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martes, 13 de agosto de 2013

MUTACIÓN GEOPOLÍTICA



La globalización de la crisis y el shift geopolítico

A distancia de aproximadamente un lustro a partir la explosion de la crisis económico-financiera y a pesar de los innumerables análisis que se han producido para su comprensión, los estudios y las sugerencias indicadas, los liderazgos de los países implicados no han podido aún hallar y aplicar soluciones satisfactorias, ni para una contención, ni para una superación de la misma. 

Esto se debe al hecho de que la singularidad de esta crisis epocal – que pone al descubierto las contradicciones del sistema neoliberal – hay que buscarla también en la relaciones que ésta tiene con el cambio geopolítico global en acto, el punto muerto en el que se debaten los vértices políicos, económicos y financieros son una particular expresión de la tensión que existe entre los partidarios del viejo orden unipolar y los estímulos hacia la evolución multipolarista del escenario internacional.

Desde la globalización de los mercados a la globalización de la crisis

Acto seguido al terremoto geopolíico originado con el colapso de la URSS, el proceso de financiamiento[i] de la economía mundial ha registrado una considerable aceleración, transformádose en el lapso de pocos años en un elemento estructural de la globalización de los mercados. 

Desde una perspectiva geoeconómica, este nuevo fenómeno acompañó el intento de consolidación mundial del sistema occidental bajo el liderazgo norteamericano[ii]. De modo particular, este fenómeno definió marcadamente el llamado “momento unipolar”[iii].

Luego de un éxito inicial, del cual fueron beneficiadas las economías y los círculos financieros (bancos, institutos de crédito y de seguros) de los países con industrialización avanzada, caracterizados significativamente por un elevado y difundido desarrollo del sector de los servicios, la globalización de los mercados y la interrelacionada financiación de la economía, sufrieron entre 2007 y 2008, una grave crisis con efectos devastadores para algunas áreas del planeta. 

Esta crisis ha evidenciado las profundas contradicciones del neoliberalismo, ya denunciadas por muchos autores, entre ellos cabe citar el geoeconomista y geoestratega Luttwak[iv] y también al controvertido hombre de negocios y financiero americano George Soros[v].

La crisis, que con exactitud se manifestò en sus rasgos más perniciosos y singulares en los EE.UU., es decir en el centro del sistema geopolítico occidental, sucesivamente se desprendió en sus áreas periféricas (Europa y Japón), para luego propagarse por todo el planeta.

Es notorio que la crisis ha afectado con virulencia algunos países de Europa meridional, los cuales ya presentaban específicas debilidades estructurales, sea en el ámbito político sea en el económico. 

Las escasas y en algunos casos nulas capacidades de reacción ofrecidas por estos países al exicial contagio americano (Grecia, Italia, Portugal España) hay que ubicarlas no sólo en sus debilidades sistémicas, sino que también en la disminuida posibilidad de intervenir enl el sector monetario y financiero; este último factor limitativo es una consecuencia directa del déficit de soberanía monetaria que presentan estos países, cuyo origen, como es notorio, es la consecuencia de su adhesión a la eurozona y al reducido poder de negociación en ámbito europeo y euroatlático.

La disipación de la crisis y los nuevos bloques geopolíticos

A distancia de casi cinco años de su esallido y desde el inicio de su “disipación” por propagación hacia otros contextos geoeconómicos, la crisis aún no ha finalizado aún. 

Con mucha verosimilitud el proceso de globalización de la crisis parece que está destinado a ser incompleto y, por lo tanto, confinado principalmente en el álveo del sistema geopolítico occidental, esto es debido a las dinámicas surgidas a raíz de la aparición de nuevos protagonistas en el panorama mundial.

De hecho, durante este breve lapso de tiempo, algunos países, hasta hace poco tiempo considerados como emergentes, como Brasil, India, China y Suráfrica (BRICS), han ido adquiriendo una importancia mundial siempre mayor, polarizando el interés económico, financiero y político de las otras naciones en algunos segmentos del planeta. 

El conjunto de los países del BRICS ha instaurado, además, de alguna forma, si bien no propio a escala mundial,  un clima favorable para la formación de otros nuevos agregados, como el de la Unión aduanera euroasiática y la UNASUR, lo que ha contribuido a que los líderes de los principales países euroasiáticos (China, India, Kazakistan, Rusia) y latinoamericanos (Brasil, Argentina, Venezuela, Chile) hayan tomado conciencia de la mutación geopolítica en acto. 

La difusión de la nueva mentalidad “multipolarista” ha generado algunas iniciativas innovadoras, destinadas a desempeñar un papel determinante en la configuración del nuevo orden mundial, bien sea en el plano de las alianzas inéditas y de los insólitos partenariados estratégicos (algunos de los cuales ya bien avanzados), bien sea en el terreno económico-financiero. 

Es a partir de este contexto que se pueden observar y evaluar propuestas e iniciativas surgidas fuera de los habituales forum (G8 o G20) o de los centros decisorios internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional) como, por ejemplo, la institución de un Banco BRICS, que (por el momento)  persigue el objetivo de cofinanciar a grandes proyectos infraestructurales que servirán a modernizar casi un tercio del planeta. 

Por otro lado, hay que analizar en este mismo contexto las tentativas “occidentales” que pretenden mantener la primacía mundial en esta particular fase de crisis financiera y política.

Entre los esfuerzos del sistema occidental que aspira a superar la crisis mediante su globalización o disipación en otros segmentos geoeconómicos, se hallan por lo menos dos que son de particular interés para el analista, ya que son señalados o vueltos a señalar por decisión de los EE.UU., es decir, de parte del centro decisional de “Occidente” y, sobre todo, porque descansan en dos áreas estratégicas para la proyección económica y geopolítica de Washington. Estos esfuerzos tienen que ver con Europa y el Pacífico. Nos referimos al proyecto para la constitución de un gran mercado trasatlántico, el Transatlantic Trade and Investment Partnership- (TTIP) y el Partenariado Trans-Pacífico (Trans Pacific Partnership TPP).

La opción bilateral y el “neomultilateralismo multipolar” para la superación de la crisis

El cambio geopolítico en acto, es decir la transición uni-multipolar, parece que procede hacia la estabilización de los nuevos actores, sea en cada una de sus dimensiones nacionales sea en sus agregaciones.

Esta consolidación ofrece a los países periféricos con relación al sistema occidental, es decir, aquellos que más sufren los efectos de la crisis económica, monetaria y financiera, la oportunidad de encaminar nuevas modalidades de cooperación con los futuros protagonistas del nuevo orden multipolar.

Los países periféricos, entre ellos también Italia, deberían privilegiar en un primer momento la opción bilateral con el objetivo de recobrar una “fisonomia” internacional que les permita incrementar sus propios niveles de libertad en la arena internacional y, por consiguiente, alcanzar un mayor poder de negociación. 

Sin embargo, con el desplazamiento geopolítico hacia nuevos y diversos polos de agregación, la modalidad de la opción bilateral deberá introducirse en el ámbito del que podríamos desde ahora definir con un sintagma inédito como el del “neomultilateralismo multipolar”.

Fuente
dossiergeopolitico

TIBERIO GRAZIANI
Presidente del IsAG, director de “Geopolitica”

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