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viernes, 24 de mayo de 2013
EL SHERIFF PLANETARIO
SOBRE MUNDIALISMO y GLOBALIZACIÓN
Siempre conviene comenzar aclarando que se entiende por los principales conceptos que se usarán en un artículo o estudio, para que el otro sepa a que atenerse.
Los términos de mundialización y globalización se suelen emplear en forma indistinta por la mayoría de los usuarios, pero en nuestra opinión es pertinente hacer una distinción.
Mundialización es un concepto más antiguo, básicamente político, que significa la tendencia a la organización de un gobierno mundial único. El acento se coloca en la dimensión política de la unificación del mundo. Es un ideario que nace con los viejos iluminista como Kant, y pasando por toda la tradición socialista llega a nuestros días.
Globalización es un concepto más reciente, básicamente económico, que proclamado en 1991 por George Busch, postula la constitución de un one world, el mundo como un gran supermercado en donde las reglas las coloca la OMG, su parlamento es Davos y su gerente el FMI.
Como vemos ambos conceptos no son contradictorios no compiten entre sí, sino más bien complementan en la conformación de un pensamiento único y políticamente correcto.
Estado, Nación, pueblo
Así como el Estado ofrece el marco jurídico a una nación, aun cuando aquél sólo existe en sus aparatos y no "en sí", pues su ser está dado por la nación que encarna. De la misma manera, la nación es la expresión del proyecto político-cultural que un pueblo se da para existir en la história política del mundo. En tanto que un pueblo es un conjunto unido por una conciencia étnico-cultural (léase:valores) de pertenencia, pero no necesariamente política. Pues hay pueblos - los judíos ayer, los kurdos hoy- que no existen como naciones.
Vemos pues como en la base se encuentra un núcleo de valores compartidos por un conjunto de hombres que denominamos pueblo. Este pueblo puede inscribir su existencia política en la historia si intenta instaurar su proyecto de nación. Esta existe formalmente si es reconocida; esto es, encarnada en un Estado. De lo contrario queda en potencia, como sucede con la Gran Nación Hispanoamericana, proyecto político de nuestros fundadores, San Martín y Bolivar, todavía no plasmado.
Humanidad y Poder político
Ahora bien, si al hombre para vivir le basta su pertenencia a un pueblo, y para hacerlo políticamente le alcanza con una nación encarnada en un Estado. Nos preguntamos ¿ en qué lo afecta o no, la existencia de la humanidad ?.
La idea de humanidad puede ser religiosa - los hombres todos descendemos de Adán y Eva o constituimos el cuerpo místico de Cristo-. O puede ser filosófica - el cosmopolitismo de los estoicos como Crisipo penetrado del Alma Universal-.
Lo que no puede ser la idea de humanidad es política. La humanidad entendida como República Universal es una creación ideológica que desemboca en un totalitarismo político. "Al adversario no se llama ya enmigo (hostis) pero en cambio se lo coloca hors la loi et hors l'humanité"(Carl Schmitt: El concepto de la política,cap.10)
Así, el estado es negado al enajenar parte de su soberanía en un ente supranacional. Que si nos atenemos a la historia del siglo XX vemos, como acertadamente señala Thomas Molnar: "La creación de una organización supraestatal- y la ONU nos sirve aquí de ejemplo por excelencia- no es nunca el fruto de un consenso mundial, sino del interés que tienen las grandes potencias de la época en imponer a las demás naciones ciertas fórmulas. Dichos intereses están disimulados bajo una ideología mundialista, cuya encarnación es la organización supraestatal"(Cf. Nación y Humanidad).
Así pues las relaciones estrictamente políticas se establecen entre los Estados y nunca con la humanidad.
Al respecto afirmaba premonitoriamente el filósofo francés Joseph de Maistre(1753-1821) agobiado por la prédica que venía llevando a cabo el Iluminismo liberal en favor del humanismo universal cosmopolita: " He visto polacos,rusos ,italianos; pero en cuanto al hombre, declaro no haberlo jamás encontrado".
Igual reacción encontramos en el filósofo danés Soren Kierkegaard (1813-l855) "Desgraciados de esos filósofos que declaman acerca de la humanidad, porque no se percatan que ésta no tiene manos ni pies. Sólo el hombre concreto los tiene, y éste es el que debe interesarnos".
Apreciemos que han pasado casi dos siglos del enunciado de estos pensamientos. En el ínterin muchos han sido los pensadores y hombres públicos que se han opuesto abiertamente al ideario liberal-cosmopolita. Pero nada pudo la oposición individual para torcer el brazo en la aplicación de la receta liberal en el gobierno de las naciones y el manejo de los hombres.
Hubo también enfrentamientos sistemáticos que, en su momento, parecieron triunfar: los diferentes nacionalismos y el comunismo.
Pero los nacionalismos fueron vencidos uno a uno como los diez indiecitos de la novela de Agatha Christie y el comunismo "por implosión" autosignó su partida de defunción con la caída del Muro del Berlín en 1989,aún cuando se escuchan algunos estertores en Cuba o Corea del Norte.
Libre de oposiciones, Busch lanzó su idea del nuevo orden mundial de aplicación a la aldea global. Los gobiernos de las naciones que integran esta gran aldea planetaria son concebidos como los agentes de aplicación de las recetas propuestas por el scheriff planetario.
Tres son los medios fundamentales con que cuenta el poder mundial en su tarea de persuasión y condicionamiento de respuestas en favor del nuevo orden: la producción incontrolada de billetes dólar, la producción del sentido de las cosas con el control de los mass media de alcance planetario y el incontrarrestable poderío militar.
A la homogeneización del mundo, denunciada por nosotros aún antes de la caída del Muro de Berlín, corresponde una única imagen de hombre, hoy, paradigmática: el homo oeconomicus dollaris.
Los íconos de este hombre son la droga, la imbecilización rockera mundializada, el alcoholismo infantil, la pornografia visual antierótica; la colección de baratijas, el baby talk, la moda clochard, los fast food de los Mac Donalds, el autismo musical de los walkman, los productos light, la cultura del zapping a control remoto como sucesión de imágenes truncas etc.etc.
Occidente, renunciando a su significado original, se transformó en el metasistema que comprende ahora Filipinas, Taiwan, Hong Cong, Corea del Sur, Japón. Es decir lo que geopolíticamente se denomió Oriente, pero que ofrece los pliegues y las fisuras donde se desarrolla compulsivamente la idea de aldea global mercantil.
Multiculturalismo y Derechos Humanos
Los dos principios que sustentan la noción de aldea global son el multiculturalismo dentro de cada nación, basado en un relativismo cultural, que hipotéticamente conduciría a la comprensión recíproca y a la convivencia universal. Y el dogma liberal de los derechos humanos del hombre universal surgido de la Revolución francesa, fundados no como verdad inherente a la persona sino en el consenso de los que deciden, sea la ONU o la Secretaría de Estado de USA. La nación que no respetare estos dos principios se hará acreedora de los cargos de racismo y totalitariasmo, motivo por el cual el scheriff planetario puede justificar su intervención en dicho país. Hoy se ha quebrado, de facto, el principio de no-intervención en los asuntos internos de los estados.
La finalidad de este proyecto mundialista-globalizante es lograr la uniformidad, la homogeneización del hombre a nivel global para transformar a los pueblos en público consumidor.
La uniformidad del hombre se logra mediante el desarraigo de su tierra y su tradición cultural. Estrictamente, lo que denominamos país. Uno de sus medios ha sido la sugerida inmigración masiva de los pueblos del tercer mundo hacia los países centrales basada en la ingenua convicción que el multiculturalismo, el melting pot, el crisol de razas, conduce a la comprehensión recíproca y a la grandeza de las naciones, cuando en realidad lo único que ofrece es mano de obra barata para realizar trabajos bastardos. Hoy día esta inmigración llegó a su punto de saturación, los paises centrales(vgr.USA,Francia,Alemania) la rechazan por peligrosa y es derivada hacia sus países satélites. Es que la parodia de la convivencia multicultural se ha hecho trizas. El invento político yugoslavo,las interminables guerras tribales del Africa arbitrariamente dividida por las potencias coloniales son, entre otros, ejemplos incontrastables.
El Derecho de los pueblos a la diferencia
Reiteramos nuestra idea. El pluralismo cultural, entendido como interculturalismo, es válido en el mundo únicamente a partir de las diversas ecúmenes culturales(iberoamericana, anglosajona, arábiga, eslava, etc).Es por ello que nuestro universo es en realidad un pluriverso. Y es éste el argumento más poderoso a la propuesta de homogeneización monocorde de todos las culturas en una sola, como pretende el ideal del nuevo orden, hijo natural del cosmopolitismo iluminista del siglo de las Luces.
En cuanto al publicitado dogma de los derechos humanos su significación es diferente según cada cultura. Acertadamente dice Tomislav Sunic: "Si un hombre reside en Brooklyn, sus derechos humanos probablemente tienen un significado diverso de aquel que asumiría si vive en Borneo; si es un musulmán fundamentalista, su sentido del deber cívico será percibido como algo diverso del que se conforma a los cánones católicos. Encontrar un denominador común para una miríada de destinos étnicos parece imposible.
La ideología de los derechos humanos, acompañada de la teología de la aldea global, sugiere un hombre abstracto, un hombre en sí, cuando en su lugar, en la vida real, encontramos mejicanos, árabes o vietnamitas de carne y hueso, con los cuales no siempre compartimos las pasiones y los modos de actuar políticos".(Cf. La aldea global y el derecho de los pueblos)
Los derechos humanos se encuentran expuestos, hoy día, a la crítica demoledora de los derechos de los pueblos que vienen a representar la continuidad histórica de los mismos. Surgen de las memorias nacionales. De los que fueron sus valores encarnados; esto es, de sus bienes. Comparten sus mitos fundadores al decir de Mircea Eliade. Defienden sus identidades culturales en el desarrollo histórico. Se oponen a la homogeneización del mundo. Defienden el derecho a la diferencia.
Son expresión de la especificidad de cada ecúmene cultural y sostenedores sus ideales. En nuestro caso, ante la organización planetaria propuesta ya no caben nacionalismos parroquiales atrincherados en vetustos esquemas de "paises iberoamericanos como naciones completas". Ello es políticamente estéril e ideológicamente reaccionario. Es necesario oponer el ideal de Patria Grande expresado en un Nacionalismo Continental Hispanoamericano.
Concluyendo observamos, entonces, como el mentado nuevo orden mundialista propone como modelo la aldea global mercantil y los pueblos, exterminadas sus identidades nacionales, uniformados bajo el concepto de público consumidor.
El scheriff planetario se reserva la exclusividad del poder en sus tres aspectos- económico, cultural y militar- y sostiene como ideales, para el orden interno de las naciones, el multiculturalismo y los derechos humanos. Invocando los cuales, justifica la injerencia en el orden interno de cualquier nación del planeta.
¿Cuál es, mientras tanto, la respuesta de los pueblos?
En unos casos el desmembramiento de repúblicas que fueron creaciones ideológicas. Así tenemos el mencionado caso yugoslavo; la separación de Eslovaquia de la república Checa; la de Moldavia de Rumania; las antiguas repúblicas de la URSS.
En otros casos la lucha a muerte por existir en la histórica, como la de los kurdos, los somalíes, los palestinos, y ya en las puertas, los zulues y los viejos boers.
En Nuestra América tuvimos, con la aparición del Ejercito Zapatista en Chiapas, un aviso de que las cosas no van sobre rieles para los agentes de aplicación del modelo mundialista-globalizante. En nuestros países ejemplos abundan por doquier.
Y aun cuando pareciera que este modelo goza de plena salud hay signos inequívocos de resistencia de los pueblos a su aplicación. Claro está, falta un elemento primordial, que los dirigentes se pongan a la altura de las cirsunstancias y elaboren respuestas acorde a las exigencias de los pueblos que dicen representar.
Si esto así ocurriera, podríamos parangonar a Enrique P.Osés, silenciado luchador de la causa nacional, diciendo: "Todo indica que esto se acaba".
Fuente
labotellaalmar.com Alberto Buela
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