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domingo, 21 de septiembre de 2014

BASTA DE GUERRA




Rusia, el entendimiento necesario para todosy para España

Sólo los enemigos de una España libre o de una Europa fuerte quieren una nueva guerra en Europa. Rusia no es enemiga de Bruselas ni de Madrid. Los intereses de Washington son otros.

La tensión abierta y no resuelta en Ucrania, como antes en ChecheniaOsetia o Abjasia, y en general en todos los territorios con población o intereses rusos fuera de sus actuales fronteras, ha dejado pendientes las diferencias de opinión sobre entre ambas partes. La Unión Europea y el presidente Vladimir Putin han acordado muchas veces planes comunes para luchar contra el terrorismo y para impulsar el intercambio de información. Estos acuerdos se enmarcaban hasta el giro del golpe de Estado indoloro de 2014 en Kiev en una creciente cooperación a todos los niveles.

La cooperación económica es buena para la UE, especialmente sus socios orientales, y también para Moscú. Con la diferencia de que Rusia tiene otras opciones y Europa probablemente no, o a un precio muy alto. La ampliación oriental de la Unión Europea no supuso antes una barrera al acercamiento entre unos y otros ¿Ahora sí? Quizá el mayor problema es que la formación intelectual y la independencia de criterio de muchos líderes políticos se está situando al nivel de la inmensa mayoría de los opinadores profesionales del circo, zoco y lupanar de las tertulias televisivas, donde nadie sabe nada pero todos hablan de todo. ¿No han visto ustedes a los mismos opinar una cosa en Gaza y a la vez la contraria en Ucrania?


Ucrania ahora, como antes Crimea, es en apariencia un obstáculo, dada la discrepancia de puntos de vista. Europa, contra algunas opiniones interesadas, no toleraría una ruptura de la unidad nacional rusa, y menos en beneficio de un vacío institucional y de la creación de espacios abiertos al tráfico de personas, de sustancias y de terrorismo. Europa habla de que Rusia respete los derechos humanos. De hecho, Rusia pide lo mismo a Europa, y a las actuales autoridades centrales de Ucrania.

En todos los aspectos, un acuerdo Europa - Rusia conviene a ambas partes y parece inevitable. El añejo y antes espinoso problema de Prusia podría resolverse pronto con simple sentido común y buena voluntad, por ejemplo. El distrito ruso de Kaliningrado, coincidente con el Norte de Prusia Oriental, capital Königsberg, está envuelto en territorio europeo al ingresar en la UE Polonia y Lituania. 

Nadie discute que aquella región sea rusa, y a todos conviene su bienestar. Hay ya "un documento de tránsito simplificado" entre todas las personas que necesiten un permiso para viajar entre Rusia y este enclave suyo. La cooperación consular y la lógica demográfica y económica harán el resto: Kaliningrado podrá ser una ventana de Rusia, y un paso más de Moscú hacia la UE.

La cuestión no está en quién es o no es Europa. 


Hace más de una década, unas declaraciones de Valéry Giscard d´Estaing sobre la distancia insalvable entre Turquía y Europa parecía una advertencia indirecta a Rusia.Pero Giscard hablaba de Geografía Humana, y en ese terreno es muy cierto que un ruso de Vladivostok es por su origen, por su cultura y por su vocación esencialmente europeo, mientras que un turco de Constantinopla –diga lo que diga la Geografía Física- es por definición ajeno a Europa. Rusia es Europa, y en una inteligente convergencia residen muchas esperanzas para unos y para otros.

La verdadera cuestión –que afecta en realidad tanto a Ucrania como a España, tan lejana sólo en apariencia- está en articular esa vecindad. Una UE militarmente fláccida, políticamente inoperante, económicamente obsesionada –y necesitada de comerciar compulsivamente-, demográficamente agónica por la doble partida de la natalidad y de las migraciones, es la Europa que más conviene a los grandes focos extraeuropeos de poder. 

Hoy, Estados Unidos, que quiere una Rusia aislada, una Europa sumisa y una tensión mundial. Mañana, quizá, China, que quiere o querrá una Rusia indefensa y una Europa estéril, opulenta y compradora. Se trata, todos, de adquirir la independencia moral de que se carece, España, hoy, la que más. 


Y no hay ni Prusia ni Donbass que lo valgan. Putin lo sabe; Juncker Margallo, no lo se.

Fuente                                            Pascual Tamburri

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