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viernes, 5 de julio de 2013

(R)EVOLUCIÓN PENDIENTE



Renovarse o morir. España tiene una (r)evolución pendiente

Acaba de celebrarse el segundo aniversario del 15-M. Seguramente pasará sin pena ni gloria. En el primer aniversario, los burócratas del PPSOE se dieron palmaditas en la espalda y los señores de la derecha y la izquierda liberal suspiraron con alivio al ver que las calles no se agitaban. 

Este domingo respiraron aliviados al ver la pérdida de fuelle de las marchas de Madrid.

Creen que han quedado atrás las jornadas de contestación en las que cientos de miles de ciudadanos reclamaban una reforma de la ley electoral bajo el grito “No nos representan”. No quieren recordar los carteles que llevaban los jóvenes en los que se leía “Generación Ni-Ni: ni PP, ni PSOE”

Pero se equivocan. Ha pasado el primer impacto del 15-M, pero su onda expansiva sigue produciendo efectos bajo la superficie.

1. Renovarse o morir. No nos representan

Es cierto que al movimiento 15-M le ha faltado estrategia política para asegurar su permanencia en el debate público y la continuidad de su mensaje en los medios. Su carácter asambleario le ha dado mucha vitalidad pero le ha restado eficacia. Seguramente si se hubieran concentrado los esfuerzos exclusivamente en uno o dos temas, habrían obtenido algunos resultados legislativos inmediatos.

No toda la actividad fue estéril. Se obtuvieron logros importantes. Los ciudadanos descubrimos que podíamos hablar en la calle de los temas políticos que nos preocupaban sin necesidad de tener a los partidos como intermediarios

En esos días las plazas de toda España se convirtieron en un bazar donde todo el mundo podía dar su opinión y lanzar su mensaje. La derechita intentó evacuar las plazas con la policía. La izquierda tomó buena nota de las ideas expresadas.

Distintas reacciones de izquierda y derecha

El movimiento del 15-M tuvo un alto componente transversal. No vamos a negar que en su gestación y movilización actuaron grupúsculos de extrema izquierda, pero en las manifestaciones se dieron cita personas de distintas sensibilidades (incluido el centro y la derecha), de distintas edades y diferente ascendencia social. Todos conocemos a alguna persona que no es de izquierdas y que acudió a los actos de protesta. 

Es normal, porque, en realidad, en las calles había tantas reivindicaciones como manifestantes. Cada uno tenía su motivo de indignación (en la línea de lo expresado por Hessel): la falta de representatividad de la ley electoral, la corrupción política, los abusos de la banca, los desahucios, el paro, los recortes. Identificar estos temas con la izquierda y entregárselos en bandeja ha sido una irresponsable dejación de funciones por parte de la derecha que va a pagar cara.

Después del 15-M, la izquierda está en plena catarsis. Busca en su espíritu cívico y (en buena medida) espontáneo la savia que le devuelva el vigor para salir del estado de trance en que se encuentra desde la caída del comunismo. La izquierda parlamentaria ha tratado de capitalizar el sentimiento de indignación. Los guiños de Tomás González y de Rubalcaba al movimiento, en sus respectivas campañas, fueron vergonzosos

Izquierda Unida, desde una posición más alejada de las élites, también ha hecho un esfuerzo notable por atraer las simpatías de los indignados. Pero el efecto más importante se ha vivido en la izquierda extraparlamentaria. Los foros de debate de la izquierda revolucionaria, los neomarxistas, los altermundistas o los socialistas utópicos son un hervidero de nuevas ideas y nuevas propuestas para actualizar sus programas y acercarlos a los problemas reales de la ciudadanía. Basta dar un paseo por el barrio de Gracia, Malasaña o el ciberespacio para comprobarlo.

Como siempre el brote de indignación ciudadana pilló a la derechita liberal mirando para otro lado. Estaba demasiado preocupada en que la agitación de la calle no alterara los sondeos demoscópicos de las inminentes elecciones municipales y autonómicas. No supo o no quiso calibrar la importancia del fenómeno. 

La derechita española muestra una capacidad pasmosa para huir del pasado (del inmediato y del lejano), para permanecer ajena a los fenómenos políticos del presente y para dilapidar su futuro. Se ha entregado a los brazos del neoliberalismo anglosajón y parece confiar su supervivencia en la traducción al español de las ideas de los Chicago Boys, la Heritage Foundation y el CATO Institute. 

Su única preocupación parece ser ganar las siguientes elecciones y olvida que lo que ocurre entre una cita electoral y la siguiente es, precisamente, la vida. Y que la vida pasa y no espera.

Esta derechita, enclenque y neoliberal, es la única que está sentada en el parlamento y presenta una preocupante alergia al debate. Desconfía de todo lo que nace en la calle y no en salones enmoquetados. En sus partidos no existe democracia interna, sino un nepotismo y una oligarquía sonrojantes. Sus medios de comunicación afines reclaman más firmeza ideológica frente a la izquierda, pero olvidan que el neoliberalismo no defiende valores sino intereses

Y cuando se acerca el periodo de elecciones, salvo honrosas excepciones individuales, tocan a rebato y todos de forma unánime hacen campaña para los mismos de siempre. Los pocos pensadores que aún tienen el valor para identificarse como “de derechas” asumen la línea oficialista porque saben que, de lo contrario, nadie vendrá a las presentaciones de sus libros y ya no serán invitados al campus de verano de FAES.

Esta derechita no tiene salvación. Tras treinta años de pseudo-conservadurismo pragmático ya no tiene nada que conservar. 

Pero no es éste el verdadero motivo por el que está condenada a languidecer hasta morir de inanición. Es su incapacidad para tomar el pulso a la actualidad y conectar con el corazón de la gente. Esta derechita va a adelgazar hasta que se quede en sus huesos ideológicos, que son el principio de libertad de empresa y poco más. 

Está permitiendo que la izquierda le arrebate los temas que le resultan propios: la soberanía nacional frente a las influencias extranjeras, la identidad como pueblo, la protección de la cultura propia, la calidad de vida y la salud, la vivienda, la familia y la maternidad, la protección de la naturaleza y del propio territorio, las costumbres locales y artesanales.  

Ha dejado que la izquierda le arrebate hasta el concepto de “bien común”, acuñado por Santo Tomás de Aquino

La izquierda, defensora hasta hace cuatro días de la lucha de clases, la dictadura (del proletariado), del internacionalismo, el productivismo económico y el materialismo histórico, se ha apropiado sin ninguna oposición de la derecha de las banderas de la democracia y la participación ciudadana, el regionalismo, la ecología y la lucha contra el consumismo.

La derechita acomplejada y de vuelo bajo ha creído que la defensa de la iniciativa privada y la libertad de empresa era la única trinchera para frenar al socialismo. Pero la crisis tan brutal que nos azota ha puesto de manifiesto que los intereses de la clase media son opuestos a los de la alta finanza y las grandes corporaciones. Un mismo partido o bloque ideológico no puede aspirar a representar a ambos. 

Por eso, el 15-M fue una oportunidad perfecta para que la derecha oficialista tomara conciencia de su distancia con los problemas de la gente e iniciara un proceso profundo de reflexión y renovación. Ha fracasado estrepitosamente y ahora es el momento de que pida la alternativa una tercera vía procedente de la derecha nacional pero con una fuerte agenda social.

2. España tiene una (r)evolución pendiente: Recordad mayo del 68

Son muchos los que han encontrado parecidos entre el 15-M y mayo del 68. La revuelta de París supuso la consolidación de la llamada Nueva Izquierda (post-marxista). Pero estas mismas jornadas contestatarias inspiraron a un sector de la derecha nacional que la prensa acabó denominando, por contraposición, Nueva Derecha. Alain de Benoist, Guillaume Faye y otros pensadores de esta escuela tomaron distancia de la realidad política más inmediata y se aventuraron en un proceso de revisión integral de sus tesis y planteamientos. Después de dos décadas de trabajo a través de sus revistas y publicaciones empezaron a ver los frutos. La derecha liberal francesa ganaba las elecciones pero cada vez debía “aguar” más su discurso para adaptarlo a la hegemonía de la izquierda en el terreno cultural.  

Sólo la Nueva Derecha estaba en condiciones de afrontar un debate cultural en igualdad de condiciones con la izquierda.

En los años ochenta el Front National francés empezó a trasladar a su programa muchas de las ideas y reflexiones de la Nueva Derecha. Identificar FN y ND es un grave error y existen diferencias relevantes entre ambas. De hecho, las relaciones entre Jean Marie Le Pen y Alain de Benoist nunca han sido buenas. Entre otras cuestiones, De Benoist siempre ha reprochado al FN su acusada xenofobia. Pero lo que sí es cierto es que la ND ha ejercido una influencia notable en el FN. La llegada de Marine Le Pen a la presidencia del FN ha supuesto un giro ideológico relevante: se ha distanciado del posicionamiento liberal-conservador (anticomunista y pro-americano) de su padre y ha dado a su agenda un marcado acento social, transversal y antiglobalización.

El resultado de todo este proceso es espectacular. En las elecciones presidenciales del 2002 el Front National llegó a la segunda vuelta frente al candidato del centro-derecha. La izquierda tuvo que pedir el voto para Chirac. 

Años después, el FN y otras formaciones comunistas y de izquierda obtuvieron un claro éxito al ganar el referéndum del NO a la Constitución Europea con un 55% de los votos. Los liberales de derecha e izquierda salieron trasquilados. La pujanza del FN ha obligado al centro derecha y a la izquierda a ajustar sus programas para evitar una sangría de votos en las clases medias y en los barrios deprimidos. 

La gente de la calle ha entendido que un mismo partido no puede aspirar a representar los intereses de las grandes corporaciones y las altas finanzas y ser, además, la voz del pueblo. Una ola de ilusión recorre Francia. En las últimas elecciones galas el FN ha sido la fuerza más votada por los jóvenes.

¿España es diferente?

La prensa española acogió con asombro que la indignación entre la juventud por los efectos de la crisis lo haya recogido Marine Le Pen. La prensa española no entiende nada. Se debe a los intereses que pagan su publicidad. Con un análisis simplista, identifica a Marine Le Pen con la vieja ultraderecha y sigue analizando la realidad política en base a unas coordenadas izquierda/derecha que hace mucho tiempo que están superadas. 

El FN ha conectado bien con la juventud porque habla su mismo idioma y ha tenido el acierto de salirse de las viejas rencillas entre oligarquías de derecha y de izquierda que nada preocupan a la gente de la calle.

El régimen de Franco hizo que en España no hubiera ni mayo del 68 ni nada parecido. Por eso, el 15-M era una buena oportunidad para que la Derecha nacional iniciara un proceso de reflexión que necesita desde hace casi un siglo. Es hora de reinventarse, de depurar planteamientos, de desprenderse de ropajes ideológicos antiguos, de someter todas las ideas heredadas a una triple destilación. Resulta vital encontrar nuevas síntesis de pensamiento, recibir los aires de cambio y encontrar la forma de unir tradición y disidencia frente al orden actual

España debe buscar su propio camino, distinto del francés en aquello que sea necesario, para respetar sus diferencias culturales y señas de identidad. En esta labor es más necesario que nunca el diálogo entre conservadores, tradicionalistas e identitarios. Los indignados se han planteado buenas preguntas pero sus plataformas han ofrecido malas respuestas. 

Sólo una Derecha alternativa que se haya desprendido del autoritarismo, el personalismo y la lógica capitalista del beneficio estará en condiciones de ofrecer las respuestas que necesita el siglo XXI y a la vez dar la batalla ideológica al progresismo

Esta nueva vía estará en la derecha cultural, pero su programa no será ni de izquierdas ni de derechas

El renacimiento vendrá cuando por fin se supere esta distinción caduca.

Fuente
pueblodigital

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