Los cinco ojos que te vigilan
Estados Unidos, Gran Bretaña,
Canadá, Australia y Nueva Zelanda forman un club WASP, cuya divisa es la
lealtad mutua frente al enemigo extraño, que se reparte el mundo para
espiarlo
En la película 'El Buen Pastor', Robert de
Niro indaga en el nacimiento de la CIA, la Agencia Central de
Inteligencia, que, pese a haberse convertido con el tiempo en un
'monstruo' del espionaje, fue concebida como solo se conciben las obras
de artesanía: desde la nada, pieza a pieza. Y esas piezas eran sus
primeros agentes, unos hombres que, además de su probada inteligencia y
eficacia para cerrar con éxito las labores que les debían encomendar,
tenían que cumplir con una norma básica: ser blancos y protestantes. Los
americanos de origen italiano, irlandés o latino, y por supuesto, los
negros y los asiáticos, no podían pertenecer a la primigenia CIA. El
propio De Niro, de origen italiano-irlandés en la vida real e irlandés
en su papel de reclutador en el filme, se declara la única excepción. Todos los demás miembros de la CIA cumplirán a rajatabla con la famosa
regla WASP: White (blanco), Anglo-Saxon, Protestant.
Quien en la vida real se considera a sí mismo un WASP debe de sentirse igual que el cocinero con tres estrellas Michelín: el dueño del mundo. En el extremo, esta exclusividad la maman los niños WASP desde la cuna, se acrecienta en la adolescencia, cuando el chico guapo se convierte en el capitán del equipo de fútbol americano y la chica guapa en la reina del baile del instituto, se instala definitivamente en el interior de uno cuando el joven veinteañero se convierte en ayudante del fiscal del distrito o gana su primer millón gracias a las redes sociales y se confirma cuando el susodicho WASP acaba dirigiendo, pongamos, JP Morgan, antes de acabar su vida donando millones de euros a la caridad o a la elitista Universidad de Yale, donde estudió, mientras pronuncia el discurso WASP por excelencia: "Quiero devolver a la sociedad todo lo que me ha dado, etc, etc...".
Por supuesto, entre los WASP existe una enorme camaradería. Si puede, un WASP ayudará a otro WASP frente a cualquier miembro de cualquier minoría. Hoy por ti, mañana por mí. Y efectivamente, no todos los WASP llegan tan lejos en la vida, pero más o menos todos nacen creyendo que un día podrán ser presidente de los Estados Unidos.
La cara B
Pero los WASP también tienen fallas en sus vidas: el éxito o el fracaso económico de un WASP puede ser su única medida en la vida. No es nada raro que en vez de la ruina, un WASP prefiera el suicidio. La ambición desmedida lleva a cometer barbaridades; la soledad, el alcoholismo, el amor por las armas, o por ejemplo, una sorda pero a la vez enorme brutalidad, son la cara B del universo WASP.
Pues más o menos, todo esto trasladado desde las personas a los países es el Club de los Cinco Ojos, una de las claves del escándalo de espionaje que ha estallado de la mano del exasesor de la NSA Edward Snowden. Hasta en el nombre, que recuerda al de la hermandad de una universidad americana, se trata de un club WASP. En él habitan Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda y aunque su origen se encuentra en la postguerra de la Segunda Guerra Mundial, pocas veces había encontrado tanta publicidad como gracias a este último escándalo.
Resumiendo: el Club de los Cinco Ojos comparte información
de espionaje; prohíbe a sus miembros espiarse entre sí; ellos nunca
marcan como objetivo a ciudadanos de otro país si antes no piden
permiso; y por supuesto, tienen muy claro quién es el enemigo. En la
posguerra, Rusia; en el final del siglo pasado, el mundo árabe radical;
en la actualidad, siguen los musulmanes extremistas y se unen los
asiáticos, que no se conforman con el papel de segundones y ahora
quieren también gobernar el mundo.
Para facilitar el trabajo y ahorrar costes, también para espiar, los anglosajones se reparten el mundo: Canadá lo hace en el norte del Atlántico y el Pacífico, parte de Rusia y China y parte de América Latina; Australia en el sur y el este de Asia; Nueva Zelanda en el Pacífico sur y el sureste asiático; Reino Unido en Europa y Rusia Occidental; y Estados Unidos, todo lo demás: América Latina, el Caribe, China, Rusia, Oriente Próximo y África.
En defintiva, una maquina de espiar perfecta. Eso sí, todo esto, edulcorado con la apelación continua, un poco hipócrita pero también cierta, a unos sinceros valores democráticos de fondo que, sin embargo, nadie puede poner en duda. La única paradoja de todo el asunto es que Obama es el presidente menos WASP en la historia de Estados Unidos.
Fuente
abc.es
Para facilitar el trabajo y ahorrar costes, también para espiar, los anglosajones se reparten el mundo: Canadá lo hace en el norte del Atlántico y el Pacífico, parte de Rusia y China y parte de América Latina; Australia en el sur y el este de Asia; Nueva Zelanda en el Pacífico sur y el sureste asiático; Reino Unido en Europa y Rusia Occidental; y Estados Unidos, todo lo demás: América Latina, el Caribe, China, Rusia, Oriente Próximo y África.
En defintiva, una maquina de espiar perfecta. Eso sí, todo esto, edulcorado con la apelación continua, un poco hipócrita pero también cierta, a unos sinceros valores democráticos de fondo que, sin embargo, nadie puede poner en duda. La única paradoja de todo el asunto es que Obama es el presidente menos WASP en la historia de Estados Unidos.
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