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sábado, 14 de diciembre de 2013

PRODUCTO NACIONAL



Los grandes olvidados

Que vivimos tiempos abruptos para la sociedad española es ya innegable, pero lo que no está tan claro es hasta donde llegan nuestros gobernantes, nuestros medios de descomunicación y los círculos sociales más borreguiles (y mayoritarios) en este proceso de desintegración social y cultural. 

Pero ahora, con las fechas navideñas a la vuelta de la esquina, y con todo el repertorio de bombo y platillo que acompaña a dicha época en pleno funcionamiento, es más importante que nunca recordar ciertas cosas e intentar aportar nuestro grano de arena en la medida de lo posible.

Hablo del descalabro que viene sufriendo nuestro entramado comercial nacional; conjunto en el que incluyo a pequeños y medianos comerciantes, tiendas locales, mercados y demás establecimientos. Y es que esta gran decadencia viene acentuada innegablemente por una serie de medidas e imperativos gubernamentales que lejos de tender la mano a nuestros vecinos, pisotean el trabajo fruto de muchos años, agarrándose así al clavo ardiendo de la masificación comercial, la deslocalización y, en definitiva, la globalización comercial más salvaje. Y cuando digo salvaje, no creo que me aleje de la realidad que nos rodea, ya que podemos observar en nuestras ciudades, en nuestros pueblos y en nuestras villas, como van cerrando y ahogándose decenas de pequeños y medianos locales que llevaban lustros o décadas abasteciendo a vecinos y turistas en muy diversos sectores: alimentación, ropa, ocio, ferretería, tecnología y un largo etcétera.

Pero si nos paramos a indagar y tiramos de hemeroteca, nos daremos cuenta que aunque no fuesen la lanzadera de dicha situación, ciertas medidas tomadas por nuestros gobiernos si han sido la puntilla, la sentencia, ‘el puntapié en el culo’ de la gran mayoría de comerciantes que se encontraban en una situación complicada. 

Y es que lejos de apoyar más que nunca a un sector indefenso ante la crisis, lo que se ha hecho es leyes como la de liberalización de horarios comerciales de Julio de 2012 que aumentaron los márgenes de apertura de los establecimientos hasta en un 25% semanal así como el número de Domingos mínimos y obligatorios de apertura. Además de esto, se fijaron criterios a efectos de calendario: apertura de, al menos, un día festivo cuando haya coincidencia de dos o más consecutivos, en domingos de rebajas, en domingos y festivos de mayor afluencia turística en la comunidad autónoma respectiva, domingos y festivos que coincidan con la campaña navideña, haciendo totalmente imposible la competencia directa e igualitaria entre comerciantes locales y multinacionales.

 [A esta, le sucedieron más normativas (incluso autonómicas) que seguirían por la misma línea, pero que no citaré para no extenderme en demasía.]

Podemos decir que nuestros gobiernos ya se han postulado del lado de las grandes multinacionales, en muchos casos extranjeras y explotadoras de diversas zonas geográficas subdesarrolladas, y que tenderán más que nunca la alfombra roja al capitalismo sionista más irrespetuoso con los entornos tradicionales. 

Pero todo esto no avanzaría a paso de caballo si no fuese gracias a dos colaboraciones fundamentales; unos medios que no solo aplauden dichas decisiones, si no que las fomentan y bombardean en sus diversos espacios, y una sociedad cada vez más decepcionante, dormida y mansa que en vez de revelarse ante un ataque frontal a si misma fomenta esta atrocidad económica y disfruta consumiendo en grandes superficies o corporaciones extranjeras mientras cada día uno de sus vecinos echa la verja a toda una vida…

Quizá no podemos reformar las leyes, ni acabar con toda esa lacra con nuestros medios, pero si podemos dar pequeños/grandes pasos tendiendo la mano siempre al vecino, al compañero, y no a repugnantes magnates de la barbarie financiera que ríen nuestra indiferencia. 

Podemos tomarnos un café en la tasca de la esquina que vemos vacía cada tarde en lugar de ir al Starbucks, como podemos comer en el bar que lleva meses en la cuerda floja en lugar de ir a un McDonalds, y como podemos hacer nuestras compras alimenticias en esa tienda que nos ha acompañado durante media vida y no en cualquier macrosuperficie. Esto son solo ejemplos, pero hay cientos de ellos al día, y serán pequeños granitos que sumarán mucho si todos nos concienciamos de un problema real y exponencial, ¡y que mejor época para empezar que en Navidades!

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