Fallece el líder de la Revolución Bolivariana de Venezuela, comandante Hugo Chávez
El
presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, falleció en Caracas a causa
del cáncer que estaba combatiendo desde hace más de un año y medio,
según informó el vicepresidente Nicolás Maduro.
El
presidente Chávez, según anunció Nicolás Maduro, falleció a las 16:45
(hora local) en el Hospital Militar cuando los miembros del Gobierno
estaban esperando el último parte médico. La Fuerza Nacional Bolivariana
se ha desplegado por todo el país.
Hugo
Chávez, de 58 años, que el pasado mes de octubre fue reelegido para
gobernar el país hasta 2019, murió dos meses y medio después de
someterse a su cuarta intervención quirúrgica por la reaparición
del tumor canceroso que le fue diagnosticado a mediados del 2011 en la
zona pélvica.
Maduro
señaló además que se ha previsto un despliegue especial de toda la
Fuerza Armada y de la Policía Nacional quien en este mismo momento se
encuentra desplegándose para acompañar a nuestro pueblo y garantizar la
paz.
“El
respeto y la paz tienen que ir de la mano (…) Nosotros llamamos a todos
los compatriotas a ser los vigilantes de la paz, del respeto y nosotros
asumimos comandante Hugo Chávez, sus rezos, su proyecto”, dijo el
vicepresidente.
En
relación a las complicaciones del estado de salud del mandatario
venezolano, el ministro de Información, Ernesto Villegas, anunció a
inicios de enero que Hugo Chávez, presenta insuficiencia respiratoria
derivada de "una severa infección pulmonar" sobrevenida durante el
proceso posoperatorio.
Antes de
la intervención, Chávez indicó que Nicolás Maduro debería concluir el
período presidencial en caso de que se presentara alguna circunstancia
que lo inhabilitara a él, lo cual despertó las sospechas de que la salud
del presidente podría estar empeorando.
Un líder revolucionario
Con su lema de Pueblo, Caudillo y Ejército,
el comandante Hugo Chávez Frías consiguió el apoyo de las masas para
partir el espinazo de los partidos políticos tradicionales y aplastar a
los oligarcas. Era el año 1998 y anunciaba el renacimiento de Venezuela.
El fallecido presidente dispuso de las herramientas fundamentales para
abordar la encarnación de todo caudillo: un carisma imbatible y muchos
pobres a los que dio esperanza.
El
paladín de la boina colorada murió vencido por un tumor y suplicando al
Dios más vida para consolidar la revolución ideológica comenzada hace
catorce años sobre las cenizas del bipartidismo nacional (1958-1999):
Acción Democrática, socialdemócrata, y COPEI, democristiano: “Dios no me
lleves todavía. Me queda mucho por hacer por este pueblo”, imploró en
abril, con un rosario colgado al cuello.
Sintonizando
con su carácter castrense, el teniente coronel de paracaidistas hizo lo
que parecía imposible en una América patio trasero de los
norteamericanos.
Ganó
elecciones una tras otra, gracias entre otras muchas cosas, a apoyarse
en la población más pobre, fundamentalmente negra y mulata. Campechano,
seductor, autoritario, nadie consiguió nunca tanta veneración entre las
clases más necesitadas de una nación de 29 millones de habitantes
acostumbrada al subsidio y a la corrupción de la oligarquía de los
Cisneros, los Andrés Pérez y demás amigos de la casta política corrupta
española.
Ha muerto
idolatrado por los suyos, con todos los resortes del Estado bajo su
mando, y los índices de pobreza a la baja porque la inversión social en
el último decenio alcanzó los 400.000 millones de dólares, según la
CEPAL. Las mayorías oficialistas le permitieron burlar los contrapesos
propios de las democracias representativas y legislar sin trabas, pero
no fue un dictador porque todos sus actos de gobierno fueron legales,
bien porque los legalizó a posteriori, o bien porque antes había promulgado las leyes que los justificaban.
Pocos
negaron a Chávez una sincera empatía con los marginados,
mayoritariamente de origen africano, que abrazaron la causa bolivariana
con la gratitud y fidelidad de quienes se sintieron vindicados frente a
la tradicional supremacía del poder criollo. Fue un jefe brillante,
imprevisible, contradictorio, construido para la confrontación.
“Dame tu
corona Cristo, dámela, que yo sangro. Dame tu cruz, cien cruces, que yo
las llevo, pero dame vida”, rezó ante la imagen del Nazareno coronado de
espinas. Descanse en Paz.
Es la hora del pueblo y el Ejército de Venezuela.
"Dulce et decorum est pro patria mori"
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