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lunes, 5 de agosto de 2013

PERO NADIE MUEVE FICHA



POLÍTICA MOVEDIZA


La crisis nos ha traído, entre otras muchas cosas, una nueva forma de hacer política: la “política movediza”. Ésta recuerda las arenas mitificadas por el celuloide, por lo que tiene de sorpresa, de trampa y de capacidad destructiva. Es una política intermitente y espontáneamente asamblearia que, sin liderazgos identificables y cabalgando sobre las redes sociales, es capaz de derribar gobiernos o de condicionarles y obligarles a orientar su acción hacia objetivos no previamente planeados por aquéllos.

Y la calle bulle. Tal ebullición ciudadana muestra la fractura del pacto entre instituciones y sociedad civil. Materializa una profundamente enraizada desconfianza en el poder establecido, así como un generalizado hartazgo y un soberano rechazo tanto de la política tradicional como de la clase política en su conjunto.

No sé lo que opinarán ustedes pero uno —ya de “pensionata”—, siente cierta aprensión hacia los saltos en el vacío. Claro que el disgusto mañanero del “transistor” —viejo compañero de abluciones—, en nada ayuda a levantar la moral. 

Todas las grandes referencias del estado están en la picota. Pero nadie mueve ficha.

En el post anterior, un comentarista habitual se auto-jaleaba y sintetizaba así el panorama: “Don Pedro, los ciudadanos de a pie estamos literalmente hartos de la situación. Lo puedo decir más alto, pero no más claro”. 

Han pasado casi seis meses desde la publicación del post “ESTADO DE EMERGENCIA”( http://elblogdepitarch.blogspot.co.nz/2013/02/estado-de-emergencia.html ), que suscitó 134 comentarios. 

Resaltaba en él tres gravísimos procesos que se desarrollaban entonces en el escenario nacional: la amenaza independentista catalana, la extrema debilidad política de la jefatura del estado y la sospecha generalizada de corrupción en el Partido Popular (PP). 

Decía también que esos tres procesos se ligaban por dos rasgos comunes. Uno era su carácter esencial, tanto por el alto nivel de los actores como por su directa y destructiva incidencia institucional. El otro era la tendencia a empeorar rápidamente.

El análisis remataba: “El solape de esos tres procesos, en espacio y tiempo, es seguramente el peor de los ataques que uno pudiera imaginarse a los fundamentos del estado de derecho y la monarquía parlamentaria. Y así, casi sin darnos cuenta, el estado de crisis ha mutado a una crisis del Estado. El sistema político consagrado en la constitución de 1978 está amenazado. Llamemos a las cosas por su nombre: estamos en un estado de emergencia nacional”. 

Lamento no haberme equivocado. Porque, desde entonces, el nivel de emergencia nacional ha escalado varios peldaños. La tormenta catalana sigue reforzándose. Tiene su propio “tempo”. Uno prevé que después del verano, hacia el 11 de septiembre, descargará y ya continuará lloviendo hasta no se sabe cuándo (de esto hablaremos otro día).

De la fenomenal crisis institucional de la jefatura del estado y la Corona, ya me dirán. Ahora hasta pitan y abuchean a los príncipes en el Liceu, o a La Reina en el teatro real. Y esos no son precisamente lugares de reunión de “incontrolados”. A ver cómo se para eso.

Y, en tercer lugar, lo de la presunta corrupción en el PP ha dado un salto mayúsculo. A peor. La ruptura del PSOE con el PP “exigiendo la inmediata dimisión de Rajoy” enrarece de manera insoportable el juego político tradicional. Es cierto que la aritmética electoral parece garantizar la permanencia de don Mariano.

Pero si la reprobación suscitara adhesiones de otros grupos ¿hasta cuándo podría el presidente del gobierno simular —como don Tancredo— que la cosa no va con él? Porque, al parecer, mientras el Sr. Rajoy no dé explicaciones por lo de los papeles (casi la biblioteca) de Bárcenas, el conflicto seguirá engordando. 

La “basca”, mientras tanto, esperando a que alguien mueva ficha. 

Esto tiene que romper por algún sitio. Esperemos que se produzca antes de que muchos nos liemos la manta a la cabeza y nos apuntemos al quehacer “movedizo”. Aunque no nos guste. Aunque no se sepa cuándo empieza y mucho menos cuándo y cómo acaba. Al menos, que no me digan que no lo advertí.

Fuente
elblogdepitarch                          Pedro Pitarch
                                  Teniente General (R) del Ejército de Tierra

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