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miércoles, 6 de marzo de 2013

AVE HUGO CHÁVEZ




Fallece el líder de la Revolución Bolivariana de Venezuela, comandante Hugo Chávez       
 
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, falleció en Caracas a causa del cáncer que estaba combatiendo desde hace más de un año y medio, según informó el vicepresidente Nicolás Maduro.

El presidente Chávez, según anunció Nicolás Maduro, falleció a las 16:45 (hora local) en el Hospital Militar cuando los miembros del Gobierno estaban esperando el último parte médico. La Fuerza Nacional Bolivariana se ha desplegado por todo el país.

Hugo Chávez, de 58 años, que el pasado mes de octubre fue reelegido para gobernar el país hasta 2019, murió dos meses y medio después de someterse a su cuarta intervención quirúrgica por la reaparición del tumor canceroso que le fue diagnosticado a mediados del 2011 en la zona pélvica.

Maduro señaló además que se ha previsto un despliegue especial de toda la Fuerza Armada y de la Policía Nacional quien en este mismo momento se encuentra desplegándose para acompañar a nuestro pueblo y garantizar la paz.

“El respeto y la paz tienen que ir de la mano (…) Nosotros llamamos a todos los compatriotas a ser los vigilantes de la paz, del respeto y nosotros asumimos comandante Hugo Chávez, sus rezos, su proyecto”, dijo el vicepresidente.

En relación a las complicaciones del estado de salud del mandatario venezolano, el ministro de Información, Ernesto Villegas, anunció a inicios de enero que Hugo Chávez, presenta insuficiencia respiratoria derivada de "una severa infección pulmonar" sobrevenida durante el proceso posoperatorio.

Antes de la intervención, Chávez indicó que Nicolás Maduro debería concluir el período presidencial en caso de que se presentara alguna circunstancia que lo inhabilitara a él, lo cual despertó las sospechas de que la salud del presidente podría estar empeorando.

Un líder revolucionario

Con su lema de Pueblo, Caudillo y Ejército, el comandante Hugo Chávez Frías consiguió el apoyo de las masas para partir el espinazo de los partidos políticos tradicionales y aplastar a los oligarcas. Era el año 1998 y anunciaba el renacimiento de Venezuela. El fallecido presidente dispuso de las herramientas fundamentales para abordar la encarnación de todo caudillo: un carisma imbatible y muchos pobres a los que dio esperanza.

El paladín de la boina colorada murió vencido por un tumor y suplicando al Dios más vida para consolidar la revolución ideológica comenzada hace catorce años sobre las cenizas del bipartidismo nacional (1958-1999): Acción Democrática, socialdemócrata, y COPEI, democristiano: “Dios no me lleves todavía. Me queda mucho por hacer por este pueblo”, imploró en abril, con un rosario colgado al cuello.

Sintonizando con su carácter castrense, el teniente coronel de paracaidistas hizo lo que parecía imposible en una América patio trasero de los norteamericanos.

Ganó elecciones una tras otra, gracias entre otras muchas cosas, a apoyarse en la población más pobre, fundamentalmente negra y mulata. Campechano, seductor, autoritario, nadie consiguió nunca tanta veneración entre las clases más necesitadas de una nación de 29 millones de habitantes acostumbrada al subsidio y a la corrupción de la oligarquía de los Cisneros, los Andrés Pérez y demás amigos de la casta política corrupta española.

Ha muerto idolatrado por los suyos, con todos los resortes del Estado bajo su mando, y los índices de pobreza a la baja porque la inversión social en el último decenio alcanzó los 400.000 millones de dólares, según la CEPAL. Las mayorías oficialistas le permitieron burlar los contrapesos propios de las democracias representativas y legislar sin trabas, pero no fue un dictador porque todos sus actos de gobierno fueron legales, bien porque los legalizó a posteriori, o bien porque antes había promulgado las leyes que los justificaban.

Pocos negaron a Chávez una sincera empatía con los marginados, mayoritariamente de origen africano, que abrazaron la causa bolivariana con la gratitud y fidelidad de quienes se sintieron vindicados frente a la tradicional supremacía del poder criollo. Fue un jefe brillante, imprevisible, contradictorio, construido para la confrontación.

“Dame tu corona Cristo, dámela, que yo sangro. Dame tu cruz, cien cruces, que yo las llevo, pero dame vida”, rezó ante la imagen del Nazareno coronado de espinas. Descanse en Paz.

 Es la hora del pueblo y el Ejército de Venezuela.
 

            "Dulce et decorum est pro patria mori"


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