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viernes, 22 de noviembre de 2013

PERDUELLIO



ETA, proyecto de Estado
Si Rajoy ha seguido el proyecto de Zapatero, es porque la cesión ante ETA no era el capricho ocasional de un demente, sino una política de Estado en el sentido completo del término, que compromete a todas las instituciones de la nación.
Si el Gobierno Rajoy se ha apresurado a ejecutar sin la menor protesta la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot, es porque deseaba aplicarla.
Si el Gobierno Rajoy deseaba aplicar esa sentencia, es porque deseaba beneficiar muy directamente a la vieja guardia de ETA, la de Josu Ternera y los grandes asesinos de los años de plomo.
Si el Gobierno Rajoy deseaba beneficiar a la vieja guardia de ETA, es porque ha seguido a pies juntillas el plan trazado en su momento por Zapatero: cese de la violencia a cambio de réditos políticos y penales.
Si Rajoy ha seguido el proyecto de Zapatero, es porque la cesión ante ETA no era el capricho ocasional de un demente, sino una política de Estado en el sentido completo del término, que compromete a todas las instituciones de la nación.
Si todo el proyecto de Estado que la España actual es capaz de alumbrar respecto a ETA consiste en facilitar a la banda por vía política lo que no pudo conseguir por vía criminal, es porque el Estado contempla positivamente la perspectiva de que una fuerza política rabiosamente independentista, potencialmente violenta y edificada sobre el odio a España y al sistema democrático se haga con el poder, y porque al Estado eso le parece bien mientras no haya sangre en la calle.
Si todo esto es así, es porque el Estado ha olvidado –o ha querido olvidar- que ETA no mataba por gusto de la sangre ajena, sino porque ese era su instrumento para obtener unos fines que no podía obtener por vía pacífica: la ruptura de la nación española.
Si ahora el Estado considera que vale la pena otorgar libertad civil, subvenciones públicas y presencia institucional a una fuerza que a todo trance quiere romper la nación española, entonces es que el Estado no considera prioritario mantener la unidad de la nación, que puede postergarse en beneficio de otras cosas.
Si el Estado posterga la defensa de la unidad de la nación, que en realidad debería ser su único objetivo legítimo, entonces es que el Estado trabaja contra la nación. 
Corolario: ¿Cuáles son realmente los fines del Estado en España?
¿A qué estamos esperando para regenerar de arriba abajo el Estado?
(Diríjase la pregunta muy específicamente a los políticos que este domingo se dejarán ver en la manifestación de las víctimas. O mejor: a los periodistas que hace cinco años denunciaban la traición de Zapatero y ahora ensalzan a Rajoy por hacer exactamente lo mismo que su predecesor).
  Fuente                                                         Jose Javier Esparza
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