SOBRE LA CLASE "MEDIA" 
      
  
¿En general qué es la clase “media”? 
Se trata de una construcción,  inventada en Occidente, con el objetivo de destruir el concepto de  clases del marxismo. Desde el punto de vista del marxismo no tiene  sentido – es una quimera, que existe gracias a los recursos financieros  sobrantes, en la que entran tanto la cúpula de la clase obrera, como la  pequeña y mediana burguesía, así como los que sirven a las clases altas.
Desde el  punto de vista del actual estado burgués con su modelo de capitalismo  financiero, la clase “media” es el grupo humano con un comportamiento de consumo tipo, y no únicamente en cuanto a los bienes y servicios, sino  también en cuanto a los servicios políticos. Hacia este grupo se orienta todo el sistema de publicidad total y educación, dirigido al máximo  aumento del consumo y la prohibición de hecho de los valores más  meditados. 
En consecuencia, precisamente este grupo proporciona la base  para la estabilidad político-social del actual estado occidental.  Señalemos también que su creación también fue posible en parte, gracias  al desplazamiento de la industria masiva y “burda” a los países del “tercer mundo”, y la posterior redistribución de los beneficios a favor  de los países desarrollados.
Al mismo  tiempo hoy ha surgido un serio problema con esta misma clase “media”. Está relacionado con que la principal fuente de su subsistencia tiene  poca relación con los ingresos reales percibidos por este grupo de  población. Más exactamente, cuando apareció el concepto de la clase “media” durante el período del máximo esplendor de la URSS en los años  60-70, las fuentes para su formación eran la redistribución de los  beneficios en el interior de toda la sociedad occidental (en los años 60 en los EE.UU. la tasa superior del impuesto sobre la renta superaba el  90%) y el saqueo de las colonias y de los países del “tercer mundo”. 
Pero tras la crisis de los años 70 comenzaron los problemas – estos  recursos ya no eran suficientes. A principios de los años 70 en  Occidente incluso hubo una seria sensación de que la URSS estaba ganando la competición entre los dos sistemas. Entonces aparece la comprensión  de que, en primer lugar, había que aumentar considerablemente el volumen de la clase “media” y, en segundo lugar, que la única manera de hacerlo consistía en proporcionar el crédito a los consumidores.
Esta  segunda comprensión tenía que ver con el hecho de que en los años 70 los ingresos reales de los hogares habían bajado considerablemente. De  hecho, si tenemos en cuenta la inflación real y no la oficial (que la  estadística estatal siempre rebaja), veremos que estos por su capacidad  adquisitiva no crecen desde los principios de los 80 y se corresponden  aproximadamente a los ingresos de 1962-63. Está claro que, teniendo en  cuenta el serio aumento de todo tipo de pagos obligatorios, como por  ejemplo los seguros, semejantes ingresos no pueden asegurar de ninguna  manera una vida confortable en las condiciones actuales. Y todavía  menos, aumentar considerablemente el número de personas que viven esta  vida confortable.
Como  resultado, a principios de los años 80 comenzó a realizarse el programa  de “reaganomía”, cuyo principal significado no estaba tanto en la  liberalización de la economía, como en la estimulación del consumo  privado a costa del crédito. Este programa, como es natural, tenía sus  contras, la principal consistía en que los créditos había que  devolverlos. Hasta el principio de los años 80 era prácticamente  imposible obtener un nuevo crédito si antes no se devolvía el anterior  (salvo la excepción de los créditos hipotecarios, pero estos también se  tenían en cuenta a la hora de valorar la solvencia del solicitante).  Pero en semejantes condiciones era imposible estimular la demanda  durante un tiempo prolongado: cuando la persona recibe el crédito a  corto plazo, la demanda no crece, sino que cae, dado que además del “cuerpo” del crédito hay que devolver los intereses.
Como  resultado, hubo que cambiar todo el sistema de crédito para los  particulares, permitiéndose de manera encubierta su refinanciación,  cuando el resto del crédito anterior se devolvía a costa del nuevo  crédito y como garantía de pago servían diferentes avales, en primer  lugar, los bienes inmuebles. Pero, para que dentro del marco de  semejante esquema la deuda no se acumulara con excesiva rapidez, había  que rebajar continuamente el precio del crédito. Lo que efectivamente  ocurría en la práctica: la tasa de descuento del Sistema de la Reserva  Federal, el acreedor en última instancia en los EE.UU. y en el mundo,  que en 1980 era del 19%, a finales de 2008 había bajado prácticamente  hasta cero.
Después  de que la tasa fue rebajada hasta el cero, la deuda acumulada (para el  otoño de 2008 en los Estados Unidos para el hogar medio ya suponía el  130%, cuando antes del comienzo de la “reaganomía” no superaba el 65%),  se había convertido en un serio problema, del que nos informan los  periódicos prácticamente a diario. Pero lo importante no es eso. Si ya  no se puede conceder más créditos, si ahora hay que devolver las deudas  ¿qué pasará con la clase “media”?
Recordemos que los ingresos reales de los hogares hoy corresponden a los comienzos de los años 60 (sin contar el peso de la deuda crecido  considerablemente). 
Si los representantes de la clase “media” comienzan a rebajar su consumo, lo cual es prácticamente inevitable, sus ingresos  ya de por sí bajos, también descenderán – porque bajarán los salarios y  se cerrarán las empresas. Lo que, teóricamente, significa que la  estructura de los ingresos tendrá que volver como mínimo a los años 50,  pero por entonces no existía ni de lejos ninguna clase “media”. 
Y lo más importante – la gente estaba acostumbrada a vivir pobremente, aún era  desconocida la propaganda del “consumismo”.
Y no se  trata de centenares de miles y ni siquiera de millones, sino de decenas o incluso de centenares de millones de personas. Volver a traer la  industria llevada al sudeste de Asia no podrá salvar a nadie (en  referencia a las promesas de Obama – N. del T.) – podría crear algunos  puestos de trabajo, pero no podrá aumentar los salarios – en el caso  contrario tal cosa no sería rentable. Es decir, que esencialmente no  cambiaría nada.
Así que  no se puede hablar de conservar la clase “media” – para ello simplemente no hay recursos. Señalemos que en la Unión Europea la situación es aún  peor, porque en general la población es más pobre. La cuestión de cómo  los estados burgueses actuales piensan salir de la situación en la que  se destruye su principal pilar social no es solamente seria, sino que  además es extremadamente actual. 
Creo que esta cuestión ya se está  discutiendo, aunque evidentemente, no en público y, a juzgar por las  filtraciones, la solución se reduce al fortalecimiento del control  estatal sobre el pueblo (“la plebe” por usar el lenguaje al uso de las  clases dominantes). 
Lo malo es que tal fortalecimiento del control en  absoluto puede cambiar el modelo económico – lo que significa que  también hacen falta acciones constructivas. Y en esta dirección por el  momento nadie hace nada, en primer lugar, debido a que los economicsistas (así llama Khazin a los economistas liberales, de economics, con la que sustituyeron a la economía política – N. del T.) mantienen el monopolio sobre la ciencia económica.
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Fuente: 
Paginatransversal.es 
 

