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martes, 28 de octubre de 2014

L´ARMA PIÚ FORTE



La película del actor que más mandó. Mussolini al desnudo

¿Un presidente del Gobierno, actor en una película? Desde luego, no va a ser Mariano Rajoy. Pero tampoco un actor convertido como Ronald Reagan, sino una sorpresa escandalosa.

Hombre moderno de su tiempo, se sabía que le gustaba el cine y que le apasionó la llegada del sonoro, y después los balbuceos del color y de la misma televisión. Su hijo Vittorio fue director de Cinema, el quincenal de cine que más incisivo era con el régimen y donde cupieron todos los autores y actores (relativamente) críticos con las películas oficiales y oficiosas. En los actos públicos, actuaba él mismo para las cámaras a su modo, y en sus años de gobierno se construyeron los grandes estudios en la capital y salas de proyección en todo el país. Le encantaba Greta Garbo y a la vez Charles Chaplin. Una vez por semana, había sesión de cine en familia en la sala Villa Torlonia, y prefería películas cómicas después de los noticieros. Aunque no se suele recordar esta faceta, ni otras, todo esto era conocido; pero lo que acaba de hacer el Museo de Arte Moderno de Nueva York va mucho más allá y traerá consecuencias.

Un judío polaco que empezaba entonces a utilizar el seudónimo de Samuel Goldwyn dirigió una superproducción en la misma Roma en 1923. La película,The Eternal City, en parte de amor, en parte de aventuras y de historia, contó junto a Goldwyn con George Fitzmaurice, Barbara La Marr, Lionel Barrymore, Bert Lytell, Montague Love Richard Bennett, además de miles de extras, comparsas y figurantes. Cine mudo, es verdad, pero una producción extraordinaria y más para aquellos tiempos. Pero lo más extraordinario es que miles de fascistas actuaban de sí mismos desfilando por las calles de la capital italiana, y que el presidente del Gobierno entonces constitucional, el Duce Benito Mussolini, tuvo un papel protagonista como actor –representándose a sí mismo, también- en La Ciudad Eterna.

Giuliana Musci acaba de descubrir unos minutos de la película en los archivos del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Aunque fue rodada en la capital italiana un año después de la Marcha sobre Roma que llevó al poder a Mussolini, casi no se recordaba The Eternal City y por supuesto se daba por perdida y olvidada. Sin embargo, 28 minutos se han proyectado este otoño en el Festival de Cine Mudo de Podernone (Véneto). Aunque la frase es de algunos años después, parece claro que ya entonces Mussolini intuía que "el cine es el arma más fuerte" .

En la película, junto a una historia de amor, los fascistas son los "buenos" y es su líder, literalmente, quien interviene salvando al protagonista. The Eternal City fue un éxito en 1923 en las comunidades ítaloamericanas, que aclamaron al presidente de su país y al movimiento que había impedido el triunfo en Italia de sus enemigos. En vez de un aburrido dossier intelectual, Mussolini se sirvió de la técnica de Hollywood, de las ganas de ganar dinero de sus empresas y del sentido de la imagen y del espectáculo del fascismo en general y suyo en
particular para crear un instrumento de propaganda moderno, eficaz y arrollador. Contar su versión, hacerla atractiva y hasta conseguir que sus destinatarios pagasen por verle. 


¿Alguien imagina hoy a un presidente del Gobierno haciendo algo similar?

Mussolini, quizá por su experiencia directa en el cine o quizá sólo por su intuición propagandística, sabía algo que los regímenes clericales nunca entendieron pero sí el soviético… que el cine, como las demás artes, no puede ser aburrido, que por mucho que quiera transmitir ciertas ideas y valores, ha de entretener, ser divertido, hacer amena la vida del público. Y entonces era "el arma más fuerte"; hoy hay otras junto a él, pero el problema para los políticos sigue siendo el mismo: mirar hacia sí mismos o mirar hacia su público.

Fuente                                                   Pascual Tamburri

elsemanaldigital

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