Rusia, el entendimiento necesario para todos, y para España
Sólo los enemigos de una España libre o de una Europa fuerte quieren una nueva guerra en Europa. Rusia no es enemiga de Bruselas ni de Madrid. Los intereses de Washington son otros.
La tensión abierta y no resuelta en Ucrania, como antes en Chechenia, Osetia o Abjasia, y en general en todos los territorios con población o intereses rusos fuera de sus actuales fronteras, ha dejado pendientes las diferencias de opinión sobre entre ambas partes. La Unión Europea y el presidente Vladimir Putin han acordado muchas veces planes comunes para luchar contra el terrorismo y para impulsar el intercambio de información. Estos acuerdos se enmarcaban hasta el giro del golpe de Estado indoloro de 2014 en Kiev en una creciente cooperación a todos los niveles.
La cooperación económica es buena para la UE, especialmente sus socios orientales, y también para Moscú. Con la diferencia de que Rusia tiene otras opciones y Europa probablemente no, o a un precio muy alto. La ampliación oriental de la Unión Europea no supuso antes una barrera al acercamiento entre unos y otros ¿Ahora sí? Quizá el mayor problema es que la formación intelectual y la independencia de criterio de muchos líderes políticos se está situando al nivel de la inmensa mayoría de los opinadores profesionales del circo, zoco y lupanar de las tertulias televisivas, donde nadie sabe nada pero todos hablan de todo. ¿No han visto ustedes a los mismos opinar una cosa en Gaza y a la vez la contraria en Ucrania?
En todos los aspectos, un acuerdo Europa - Rusia conviene a ambas partes y parece inevitable. El añejo y antes espinoso problema de Prusia podría resolverse pronto con simple sentido común y buena voluntad, por ejemplo. El distrito ruso de Kaliningrado, coincidente con el Norte de Prusia Oriental, capital Königsberg, está envuelto en territorio europeo al ingresar en la UE Polonia y Lituania.
Nadie discute que aquella región sea rusa, y a todos conviene su bienestar. Hay ya "un documento de tránsito simplificado" entre todas las personas que necesiten un permiso para viajar entre Rusia y este enclave suyo. La cooperación consular y la lógica demográfica y económica harán el resto: Kaliningrado podrá ser una ventana de Rusia, y un paso más de Moscú hacia la UE.
La cuestión no está en quién es o no es Europa.
Hace más de una década, unas declaraciones de Valéry Giscard d´Estaing sobre la distancia insalvable entre Turquía y Europa parecía una advertencia indirecta a Rusia.Pero Giscard hablaba de Geografía Humana, y en ese terreno es muy cierto que un ruso de Vladivostok es por su origen, por su cultura y por su vocación esencialmente europeo, mientras que un turco de Constantinopla –diga lo que diga la Geografía Física- es por definición ajeno a Europa. Rusia es Europa, y en una inteligente convergencia residen muchas esperanzas para unos y para otros.
La verdadera cuestión –que afecta en realidad tanto a Ucrania como a España, tan lejana sólo en apariencia- está en articular esa vecindad. Una UE militarmente fláccida, políticamente inoperante, económicamente obsesionada –y necesitada de comerciar compulsivamente-, demográficamente agónica por la doble partida de la natalidad y de las migraciones, es la Europa que más conviene a los grandes focos extraeuropeos de poder.
Hoy, Estados Unidos, que quiere una Rusia aislada, una Europa sumisa y una tensión mundial. Mañana, quizá, China, que quiere o querrá una Rusia indefensa y una Europa estéril, opulenta y compradora. Se trata, todos, de adquirir la independencia moral de que se carece, España, hoy, la que más.
La verdadera cuestión –que afecta en realidad tanto a Ucrania como a España, tan lejana sólo en apariencia- está en articular esa vecindad. Una UE militarmente fláccida, políticamente inoperante, económicamente obsesionada –y necesitada de comerciar compulsivamente-, demográficamente agónica por la doble partida de la natalidad y de las migraciones, es la Europa que más conviene a los grandes focos extraeuropeos de poder.
Hoy, Estados Unidos, que quiere una Rusia aislada, una Europa sumisa y una tensión mundial. Mañana, quizá, China, que quiere o querrá una Rusia indefensa y una Europa estéril, opulenta y compradora. Se trata, todos, de adquirir la independencia moral de que se carece, España, hoy, la que más.
Y no hay ni Prusia ni Donbass que lo valgan. Putin lo sabe; Juncker y Margallo, no lo se.
Fuente Pascual Tamburri
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