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domingo, 7 de julio de 2013

EL COMERCIO DEL HAMBRE



Alimentos sujetos al costo-beneficio capitalista  
El comercio del hambre y el desenlace de las catástrofes sociales.
La hambruna mundial es un tema que no figura en ningún debate prioritario de discusión internacional, sencillamente, porque el pobre, el hambriento, no es mercancía rentable, está fuera del circuito del consumo y no genera dividendos. 
En el desenlace de este proceso de catástrofe humanitaria (con concentración de riqueza en pocas manos y exterminio de "población sobrante") se incuban las bases y el detonante de un "Apocalipsis social" que el sistema y sus analistas todavía no registran ni prestan atención.
El fantasma de la escalada global en los precios de los alimentos vuelve a asomar y con ello los temores de que se repitan los estallidos y protestas sociales masivas en contra de los aumentos, como sucedió en 2008. 

En un primer capítulo, en el 2008, y a causa del aumento de los precios del petróleo, hubo una escalada mundial del precio de los alimentos que incrementó el proceso de hambruna que padecen habitualmente las poblaciones más desprotegidas de Asia, África y América Latina. 

En un segundo capítulo, con el desarrollo de la crisis recesiva global, ese proceso se agudizó arrojando a más población desposeída a la marginalidad y a la carencia de alimentos para subsistir aunque sólo sea a escala precaria.

Mientras las potencias centrales discuten multimillonarios programas de salvamento financiero para sus Estados, y florecen los súper millonarios y la concentración de riquezas en pocas manos, se extiende la pobreza mundial y en el llamado Cuerno de África —Somalia, Kenia y Etiopía— se vive una grave hambruna que, según la ONU, tiene en riesgo la vida de cerca de 10 millones de personas. No obstante, nadie habla de esta catástrofe humanitaria.

Además, la desaceleración global –el Fondo Monetario Internacional acaba de bajar nuevamente su estimación del crecimiento global de 2012– pone en peligro el nivel de empleo en un mundo que tiene más de 1.300 millones de personas que viven con ingreso de 1,25 dólares por día.

A esta situación recesiva, sumarle una inflación de productos no sustituíbles como los alimentos, equivale a una fórmula perfecta para un desenlace de crisis social con hambruna masiva a nivel global

Según la subsecretaria general para Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), Valerie Amos, Naciones Unidas se prepara para hacer frente a una larga crisis humanitaria a nivel mundial.

El año pasado el organismo declaró en situación de hambruna a dos regiones del sur de Somalia, Bakool y Bajo Shabele, una circunstancia que no se daba en este país desde 1992. "Esta no va a ser una crisis corta", señaló entonces la subsecretaria general para Asuntos Humanitarios de la ONU. La cronología así lo demuestra: en 1967 la guerra y el hambre causaron en Biafra un millón y medio de víctimas. Un año después, el turno fue para los países que conforman el llamado “cinturón del hambre”, con cerca de un cuarto de millón de fallecidos.



La lista nunca se detuvo, afectando en especial a Senegal, Malí, Mauritania, Guinea, Burkina Faso, Argelia, Níger, Nigeria, Chad, Camerún, Yibuti, Eritrea y Sudán, y tres de estos países están hoy en el ojo del huracán. Una funcionaria de Unicef, Mia Cox, escandalizada ante la impavidez de la comunidad internacional, alertó sobre lo que denomina como el "hambre, un tsunami silencioso".

Según la ONU, con "menos del 1%" de los fondos económicos que han utilizado los gobiernos capitalistas centrales para salvar al sistema financiero global (bancos y empresas que han desatado la crisis económica), se podría resolver la calamidad y el sufrimiento de miles de millones de personas (casi la mitad de la población mundial) que son víctimas de la hambruna a escala mundial.

La ONU viene advirtiendo que el hambre aumentó "significativamente" y ha batido un récord en los tres últimos años.
En un primer capítulo, en el 2008, y a causa del aumento de los precios del petróleo, hubo una escalada mundial del precio de los alimentos que incrementó el proceso de hambruna que padecen habitualmente las poblaciones más desprotegidas de Asia, África y América Latina.
¿Y porqué no se hace? Por una razón de fondo: Los pobres, los desamparados, la "población sobrante", no son un "producto rentable" para el sistema capitalista.

El comercio del hambre

En la realidad, la producción de alimentos está fuera de la órbita del control estatal de los gobiernos. 

Los recursos esenciales para la supervivencia están supeditados a la lógica de rentabilidad capitalista de un puñado de corporaciones trasnacionales (con capacidad informática, financiera y tecnológica) que los controlan a nivel global, y con protección militar-nuclear de EEUU y las superpotencias 

En ese escenario, la producción y comercialización de alimentos no está supeditada a la lógica del "bien social", sino a la más cruda lógica de la rentabilidad capitalista. 

Según la propia FAO, diez corporaciones trasnacionales controlan actualmente el 80% del comercio mundial de los alimentos básicos, y similar número de mega empresas controlan el mercado internacional del petróleo, de cuyo impulso especulativo se nutre el proceso de suba de los alimentos, causal de la hambruna, que ya se extiende por todo el planeta. 

El marzo de 2010, al  iniciarse en Guadalajara, México, una conferencia técnica sobre la biotecnología agrícola, Pat Mooney, director ejecutivo del Grupo ETC de Canadá, dijo al diario La Jornada que lo único que le interesa a las multinacionales del sector es obtener ganancias.

El experto señaló que las transnacionales nunca se interesaron en la alimentación de los pobres, debido a que no representan un mercado. 

Pat Mooney dijo que en este tipo de reuniones de la FAO siempre están presentes firmas como la Dupont y Monsanto, con patentes monopólicas de producción y expresó que por encima de los representantes de los gobiernos, son ellas las que dicen la última palabra. 

Entre los primeros pulpos trasnacionales de la alimentación, se encuentran la empresa suiza Nestlé SA., la francesa Groupe Danone SA. y la Monsanto Co., que lideran mundialmente la comercialización de alimentos y que, además de controlar la comercialización y las fuentes de producción, poseen todos los derechos a escala global sobre semillas e insumos agrícolas. 

Despojados de su condición de "bien social" de supervivencia, esos recursos se convierten en mercancía capitalista con un valor fijado por la especulación en el mercado,  y los precios no se fijan sólo por la demanda del consumo masivo, sino básicamente por la demanda especulativa en los mercados financieros y agro-energéticos. 

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(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.Ver sus trabajos en Google y en IAR Noticias

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