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miércoles, 15 de enero de 2014

POR UN NUEVO COMIENZO

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Sobre las relaciones entre occidente y el mundo islámico

En los años 80 los Estados Unidos consideraban a Osama Bin Laden, a sus secuaces, a los talibanes y a otros grupos islamistas que con él luchaban en Afganistán contra la Unión Soviética, como “amigos” pues ambas partes estaban interesadas en el final del régimen comunista afgano. 

La CIA los entrenaba en el arte de la fabricación de explosivos, el movimiento de dinero a través de sociedades fantasmas y la utilización de códigos secretos para la comunicación. Tras la retirada soviética de Afganistán, aquella “amistad” se diluiría y Bin Laden y los talibanes pasarían a ser calificados como  terroristas y el primero como enemigo número uno del llamado “mundo occidental”. 

Además se miraba con desconfianza a los diferentes grupos que eran agrupados bajo el paraguas del islam político (Hermanos Musulmanes, grupos Salafitas, Jamaa’t at-Tabligh, Al-Jamaa’t al-Islamyia,…) al que se presentaba como antesala del terrorismo. 

El fracaso de la estrategia americana y occidental en Oriente Medio durante la primera década delo siglo XXI llevó a los Estados Unidos a replantearse su política en la región. El modo arrogante de intervenir había agudizado el sentimiento antiamericano y anti-occidental en aquella parte del globo. Este hecho, unido a las injusticias sociales que sufren los habitantes de la región y la manipulación de la religión para perpetuar esas injusticias, se convirtió en el caldo de cultivo que alimentaba el surgimiento constante de grupos terroristas.

El 4 de junio del 2009 Obama, apenas elegido presidente de los Estados Unidos, presentaba en El Cairo su intención de relacionarse con el mundo islámico de un modo diferente con un discurso que llevaba el atractivo título de “Un nuevo comienzo”

Un detalle que en su momento parecía insignificante revelaba la nueva línea política. La primera fila del Gran Auditorio de la Universidad del Cairo estaba ocupada por la dirección de los Hermanos Musulmanes en Egipto, a pesar de ser un partido declarado ilegal por el presidente Mubarak a causa de sus vínculos con el terrorismo islámico. Por el contrario, el presidente del país que acogía la visita del líder norteamericano, estaba ausente del auditorio.

Las palabras de Obama parecían reflejar un sincero compromiso por la construcción de la paz y de unas nuevas relaciones entre occidente y el mundo islámico basadas en la justicia. De hecho, Obama recibiría el premio Nobel de la Paz algunos meses después. Pero el tiempo ha desvelado que la presencia de los Hermanos Musulmanes en aquella primera fila expresaba mejor el cariz de su estrategia que sus propias palabras.

El 17 de diciembre del 2010 estallaba la Primavera Árabe en Túnez. El canal de televisión qatarí Al-Jazira y las grandes cadenas occidentales (CNN, BBC) daban voz a las revueltas que se sucedieron en Túnez, Libia y Egipto y las presentaban como expresión del deseo de democracia, justicia y libertad de aquellos pueblos. Y ese deseo existía y era verdadero. Pero se convirtió en el arma que los partidos afines a los Hermanos Musulmanes en los tres países utilizaron para acceder al poder.

El siguiente objetivo era Siria. La estrategia consistía en echar del poder a Bashar Al-Asad y sustituirlo por un régimen afín a los Hermanos Musulmanes que permitiera controlar las inmensas reservas de gas presentes en el país, construir el gaseoducto que debía llevar el gas qatarí y saudí a Europa pasando por Turquía e impedir la conexión de otro gaseoducto con Irán e Iraq.

La alianza entre Qatar y los países occidentales abarca muchos campos de colaboración, pues en tiempos de crisis económica las inversiones qataríes son indispensables para sostener el sistema financiero. Un signo de esta “amistad” fue la elección de Qatar como sede del próximo Mundial de fútbol en 2022,  hecha posible gracias al apoyo y las presiones política de los líderes europeos.

Para conseguir derrocar a Al-Asad el primer paso era lanzar una campaña mediática a través de los instrumentos mediáticos de la citada alianza: Al-Jazira, BBC y CNN. Se trataba de desprestigiarlo y preparar a la opinión pública internacional para justificar el apoyo a los rebeldes y la necesidad de una intervención militar. La excusa final fue el supuesto ataque con armas químicas, curiosamente elaboradas con los materiales que Alemania suministró a Siria entre el 2002 y el 2006.

La rebelión no sólo contaba con partidarios de los Hermanos Musulmanes. La guerra civil siria ha sido presentada en los ambiente jihadistas sunnitas como una guerra santa (jihad) contra los “heréticos” chiitas y se ha convertido en una nueva concentración y caldo de cultivo de miembros de Al-Qaeda y otros grupos jihadistas.


 Parece que la estrategia occidental podría generar otros “Bin Laden”.

La lectura de estos hechos y del modo de relacionarse que tiene el mundo occidental con los países de mayoría islámica da entender que no se han aprendido las lecciones del pasado. 
En lugar de intentar construir relaciones que generen vida y paz se busca mantener un sistema y los propios privilegios económicos. 

Se manifiesta una gran incapacidad para buscar en lo humano un vínculo de unión que va más allá de lo meramente económico, para construir una verdadera amistad entre los pueblos que lleve a sus miembros a mirar juntos en la misma dirección, cada uno con sus propios ojos.

Fuente                                                                Jorge Naranjo
mundonegro.com

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