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lunes, 21 de octubre de 2013

LA CARA AMABLE DEL NEOLIBERALISMO


La olla podrida de las ONG
El intelectual estadounidense James Petras describió años atrás la forma en que detrás de un lenguaje y apariencia progresistas, las ONG ocultaban la cara más reaccionaria del neoliberalismo. 


Una reciente noticia procedente de Moscú informaba de las medidas que el gobierno de Putin había adoptado para combatir el flagelo que para la sociedad rusa representan estas asociaciones, que muchas veces contradicen a su propia denominación y a los fines que proclaman, recibiendo dinero de gobiernos y lucrando de manera anti-social. 


El presidente ruso reivindica el derecho de la sociedad de su país a conocer quién aporta el dinero para estas asociaciones, que por lo general es desviado hacia el activismo político. En Venezuela, han sido categorizadas lisa y llanamente como “consulados extranjeros ilegales”. La abogada Eva Golinger considera que aquellos que reciben dinero del Departamento de Estado norteamericano a través de USAID, no son dignos de confianza y por lo general se dedican a actividades ajenas a las que proclaman, pasando a convertirse en lacayos de intereses extranjeros al país donde activan. 

A través de fundaciones extranjeras, grupos periodísticos se vinculan a estas ONG y funcionan como un embudo, determinando que los fondos públicos sólo puedan ser administradas por un puñado de personas reputadas como “notables” e “impolutos”.
Si alguien osa desafiar el monopolio que ese pequeño grupo de personas ostenta sobre el manejo de fondos públicos, las ONG y su prensa amiga se movilizan con una furibunda campaña mediática con el fin de desacreditar su catadura moral. 

Los periodistas afines a las ONG son enviados a presionar a fiscales, y a través de “entrevistas” inducidas, les obligan a declarar la culpabilidad de aquellos que les niegan los fondos que apetecen. Es lo que sucedió con el ex director de la oficina de asuntos indígenas de Paraguay, Rubén Quesnel, a quien las ONG que gozan del favor mediático acusan de corrupto por no haberles entregado el dinero que exigían administrar.
Indígenas condenados a la miseria por las ONG
Un recordado escritor paraguayo definió alguna vez a las ONG como unos usurpadores que se autodenominan “sociedad civil”, dado que sus miembros se eligen a sí mismos y que, con tan débil respaldo popular, reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas. 

Indagando sobre la dinámica del negocio, puede advertirse que las ONG tienen tentáculos en el mundillo político y en los medios de comunicación que prácticamente les permiten imponer sus versiones sin debate alguno a la sociedad.
El entramado de ONG que ha convertido en industria la pobreza del Paraguay, y que no tiene ningún interés en superarla pues se quedaría sin negocio, es evidente que ha sabido ocultar a la prensa amiga documentos como el de fecha 13 de Diciembre de 2011, por el cual autorizó la compra de tierras a favor de las comunidades indígenas Yakye Axa y Kelyenmagategma. Aunque el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones había tasado las tierras en un precio de 2.190.000 Guaraníes por hectárea, Ayala se basó en una “recomendación” de la Procuradoría para subir el precio a 2.847.000 Guaraníes por Hectárea. Así la suma desembolsada por el estado subió de 22.584.594.000 a 35.053.972.200 Guaraníes, una diferencia de unos tres millones de dólares a favor de los “asesores”. 

Esta es una pequeña muestra de la forma en que las ONG manipulan a medios y gobiernos con supuestos fines altruistas que en realidad implican mayor gasto para el estado y menos resultados. 

La ideología de las ONG en cuanto a sus actividades privadas y voluntarias destruye imaginariamente el sentido de lo "público"; la idea de que el gobierno tiene la obligación de procurar a todos sus ciudadanos. Contra esta noción de responsabilidad pública, las ONG fomentan la idea neoliberal de una responsabilidad privada hacia los problemas sociales y la importancia de los recursos para resolver estos problemas. 

De allí su convergencia de intereses con los medios empresariales. 

El papel reaccionario con máscara progresista de estas organizaciones hace tiempo es conocido en círculos académicos e intelectuales. 

James Petras ha denunciado el carácter reaccionario de las ONG advirtiendo que se convirtieron en "el rostro comunitario" del neoliberalismo y se relacionaron íntimamente con los de arriba y complementaron su labor destructiva. Cuando los neoliberales transferían lucrativas propiedades estatales, privatizándolas para los ricos, las ONG no fueron parte de una resistencia sindical. Por el contrario, se mostraron activos en la creación de proyectos privados, promoviendo el discurso de la iniciativa privada ("autoayuda") al dedicarse a fomentar la microempresa en las comunidades pobres. 

Las ONG despolitizan a sectores de la población, ignoran sus compromisos hacia actividades del sector público y se valen de líderes sociales potenciales para la realización de sus objetivos. En realidad, las ONG no son no gubernamentales. Reciben donativos de gobiernos extranjeros o funcionan como agencias subcontratadas por gobiernos locales. 

Igualmente importante es el hecho de que sus programas no son calificados por las comunidades a las que ayudan, sino por sus benefactores extranjeros. Es en ese sentido que las ONG sabotean la democracia al arrancar programas sociales de las manos de las comunidades y de sus líderes oficiales, para crear dependencias a cargo de funcionarios no electos, provenientes del extranjero, quienes eligen y ungen a sus interlocutores locales. 

Muchos de los líderes y militantes de las ONG son ex marxistas o "post marxistas", quienes toman prestada mucha de la retórica referida a "dar poder al pueblo", "el poder popular", "la igualdad de género" y "el liderazgo de las bases como el único que logra legitimidad", mientras que alejan la lucha social de las condiciones que marcan la vida de las personas. 

Las ONG se convierten en un vehículo organizado que permite la movilidad social ascendente para desempleados o profesionistas ex izquierdistas mal pagados. El lenguaje progresista disfraza el núcleo conservador de las prácticas de las ONG. Ejemplo de esto es el hecho de que la naturaleza local de las actividades de las ONG tiene siempre que ver con "dar poder", pero los esfuerzos de estos organismos rara vez van más allá de una influencia en pequeñas áreas de la vida social, utilizando los recursos limitados y siempre dentro de las condiciones permitidas por el Estado neoliberal. 

En lugar de dar educación política sobre la naturaleza del imperialismo y sobre las bases clasistas del neoliberalismo, las ONG discuten sobre "los excluidos", "los indefensos" y "la extrema pobreza" sin jamás pasar de sus síntomas superficiales para analizar el sistema social que produce estas condiciones. 

Al incorporar a los pobres a la economía neoliberal a través de acciones voluntarias que son exclusivamente de la iniciativa privada, las ONG crean un mundo en el que la apariencia de una solidaridad y acciones sociales ocultan una conformidad hacia las estructuras nacionales e internacionales del poder. 

No es casual que las ONG se hayan convertido en entes dominantes en ciertas regiones donde las acciones políticas independientes han decaído y el neoliberalismo rige sin oposición alguna.

Fuente
elespiadigital

"Las organizaciones libres del pueblo también fueron cooptadas y comenzaron a llamarse ONG. Se puso el dinero necesario y las luchas “sociales” tuvieron una respuesta: el subsidio. Unos subsidios que el Banco Mundial financia alegremente. Es el precio de “su revolución”.

El sistema es blindado decía un viejo amigo mío. El sistema crea su propia revolución. Es la modernidad.Cuando el Banco Mundial deje de subsidiar una política, sabremos que la resistencia ha comenzado en serio".  J.P Vitali

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