Las crisis sucesivas abundan en la expoliación progresiva de los trabajadores y/o clases medias, que beneficia a las élites financieras y a sus poderes mediáticos y periodísticos.
Mucho se habla acerca de si ha pasado o no la crisis. Los partidos en el gobierno en todo Occidente claman con que "lo peor ya ha pasado", principalmente porque, gracias a su visión meramente electoral, creen poder así apuntarse el tanto. En cambio, los partidos en la oposición dicen lo contrario porque creen poder capitalizar el descontento.
Ni unos ni otros aciertan con lo que realmente ha pasado y, por supuesto, si en España, por ejemplo, el partido en el gobierno fuera el PSOE y no el PP, los voceros del poder dirían las mismas cosas que dicen hoy los contrarios, y así sucesivamente. Pero no queremos cansar ya al lector con lo que ya sabe. El asunto es entender lo que ha pasado con la crisis.
En relación al tema, Kathy Bergen ha publicado el pasado 11 de agosto en el Chicago Tribune las conclusiones del informe hecho público por la Conferencia de Alcaldes Estadounidenses (U.S. Conference of Mayors) bajo el título "U.S. Metro Economies: Income and Wage Gaps Across the U.S." (La economía urbana norteamericana: las diferencias en ingresos y salarios en los EEUU). Según este informe, a fecha de hoy los EEUU han recuperado los 8,7 millones de puestos de trabajo perdidos a lo largo de la última recesión, pero el ingreso medio ha caído el 23%.
Según el mismo artículo de Chicago Tribune, una investigación de la empresa IHS Global Insight ha puesto de manifiesto que el salario medio del período 2008-2009 era de 61.637 dólares, mientras que el salario medio del segundo cuatrimestre de 2014 es de 47.171 dólares. La caída es, pues, muy evidente y, según el citado informe, es acumulativa con el 12% que disminuyó el ingreso medio durante la recesión estadounidense del período 2000-2003.
Por si fuera poco, el informe pone de relieve una diferencia entre "ricos" y "pobres" del 20%. Por este motivo, Kevin Johnson, el alcalde de Sacramento, capital del Estado de California, una ciudad de medio millón de habitantes, ha declarado que "mientras la economía crece, la desigualdad en los ingresos y en los salarios constituye una tendencia alarmante".
Esta tendencia es una generalidad en el mundo occidental, tal y como puso de manifiesto en febrero de este año el propio Banco de España y el Instituto Nacional de Estadística, que cifraron la caída de los salarios durante la crisis en un 2% interanual (El País 26.2.2014).
Sin duda, todo esto indica que no debemos dejarnos deslumbrar por la teórica "recuperación" del empleo, dado que ese empleo no es de la misma calidad que el anterior. Resulta llamativo cómo en España, gobierno tras gobierno, se enmascara o se oculta en el rifirrafe de la lucha partidista el hecho contrastable de que los españoles han perdido un sin número de derechos laborales –hechos que, contra la versión oficial, se deben a las políticas laborales del franquismo y no a la "lucha sindical"- y una calidad de vida que permitía la proyección de la vida en términos realmente humanos, no sujeta a los avatares del mercado.
Esos derechos se han visto atacados desde la derecha, por las políticas liberales que clamaban por un mercado "demasiado rígido"y que beneficiaban principalmente al capital financiero, y desde la izquierda, por una política sindical trufada de "lucha de clases" y de desavenencias irreconciliables entre "ricos" y "patronos", por un lado, y por el otro "los trabajadores".
En este contexto ha sido imposible que en España prosperase un tejido empresarial e industrial que no mirase por otra cosa que no fuera él mismo. Como no podía ser de otro modo, en el caos de intereses egoístas en liza, pierden los de abajo.
¿El resultado? Que mis padres, niños huérfanos y de orfanato, desposeídos de todo, llegaron a una posición digna incluso con casa en propiedad, hace ya mucho tiempo pagada. Yo, en un mundo de libertades retóricas, pagaré hipotecas por 50 metros cuadrados los próximos 40 años. Y encima tendré que rezar para que suba el Euribor un cuarto de punto. ¿A que le suena?
Las crisis sucesivas abundan en esa expoliación progresiva de los trabajadores y/o clases medias. Ese, y no otro, es el sentido de una crisis que beneficia a las élites financieras y a los poderes mediáticos y periodísticos a ellas infeudados.
Fuente Eduardo Arroyo
elsemanaldigital
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