una lentilla, utilizamos solamente nuestro neocortex. Durante una disputa de tráfico, utilizamos los llamados mecanismos reactivos (los del archicortex) y emocionales (mesocortex) del cerebro, y nos comportamos como mamíferos y reptiles. En una riña entre conductores las pulsiones agresivas prevalecen, suprimiendo gradualmente la función reguladora del neocortex. La inclinación sexual, a veces irreprimible, nos forzará a desear a la hija del vecino. La misma persona funciona siempre con la ayuda de este doble “programa”, los programas de pulsiones-pasiones-sentimientos-emociones y el programa del pensamiento completamente racional.
Esta digresión era necesaria como transición a la cuestión del gobierno de los pueblos.
La religión depende del ámbito del Dominium. Es un ámbito privado de actividad que no debería tener posibilidad de ejercer influencia alguna en la vida pública (con el consiguiente riesgo de ver como los “islamistas” han desafiado la autoridad en Yugoslavia) Es ridículo suponer que la religión deba interferir con una vida política razonable en el Imperium. Es precisamente a causa del desprecio por este principio, por el que masacres innobles y estúpidas han tenido lugar en Líbano, Palestina, Armenia, Yugoslavia y en Moldavia.
Los que mezclan la religión con la política son los actuales “aprendices de brujo”. Son criminales, aquellos que han creado esta situación de tensión, pero desde un punto de vista histórico, también son criminales los que han mirado hacia otro lado, ante el hecho de que las pasiones religiosas pudieran ser utilizadas en un contexto político.
En el Imperium laico de las repúblicas unidas de Europa, la libertad religiosa será permitida (preferiría escribir “admitida”) en el marco del Dominium y firmemente prohibida a la primera intentona de interferir en el ámbito perteneciente al Imperium. Los racistas impúdicos e hipócritas han inventado la tesis del “etno-diferencialismo” (sic) y de las “identidades etno-culturales” (re-sic). Como resultado de esto, han surgido verdaderas guerras en Moldavia, en Yugoslavia y en el Caúcaso – guerras conducidas por delincuentes de derecho común, o para ser precisos, por gansters.
Además de robos, de la prostitución, del juego ilegal y del narcotráfico; vemos que los criminales, desde hace al menos veinte años, han mostrado un gran interés por la cuestión de las “minorías oprimidas”. Estas locuras religiosas y etno-diferencialistas han sido hábilmente manipuladas, primero por charlatanes y después por gansters. Éstas, así llamadas locuras, que se apoyan sobre desesperados con las armas en la mano, nos arrastrarán tan abajo que nos convertirán en las “mil tribus de Nueva Guinea”, en cortadores de cabezas.
En resumen, diría que el Dominium significa una libertad de opinión casi incontrolada (incluso la opinión más estúpida) pero que el Imperium de las repúblicas laicas unidas nunca admitirá, ni por un instante, la libertad de “hacer todo lo que se quiera”. Desde 1945, la Historia nos ha dado ejemplos claros y sangrantes de lo que no se debe hacer, que no deben reproducirse mañana.
Cuando Moscú llama a los “expertos”
Lo que ocurre en Rusia, desde hace dos años, es una completa locura. La economía debería haberse liberalizado paso a paso, desde abajo (11) hacia arriba, deteniéndose en cada etapa dos o tres años. En lugar de esto, los peores aventureros de la Finanza internacional fueron admitidos en Moscú. El producto del trabajo de tres generaciones de soviéticos sacado a subasta.
Los tiburones de Wall Street empiezan a interesarse excesivamente por la economía de la ex URSS. La Unión Soviética no tendría que haber aflojado su núcleo político, consintiendo en la separación de sus pueblos; incluso, aunque Lenin, en su incultura política (una herencia del nacimiento del marxismo hacia 1848) concediera (muy hipócrita e imprudentemente) el “derecho de autodeterminación”.
La partición política y militar de la URSS es y será un imperdonable error histórico. Un acontecimiento fatal e irreversible. La fuerza centrífuga destruirá en cinco años lo que las fuerzas centrípetas habían creado en cuatro o cinco siglos. Habría valido más, llenar las tiendas de salchichón y pan, favoreciendo la creación de un millón de pequeñas empresas (con entre uno y cincuenta empleados) Simultáneamente hubiese sido necesario reforzar la represión política contra todos esos “combatientes” del separatismo, la independencia y la autonomía.
Otro ejemplo de un comportamiento suicida de los nuevos dirigentes rusos es el de “sus viajes” a Washington, en lugar de aceptar la ayuda económica de Europa occidental. Desde un punto de vista histórico y geopolítico, los Estados Unidos son el enemigo particular de la URSS. La estrategia histórica de EE.UU. es dividir Europa y trocear Rusia. Durante cuatro siglos, Inglaterra llevó la misma política contra los reyes de España, contra Francia y Alemania. En la actualidad, Inglaterra ha dejado su puesto a Estados Unidos, pero hasta ayer mismo, aun buscaba minar incansablemente la destrucción de la principal fuerza continental capaz de unir el continente europeo en una federación: los Habsburgo de España, Napoleón o Guillermo II.
Rusia “sola” es un futuro “Brasil de las nieves”
La partición de la URSS es irreversible. La “gran Rusia” ya no tiene oportunidad alguna de ser una superpotencia. Hoy la Rusia “sola” es un país sin futuro, como Alemania desde 1945 y Francia desde 1962. Desde el punto de vista histórico, Alemania ha sido despojada de toda relevancia en 1945. A pesar de que hoy sea una gran potencia industrial, es completamente pasiva y carece de cualquier influencia en la arena internacional (12). Sí, ya han pasado cuarenta y siete años desde que Alemania no tiene política exterior alguna. En sí esto no es malo para la unidad de Europa.
La histeria nacionalista ha causado mucho daño a Europa: dos guerras suicidas en 1914 y en 1939. Si algún soñador aun espera que Rusia vuelva a ser la “Gran Rusia”, una potencia de primer orden; que sepa, desde ahora, que Washington aun guarda muchas armas. Washington ha jugado cínicamente la carta de Bagdad contra Teheran y después la carta de Ryad y la de sus cómplices en Damasco y en El Cairo, contra Bagdad. Washington tiene guardadas aun muchas armas para terminar, en caso necesario, la partición de la URSS y para ocuparse después de la partición de la propia Rusia.
Si es necesario, Washington jugará sin la menor duda la carta de Pekín o del mundo islamista (desde Pakistán hasta Marruecos) contra Moscú.
Hoy, Francia, Reino Unido y Alemania no son más que ficciones históricas de Estados independientes, simplemente parodias. Todos estos que se dicen “grandes” países ya no tienen política exterior. La guerra de Irak ha mostrado que Washington no necesita de Francia o del Reino Unido más que como proveedores de “fusileros senegaleses”
Fuente Jean Thiriart
* Ideólogo de la unidad de Europa. Artículo publicado en 1992
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