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jueves, 3 de enero de 2013

LA TOMA DE GRANADA



 Sabemos lo mucho que se escribe en contra de la Toma de Granada. La mayor parte de sus detractores lo hacen por acomodarse a una ingenua tendencia "progre",que es, la que marca el pensamiento políticamente correcto que pretende que censuremos nuestra historia, avergonzándonos de nuestro pasado. Los que salen ganando con ello son aquellos que, en el siglo XXI, todavía esgrimen títulos de legitimidad para apropiarse de Granada (Ceuta,Melilla, etc.).Y nos preguntamos: ¿y si Granada se convirtiera en Medina islámica qué se supone que habremos de hacer los que estamos orgullosos de ser españoles?

Muchos españoles parece que no lo son. Nos referimos a todos aquellos que que se han puesto de parte de esa fraudulenta versión de la historia que supone que, con la Toma de Granada, un "paraíso" de libertades y esplendor cultural -islámico- desapareció. Censuran la fiesta de la Toma como una agresión al principio de tolerancia y multiculturalidad que ellos se han encargado de erigir en principio rector de la vida pública. Por eso se han empeñado en cambiarle tantas veces el nombre a ese 2 de enero que celebramos en Granada: "fiesta de la tolerancia" y"fiesta de las tres culturas".

 "Y así llegamos al año clave de 1492, el de Granada, el de América y el de la Gramática de Nebrija. El confesor de la Reina, fray Hernando de Talavera, fue nombrado obispo de Granada con la importante tarea de procurar la conversión de los muy numerosos musulmanes que permanecían en aquel reino (...) Los monarcas, que habían unido en su soberanía reinos diversos de España e Italia, querían proporcionar a este esquema un valor fundamental, la unidad religiosa que conducía también al reconocimiento de la profunda dignidad de que se halla revestida la naturaleza humana: una Monarquía católica, como lo eran ellos mismos. Así lo habían acordado con los Papas Sixto e Inocencio a través de los legados enviados precisamente con este fin. El catolicismo romano sería vehículo de unidad para todos los súbditos, por lo que debía suprimirse el culto a las otras religiones; esta tarea resultaba compleja por la importante cantidad de judíos y de musulmanes amparados por las disposiciones vigentes." (La construcción de la cristiandad europea, Luis Suárez, editorial Homolegens.)

 La unidad religiosa no era una cuestión fácil, pero no había otro camino si se quería restablecer en toda su grandeza la civilización occidental, fundada sobre tres elementos -según indica el sabio historiador Luis Suárez: la trascendencia heredada de Israel, el ius que es patrimonio romano y el valor de la persona humana que había defendido el helenismo. O sea, Europa... La cual no se entiende sin el cristianismo, siendo el judaísmo y el islam elementos extraños.

 Al clarear las primeras luces del alba, el día 2 de enero de 1492, los capitanes y soldados del ejército cristiano, vestidos de punta en blanco, y acaudillados por el Cardenal Mendoza, fueron aproximándose a Granada. Penetraron en la ciudad, en los jardines del palacio de la Alhambra, y en lo más alto de la Torre de la Vela izaron una gran cruz de plata maciza y el estandarte de Castilla.

Retumbaban en el espacio los truenos de los cañones, sonaban los atabales y pífanos, y los gritos de júbilo aclamaban a los muy grandes y poderosos Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla:

¡Granada, Granada, por los Reyes Don Fernando y Doña Isabel!

Boabdil, quebrado y no doblado, hincaba la rodilla ante los Reyes Católicos y entregaba las Llaves de la Alhambra a Don Fernando, diciéndole con lágrimas en los ojos:

"Tuyos somos, rey poderoso y ensalzado; éstas son, señor, las llaves de ese paraíso!"

Y Granada fue devuelta a la civilización occidental. 


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